«Yo jamás me inscribiría en un Selecto Club Social/ que aceptara entre sus miembros a tipos como yo.» (Dixit Groucho Marx)
«¡Bailemos un merengue que nunca más se acabe!» Franklin Mieses Burgos
«...le pegaban / todos sin que él les haga nada; / le daban duro con un palo y duro / también con una soga...» César Vallejo
Por Armando Almánzar-Botello
«Céline: la escritura del odio.» Julia Kristeva
A esa mujer llamada Vaselina
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Hay de todo en este mundo. Ha conocido el mito a ciertos perversos poetas, artistas y escritores burócratas (Gnóthi seautón…) cuya obra gerencial o producción “literaria” (en realidad, casi “novela familiar del neurótico”: Sigmund Freud) finge y funge como prótesis compensatoria del más patológico sentimiento, cuasi ontofilogenético, de profunda minusvalía psicosocial:
«¡Sí, carajo, papá y mamá sufrieron mucho!»; «¡Oye, Vaselina, dame un poco más del chambre, mojadito en el sancocho de las piedras!»; «En mi infancia conocí el hambre de la nigua, su ávida y poética trompa succionante; no obstante, les juro que soy bueno, fui o soy feliz pese a mi pena, merezco el cielo gerencial o burocrático, un sutil matrimonio de graciosa conveniencia, unido a la oportunidad de torturar, indiferente, a los pequeños que no son ahora de mi banda, incluidos muchos que sí antes lo fueron...» etc., etc., etc...
Pero esos vengativos «genocidas» de las letras, filólogos del acíbar o el melao, alcanzado su «brillo egoísta, soberbio y soberano», su pacto financiero con algunos cancerberos del reino plutoniano de la sombra, casi nunca recuerdan a los pobres barriales de su origen, ni adoptarían jamás, por elección propia, el estilo de vida de un Diógenes de Sínope.
Son estos viejos liter-hartos paradójicos, pajonudos pejechifles del abismo y su jolgorio recurrente de satánicas locuras –mas desorden programado que no dice para nada sutilezas relevantes, patafísicas–, tontoartríticos marranos nunca nunca satisfechos en los planos «quesitivo» y «votivo» de demandas desmedidas, lacanianas; auténticos tarados resentidos con gran despliegue mostrativo de irrisoria insolvencia pélvico-penal, de senil amaurótica idiocia escritural, genealógico-verbal, a pesar del valor cuasi-calcado relativo que puedan arrojar sus mujeriles componendas mercuriales, las penosas transversales butlerianas herejías transvernáculas...
De otros, ¡ni hablar!: simples analfabetos funcionales «culturizados por la Internet»…
Afásicos de fondo que además padecen una severa poliomielitis del concepto. («¡Ahí no hay logos!»: me decía, de los unos y los otros, el lúcido escritor, tan a destiempo ido, Enriquillo Sánchez Mulet.
Esos enfermos del Ego maculado, hipertrofiado, utilizan las políticas estatales y de civiles pandillas, la canchanchanería (de chancho, choncho, cerdo, puerco… ¡sí!, el mismo inveterado mamífero que intenta olvidar el lodo «maloliente» de la nigua y la escena originaria –dice Freud–, bañándose compulsivamente en agua de rosas robadas… but: «Rose is a rose is a rose is a rose»...) como fórmulas para lograr ascender, hacerse «per-domar», vendar, coronar, y así luego brillar, figurar y proyectarse triunfalmente en el Gran Espectáculo del Mundo (Ladrones en el «Sielo» con Diamantes), movidos por una increíble, (i)letrada, falsa, trucada y plebeya necesidad de «aristocratización» a la velocidad de la no-liberación. (Friedrich Nietzsche, Gertrude Stein, Guy Debord, Paul Virilio).
¡Tígueres «cogepesos» disfrazados de Benefactores! ¡Haraganes traidores del Ser polivalente, que despliegan un trabajo pervertido a fuerza de operar solo en rol de claques, nepotismos y conventos!
Estos auténticos casos cínicos y clínicos pretenden dar el salto hacia la Gloria, tomar el Cielo por asalto, por sorpresa o por labor de sinuosa política triunfalista y pseudofilantrópica, utilizando el expediente de la adquisición apresurada (y en ocasiones ilícita, punible, pasible de ser sometida a la acción de la justicia) de capitales: económico, social y simbólico (Pierre Bourdieu).
