viernes, 23 de agosto de 2019

PETRONILO Y MARVINA (Mixtotexto híbrido y mutante)

«La “intertextualidad” atraviesa el Atlántico... y nos toca “sutil” y... ¿humorísticamente?...» Siboney García




Por Armando Armando-Botello

A Enrique Vila-Matas, “cabeza buscadora”

Diálogo íntimo entre Petronilo Ánima y su esposa Marvina —cazadores corporativos de agua— producido en algún lugar de la monstruosa Megalópolis Transterráquea (MT), a finales del siglo XXI.



—Petronilo, mi amor —dijo con un lento susurro su esposa transgénica Marvina (híbrido de humano y mantis religiosa), mientras yacía desnuda junto al cazador de agua, conectados ambos eróticamente al sistema domótico de Realidad Virtual—: ¿será cierto que Thomas Pynchon, supuestamente descriogenizado la pasada semana, no existe ni existió nunca como escritor, que él también, en tanto que personalidad biográfica, fue una ficción tecnológica más producida por un cluster de computadoras alimentado por selectos grupos de scholars de las principales universidades de los Estados Unidos?

»Según dicen los artífices del nuboso rumor nanoinformático, ese privilegiado grupo de cyberescritores —de una forma hipertextual, neoconspirativa, tecnosatánica y ultrasecreta— fue produciendo desde largos años atrás la extraordinaria, oblicua y extensa narrativa borderline, peligrosamente híbrida y fronteriza, que atribuimos a ese ominoso fantasma todavía hoy denominado “Thomas Pynchon”. Petronilo, tú sabes todo esto mejor que yo... pero...

»La foto del enigmático narrador —el cual, probablemente, no fuera más que una persona-invento corporativa, un ilusorio letrado replicante sustraído siempre al escrutinio del público lector, un biholograma o espectro tetradimensional de la escritura—, nunca apareció en la solapa de sus obras.

»Por vía telefónica o virtual Pynchon parecía haber suministrado a los medios la información de que fue alumno en Cornell University de Vladimir Nabokov, pero el autor de Lolita y Pálido fuego, el escritor y especialista en ajedrez y mariposas, el mismo santo pedófilo ruso que realizó en inglés sus más importantes obras literarias, dijo un día no recordar en absoluto el nombre de ningún Thomas Pynchon dentro de la lista de sus antiguos discípulos universitarios... Todo esto constituye un enigma que permanece hoy como tal en el ámbito de las cyberpublicaciones rosa y del corazón. Todo esto fue y sigue siendo ridículo...

»Y pensar, Petro, que un viejo y lúcido crítico judío-estadounidense, hoy prácticamente olvidado, Harold Bloom —quien se atrevió a llamar a Miguel de Cervantes Saavedra o a William Shakespeare, ahora no recuerdo con exactitud a cuál de los dos, “el inventor de lo humano”—, declaró y consagró hipócritamente a Thomas Pynchon, ese gran simulacro del marketing y del spot publiciario del siglo XX, esa especie de genial cyborg trucado, ese monstruo discreto pero también omnipresente y omnisapiente, ese sujeto en proceso sin identidad fija y generador maquínico de textualidades conspiranoicas o enjambres de quimeras cibernéticas, como “una” figura central del canon de la narrativa estadounidense de todos los tiempos... 

—¡Bueeeenoo!, todo lo que mencionas es muy inquietante, Marvina; es algo techno-unheimlich, como dicen los cyberfreudianos —respondió a su esposa Petronilo Ánima mientras distraídamente le acariciaba el código de barras y la velluda vulva palpitante a esa extraña mujer de sexualidad insaciable—. Imagínate descubrir de un modo completamente imprevisto —continuó Petronilo— que nuestro antiguo Premio Pulitzer dominicano, Junot Díaz, no existiera realmente como autor, y que su obra creativa se limitara a ser un simple experimento programado en su época por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA) o por la International Business Machine Corporation (IBM)... ¡Sería una noticia terrible para el orgullo literario y patriótico de la convulsionada República Dominicana! ¿No te parece, mi amor?...

»Por cierto, en su novela Bleeding Edge de 2013 (traducida al español como Al límite), Pynchon, el narrador de relatos puzzles-cajas negras, alude a las visitas que un grupo de pacientes psiquiátricos diagnosticados utilizando el DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) como clínicamente “borderlines” o “fronterizos” —miembros de una supuesta Asociación Norteamericana de Personalidades Fronterizas—, realiza anualmente, con fines recreativos, a diferentes fronteras geográficas del mundo.

»Se trata en apariencia, con ese desplazamiento programado, de contra-afectuar terapéuticamente la sintomatología borderline (el trastorno límite de la personalidad, nosológicamente situado entre la neurosis y la psicosis) visitando literalmente fronteras reales entre países...

»En el último viaje de la mencionada Asociación se incluye una visita exploratoria —unheimlich y alucinante— a la muy erosionada frontera entre la República Dominicana y Haití: “una zona turbulenta con un karma melancólico”, tristeza y melancolía cuyos reales motivos no se mencionan en los “folletos turísticos” dominicanos, según dice el narrador.

»Cuando el buque utilizado por los turistas o viajeros borderlines, el Aristide Olt, entra en el puerto fronterizo de República Dominicana-Haití, la narración, apretadamente, se desplaza desde la terrible Masacre del Perejil contra los haitianos —en la que se utilizó la palabra “perejil” como “schibboleth” por parte de los militares genocidas—, realizada por el viejo dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, hasta una pintoresca descripción del puerto de Manzanillo; desde la mención del muelle de Pepillo Salcedo hasta una alusión al negocio inmobiliario en la zona; desde los yaniqueques y chimichurris de la culinaria callejera dominicana, hasta una consideración ético-psicológica sobre los “nativos” de esa región de la isla de Santo Domingo, supuestamente movidos por la avaricia en los negocios y por el deseo de “joder a los yanquis”; desde una referencia a la “mamajuana”, infusión alcohólica elaborada con raíces, cortezas de árboles y miembros de tortugas carey, una bebida o phármakon que se consume en Dominicana como afrodisíaco, hasta una escueta información sobre la santería y el vudú haitianos que posibilitan la producción de brebajes mágicos destinados a ser ingeridos, con fines amorosos o inconfesables, por los habitantes domínico-haitianos de la zona, los cuales, según el narrador de Bleeding Edge, hablan una mezcla de criollo haitiano y dialecto cibaeño... No falta en la descripción la proliferación de lianas en la “jungla”, lagartos y flamencos....

»El viaje de los borderlines de la novela de Pynchon recuerda el paseo de los esquizofrénicos narrado en el Malone muere de Samuel Beckett, pero cargado psicoanalíticamente con una dosis letal de maléfica leche...

