miércoles, 27 de julio de 2016

MARTIN HEIDEGGER, SU (IN)TRADUCIBILIDAD, JULIÁN MARÍAS Y YO.

«Todavía Heidegger no estaba de moda. No se habían apoderado de él los glosadores. Nadie lo había traducido, y por tanto, aún no se había demostrado que es intraducible.

Lo seguí en los años sucesivos, en sus libros y folletos, y no son escasas las primeras ediciones que guardo. Habían de pasar muchos años para que Francia se apoderase de él y con su sustancia hiciera el "existencialismo".

Martin Heidegger había de recorrer, por su parte, un largo camino, con hondas excursiones hacia el subsuelo de la poesía y del arte. Y siempre siguió buceando en sus griegos, sobre todo los presocráticos, en sus idealistas alemanes —Kant, Hegel—, en Hölderlin, Trakl, Nietzsche.

Había de tropezar ingenuamente con el nacional-socialismo —el ingenuo Heidegger, que no vivía en este mundo, aunque fuese el padre de la expresión in-der-Welt-sein—, y el nacionalsocialismo tropezó brutalmente con él. Los envidiosos, los resentidos, lo aprovecharon largos años para no perdonarle su genialidad

Julián Marías, El país, 27 de mayo de 1972.

                               Martin Heidegger.

MARTIN HEIDEGGER: ¿INTRADUCIBLE?

Por Armando Almánzar-Botello.


A propósito de lo dicho tal vez irónicamente por el filósofo español Julián Marías con relación a lo que él entendía como una relativa "intraducibilidad" del texto heideggeriano, deseo esbozar en las modestas líneas que siguen mi particular punto de vista sobre tan relevante problema.

Acontece con la obra de Martin Heidegger y su “intraducibilidad” supuesta, algo similar al rechazo de que fue objeto una cierta lectura de Platón realizada por Jacques Derrida (“La pharmacie de Platon”, 1968: “La farmacia de Platón”, 1975, en su traducción al español), exégesis que, sencillamente, no fue aceptada en el mundillo de ciertos "helenistas" debido a que quienes objetaban “filológicamente” la interpretación derridiana desconocían el griego clásico y, por dicha poderosa y elemental razón, no podían (a pesar de todas las advertencias del filósofo galo autor de "Márgenes de la filosofía" y "El oído de Heidegger") percibir el juego anafórico y homofónico que opera en el texto platónico en el idioma griego de partida, y en cuya materialidad significante y textura se afirma la aproximación hermenéutica realizada por Derrida.

Pienso que si Martin Heidegger fuera "intraducible", total o parcialmente, como dice Marías, no sería un gran filósofo.

Otra cosa muy distinta consiste en la dificultad o resistencia que ofrecen sus textos a la traducción. Complejidad y dificultad para la lectura, interpretación y traducción que no son iguales en la concreta historicidad de la meditación heideggeriana. Su obra magna "Ser y Tiempo", resulta sin lugar a dudas la más retráctil y oscura si la comparamos con las resistencias hermenéuticas que plantean textos de Heidegger anteriores o posteriores a esta piedra angular de su pensamiento.

Debo resaltar que yo entiendo que un “pensador” casi absolutamente intraducible a otra lengua distinta de la suya, sería un pensador local, "provinciano", limitado.

Pienso que por más arraigadas que se vean las obras literarias o filosóficas en la materialidad lingüística —fónica, fonológica, homofónico-etimológica— de una lengua en particular (como es el caso de cierto Heidegger), la traducción de dichas obras siempre resulta posible, si no de una forma directa, literal, sí de un modo indirecto, metafórico, catacrético y, como señalan con pertinencia Henri Meschonnic, Octavio Paz y Umberto Eco, re-contextualizador.

Lo crucial es que el traductor especializado descubra, en la llamada “lengua de llegada”, la configuración semiótica, sígnica y/o conceptual que sea equivalente a la del “texto de partida”. Es un problema central contemplado en una “Teoría General de la Traducción”.

Si Heidegger fuera “total” y absolutamente intraducible, su pensamiento sólo podría interesar a los germanoparlantes… Lo cual, evidentemente, no es así…

La intraducibilidad de un cierto Heidegger (a quien le gustaba, como al Sócrates platónico del “Crátilo”, jugar con falsos étimos) podría recordarnos la “intraducibilidad” de un Joyce o de un Beckett en “Finnegans Wake” y “Worstward Ho”, respectivamente, obras tejidas y cogidas por el juego homofónico en el contexto de la estructura fonética del idioma inglés, y de cuya complejidad, dificultad y posible intento de traducción al español, por ejemplo, dan cuenta varios autores.

Capítulo aparte merecen escritores como Julián Ríos, en nuestra lengua, Haroldo de Campos, en portugués y John Ashbery, en lengua inglesa —por sólo mencionar a tres reconocidos autores contemporáneos—, los cuales realizan obras de inspiración y profundo aliento joycianos…

Pero volviendo a Heidegger, es preciso decir que no deberíamos hablar de “intraducibilidad” sino de la mayor o menor pertinencia y dificultad de “una” traducción, la cual, dicho sea de paso, como “re-enunciación” de un determinado texto, siempre es histórica, contextual.  