¡Peor aún!: estos irrisorios «ángeles de canquiña» se han alzado con los dones del Cielo y no quieren disolverse ni en el paladar de Dios.
Su arte y su artificio se revisten para ellos de un valor ortopédico (lo que no está nada mal desde el mero punto de vista psicoterapéutico). Pero es preciso recordar que la «ortopedia (i)letrada como suplencia compensatoria» de severos complejos de inferioridad, no garantiza de por sí la calidad de aquello que se escribe, se realiza o se plasma en ese goce banal y permanente del aplauso anticipado y del dólar «malhabido»…
Y un cielo justiciero de grafemas neutrales ya levanta su luciferino fósforo, aunque mil ranas aviesas (algunas auténticas y dignas figuras ctónicas, míticas, telúricas… ¡oh, las paradojas del Imperio Global!), croen o croaron lo increíble para que un público inocente de mequetrefes desprevenidos creyera en lo que muchas veces fueron y todavía son meros errores históricos de paralaje, transitorios bandidajes taxonómicos del Zeitgeist...
¡Oh, Siniestras Cofradías de la Sombra y la Ignominia! ¡Inicuas legiones de vendidas conciencias; mediocres comparsas de escribanos y pequeños demonios desalmados, vernáculos y transvernáculos!
El verdadero goce en la generación del acto, del texto, el auténtico fragor de la grafía, fulge en el ámbito del sujeto de la escritura desdoblado: sujeto de la enunciación y sujeto del enunciado. Este último adviene cabalgando en la lectura, en el retoque crítico de su propia enunciación inconsciente, problemática...
¡Real contempl-acción activa!
Mi Ego, otro medio también de la suplencia (¿síntoma o sinthome?), ávido de aplausos y canonjías, evidentemente no se incluye en esta lista… ¡Jo!
Y ahora: to be or not to be. Escucho a Serrat cargado todavía de insólitas memorias con futuro; siento el brío de Silvio y su palabra centelleante de mágica esperanza para todos; transcurro ardiendo en Charlie Parker, Sonny Rollins y Eric Dolphy con la fuerza transmutante del saxo desatado; escucho-pienso, bordeando casi en acto la luz y las tinieblas, a los Vivaldi, Bach, Haydn, Mozart, Beethoven, Gustav Mahler, Stravinsky, Schönberg, John Cage y Karlheinz Stockhausen... latidos inmortales que abren mundos promisorios...
Descubro, transido por la fuerza criolla y cibaeña de un merengue dominicano que nunca más termine, a Tatico Henríquez y a la muchacha hermosa de los algodones, al misterio cosmológico y erótico de una tambora y un acordeón que respiran, con discreta sabiduría trágica, la sucesión de notas finitas en el juego musical de lo infinito...
Sorprendo el aire insospechado que resuena en la eternidad provisoria del instante: aquel momento frágil, vulnerable, de una inmensa y divergente serie de Universos...
¡Y digo no al mal aliento pertinaz de los traidores, de aquellos que comercian sin rubor con nuestra Patria: teorético egoísmo impertinente de los viejos presumidos cadáveres en curso!
Armando Almánzar-Botello
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Domingo, 9 de septiembre de 2012 (Texto ligeramente retocado)
© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.
IMÁGENES:
1) Miguel Ángel Buonarroti: La Tentación de san Antonio (entre 1487 y 1489), pintura al temple y óleo sobre tabla, 47 x 35 cm. Es la obra más antigua conocida del gran artista italiano. Tuve la oportunidad de ver y estudiar directamente el pequeño cuadro en el Museo Metropolitano de Nueva York, en 2009, mientras se realizaba una exposición itinerante de la magnífica obra.
2) Matthias Grünewald: “Las tentaciones de San Antonio” (Tabla lateral del Retablo de Isemheim abierto, 1512-1516)
Otro blog en el que figura este mismo texto:
Blog Cazador de Agua
Copyright © Armando Almánzar Botello. Reservados todos los derechos de autor. Santo Domingo, República Dominicana.
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OTROS BLOGS DE ARMANDO ALMÁNZAR-BOTELLO:
Cazador de Agua
Tambor de Griot
ARMANDO ALMÁNZAR-BOTELLO ES MIEMBRO DE LA "RED MUNDIAL DE ESCRITORES EN ESPAÑOL, REMES
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