A los arcángeles del óxido y el miedo, a los redondos baluartes presumidos que ya no vuelan —si es que alguna vez volaron—, a los sujetos nómades que se olvidaron del callejón de atajo, y que por defender la supuesta dignidad de un doctorado escapan temerosos de lo aórgico...
Por Armando Almánzar-Botello
Profesores, para el filósofo Jacques Derrida la diffèrance, la traza, el grama, la huella como estructura de no-presencia, operan siempre más allá del recinto lingüístico, más allá del discurso, más allá del sentido contrapuesto al referente denotado —tal como piensan este binarismo Saussure y Frege—, más allá de la noción de “texto” concebido al modo filológico, taxativamente pensado de forma plana, simplista, convencional, o como articulación sígnica o enunciado fónico/gráfico, intencionalmente orientado en un proceso monologal o dialogal de producción lingüística de sentido, significado e interpretación (Sinn, Bedeutung, Deutung).
El cuasiconcepto de (archi)huella posibilita la deconstrucción de las oposiciones sujeto/objeto, consciente/inconsciente, humano/animal, lenguaje/realidad fenoménica, discurso/performance —tal como funciona este último binario metafísico en el discurso de Judith Butler, por ejemplo.
Lo reiteramos con hastío, el derridiano “no existe nada fuera de texto” (Il n'y a rien hors du texte) no implica ningún tipo de clausura de la meditación en el recinto estrictamente lingüístico.
Dicho enunciado, simplemente, debe orientarnos en dirección al hecho de que el objeto fenoménico “mismo”, la cosa en su “evidente” objetividad, es un signo, como nos enseña el filósofo norteamericano Charles Sanders Peirce, una realidad que funciona en un juego relacional que desborda su presencia de cosa: que remite, en la percepción de su “cosidad”, a otra cosa, por vínculos y reenvíos analógicos o diferenciales, y que así se descubre trabajada por la huella, por una red “rizomático-tabular” de remisiones diferenciales, esas mismas que determinan y ofrecen la percepción de los objetos “naturales” como una experiencia desde siempre afectada por la “artificialidad” de la “huella”, la cual, de hecho, no es más artificial que natural...
He aquí la paradoja de la huella.
Nos dice Derrida en su obra fundadora De la gramatología:
«Según la “faneroscopia” o “fenomenología” de Peirce, la manifestación en sí misma no revela una presencia, sino que constituye un signo. Se puede leer en los Principies of phenomenology que “la idea de manifestación es la idea de un signo”. Por consiguiente no hay una fenomenalidad que reduzca el signo o el representante para dejar brillar, al fin, a la cosa significada en la luminosidad de su presencia. La denominada “cosa misma” es desde un comienzo un “representamen”, sustraído a la simplicidad de la evidencia intuitiva. El “representamen” solo funciona suscitando un “interpretante” que se convierte a su vez en un signo y así hasta el infinito.» DERRIDA, Jacques. De la Gramatología, Siglo XXI Editores, México, 1978, p. 64
Nunca existe “inocencia” de la percepción. No hay captación directa o intuitiva de la cosa en su pura presencia o cosidad.
Toda percepción de la cosa, y la cosa misma en su cada vez más “problemática materialidad” (la Cuántica), están marcadas por la huella, por la diferencia, por la no presencia, por la indeterminación...
No digo que sin el trabajo de la huella no exista la cosa en tanto que physis, sino que la huella es anterior al deslinde neto entre physis y techne y condiciona la forma de percibir a las dos categorías con sus concreciones y deslindes provisorios.
La indeterminación de la huella como diferencia viene más bien a (im)posibilitar todo deslinde paradigmático-binario entre “physis” y “techne”, con la subsiguiente contaminación entre ambos términos del paradigma. Juegos modales, fractales, locales, de actos, tactos y contactos ecotécnicos, como viene a decirnos Jean-Luc Nancy.
En ningún texto de Jacques Derrida se ha dicho que el cuerpo animal, o la enfermedad, o los seres inorgánicos, o las realidades y prácticas políticas, culturales e históricas constituyan eventos meramente lingüísticos, discursivos, susceptibles de ser transformados y reducidos en su conjunto a la simple acción de las palabras. Eso vendría a constituir un puro idealismo subjetivo y una vieja y pesadamente fechada cogitación de raíz nominalista. La nave de la deconstrucción gramatológica derridiana no ancló jamás en esos litorales.
Una ingenua concepción “realista” o “performativista” del derridiano “no hay nada fuera de texto” (Il n'y a rien hors du texte), tiende a suponer que el autor de De la gramatología confunde el puro pensamiento discursivo, la magia, la brujería, el ámbito absolutizado del lenguaje o de las palabras, con el enfoque “objetivo”, “científico-racional”, práctico-instrumental de los objetos y procesos del mundo fenoménico.
No. No es así. A lo que el filósofo galo apunta con su idea de una “textualidad generalizada y abierta” es a explorar y descubrir, en cada caso singular, cómo, aunque unos particulares o específicos fenómenos o realidades tengan su propia modalidad causal de efectuación y arbitraje, lo que permite “originariamente” captar la especificidad pre-ontológica de estos resulta ser la huella, en tanto que, como estructura de la no-presencia y la remisión, ella viene a producir el juego relacional de producción o generación de sentido en el que se constituyen las oposiciones sujeto/objeto, inteligible/sensible, sentido/referente, lenguaje/realidad...
Ciertamente, operar sobre un organismo animal o humano, por ejemplo, intervenirlo científico-quirúrgicamente para extraerle un lito vesicular o renal, digamos, no se reduce a ser una pura operación lingüística, verbal o discursiva. Esa operación constituye una práctica especializada que requiere de un “corpus de conocimientos” no solo médico-teóricos sino también manuales, instrumentales y corporales por parte del cirujano correspondiente, en tanto que poseedor este de una subjetividad-corporalidad y de unas destrezas técnico-cinestésicas, propioceptivas y hasta interoceptivas, que actúan en su propio esquema corporal de sujeto-agente, y que le permiten una labor coordinada en equipo. Dicha subjetividad-corporalidad está labrada, digámoslo así, primero, por su temprano, singular y complejo proceso genético-histórico de constitución lingüístico-simbólica y cultural como sujeto, y, más tardíamente, por unas disciplinas y saberes de alta especialización adquiridos con miras a permitir o lograr en dicho sujeto, como estudiante de medicina, como persona receptora de un discurso universitario especializado, cierta performance o desempeño cognitivo-instrumental, técnica y anatomo-fisiológicamente adecuado, cónsono con la meta de preservar la salud y la vida del posible paciente bajo su responsabilidad en una futura intervención quirúrgica.
No obstante, para que funcione a cabalidad todo este complejo proceso regido por sus propias reglas cognitivo-instrumentales y específicas, se hace necesaria la intervención de la huella derridiana entendida como campo genético archioriginario generador o posibilitador de sensaciones, percepciones, enlaces neurales o sinápticos en el mismo sujeto agente; interacciones propioceptivas e interpersonales; deslindes, flujos y fusiones, donaciones y sustracciones de sentido; operaciones producidas tanto en los planos a-significante, micro-subjetivo, pre-individual, impersonal, personal, interpersonal, transpersonal, ontogenético y aun filogenético.
Se hace allí necesaria la intervención de la economía del grama o de la huella, en tanto que estos, en su operatividad constituyente, posibilitan la configuración de pliegues, despliegues, repliegues, acontecimientos, continuidades e interrupciones, invaginaciones, estabilizaciones, concentraciones y dispersiones de sentido que vienen a constituir la tensión entre las bandas centrífugas de sinsentido y las contrabandas centrípetas de sentido-significado, las cuales deben ser consideradas, en el seno mismo de la llamada “praxis” concreta, como reales manifestaciones materiales de una “textualidad generalizada” que opera en el ámbito fenoménico mismo, definido este por sus modos particulares de regulación y marcaje, pero sin que nunca se sustraiga a esa paradójica “economía de la huella”, a la indeterminación indecible, diseminante, que viene a caracterizarla como “archifenómeno genético de la memoria”.
La archihuella derridiana, como ausencia de simple origen, constituye así una instancia indecidible, sin lugar fijo entre el adentro y el afuera, entre lo actual y lo virtual, anterior al neto deslinde metafísico entre todos los opuestos.
Agosto de 2015
© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.
ADENDA
MENSAJE DIRIGIDO AL ESCRITOR Y AMIGO PERUANO PEDRO GRANADOS, A PROPÓSITO DE UNA NOTA DE SU AUTORÍA SOBRE EL LIBRO DOMINICANO “MASA CRÍTICA”
Por Armando Almánzar-Botello.
Saludo, querido Pedro. Conozco el trabajo de Médar Serrata: muy bueno. Tengo el libro donde figura su intervención: Masa crítica. Memorias del Primer Seminario Internacional de la Crítica Literaria en República Dominicana, (Editora Nacional, 2013), obra que, como su título indica, constituye una muy buena recopilación de textos crítico-literarios realizada por el Ministerio de Cultura dominicano, en la que incluye a intelectuales del país en el ejercicio activo de la crítica literaria a través de los diferentes medios, tanto a nivel nacional como internacional.
Debo decirte que Serrata confirma, en cierta zona de su ensayo, un deslinde entre el concepto (post)estructuralista (derridiano) de “texto” (instancia presuntamente desencarnada, descorporizada, establecida en relación con “un saber letrado” que de un modo supuesto difumina la “realidad” concreta, socio-cultural e histórica), y aquello definido como “performance” por la gran pensadora de la teoría queer y crítica de la guerra imperialista norteamericana, Judith Butler.
Esa performance implica los desempeños del cuerpo, los actos corporales como formas de construir y transmitir conocimientos en la acción socio-cultural y política de superar o “desbordar la epistemología de Occidente” (Serrata dixit).
Aunque lo dicho por Serrata podría resultar válido para un cierto estructuralismo cerrado, deconstruido precisamente por el trabajo de Jacques Derrida, es preciso aclarar una vez más que el concepto derridiano de “Il n'y a rien hors du texte” (No hay nada fuera del texto), no comporta una hipóstasis o esencialización del “lenguaje doblemente articulado” . No niega la realidad relativamente autónoma de aquello que Butler denomina “performance” , como acto creativo, en contexto histórico y cultural, que viene a involucrar al cuerpo y al comportamiento. Derrida reconoce más bien el funcionamiento de una productividad semiótica plural que desborda lo meramente lingüístico.
Para Derrida el texto no es el discurso.
El concepto derridiano de “textualidad abierta”, como digo, supera lo simplemente “lingüístico” para incluir también, por intermediación de la categoría de “huella” como estructura de la “no-presencia” , eso que funciona supuestamente al margen de la textualidad bajo el carácter de lo corporal, lo social, la historicidad concreta, la política... La oposición binaria “sentido” / “referencia” viene a ser pulverizada o deconstruida en la conceptualización crítica de Derrida.
Todo el que interpreta y contextualiza de un modo “mínimamente” válido el pensamiento de Jacques Derrida sobre la relación entre lenguaje y mundo, sabe que la “textualización derridiana” no comporta una homologación o "desdiferenciación" entre “lenguaje” y “realidad” . Derrida reconoce la diversidad de sus registros operativos.
El “no hay nada fuera del texto” derridiano jamás puede implicar un ingenuo retorno del idealismo trascendental implícito en la concepción medieval del mundo y el universo como Gran Libro Sagrado que amerita la intervención de un Gran Hermeneuta que descifre los Mensajes de un Autor Omnipotente. Es todo lo contrario de esta onto-teología de cuño falogo-fono-céntrico.
El texto, tal como lo concibe Derrida, más bien muestra que la llamada “realidad” es una construcción histórica trabajada también por la “huella” , por el juego de las “diferencias y cesuras” .
No obstante, Derrida, en su generalización estratégica de la categoría de “textualidad” y rompiendo con el concepto convencional y filológico de “texto” , reconoce también que las transformaciones de la realidad socio-política obedecen a regulaciones muy específicas en el territorio complejo y multidimensional de dicha textualidad. Nunca establece una contraposición maniquea entre “archivo” y “repertorio de prácticas culturales” , entre lo que denomina registro “auto-biotánato-heterográfico” y “performance” ...
Reitero algo hace años planteado y “archidiscutido” : El derridiano “No hay nada fuera del texto”, no implica que, como dice el mismo Derrida, las “diferencias” entre “lenguaje lingüístico” y “realidad” se “puedan ahogar confusamente en la generalidad de un elemento homogéneo” (Derrida)...
Por otro lado, en diversos aspectos el pensamiento de la Judith Butler autora de El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad; Vida precaria. El poder del duelo y la violencia; Marcos de guerra. Las vidas lloradas, etcétera —dicho esto por ella misma de una forma explícita o no—, está parcialmente inspirado por la obra de pensadores como Derrida y Lévinas...
Un párrafo que me parece importante en el trabajo de Medar Serrata es este:
«...El desplazamiento de la noción de discurso por la de performance desestabiliza la posición privilegiada que pretendía ocupar el crítico como poseedor de la llave de acceso al conocimiento de todos los aspectos de la realidad. Pues si el universo tuviera la estructura de un texto, ¿quién mejor dotado para desentrañar sus secretos que el experto en asuntos del lenguaje? Sin embargo, no se trata de abandonar el estudio de los textos o de las otras manifestaciones del archivo. De lo que se trata es de ver los textos como portadores de saberes en diálogo constante con otras formas igualmente ricas y complejas, dotadas de sus propios códigos, sus convenciones y maneras de preservar o resistir las estructuras de poder...». (Fragmento pp 251 y 252) Medar Serrata. “Literatura, discurso y performance”, en Masa crítica. Memorias del Primer Seminario Internacional de la Crítica Literaria en República Dominicana, Editora Nacional, 2013, Santo Domingo, R. D., pp 245-252
Relativamente vieja pero no agotada “conversación” ...
20 de mayo de 2015. Texto publicado como nota en TALLER ON DE PEDRO GRANADOS.
© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.
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