No tendría sentido alguno la “filosofía” si el pensamiento registrado en una obra filosófica determinada —aunque sin lugar a dudas dicho pensamiento se encuentre siempre, de un modo u otro, parcialmente condicionado por su enunciación lingüística particular y su concreta historicidad—, permaneciera circunscrito a su propio recinto gramatical, lingüístico, filológico, y no existiera posibilidad de comunicación, re-enunciación o transmisión.

Algo parecido a esto que señalo le dijo un filósofo pragmático norteamericano al pensador dominicano Don Andrés Avelino, cuando éste, en el contexto del “Congreso Panamericano de Filosofía” celebrado en Ciudad Trujillo, y cuyas Actas fueron impresas en un volumen monumental por la Editora “El Caribe”, insistía, en su ponencia «El problema antinómico de la categorial “Conciencia”», en resaltar la particular posición kantiana que niega la posibilidad de conocer el noúmeno

¡Claro: lo ideal sería poder leer y pensar en su propia lengua a todo filósofo y escritor importante! Posibilidad abierta para los políglotas-filólogos, para aquellos que desean convertirse en especialistas en determinados autores de relevancia. Freud dijo haber aprendido español para leer "El Quijote"; yo, de un modo discreto y obstinado, he combatido amorosamente durante largos años con el idioma alemán para intentar leer en su propia lengua, aunque fuere desatinadamente, a Meister Eckhart, Böhme, Schelling, Hegel, Schiller, Hölderlin, Kleist, Goethe, Schopenhauer, Leibniz, Nietzsche, Freud, Wittgenstein, Heidegger, Celan, Sloterdijk... pero sólo aseguro los "contenidos", quizás, leyendo a estos autores en mi "propia" lengua...

Gran valor reviste el hecho de que no haya “una” traducción, sino “traducciones” múltiples de un mismo texto.  En el caso de Martin Heidegger, resulta cardinal que proliferen los Zubiri, los Gaos, los Valverde, Garrido, Molinuevo, Duque, Estiu, Vermal, Gabás, Rivera, Oñate, Bossi…

De todos modos, como nos recuerda Jacques Derrida, hasta en el seno de “una” misma lengua: “Un texto no es un texto si no esconde a la primera mirada, al primer llegado, la ley de su composición y las reglas de su juego”.

No obstante, mientras más aumente la cantidad de traducciones a otras lenguas junto al número de análisis del contexto cultural e histórico correspondiente a la obra de acreditados autores “difíciles” como Martin Heidegger, más fértil, productiva y “legible” (en el buen sentido del término “legible”, que incluye, paradójicamente, la lúcida y pertinente aceptación de cierta “ilegibilidad”) se tornará la recepción de su complejo y diferenciado pensamiento.  © Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.

28 de mayo de 2015. Santo Domingo, República Dominicana. (Texto publicado originalmente en Facebook).


ADENDA. Mayo 2015.

No son categorías o conceptos exactamente iguales la “ilegibilidad”, por un lado, entendida como relativa dificultad histórica o resistencia para la lectura y decodificación que ofrece un determinado texto creativo (en sentido semiótico amplio) por efecto de sus niveles de “invención”, “creatividad” y “originalidad”, y por el otro, la “intraducibilidad inter-lingüística”, la cual puede obedecer a otras razones distintas de las que ahora he señalado.

La “originalidad” de una obra, de un pensamiento radicalmente transformativo, genera, sin lugar a dudas, dificultades para su recepción hasta en el interior de la misma "lengua-cultura" donde dicha originalidad se manifiesta.

Esto es así, por el mero hecho de que la “invención” o “acto de creación” en sentido fuerte, puede romper los límites o umbrales canónicos de lo “verosímil”, lo “bello”, lo “inteligible” o lo que “científicamente” resultaba válido hasta el momento en que “eso” innovador, profundamente distinto de lo ya conocido, emerge o se manifiesta en el campo histórico-cultural.

En efecto, si se trata de obras y pensamientos realmente revolucionarios, estos, con su potencia de disgregación y recomposición, irrumpen y rompen códigos establecidos para crear otros nuevos.

Un ejemplo que se cae de la mata: La Teoría General de la Relatividad de Einstein no es comprensible desde la Teoría Clásica de la Gravitación Universal de Newton; es, precisamente, lo contrario.

Pero esa relativa “ilegibilidad” histórica del pensamiento físico-matemático de Einstein (por su gran originalidad a pesar de todos sus antecedentes), "ilegibilidad" que se revela como tal desde el punto de vista que implica los presupuestos de la concepción newtoniana clásica del Universo (espacio euclidiano e infinito, constancia de la masa, el espacio y el tiempo, etcétera) no resulta similar a lo que menciona Julián Marías como “intraducibilidad lingüística” en el caso de Martin Heidegger.

Es cierto que Julián Marías habla, en el contexto de la cita en cuestión y en otras zonas de su obra, de una “intraducibilidad” de Heidegger con la finalidad de acentuar su singularidad y distanciarlo de la recuperación de que fue objeto el filósofo alemán por “cierta exégesis francesa”, la de Sartre en particular.