»Pynchon siempre ha pretendido explorar las más diversas realidades históricas, territoriales o simbólicas construyendo máquinas deseantes y agenciamientos rizomáticos, utilizando metáforas tecnológicas que intentan conferir sentido a lo inexplicable —a los agujeros negros del Universo, de la historia, del cuerpo social, de la escritura y de la subjetividad—, trazando líneas de fuga desterritorializantes que revientan las localidades, los limes y preconceptos; abriendo con la imaginación y la potencia trópica la comarca de la incertidumbre por la que un sujeto nómada y fractalizado transita con los ojos abiertos; explorando lo múltiple real y no domesticable por el buen sentido ni por el sentido común; atravesando los umbrales, muros, tabiques y baremos que deslindan y aseguran la identidad de los seres y las cosas en la compleja topografía del mundo.

»No obstante, la información sobre la frontera entre Haití y la República Dominicana manejada por Pynchon en esa novela fue ridículamente insuficiente, distorsionada, etnocéntrica y folklorcentrista; en algunas zonas carece hasta de verdadero sentido del humor. En ella se percibe la imperturbable pretensión yanqui de inventar y ofrecer fórmulas, claves y recetas salvíficas para crear problemas, para producir, solucionar, curar, neutralizar o confundir graves enfermedades y reales o supuestas amenazas a la gringo-democracia de vocación planetaria y avasallante.

»¡Viva la grandeza de Pynchon! Pero en efecto, todo lo relativo a la República Dominicana y a la República de Haití, prácticamente se puede hallar en una o dos páginas de la caótica novela...

Marvina, por toda respuesta a lo dicho por Petronilo Ánima, emitió un intenso y enigmático zumbido erótico-animal, y tomando entre sus hábiles dedos posthumanos el flácido miembro sexual de Petronilo, pudo llevarlo, con oscuras e inefables caricias de mantis religiosa, al máximo grado de turgencia protésica y erección ergonómica. Al contemplar con sus ojos de fósforo el resultado palpable de sus libidinosas maniobras electrizantes, el engendro humanoide y femenino-transgénico, gimiendo como solo puede hacerlo un íncubo genético-experimental, montó lujuriosamente al desamparado cazador de agua que yacía tendido, “meditando en ausencia” —con la vigorosa y ondulante verga erecta en un modo gigeriano y cefalópodo: tentáculo con ventosas biotecnológicamente retocado.

Como un yoguín tántrico que se abandona en silencio al pensamiento de la iluminación, Petronilo Ánima respiró boca arriba, al compás de la sinuosa Marvina, en el místico cybertálamo nanoneobarroco y domótico-virtual... Y entonces, las bombas de agua y el sistema de captura cuántica emitieron el rumor inaugural de alarma.

«Como aquel que percibe 
en el monótono devenir silencioso 
de la gris arena de los días 
la llegada ominosa de un instante 
decisivo y prefijado, abandoné 
de inmediato el resplandor 
hipnótico de la pantalla 
del computador y escuché el rumor 
de la Ciudad en mi sangre. Cerré 
los ojos un momento para abrirlos 
de pronto hacia otra luz, 
ya galopando con la fiebre de mi cuerpo 
en la resolución y el asombro. 
Temblaba el misterio en la clepsidra...»

(En catástrofe la superficie topológica del texto).

—Con la intensidad y precisión necesarias para llegar al piso 125 en donde nos encontrábamos Marvina y yo haciendo el amor y equipados con nuestros dispositivos protésicos de ardiente audición infrasónico-erótica (casi suspendidos en el filo neutro del Acontecimiento), escuchamos con absoluta nitidez las vibraciones emitidas por el Afuera genético y turbulento, como si las voces de síntesis procedieran de múltiples drones dotados de nano-altoparlantes, esa tecnología de vuelo con poder de control telepático que ronda con persistencia, desde hace años, en torno a las viejas Torres semiderruidas de la zona periférica de la Megalópolis.

»En este momento, mi mujer y yo tampoco descartamos la posibilidad de que las singularidades nómadas y los mensajes infrasemánticos surjan de un narrador neural indeterminado —cuarta persona del singular [o del plural]—, que atravesando los egos y la niebla de nuestra propia inconciencia cuántica, nos viene a ofrecer con impasibilidad la irrevocable noticia tremenda que dice la verdad de nuestra disolución:

—¡Los bárbaros, en alianza con los extraterrestres, ya “se” tomaron la Ciudad de Agua!



7 de octubre de 2015 (Texto ligeramente retocado por defecto)

Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.

ANEXO 2016:

DELEUZE-GUATTARI, ANTI-EDIPO, BECKETT…

Por Armando Almánzar-Botello

«A ciertas “cabecitas buscadoras” les asiste la razón cuando manifiestan sus dudas con respecto al orificio por el que llegaron al mundo». A. Almánzar-Botello

PREGUNTA: «En “El Anti-Edipo”, Gilles Deleuze dice como sigue: “Galería del paseo del esquizo, cuando los personajes de Beckett se deciden a salir”. ¿Será eso una forma del filósofo francés referirse a los rasgos esquizoides en “El Innombrable”?». Señor X

RESPUESTA: «No, Señor X, Gilles Deleuze y Felix Guattari no se refieren, en la zona específica que señala usted, a los “rasgos esquizoides” de “El innombrable”.

Paso a explicar el asunto brevemente, tomando como referencias el libro de Deleuze-Guattari “El Anti-Edipo. Capitalismo y esquizofrenia”, Barral Editores, Barcelona, 1974, y las obras de Samuel Beckett, “Molloy” y “Malone muere”, Alianza Editorial, Madrid, 1973.

El texto de Deleuze-Guattari, en español (traducción de Francisco Monge) dice realmente:

“Comitiva del paseo del esquizo, cuando los personajes de Beckett se deciden a salir. En primer lugar hemos de ver cómo su propio andar variado es asimismo una máquina minuciosa…” Gilles Deleuze y Felix Guattari. “El Anti-Edipo. Capitalismo y Esquizofrenia”, Barral Editores, Barcelona, 1974, página 12.

Cuando Deleuze-Guattari hablan de Beckett en el pasaje citado por el señor X, perteneciente al principio mismo del “Anti-Edipo”, los pensadores no se están refiriendo, como he dicho, a “El innombrable” de Beckett sino al paseo de los esquizos al final de la segunda novela de esa trilogía beckettiana constituida por “Molloy”, “Malone muere” y “El innombrable”.

El paseo de los pacientes internos, como digo, se prepara en la zona final de la novela “Malone muere” donde se puede leer:

“…Al grano. Una mañana Lemuel, habiéndose dirigido al salón antes de entrar en servicio, como exigía el reglamento, encontró, clavada en el tablón, una nota que le concernía. Grupo Lemuel, excursión a las Islas, si el tiempo lo permite, con la señora Pédale, salida 13 horas…” Samuel Beckett. “Malone muere”, Alianza Editorial, Madrid, 1973, página 151.

En el mismo párrafo del “Anti-Edipo” (página 12, en la edición Barral, 1974) Deleuze-Guattari se refieren a Beckett cuando mencionan las bicicletas y las bocinas; aluden a la madre y al nacimiento de Molloy, y citan la primera novela de la trilogía (“Molloy”), donde dice el personaje:

“Hablar de bicicletas y de bocinas, qué descanso. Por desgracia, no es de esto de lo que tengo que hablar ahora, sino de la que me dio a luz, por el ojo del culo si mal no recuerdo. Primera vaina. Me limitaré, pues, a añadir que aproximadamente cada cien metros me detenía para descansar las piernas, tanto la sana como la enferma, y no solo las piernas, no solo las piernas”. Samuel Beckett, “Molloy”, Alianza Editorial-Lumen, Madrid, 1973, página 21.

La referencia, en esta misma zona de “El Anti-Edipo” a “las piedras de succión” y al dispositivo maquínico que forman los bolsillos del abrigo de Molloy, sus manos, su boca y la circulación de las piedras, pertenece también a “Molloy”, no a “El innombrable”.

Sería muy simplista pensar que toda la intención de Deleuze-Guattari al citar y aludir a estos textos de Beckett se reduce a presentar personajes esquizos como simples caracteres clínicos, psicológicos, de una novela realista tradicional.

Tampoco se deben olvidar la crítica realizada en “El Anti-Edipo” a la concepción de la locura propia de la psiquiatría oficial (crítica hecha desde un punto de vista parcialmente colindante con la corriente antipsiquiátrica de Laing y Cooper, muy en boga en esa época) y el severo cuestionamiento al psicoanálisis institucionalizado.

Solo se salvan para Deleuze-Guattari algunos aspectos del pensamiento de Jacques Lacan, como su planteamiento del objeto “a” en su condición de plus-de goce real…

El asunto aquí es un poco más complejo: Deleuze y Guattari están comenzando su obra “El Anti-Edipo. Capitalismo y Esquizofrenia”, utilizando citas y referencias a situaciones paradigmáticas en una cierta modernidad (las famosas “Memorias de mi enfermedad mental” de Daniel Paul Schreber, el “Lenz” de Büchner, “El Capital” de Marx, los textos de Freud, Artaud, Bataille, etc. etc.) que les permitirán definir el funcionamiento de lo que teorizan como “máquinas deseantes”, es decir, configuraciones libidinales en las cuales el Deseo establece conexiones transversales, síntesis disyuntivas y conjuntivas, cortes, acoplamientos de objetos parciales y de flujos (Cuerpo sin Órganos: CsO), posibilidades que definen una “operatividad deseante” que se manifiesta más allá de las oposiciones naturaleza/artificio, hombre/naturaleza, industria/phisis, sujeto/objeto, y que le permite al “sujeto procesual y esquizo” vivir o experimentar la naturaleza, lo real, lo social, el mundo, como un proceso de producción, engendramiento y auto-engendramiento:

“De suerte que todo es producción: producciones de producciones, de acciones y de pasiones; producciones de registros, de distribuciones y de anotaciones; producciones de consumos, de voluptuosidades, de angustias y de dolores…” Deleuze-Guattari, obra citada, página 13.

Posteriormente, la categoría operativo-crítica de “máquina deseante” es sustituida en el pensamiento de Deleuze-Guattari, en “Mil mesetas”, por ejemplo, por otros conceptos como “rizoma”, “agenciamiento”, “dispositivo”, etc. etc. etc.

En Beckett la psicología estalla, y los personajes, en erosión hasta por las mutaciones constantes de sus nombres e identidades, efectúan un proceso que manifiesta la apertura escritural beckettiana a una dimensión de la subjetividad-mundaneidad que nos habla de un sujeto real reventado, roto, pero tenaz (“cabezas buscadoras”), en exploración constante de un universo acéntrico, fragmentado, desarticulado, del cual han desaparecido los valores metafísicos estabilizantes, la ontopología (copertenencia ontológica, ahistórica, esencialista, entre el ser socio-cultural y un determinado territorio) y las funciones comunes de los elementos práctico-instrumentales.

Los universos creativos de Beckett remiten a una suerte de realidad fictiva en catástrofe, constituyen auténticas escrituras del desastre (Blanchot), que implican una puesta en verdadero abismo de la subjetividad-mundaneidad y de la lecto-escritura textual aseguradora.

Deconstrucción de codificaciones semióticas, narrativas, estéticas, ideológicas, más que simple saga o periplo habitual de los actantes, tal como se presentan estos en los textos narrativos “estabilizados” a los cuales está acostumbrado el lector común.

29 de junio de 2013

© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.

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domingo, 18 de agosto de 2019

FELICIDAD DEL TERAPEUTA. (Poema delirado en prosa)

Perhaps we ought to feel with more imagination. / As today sky 70 degrees above zero with lines falling / The way september moves a lace curtain to be near a pear.  John Ashbery

¡Él no es Ella! No. Disyunción del ser-Dos... Nombrando aquí al vacío en el acto de morir abierto con el ser temblando hacia su Otra. Fidelidad sin fin, a muerte, a un proceso donde fluye su aporético vapor la verdad indecidible... Armando Almánzar-Botello


Vladimir Kush: Sunrise by the ocean, 2000

Por Armando Almánzar-Botello


A Ella…


Amanece. Despierto en el delirio y voy al patio. Con bata y en pantuflas me deslizo por el césped. Escucho. Vislumbro en la neblina enjaulada su revuelta. 

Una devoción mayor y trágica por brillo especular de imagen rota, estremece allá en lo umbrío la hojarasca. 

¡Oh, los pájaros! Escrito un miedo que hizo frío intensamente. Por lo menos en el trópico sería pesadilla en la vigilia su demencia. No la pura y esencial mostración de los conceptos. No aletazos de metáforas. No. El hueso. El hueco. Solo cantan la evidencia del enigma. Trazan persistentes la verdad de la existencia: cautelosos garabatos con el pico por los bordes…

De nuevo ahora no sonrío y me detengo. Solitario. Abandona el buen humor la pajarera y me dibujo de improviso en la recámara. Pánico en desierto... Allí, un baño lentamente me despoja de la sombra...

Me visto en ausencia. Le quito la tapa con cuidado a mi frasco de perfume favorito. Al hacerlo, veo mi rostro casi escrito con mi letra más cursiva en el espejo. Una voz dice: “¡Está loco!”...

¡Caray! ¡Sí! ¡Existo! Y parece que algo en mí es muy feliz en este instante. ¡Qué cosa tan extraña! Imprevisible cambio.

Rumbo al comedor piensa raudo y desdoblado: «La mancha de la yema del huevo solar en la clara del cielo y el mantel que se despierta, mueve menos la sutil inteligencia de las aves que las nubes chorreantes de albúmina escolar...» Se aproxima por el centro... 

¡Él no es Ella! No.

Disyunción del ser-Dos... Nombrando aquí al vacío en el acto de morir abierto con el ser temblando hacia su Otra. Fidelidad sin fin, a muerte, a un proceso donde fluye su aporético vapor la verdad indecidible...

¡Jo! Son las diez de la mañana. ¡Punto! Hora precisa del té con las tostadas. ¿Quién soy yo sin rubor para decir o pensar presumido estas cosas?...

Nos miramos nuevamente con olvido. Tomo asiento junto a ella. Escribe con rigor el frío Teorema punzante del silencio... No habla nunca iluminada por las luces descompuestas, por el pésimo guión de otra memoria en los caminos, ciega como espejo en la neblina ella se abisma en su quietud casi una piedra... Mas luego brilla... Con cuidado, sorpresiva fosforece...

Veo flores en la mesa. ¿Pensará de nuevo en el teatro con su abismo-laberinto que se pliega y se despliega? En tierra de ciegos el bostezo es rey... Luego iré a la Financiera y solicitaré un préstamo con intereses blandos. El anciano gerente ha sido conmigo siempre muy gentil…

Ella tose y al fin me desconcierto. Me mira con fijeza su misterio y parece iluminada oscuramente. 

Pienso que podría reflejar en su semblante cotidiano la taza de té sobre la mesa... o la mesa de té sobre la taza… ¡No importa!

Nervioso, tomo el agua de su vaso y casi ella se sonríe la evidencia de mi error... Esboza un dedo silencioso los contornos de sus manos que respiran lentamente latiendo en el mantel...

La energía del poema, contenida o represada en las páginas de un libro, ¿vale menos que la imagen del mismo libro ardiendo?... 

Desde siempre desatado el río de la vida, también es voluntad de forma en cada instante, en cada gota del río que se pierde.

Veo el vaso de agua y no lo toco nuevamente. Nos miramos. Me levanto translúcido y empuño mi bastón. Alguien se despide como quien disipa letras. 

Amarillo arriba, casi verde, habla el sol gesticulando.

Sin embargo, así las cosas, él te ama con firmeza todavía, más que antes.

Por la línea de fuga del camino los espectros del secreto ya retornan...




Agosto de 2011 (Texto retocado).

© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.

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domingo, 7 de julio de 2019

Nadies pululantes para olvido...

«...Y aquí retorna lo que solo es una fábula: Aquella del perro narcisista que mirándose reflejado en el agua mansa de un río se antoja en espejo del trozo de carne que en la boca suspende su compañero cristalino. Conociendo el final peligroso de la vieja fábula griega: riente la corriente del río arrastra la carne del otro… ¡que es la nuestra!, digamos nuevamente —ahora bajo la máscara de un Esopo nietzscheano, lacaniano, deleuziano y vitalista—: afirmo el Eterno Retorno de la genuina solidaridad, la política de los n-amigos, el compromiso con el texto en el juego del humor, la pérdida, la herida y la transmutación. Descubro en el reverso del espejo la trama o la escritura del Otro sin clemencia… 

»Mas Gödel y “mi” Yo indecidible, le recuerdan aquí a ese Otro: para ser consistente hay que ser incompleto... viceversa y etcétera. 

»¡Que viva lo monstruoso, lo anómalo biopolítico, la ética ecosófica y el posthumano fulgor!» © Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.
                           


Por Armando Almánzar-Botello


¡Qué decepción, qué dolor, qué pena!...

                                                                  ¡Y qué risa!


¡Cuánto sujeto pulula (creído injeto, ejeto, superjeto

deslumbrado por la mera imagen de pega y relumbrón especular 
que besa, 

nostálgico de trivial ontopología barrial de bruces,

de aquello por Deleuze-Guattari denominado un día:

territorialidades arcaicas del artificio!


¡Cuánto sujeto largo a largo dormido en complacencia,

cuasi-cósmico tendido en su morada grupal tan imprecisa,

de terminología fofa resonando presumida!


¡Cuánta impertinencia turbia en la política bulimia fiduciaria, cuánta

¡Qué desnombre de voces primordiales tu desencaje legal en la prosodia tumularia!


¡Oh, roto pueblo mío, ¿qué te hice yo,

que no fuera el desde niño en su inocencia

“darme
-cuenta-de”, 

                                    kríshnico, crítico y herético bailando?





5 de julio de 2013 (Texto retocado)


© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana


IMAGEN:

HENRI MICHAUX. “Emmanuel”, 1953. Acuarela (empastes sobre) papel de grano grueso 49 × 31,5 cm. Firma con pincel del monograma, abajo a la izquierda: HM. En el reverso de la hoja, con lápiz: 1953 Inv. FJSP-998-113. Procedencia: París, Galerie René Drouin. Exposiciones: París, Galerie Drouin, mayo de 1956, “Parcours Henri Michaux 1939 à 1956” (reproducido en blanco y negro).

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ESPEJO EN ESCRITURA

«Aporías. Morir —esperarse (en) “los límites de la verdad”—» Jacques Derrida
«De hecho, la existencia humana como Dasein (“ser-ahí”, existencia como esencial “poder-ser” —Sein-können—) no es equivalente al “estar-ahí” —Vorhandenheit. Lo que viene a caracterizar al Dasein es la “condición de arrojado” —Geworfenheit—, su llamada “configuración o estructura proyectiva”. El Dasein no existe al modo del ente —das Seinde— ente que “está-ahí” como “lo dado”, sino que dicho Dasein se relaciona con el ser —das Sein— como “ek-sistencia” que se abre a su “disposición-a-ser” en el futuro, en un futuro implícito en el presente mismo de su “no-todavía”... Sin ser una mera cosa material, solo el cadáver humano (abolición del Dasein) se reduce para Martin Heidegger, al “puro-estar-ahí” —Nur-noch-Vorhandensein— que ha perdido el “estar-vuelto-hacia-la-muerte” o el “estar-vuelto-hacia-el-fin”. La “pérdida-del-ser” que comporta el “estado-de-muerte”, implica, para el Dasein, la pérdida del morir como “adelantarse ontológico” —Vorlaufen— a la “posiblidad de su imposibilidad de ser”...» Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.



Por Armando Almánzar-Botello


En el acto de morir —aquel hombre del espejo—, sorprendido no sintió demasiada impaciencia...

Esperó tercamente la visita de la Nada: esa musa oscura y su navaja reflexiva que promete otra tinta para manchar la página, otro modo de lluvia que apaga los paraguas, un sol absorto y mudo que alumbrando vacío evapora las caras...

Aguardó cauteloso la llegada de sí mismo congelado en puro asombro... Se llamó, y, como siempre, tardó en acudir... Y dio voces desoladas, perdido en su desierto: en su íntima distancia...

Nada ni nadie respondió desde su adentro...

Para recordar ausencia, volvió su rostro al olvido. Y escapó sin su yo —diluido con la tarde— hacia el charco impasible de la sombra que siente, sin haberse encontrado...

Neutro relámpago genético el Afuera: Otro en luz desollada escribió por el cadáver.

Aquí para el hombre se borró la mujer, que serena y limpiamente lo miraba escribiendo...

Febrero de 1999 (Texto retocado)

© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.

Texto publicado —junto a otros más del autor— en el número 110 de la revista mexicana “Blanco Móvil”, dirigida por Eduardo Mosches, poeta y editor mexicano de origen argentino. Dicho número, correspondiente al primer trimestre 2009 de ese importante órgano cultural, fue dedicado por completo a la poesía de República Dominicana.

© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.

Otra versión de este texto en el Blog Cazador de Agua.

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IMÁGENES:

1) Armando Almánzar-Botello junto al famoso tríptico de Francis Bacon titulado: “Tres estudios para una crucifixión”, 1962, en la Exposición-Centenario de Bacon, 1909-2009, en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, 2009

2) Tabla de la derecha del tríptico de Francis Bacon: “Tres estudios para una crucifixión”, 1962

RASGO UNARIO DE LAS ISLAS. (En nombre de la verdad y la justicia, tengo miedo del desastre...)

«Al abandonar el libro, realmente no lo abandonamos: habitamos su ausencia. Del mismo modo, fuera de su espacio común, únicamente legible para ellos, el guardián al pie del faro y el escritor lejos de su mesa.» Edmond Jabès: Fragmento de “Carta a Jacques Derrida sobre la cuestión del libro”.
«La filosofía última, llegando al reconocimiento de la necesidad del arte, llega al reconocimiento de su “facultad falsificante” como una forma universal del conocer, como estructura del conocer.» Massimo Cacciari.
«El pensamiento del desastre, si bien no extingue el pensamiento, nos deja sin cuidado ante las consecuencias que pueda tener este mismo pensamiento para nuestra vida, aleja cualquier idea de fracaso y de éxito.» Maurice Blanchot: El pensamiento del desastre.
                                   
                                

Por Armando Almánzar-Botello

     «¡Oh el deseo de las máquinas, ah el goce de lo trágico, ah la síntesis orgánica y aórgica!» Armando Almánzar-Botello

     A Jeffrey Dahmer, in memoriam
(1)
Letra ofidia oficia en la oficina metafísica, falsía fonofálica de ósculos mefíticos. Viejas pieles de culebras, fragmentos de alfabeto, fetos de jutía en su eternidad taxidérmica... Son astucias caribeñas, rítmicos tambores, borborigmos glosolálicos turbiamente viscerales... Un sentir en lo que piensa. ¿Poesía? (2) Amanece. Traza un dedo silencioso el rumor del horizonte. De repente: ¡se alumbra el oleaje! Al borde casi del asombro, soléanse desnudas mujeres en mi arena. Dibuja limpio el mar su verde soplo de infinito. ¡Canta! Enigmática fluye la tinta soñando su palabra cefalópodo... A lo lejos, más allá de mi lenguaje: aúlla en rojo la ciudad con rabia escrita la revuelta. Se abre al fin vertiginoso el aroma de su vientre... Claroscuro en el pensar todo libro es como el viento: habla su ausencia interminable... Por sus páginas la mano, cautelosa, explora sendas titilantes de sentido inconfesado... (3) Anochece. Borra un dedo tenebroso el fragor del horizonte. De repente: se alumbra un oleaje de prosodia turbulenta. ¡Llueve oscura incertidumbre! Al borde casi de lo informe, óleoputrefactos, rumor del sinsentido: enlúnanse cadáveres desnudos en mi arena. Dibuja turbio el mar su negro soplo de infinito. ¡Ruge lo insondable! ¡Horriblemente canta el pensamiento su catástrofe! Imprevisto el Afuera se invagina en tu alguien ya vacío que fue yo y lo dispersa... Es trágica mancha de negro la tinta sobre lienzo aterrado con pincel de abismo. ¡Despierto huye por el tacto / amorfo el monstruo indescifrable! A lo lejos, más acá de mi lenguaje: aúlla en rojo la ciudad con rabia escrita la revuelta. Claroscuro en mi sentir: perdió el divino centro este libro metafísico del orbe. Gruñe al fin vertiginoso el texto del sinfondo... Por sus páginas la mano, sigilosa —delirante cangrejo esquizofrénico— borra desgarra explora reescribe / descifra un ritmo-incertidumbre de genésico desastre: caósmica grafía que brota del silencio...

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7 de julio de 2019-Septiembre de 2000 (Texto retocado significativamente)
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IMÁGENES: (De izquierda a derecha, en el sentido de las manecillas del reloj):
1) Fotografía de dos amigos conversando
2) Fotografía de un anciano sin techo, meditando
3) Fotografía de Maurice Blanchot
4) Fotografía de un libro de Maurice Blanchot
5) Fotografía de Jeffrey Dahmer
6) Imagen de una mano escribiendo
7) Fotografía de un anciano sin techo durmiendo en un banco de parque

domingo, 26 de mayo de 2019

El jinete abolido

«Drink me!» Alice in the wonderland

     «... en lo vivisecante los cateos anímicos la metafisirrata los resumiduendes del egogorgo cósmico / en todo gesto injerto / en toda forma hundido polimellado adrroto a ras afaz subrripio cocopleonasmo exotro / sin lar sin can sin cala sin camastro sin coca sin historia / endosorbienglutido / por los engendros móviles del gravitar rotando bajo el prurito astrífero...» Oliverio Girondo

     «¿Quién sabe hoy ya, y quién supo en los tiempos clásicos, lo que es inspiración, auténtico y primitivo entusiasmo, libre de toda crítica, de toda prudencia, libre del dominio de la razón (entusiasmo desbordante, sagrado éxtasis)?» Thomas Mann   
     
     «O Rose thou art sick». William Blake

     «Aboli bibelot d'inanité sonore». Stéphane Mallarmé

     «En la voz desazogada también hay escritura...» Armando Almánzar-Botello

     «La ventaja de lo oblicuo es que se puede elegir lo que uno quiere, mientras que con lo ortogonal, o con Le Corbusier, el ángulo recto forzosamente determina un plano vertical.» Paul Virilio, filósofo y urbanista

     «El inacabamiento del Gran Vidrio [Duchamp] es semejante a la palabra última, que nunca es la del fin, de Un coup de dés [Mallarmé]: es un espacio abierto que provoca nuevas interpretaciones y que evoca, en su inacabamiento, el vacío en que se apoya la obra.» Octavio Paz


Por Armando Almánzar-Botello

Nunca he creído en la levitación como espectáculo
—mero truco de faquires, de banqueros políglotas de usura
                               y guías turísticos—;
ni me llama la cansada retórica diabólica del vuelo con su plagio:

                                                                     repetida y falsa maravilla
en el ascenso una vez más del enigma de la rosa,
del misterio fementido que se aferra
en el aire temeroso enjaulado con los pájaros.

No seduce a mi sentir la tonta ingravidez de la realidad virtual,
                           tan presumida,
ni siquiera en su modo figurativo-extraterrestre:
casi torpe simulacro paradójico, bifronte,
                                                    del sinfondo voraz
y del abismo entrevisto en las alturas tan perfectas,
flotación pseudomística sin tiempo
que nos hace creer
                                     —muy engreídos—
verdaderos santos o dioses recubiertos
por la intocada piel de lo in-fundamentado,
sin la huella de lo abierto ni el aullido mesiánico
del vértigo anterior a toda angustia intramundana.

Con frívolo apego a lenguaje y evidencia
no es posible bordear la prosodia del vacío,
                                                       sus contextos,
el rumor del no-sentido en lo real y su imposible...

 
El de-fundamento y el abismo son aún la vieja piel
de la fría culebra metafísica mordiéndose la cola,
en ellos no florece todavía
la infinita finitud de lo in-fundamentado,
la conexión del resplandor y la catástrofe,
la serie inacabable de breves brillos y rupturas:

                                                la ceniza de lo (im)propio
                                                y el temblor del collar en la paloma...

Me arrebata, sí, el esfuerzo de la función oblicua,
la desnuda masa ponderal,
                                             indecidible,
intensivo ministerio jadeante y cotidiano de los cuerpos:
el esfuerzo milagroso de subir
con alegre precisión en el dolor
                                                     las escaleras.

Alguien ama en futuro anterior el contingente
resplandor de advenimiento,
                     de aquello que ahora cesa-al fin-de no decirse,
la (dis)tensión que se desliza por la línea recta indiscernible
del Aión —pureza incorporal de (sin)sentido-acontecer
en el choque instantáneo de accidentes en lo absorto.

Escritura selectiva del fósforo que alumbra
creación ----->
                      <----->
                           <----->
                                <----->
                                     <-----   descreación,
reinvención-recreación de un labio que se dice,
que se palpa,
                                                se vislumbra,
se traza y se duplica sin fondo en roto espejo:
y casi toca el misterio del contorno y la consciencia en el con-tacto.

Rememora el Ello esquirlas de un incendio innominable, indecidible,
con los bloques de infancia que retornan diferentes del recuerdo.

En la voz desazogada, invisible como un pez, también fluye la letra...

Inéditos potros terribles ya galopan,
con violento claroscuro por la página...
—caos de una mano que araña y enmaraña el Universo...

Mi escritura desnuda y bostezando ahora me dice:
                «La parodia grotesca de sí mismo, el negro humor
                de la nada y la ironía,
eso abstracto en el poema lo revela inacabado...
                        Y sin embargo...»

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Mayo de 2004

© Armando Almánzar Botello. Santo Domingo, República Dominicana.
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LA CASTA LAICA “SUPERIOR”

     ¡Lo sagrado es bipolar! La aristocracia occidental tiene un simple origen militar: el más fuerte o el más sanguinario se destaca o impone en la comunidad originaria que lucha contra un enemigo, y entonces, el guerrero victorioso, vencedor de los enemigos de la ciudad o del grupo, viene a ser aclamado como noble o soberano. La oligarquía (gobierno de unos pocos) no necesariamente implica aristocracia (gobierno de los mejores). Un tirano vulgar, “ennoblecido” por el ejercicio sangriento del poder omnímodo, no crea jamás verdadera “aristocracia”. El origen violento de la soberanía aristocrática, al ser enmascarado, velado y simplemente maquillado, o mejor dicho, reconducido al mito petrificado, yerto, esencializado y deshistorizado a través de la “cosmética del socius”, se pretende así divino, celestial. No obstante, camaradas, ¡desengáñense!: el auténtico pensador y el genuino artista, a diferencia del militar, del banquero y del gobernante, son los auténticos herederos laicos de la «cabeza brahamánica», ahora entendida esta como «cerebro-sujeto», como «cuerpo sin órganos» capaz de poner en diálogo «molecular» creativo y transmutante, más allá de las jerarquías opresivas «molares» (Deleuze y Guattari), la cabeza del «soberano», los brazos del «guerrero», el vientre del «comerciante», los pies del «esclavo y el obrero: clases trabajadoras», y la «extimidad» (íntima exterioridad) del paria o chandala, el burakumín y el desclasado.

     Origen de un nuevo socius problemático que a los viejos tiranos y oligarcas mete miedo.
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EL PINTOR FRANCIS BACON Y MARGARET THATCHER (Notita-divertimento)

     Por Armando Almánzar-Botello

     La pintura de Francis Bacon no es apolítica. El apoliticismo es imposible desde un punto de vista filosófico-estructural y semiótico-histórico. No interesarse en la política, ya es una ideología o posición política.

     De lo que yo y otros admiradores de su obra pictórica estamos plenamente convencidos, es de que Bacon no fue —a pesar de su irónico hedonismo de dandy, o de su amante final en España, banquero de profesión—, un hombre que apoyara el nacionalismo esencialista, ni el neoliberalismo ultracapitalista, ni la rígida estructura libidinal dineraria.

     Fue profundamente antinazi, pero también problemáticamente anticapitalista.

     Su relación lúdica con las “economías de casino” era más bien la del sujeto est/ético que juega con el azar como “tyché”, con la puesta en escena transgresiva de la pulsión de muerte como riesgo y transmutación creativistas.

     ¡Su sensibilidad no coincidía con la de los banqueros, con la de los amos del capital financiero!

     Como nos recuerda Arnold Hauser a propósito de Oscar Wilde y Charles Baudelaire: el dandy inglés, con su elegancia afectada, excéntrica, es el “equivalente funcional” del bohemio maldito, de aquel que se rebela contra el economicismo de una cierta burguesía clásica, weberiana, y más luego, contra una oligarquía financiera de cuño neoliberal.

     El dandy busca la “belleza inútil”, esgrimida contra la vida burguesa regida por la mezquina racionalidad economicista.

     Francis Bacon perseguía la est/ética rota, la belleza en lo monstruoso, en “los límites mismos de la representación”.

     Por estos motivos precitados, el arte dionisíaco, mixto y ataxonómico de Francis Bacon –abierto al tema de la vulnerabilidad y contingencia de lo humano en su dimensión gozosa y trágica–, no gustaba a la sensibilidad yerta, estereotipada, neoliberal, privatizante, autoritaria, machista, “erógeno-financiera”, rigorista, calculadora y pragmática de aquella “Dama de Hierro” aristocrática, primera ministra de Reino Unido, Margaret Thatcher.

     Dijo la Thatcher cuando le preguntaron si conocía al afamado pintor: «¿Bacon? Sí. Ese hombre que pinta cuadros horribles».

     Las únicas desregulaciones que la Thatcher entendía y aceptaba eran las del sector financiero y las del mercado laboral, con miras a privatizar de modo absolutista la economía puesta al servicio de la plutocracia.

     Francis Bacon pertenecía a la estirpe del artista como “trickster transgresor”, a la genealogía del sujeto creador y desviante que problematiza y enriquece la percepción convencional de los cuerpos, los códigos, el mundo y el contrato social.

     Le gustaba compararse con François Villon, con Arthur Rimbaud, con Jean Genet...

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8 de octubre de 2017

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domingo, 6 de enero de 2019

ESQUIZOFRÉNICO, ESQUIZO, LOCO, PSICÓTICO...

EL “NOSOTROS” COMO ENIGMA...

     «Para que exista un “nosotros” que no sea el de la mera “fraternidad-terror”, el de la “co-habitación” o convivencia por simple homologación, la suma de los sujetos del “cum” no puede pretender totalizar sus elementos excluyendo a la locura como vacío del virtual descompletamiento que viene a inaugurar el socius in-fundamentado y pluralista, la auténtica multiplicidad de una comunidad sin presupuestos de pertenencia que utiliza como principio de operatividad la “síntesis disyuntiva inclusiva”... Esta es la ética que intento delimitar ahora, con esta modesta y quizá excesiva intervención.» Armando Almánzar-Botello

«La lucidez de A. depende de una ausencia de deseo. La mía es la consecuencia de un exceso: sin duda es también la única verdadera. Si solo es una negación del delirio, la lucidez no es totalmente lúcida, es un poco todavía el miedo de llegar hasta el final, convertido en aburrimiento, es decir, en desdén del objeto de un deseo que excede. No vemos que la simple lucidez que así alcanzamos es también ciega. Es necesario advertir al mismo tiempo la mentira y la verdad del objeto. Debemos saber, indudablemente, que nos estamos engañando, que el objeto es, antes que nada, lo que discierne un ser sin deseo, pero es también lo que un deseo discierne en él.» Georges Bataille

   
     Por ARMANDO ALMÁNZAR-BOTELLO

     «We are all born mad. Some remain soSamuel Beckett
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     A la locura, interpretada por la filosofía, la psiquiatría, el psicoanálisis o la antipsiquiatría, podemos aproximarnos, hermenéutica y nosológicamente, desde dos puntos de vista principales. 

     Podemos verla como simple entidad clínica, patológica (la “psicosis” como enfermedad mental, como “breakdown”, al decir de Ronald D. Laing; así la concibe la tradición psiquiátrica clásica de Kraepelin, Bleuler, etcétera), y la locura entendida como “break-through”, es decir, el delirio vivido como proceso creativo y restitutivo de curación (Freud, Jaspers, Bataille, Cooper, Laing...). 

     En la gran “cordura” inventiva (distinta de la empobrecida “normalidad” estadística) los mecanismos de la locura se encuentran al servicio del acto creador. Por eso decía Salvador Dalí (expaciente y gran amigo del psicoanalista Jacques Lacan): “La única diferencia entre un loco y yo, es que yo no estoy loco.

     Cuando Georges Bataille habla del delirio como exceso, como sinónimo del deseo, asume, además de la revisión de una cierta tradición spinozista del “conatus”, la concepción freudiana que ve en dicho delirio un proceso que intenta restablecer cierto equilibrio y cierta “cordura” en el funcionamiento del aparato psíquico. 

     A falta de una intervención psiquiátrico-farmacológica y/o psicoanalítica, pero también en ausencia de una recepción y una asistencia antipsiquiátricas de la psicosis, el sujeto delirante se puede estabilizar “espontáneamente”, de un modo parcial, en la llamada “metáfora delirante”. 

     Esa última modalidad de “anclaje” en un “mundo compartido con los otros”, si bien es una forma precaria de acceso al vínculo socio-simbólico, funciona frágilmente como uno de los “nombres del padre”: una suerte de suplencia “bruta” de la Metáfora Paterna.

     Bataille alude con la palabra “exceso” —en otra vertiente semántica de los dos párrafos que arriba citamos—, a lo que podría ser el freudiano “más allá del principio del placer”: un principio generalizado del placer que desborda la mera homeostasis y que permite una redescripción inédita de los límites de la subjetividad. El pensamiento del filósofo-escritor está dirigido aquí, en su origen, a transgredir cierta mojigatería burguesa... 

     Los términos entre los cuales se juega la tensión entre ley, prohibición, norma, límite, axiomática, por un lado, y deseo, transgresión, subversión, atravesamiento crítico del cerco capitalista, por el otro, se han modificado significativamente con el triunfo de lo que Daniel Bell denomina “capitalismo hedonista”, posterior al capitalismo clásico “weberiano”

     A su vez, y siguiendo en esto a Spinoza, a Laing, a Jaspers, a Artaud, a Michel Carrouges... entre otros, Gilles Deleuze y Felix Guattari consideran que la “locura-enfermedad” (psicosis) comporta un empobrecimiento y una detención de las “máquinas deseantes”, concebidas estas como instancias creativas de “desterritorialización” y generadoras de transmutaciones y “devenires rebeldes”. 

     Inversamente, Deleuze y Guattari piensan que la “locura-proceso”, la locura vivida (la del “esquizo”, como diferente al “esquizofrénico”), experimentada como proceso —y no simplemente padecida como entidad nosológica—, implica una recuperación de la potencia deseante por parte del sujeto, entendido ahora como “agenciamiento colectivo de enunciación”… 

     Fuera de la dupla kleiniana articulada como lo “esquizo/paranoide”, el primero de estos términos no se utiliza habitualmente en los DSM ni en la psiquiatría dinámica tradicional como sinónimo de esquizofrénico (un tipo de psicosis como enfermedad mental), sino que se habla de “esquizofrenias” y de “trastornos esquizoides de la personalidad”... 

     Lo reitero: aunque puede argumentarse que la palabra “esquizo” es un apócope de “esquizofrénico” y una forma de designar al llamado “loco”, para Deleuze-Guattari, el “esquizo” no es el esquizofrénico, pero tampoco el llamado “psicótico” (enfermo mental) es lo mismo que el “loco”. 

     El término “esquizo” tiene, como prefijo, antedentes ilustres. 

     El gran psiquiatra suizo Eugen Bleuler, revisando a Kraepelin y sobre las huellas de lo que este último denominaba “demencia precoz”, describe la entidad nosológica que bautiza como “esquizofrenia”, palabra procedente del término griego “schizein”. 

     En este contexto, alusivo a la patología mental cuyo rasgo más notorio, entre otros, es el “divorcio” entre “intelecto” y “efecto”, priman las ideas de  “disociación”, “ruptura”, “corte”... 

     Hablaba entonces el médico suizo (también lo hizo así Freud) de “Spaltung”, palabra alemana que se  traduce al español como “división”, “fractura”, y más o menos equivalente a las palabras francesas “beance” o “clivage”, y a la palabra inglesa “splitting”, utilizada por Sandor Ferenczi y Melanie Klein. 

     La idea de “esquizia” lacaniana, el concepto de “esquizo” deleuziano-guattariano, tienen ambos este origen, aunque desbordan, como categorías, el contexto restringido de su nacimiento.

     Si bien el término “esquizo” podría homologarse al uso de los términos “esquizofrénico” y “loco”, es preciso señalar, con todo vigor, que no sucede así en la “conversación” y en el “discurso” filosóficos contemporáneos, pero tampoco en el ámbito de la clínica (a no ser, como he señalado, en el uso coloquial de dicho vocablo).

     Por otra parte, el Jacques Lacan de la dialéctica entre la “palabra vacía” como simple “molino de palabras”, y la “palabra plena” como sinónimo de “palabra verdadera”, es un Lacan superado, no solo por él mismo (cuando articula, con posterioridad a este binomio y bajo influencia de un cierto Heidegger, una concepción procesual de la “verdad” entendida como aquello que excede a todo “saber constituido” con pretensión autárquica, y que, por lo tanto, “aspira a lo real imposible” destotalizante), sino cuestionado y “deconstruido” en su concepción de la verdad como “palabra plena” por pensadores como Philippe Lacoue-Labarthe y Jacques Derrida, quienes perciben en la bipartición lacaniana “palabra vacía/palabra plena” una “metafísica implícita de la presencia” que amarra a Lacan, en este punto, a una tradición “falogocéntrica de la verdad” que olvida lo que debe ser pensado más allá de la instrumentación racionalista del discurso...

     Al “loco” no hay que silenciarlo ni conducirlo amablemente fuera de los límites de la “plaza pública”, fuera de los límites de la “polis”. 

     Tal recurso perverso de mera “etiquetación segregativa”, de sutil y compleja “victimización excluyente”, es el mismo Discurso del Amo, del Poder. Viene a coincidir justamente con el de Platón, cuando este expulsa a los poetas fuera de la República, fuera del ámbito de la polis. 

     Esa estrategia socrático-platónica sin lugar a dudas constituye un gesto del “dominio metabolizante”, homólogo, además, al de un Denis Diderot, cuando este, en su obra El sobrino de Rameau, plantea la dinámica de exclusión disciplinaria de los “diferentes” o “anormales”, proceso tan genialmente analizado luego por Foucault, y que se inicia en los  siglos XVII y XVIII bajo el “interés pragmático de la naciente burguesía”, como nos recuerda pertinentemente David Cooper...

     No creo que al “loco”, por lo menos en los ámbitos de cierto ejercicio de “auténtica” democracia (loco: el que dice muchas veces la “palabra inconveniente”, inconveniente para ciertos poderes: Foucault habla aquí de  “parresiastés”) haya que silenciarlo, ni en el contexto clínico ni tampoco en el ámbito de una práctica política efectivamente “inclusiva”. 

     Por el contrario, entiendo que dicho “loco” debe ser escuchado atentamente, y su discurso “sintomático” entendido como aquello que viene a expresar de forma oblicua, deformada, “fuera de tema” (“hors du sujet”, en francés), todo lo “impertinentemente” que se quiera, “verdades” o “puntos de vista de apreciación y valoración” que pueden revelar aspectos ocultos del sistema, aunque fuere más allá de las conveniencias e intereses de los llamados “grupos hegemónicos”... 

     Para que exista un “nosotros” que no sea el de la mera “fraternidad-terror”, el de la “co-habitación” o convivencia por simple homologación, la suma de los sujetos del “cum” no puede pretender totalizar sus elementos excluyendo a la locura como vacío del virtual descompletamiento que viene a inaugurar el socius in-fundamentado y pluralista, la auténtica multiplicidad de una comunidad sin presupuestos de pertenencia que utiliza como principio de operatividad la “síntesis disyuntiva inclusiva”...

     Esta es la ética que intento delimitar ahora, con esta modesta y quizá excesiva intervención.

     No obstante, el tratamiento biopsiquiátrico y farmacológico de las “psicosis” apunta a un silenciamiento de los “efectos de verdad” que puedan surgir, eventualmente, de la “palabra loca” o esquiza como puesta en abismo del contrato social...

     Finalmente, recuerdo que Jacques Lacan nos dice: «El ser del hombre no solo no es comprensible sin la locura, sino que no sería siquiera el ser del hombre si no llevara en sí a la locura como el límite de su libertad

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Miércoles, 13 de Noviembre de 2013

Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana

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IMÁGENES SUPERIORES:

     1) Detalle de Alegoría con Venus y Cupido (1540/45), pintura de Agnolo Bronzino

     2) Bildnerei der Geisteskranken. Ein Beitrag zur Psychologie und Psychopathologie der Gestaltung, 1922. Famoso libro sobre el arte de los enfermos mentales de la autoría del alemán Hans Prinzhorn, psiquiatra, filósofo, historiador del arte, dibujante aficionado, músico y poeta amateur 
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