miércoles, 11 de mayo de 2016

Sí, he sido un niño muerto...

«Desplegada en el vacío de una herida / la escena de la carne es un acto de escritura. / Mujer dormida / temblor de luna, / en la página el silencio nos reclama y nos absuelve. //Presintiéndome una boca palpitando entre tus sueños, / late sílabas de sangre tu oscuro palimpsesto, / me transcurre su mujer alucinada por los labios, / su íntima verdad erguida, / brevemente…» (Fragmento) Armando Almánzar-Botello. “Página desnuda”, 1984, "Cazador de agua y otros textos mutantes", Editora Nacional, 2003, página 39.

«...Toda intensidad lleva en su propia vida la experiencia de la muerte y la envuelve. Y sin duda toda intensidad se apaga al final, ¡todo devenir deviene él mismo un devenir-muerte! Entonces la muerte llega efectivamente. Blanchot distingue claramente este carácter doble, estos dos aspectos irreductibles de la muerte: uno bajo el cual el sujeto aparente no cesa de viajar y de vivir como un “Se”, “no ‘se’ cesa y no ‘se’ acaba de morir”, y el otro bajo el cual este mismo sujeto, fijado como Yo, muere efectivamente, es decir, cesa por fin de morir porque acaba por morir, en la realidad de un último instante que lo fija así como Yo pero deshaciendo la intensidad, llevándola al cero que la envuelve… El ciclo está cerrado. Para una nueva partida, pues: ¿“Yo es otro”?...» Gilles Deleuze y Felix Guattari.

  Balthus, Gato en el Mediterráneo. (1949).

Por Armando Almánzar-Botello


...Sí, he sido un niño muerto, sí... pero he nacido en los retornos, lentamente... No hay odio verdadero que impávido transite por la orgía del poema y sus maquínicos desiertos.

Amargo hay un amor de la fiebre que ilumina por el cuerpo del poema persistente sus veredas. Que torna de improviso muy obscura la sintaxis...

Rota y suelta en ave negra la belleza indescifrable, no trazamos la frontera si no somos

carne o nudo enmarañado en el goce y el deseo por la esfinge de la letra.

¿O acaso escribiremos pretendiendo ser ya otros, fugitivos renegados con las máscaras de nadie,

lenguas nómadas rabiosas deambulando por el tiempo, esquizoides fragmentados y enemigos de su espejo, alucinados niños muertos?

¿Quién define aquí en la página de nuevo el gran silencio, litorales del enigma, si no dice con el vuelo de un pájaro isotópico, 
                       revertido, 
invisible,

lo terrible vengativo,

la indolente y violenta niñez que late ahora: ciega la temible desnudez de tu sigilo: aquella vulva caracola?

Ostra peligrosa de carne sonrosada, limpia    tersa   palpitante, cósmico innombrable sinsentido.

Vuelta lengua con su gato ya explorando mar adentro, 
su misterio sinuoso y tan molusco,

Balthus dulce y turbulento,

misma lengua que otro sueño muy erguido la desnuda,

ya medita en este ahora,

cuando escribe transmutada cautelosa una distancia, lacerante como el filo de un cuchillo en el retorno...

Sí, mujer perdida, soy un niño muerto, ausente de mí 
en la fosforescencia impropia...

Simplemente voy sin sueños por el tétrico desierto, ritornello 
de tu ausencia...

La cola del gato inexistente, gran Tesoro: ¿es el todo 
en la rotonda del minino tan goloso,                                                                                                                      todavía?

La mera insinuación erótica del gato, metonímico-tanático, alumbrando redondo como un cero:

¿vestigio gatuno del humo constituye, su mentido feminismo en tu felinidad que arde?

¿Aún muerde, ingiere, usurpa?

Acaso yo te amaba y Dios no lo recuerda...

Tan cuántica y poética, Preciosa, fue la simple abolición 
de tu gato en mi poema,

que mi lengua te produjo la impresencia como un rito, 
similar a la llamada Paradoja de Schrödinger... Gimiendo 
te fugaste asemántica y felina...

¡Oh aquella esquina de mi sala delirante, yo envuelto por tu pelo besándote la tarde!

¡Espeso amor tan singular tu gran metáfora epistémica!

Hoy persiste la sonrisa desaparecido el Gato
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En país maravilloso de Alicia nuestro amigo,
el discreto y circunspecto profesor Charles Dodgson,

hoy discurre con Alzheimer sobre tu inmenso gato de Cheshire:

metafísica humedece su escritura superficies...

Río suelto de un Heráclito molecular, insomne,

blanda piedra fluida como el deslumbrante áspid.

                                   Juego,

deambulante absorto y nunca por tu cuerpo incertidumbre.
Abismal y neutro un "Se" aquí lo inscriba:

otro punto y aparte impersonal, atópico.

En el torrente de los signos tu desnudez me aguarda...

Y será nuevamente una carta de amor
el refugio musical de un claroscuro compartido,

nuestra pobre victoria frente al Abismo que desnombra,

una Danza de la Forma que deslumbre a la Muerte.

¿Quién es quién si el buen Dios retorna indecidible,
como Risa de Nadie o Teatro sin fondo?

En la muralla de los signos mi desnudez me aguarda.




Febrero de 2010

© Armando Almánzar-Botello, Santo Domingo, República Dominicana.


Otro blog en el que figura un texto relacionado:

Blog episthemehttp://epistheme-tonydemoya.blogspot.com/2014/12/noticias-del-frente-poetico-059.html?m=1


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