El mismo Heidegger llegó a burlarse del “El Ser y la Nada” de Sartre cuando dijo, en presencia de la persona que le llevó el libro y después de revisar y meditar a vuelo de pájaro el texto del francés: “Esto es lo que yo siempre había querido decir… ¡pero ya lo había dicho Husserl!”. Con ese juicio "intempestivo", el gran filósofo alemán pretendía descalificar al gran filósofo francés, seguidor de algunas de sus ideas.

Así también pretendió hacerlo Heidegger con los “Escritos” de Jacques Lacan, cuando dijo, después de revisar el tomo de más de 600 páginas recién publicado por el gran psiquiatra y psicoanalista galo: “No estoy ahora en la onda francesa; además, el psiquiatra Lacan necesita un psiquiatra”. Pero ya Heidegger le había bebido el vino a Lacan en  Guitrancourt, 1955… En fin.

A pesar de estos aspectos mencionados, cuando Julián Marías alude a la intraducibilidad de Heidegger, se refiere, básicamente, a una “intraducibilidad lingüística”, aunque, de modo colateral, como dije, pueda referirse a la “originalidad” irreductible del filósofo alemán con respecto a la gran tradición metafísica de Occidente y a la asimilación de su obra por otros pensadores.

No obstante debe ser reiterado: La “gran originalidad”, que puede devenir, eventualmente, en dificultad para la recepción e intelección de una obra, opera en un registro distinto al que lingüistas como Benjamin Whorf, por ejemplo, conciben como una suerte de “corte histórico y epistémico-lingüístico”, para referirse a las “fisuras” o “hiatos” que se producen entre las diversas lenguas por razones histórico-culturales, lexicales, morfosintácticas, y que podrían ser la causa de cierta “intraducibilidad”, tal como se comprobaría intentando la traducción de “Ser y Tiempo” de Heidegger al creole o a ciertas lenguas indígenas americanas.

Sencillamente, esas lenguas están definidas por otro tipo de historicidad, cuya "sedimentación" sintáctica y semántico-lexical imposibilita encontrar un equivalente del texto de Heidegger en ellas.

Lo señalado en el párrafo anterior no es asunto de etnocentrismo sino de valoración de ritmos históricos distintos.

En estos casos, la “traducción” podría hacerse “artificialmente”, mediante una labor de “neologización descontextualizada” que sería mucho más intensa que la requerida para traducir a Heidegger, por ejemplo, a otra lengua indoeuropea, o a ciertas lenguas-culturas del Extremo Oriente cuya dinámica histórica, aunque distinta a la occidental, ha servido hasta de motivo de inspiración para Europa.

Por su parte, América Latina y el Caribe también, como decía Octavio Paz, son “porciones excéntricas de Occidente”.

Pienso que, al margen de muchos otros factores, con independencia de lo novedoso del pensamiento heideggeriano, de su “excedencia” con respecto a la metafísica occidental (de la que el mismo Heidegger parte); de que escriba en una lengua indogermánica relativamente diferente del “espíritu” de las lenguas romances (aunque ambas procedan del mismo tronco indoeuropeo), lo que podría dificultar la traducción de ciertos textos de Heidegger (no de todos) sería —y lo reitero con una cautelosa convicción— el gran arraigo del filósofo en su lengua, en la trama fónico-etimológica de su soporte lingüístico, en la singular historicidad de su idioma.

Lo que anteriormente digo, ya ha sido señalado de una forma u otra por pensadores como Vattimo, Cacciari, Rorty, Derrida, y, de un modo muy particular, por Eugenio Trías, quien decía que deseaba crear un sistema filosófico que, aún inspirado en los grandes filósofos clásicos griegos, en el pensamiento gnóstico, en los franceses postestructuralistas, en grandes pensadores como Wittgenstein o Heidegger, le permitiera pensar, desde el enraizamiento en la lengua considerada y asumida por él como espacio germinante y matricial, su "propio" y singular modo de superar y atravesar una cierta concepción metafísica... © Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo. República Dominicana.


28 de mayo de 2015. Santo Domingo, República Dominicana. (Texto publicado originalmente en Facebook).

© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.


Dos textos relacionados:

Blog Otros Textos Mutantes:
https://almanzarbatalla.blogspot.com/2015/02/pseudos-y-el-secreto-la-mentira-lo.html y también:
https://almanzarbatalla.blogspot.com/2016/06/tractatus-linguistica-psicoanalisis-y.html

Copyright © Armando Almánzar Botello. Reservados todos los derechos de autor. Santo Domingo, República Dominicana.
....................................................................................................................................

OTROS BLOGS DE ARMANDO ALMÁNZAR-BOTELLO:

Cazador de Agua:
http://cazadordeagua.blogspot.com/ y tambiénhttp://tambordegriot.blogspot.com/                   

ARMANDO ALMÁNZAR-BOTELLO ES MIEMBRO DE LA "RED MUNDIAL DE ESCRITORES EN ESPAÑOL, REMES: 

Copyright © Armando Almánzar Botello. Reservados todos los derechos de autor. Santo Domingo, República Dominicana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario