«Para el pensamiento de Gilles Deleuze y Felix Guattari el “esquizo” no es un “monstruo desvitalizado” (J. Alemán), sino una desterritorialización activa de la mera esquizofrenia como enfermedad-entidad.» Armando Almánzar-Botello
Por Armando Almánzar-Botello
Si bien Jacques Derrida, el pensador y polígrafo judío-argelino de lengua francesa, en su obra titulada El tocar, Jean-Luc Nancy, Amorrortu, 2011 (Le toucher, Jean-Luc Nancy, Éditions Galilée, 2000) problematiza el concepto artaudiano y deleuziano de Cuerpo sin Órganos (por sospechar en él una manifestación más de los avatares de la denominada “metafísica de la presencia”), en ningún momento considera que este concepto, tal como lo teorizan Artaud y Deleuze-Guattari, refleja una desvitalización o “zombificación” del sujeto y de la “persona”.
Por otra parte, lo que se denomina “preindividual”, “impersonal” o “singular nómada” en Deleuze, no comporta, tal como entiende el maestro Jorge Alemán Lavigne, una “fascinación de borrar lo vivo” (sic), sino todo lo contrario: la afirmación de una vitalidad que desborda los metabolismos, homeostasis y constancias de la vida disminuida y pseudoamplificada por el marketing, tal como la concibe el sistema capitalista neoliberal de consumo. Lo “inorgánico” en Deleuze no es sinónimo de carente de vida, sino de algo que opera más allá de las regulaciones orgánicas y funcionales propias de los sistemas que pretenden una “totalización totalizante”, una unidad-totalidad-verdad. Lo inorgánico en el pensamiento de Gilles Deleuze sería algo próximo a la categoría lacaniana de lo real: pone en crisis lo simbólico cerrado (lo orgánico) al hacer evidente su inconsistencia. Etcétera.
Conocemos la interesante, seria y fértil trayectoria de Jorge Alemán Lavigne, pero entendemos que, para evitar el eclecticismo mecanicista —la mixtura indiscriminada de ideas, nociones, categorías o conceptos, esa falta de rigor que se ha llamado en buen idioma español dominicano, “arrozconmanguismo”—, no estamos obligados a caer en lo contrario: en el “tasajismo teorético” y reductor que simplifica o tasajea el pensamiento del “contrincante” para poder así descalificarlo mejor. Jorge Alemán Lavigne, bajo toda evidencia, “tasajea” el pensamiento de Mark Fisher y, aún más, lo que resulta peor, el complejo y rico pensamiento de dos de los maestros de este, Gilles Deleuze y Felix Guattari.
Jorge Alemán Lavigne, aunque su relativa “ortodoxia” lacaniana le impida ser deleuziano o derridiano, no debe, de forma brusca o no pertinente, descalificar a estos vigorosos y críticos pensadores al efectuar una lectura simplista, pobre y apresurada de sus respectivas obras.
Ahora me tomo la libertad de recomendar a mi admirado y respetado maestro Jorge Alemán, para un mayor afinamiento de su lectura del pensamiento de Gilles Deleuze, las obras muy pertinentes del filósofo español José Luis Pardo: Deleuze: violentar el pensamiento, Madrid: Ed. Cincel, 1990; Las formas de la exterioridad. Editorial Pre-Textos. 1992; La intimidad. Editorial Pre-Textos. 1996; El cuerpo sin órganos. Presentación de Gilles Deleuze. Editorial Pre-Textos. 2011», etcétera.
En este sentido, el maestro Jorge Alemán también debe aprender, sin dejar por ello de ser lacaniano, de las inteligentes y lúcidas lecturas que realiza Slavoj Žižek de ciertas zonas de la inmensa obra de Gilles Deleuze... y de Jacques Lacan.
Entendemos las justas preocupaciones de Jorge Alemán al temer lo peor de una seria confrontación entre el lacanismo y el pensamiento de Gilles Deleuze, no obstante, no hay “mal” que no devenga “bien” si se afirman, nietzscheana y selectivamente, el devenir de la realidad y el fluir problemático del pensamiento...
Armando Almánzar-Botello
Viernes, 25 de octubre de 2024
© Reservados todos los derechos de autor. Santo Domingo, República Dominicana.
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HAPTOTROPISMO Y METAFÍSICA DE LA PRESENCIA
Brevísimo fragmento de mi exégesis de la deconstrucción que hace Jacques Derrida del motivo artaudiano y deleuziano de “Cuerpo sin Órganos” (CsO). Interpretación seguida de varias citas clave del texto de Derrida titulado El tocar, Jean-Luc Nancy
Por Armando Almánzar-Botello
«Il n'y a donc pas de concept pur, ni, bien sûr, d'intuition pure, d'intuition immédiate de l'haptique.» Jacques Derrida [«No hay concepto puro ni, desde luego, intuición pura, intuición inmediata de lo háptico.»] Jacques Derrida: El tocar, Jean-Luc Nancy, 2011
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Jacques Derrida, sutilmente, insinúa la impensada y secreta pertenencia del llamado “Cuerpo sin Órganos” (CsO) de Antonin Artaud, Gilles Deleuze y Felix Guattari a la gran tradición platónico/metafísica de la presencia: tradición inmediatista, intuicionista, continuista, óptica pero también táctil, es decir, ocular, trópica y apropiadora: “hapto-trópica”. Derrida viene a mostrar en su libro El tocar, Jean-Luc Nancy, la deuda que contrae con la tradición logocéntrica dicho “cuerpo sin órganos”.
Concebido por Deleuze y Guattari como una pretendida ruptura radical con la metafísica negativista y falocéntrica implícita en la concepción lacaniana del deseo, este cuerpo sin órganos opera, para sus teorizadores, como indeterminación y polimorfia que sustituye al cuerpo de la homeostasis constituido en el espacio “estriado”, cualificado y jerárquico convencional.
No obstante, a pesar de su metamorfismo en líneas y planos de fuga, de su generatividad que actúa en el “espacio liso” de la producción deseante y liberadora, como supuesto ejercicio de un deseo situado más allá de la falta y de toda castración, para la vigilante lectura deconstructiva de Jacques Derrida este cuerpo sin órganos artaudiano-deleuziano se mantiene prisionero de una concepción idealista de la carnalidad, en su develada tendencia a la apropiación de lo próximo, apropiación ontológico-metafísica de una presunta plenitud de la presencia inmediata de lo dado, por fin alcanzada o reconquistada.
Armando Almánzar-Botello
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Diciembre de 2012
© Armando Almánzar-Botello: Fragmento de “Introducción a la lectura de Jacques Lacan”, Santo Domingo, República Dominicana.
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MARK FISHER Y LA PULSIÓN DE MUERTE
Por Jorge Alemán Lavigne
En Mark Fisher existe la misma pasión que tuvieron Deleuze y Guattari por hacer de una teoría, una retórica, y una ficcionalización de lo cibernético y lo digital. De paso se conseguía así que el lector se sientiese conectado con lo hipercontemporáneo de su lectura. En Deleuze cuerpo sin órganos, decodificaciones, agencias, desterritorializciones, y sus monstruos desvitalizados: el esquizo Artaud, los momentos preindividuales ni vivos ni muertos, entre otros.
En el materialismo gótico y ciberpunk de Fischer se da el mismo juego, la fascinación de borrar lo vivo y lo no vivo, lo orgánico y anorgánico: zombies, replicantes, nigromantes y el goce siempre enchufado al capitalismo de la máquina.
Lo importante, una vez planteada esta estrategia conceptual, es que por detrás de todo el palabrerío maquínico y ultrametaforizado en golems y replicantes el Eros se vaya desvaneciendo. Y entonces, también y a la vez, que vaya desapareciendo el inconsciente, la pulsión de muerte, la imposibilidad de la relación sexual y todo lo que hace al obstáculo estructural en lo que constituye su relación con el deseo. Se trata de un último intento, un intento definitivo de erradicar, las zonas erógenas, las pulsiones y la ligazón del amor con la muerte. Al materialismo gótico solo le espera ser el zombi que sienta la vibración de la máquina en su cuerpo.
Jorge Alemán Lavigne. Martes 22 de octubre de 2024, Madrid, España.