domingo, 29 de marzo de 2015

UNA VIDA...

«La normalidad es el grado cero de lo monstruoso.» 
Georges Canguilhem

«Y la vida no se detiene, prosigue su agitado curso.» 
Manuel Antonio Rodríguez "Rodriguito". (En su programa radial "El informador policíaco."). 

«Una vida (une vie: Gilles Deleuze)... no es "La vida" en su condición de mera instancia metafísica totalizante. La primera comporta una síntesis disyuntiva de singularidades en vértigo, en constante deslizamiento entre trascendencia e inmanencia; la segunda pretende ser una síntesis conjuntiva que se atribuye a un sujeto trascendentalArmando Almánzar-Botello.
                 
                  
        
     Por ARMANDO ALMÁNZAR-BOTELLO

     A Georges Bataille; a Gilles Deleuze, in memoriam
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Resulta evidente que la rabia de lo ignoto,
lo Real indomeñable nunca escrito, 
                                                          lo dañado, 
caótico,                                            arañado, 
supurante y desértico escupido, 

germinando su misterio en el desastre sobre un muro 
—donde sangra cada trazo en la ceguera sin confines: /
turbio y sollozante muro de otro mundo—,

tiene aquí en la frontera el borde claro y razonable, /
su medida compostura que exhibimos limpiamente
por las redes sociales, a través de la internet... 

¿Quién podría balbucir la entropía temible 
               de una Danza 
—inasibles litorales del vacío—,
el recóndito catálogo de símbolos 
y pasos, 
                 lo podrido inverosímil,
                 la energía oscura de la letra, 
su vórtice de órganos terribles?

Esto que mostramos deriva en mera punta de un iceberg caligráfico
                         —monstruoso, éxtimo, innombrable—. 
                        O en algo más turbio y adverso todavía...

No obstante, una vida es más compleja que lo dicho:
velada en resplandor la Cosa desde siempre: 
                 renovado torbellino 
de imprevista y abismal polivalencia...

Ahora, justo ahora, tomo un whisky a la roca y me deslumbra
un jazz aperitivo. 
                                Sin embargo, hace poco, 
en oscuro vitral de aleve instante,
mi lenguaje contemplaba los gruñidos luminosos del sinfondo:

                        el espeso delirio de la mano mistérica,
                        la frente agonizando su trance de quimeras... 

Terminada esa recóndita faena, casi para el día de hoy abrumadora,
                                absurda o neural, inexplicable,
—en el denso boscaje de los nervios, trazos caligráficos y rostros, 
                 mordido por la urbe y su prosodia enloquecida: 
                               transeúnte rumor de los motores—,

                   yo mismo laboré, reconcentrado, en mi estancia 
                                          o madriguera cautelosa,
                       decidido a exhumar y redimir del Gran Olvido 
                            —derramando negra tinta persistente—, 
                         a este lúcido y vibrante resplandor indecidible:

                   la dura esfinge del ayer que yo esculpí al fin mañana…

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Abril de 2013-Febrero de 2014. (Poema retocado).

     Una versión del poema “Una vida”, de la autoría de Armando Almánzar-Botello, figura en la antología Indómita & brava. Poesía dominicana 1960-2010. (Estudio, selección y notas de Manuel García Cartagena). Amargord Ediciones, Madrid, 2017

© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana

Otro blog en el que figura este mismo texto: Blog Cazador de Agua 

Copyright © Armando Almánzar Botello. Reservados todos los derechos de autor. Santo Domingo, República Dominicana.
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LA VIDA ES BREVE SUEÑO...

     «Era y me sentía muy joven y atractiva. Casi en horas de la madrugada, después de la fiesta inolvidable, me dispuse a descansar en mi hogar por un instante, fantaseando... 

     »Desperté casi de inmediato, pero al sentirme poseída por una emoción extraña, tocada hondamente por la curiosidad levanté la cabeza de mi almohada y me  asomé al espejo del tocador de caoba...

     »Para mi gran sorpresa, la imagen reflejada en el cristal no era la mía, la de esa joven atractiva y entusiasta que momentos antes se había reclinado en su lecho a reposar por tres minutos... 

     »¡Súbitamente me había convertido en otra muy distinta, en la triste anciana enloquecida y achacosa que ahora tú contemplas, hijo mío!... 

     »Compadécete y perdona, amado nieto, a la que hoy se pierde por completo para sí... y con ello se despide sin retorno de la vibrante plenitud del mundo... 

     »“Todo fluye”, dijo un gran filósofo... Déjame depositar una lágrima de fuego en mi lejano y desaparecido tocador imaginario...» 

© Armando Almánzar-Botello: Palabras de mi abuela materna Ana Ozema Valdez Pérez viuda Botello (+), en su lecho de enferma de Alzheimer, poco antes de morir. (Transcripción casi literal de lo dicho por ella en su lecho de enferma, grabado por mí en una cassette sin mi abuela saberlo). Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.
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EL AMOR, EL TIEMPO, LA VEJEZ, LA MUERTE, EL INSTANTE...

     Por Octavio Paz

     El amor también es una respuesta: por ser tiempo y estar hecho de tiempo, el amor es, simultáneamente, conciencia de la muerte y tentativa por hacer del instante una eternidad. Todos los amores son desdichados porque todos están hechos de tiempo, todos son el nudo frágil de dos criaturas temporales y que saben que van a morir; en todos los amores, aun en los más trágicos, hay un instante de dicha que no es exagerado llamar sobrehumana: es una victoria contra el tiempo, un vislumbrar el otro lado, ese allá que es un aquí, en donde nada cambia y todo lo que es realmente es. 

     La juventud es el tiempo del amor. Sin embargo, hay jóvenes viejos incapaces de amor, no por impotencia sexual sino por sequedad de alma; también hay viejos jóvenes enamorados: unos son ridículos, otros patéticos y otros más sublimes. Pero, ¿podemos amar a un cuerpo envejecido o desfigurado por la enfermedad? Es muy difícil, aunque no enteramente imposible. Recuérdese que el erotismo es singular y no desdeña ninguna anomalía. ¿No hay monstruos hermosos? Además, es claro que podemos seguir amando a una persona a pesar de la erosión de la costumbre y la vida cotidiana o de los estragos de la vejez y la enfermedad.»

OCTAVIO PAZ: Fragmento de La llama doble. Amor y erotismo, Editorial Seix Barral, Barcelona, 1994, páginas 212-213
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OTROS BLOGS DE ARMANDO ALMÁNZAR-BOTELLO:

Cazador de Agua                   

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ARMANDO ALMÁNZAR-BOTELLO ES MIEMBRO DE LA “RED MUNDIAL DE ESCRITORES EN ESPAÑOL”, REMES

Copyright © Armando Almánzar Botello. Reservados todos los derechos de autor. Santo Domingo, República Dominicana.

IMÁGENES:

     1) Montaje fotográfico basado en una obra de arte óptico del pintor catalán Sergi Cadenas. En la obra original de Cadenas (2019) la mujer envejece a medida que varía el ángulo de ataque visual del espectador de la obra.

     2) Andrés Serrano: “Sangre y Semen III”, 1990. Fotografía. 

     3) Gustav Klimt: “El árbol de la vida”, 1909.

Abril de 2013-Febrero de 2014. (Poema retocado).


© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.


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Video https://youtu.be/A08nEcqCKPM?si=GptJX8cY8Quj52Gm

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EL FALO CONTINGENTE (Breve respuesta a una inquietud).

«No menos importante para mí, y quizá volveré sobre el punto, es que [el Jacques Lacan de la "palabra plena"] liga el fonologocentrismo o el falogocentrismo con la situación analítica como palabra sin interposición técnica, sin dispositivo de repetición archivante, sin iterabilidad esencial: un filosofema muy viejo, desde Platón hasta Heidegger incluido. [Se percibe en un cierto Lacan] la posición trascendental del falo, "significante privilegiado de esta marca en que la parte del logos se une al advenimiento del deseo·" (Lacan: "La significación del falo"), posición trascendental que no es otra que la doctrina que liga la verdad a la castración... Lo que Lacan llama "la materialidad del significante", y que deduce de una "indivisibilidad" que no se encuentra en ninguna parte, me parecía —y me sigue pareciendo— que corresponde a una "idealización" de la letra... Pero... yo no podía articular esta cuestión y esta objeción (de la cual se puede demostrar que depende todo, una lógica distinta del acontecimiento y del destino, otro pensamiento de la singularidad, la diseminación de lo único más allá de una lógica de la castración), yo no podía leer, por lo tanto, esta idealización subrepticia, por no decir este idealismo de Lacan, como dijo Melville, más que después de un trabajo ya emprendido, en un modo deconstructor, con los filósofos y especialmente respecto de la constitución de las idealidades, de los objetos ideales en Husserl... El discurso de Lacan, siempre muy sensible (¿y quién se lo reprocharía?) a todos los movimientos de la escena teórica, no cesó posteriormente de reajustar, incluso refundir, a veces contradecir los axiomas de los que acabo de hablar...» Jacques Derrida. "Resistencias del psicoanálisis", Editorial Paidós, Buenos Aires, 1997, páginas 87, 88, 89 y 90.

Jacques Derrida

Jacques Derrida habla sobre Jacques Lacan.

Por Armando Almánzar-Botello

A la memoria del Dr. Antonio Zaglul


Indudablemente, en Sigmund Freud hay luces y sombras… Pero debo recordar que luces y sombras las hay en todo, ¡hasta en Dios! Por eso existen dos vertientes teológicas básicas: una teología catafática que cree poder definirlo por lo que es, y una teología apofática que intenta decir, simplemente, lo que Dios no es... Lo Abstracto, el Espíritu, Dios mismo como Creador —tal como lo conciben las tradiciones abrahámicas y otras que no lo son—, constituyen también instancias falogocéntricas.

Freud sigue siendo un genio innovador cuyo pensamiento es susceptible de relectura, de reinterpretación, pero, curiosamente, y a contrapelo de sus propias expectativas, su descubrimiento del inconsciente y su "metapsicología" no podrán ser reabsorbidos nunca por las tecno-ciencias y/o neurociencias: el cognitivismo, la neurobiología, la ingeniería genética, la psicofarmacología, la genómica, etc., porque tienen delimitados, rigurosamente, su propio campo de investigación, su propio método de abordaje del objeto estudiado y su propia coherencia interna.

Lo que sí puede haber es intercambios interdisciplinarios regulados que permitan reformular y poner a punto la teoría, pero siempre sobre la base, no sólo de la mera especulación filosófica o pseudo-filosófica, sino de la verdadera "matriz" de la disciplina psicoanalítica: la experiencia clínica.

Freud habló en principio de una "envidia del pene" —Penis Neid—, como constituyente originaria de la psicología de la mujer. Años después, complica su tesis y plantea una relación erógena previa (en la misma sujeto infante hembra) con la figura de la madre, en la llamada Fase Pre-Edípica —fase que luego fue estudiada tan magistralmente por la psicoanalista inglesa Melanie Klein.

El problema es que para la niña superar la relación fusional con la figura materna (y en el niño pasa lo mismo) se hace necesaria la presencia de una instancia tercera, de una Terceridad que rompa la dimensión dual, especular, narcisista y, en última instancia psicotizante si no se supera, de la relación del sujeto infante con la madre como objeto primordial de deseo.

El Falo, como sabemos, no es el pene; es un antiquísimo símbolo de fecundidad que en múltiples culturas, incluidas aquellas de filiación matrilineal y/o matrifocal, ha simbolizado siempre, meta-culturalmente, la fecundidad.

El mito del matriarcado fue eso: un mito creado por Bachofen para intentar explicar la emergencia de cierto androcentrismo a partir de una sociedad supuestamente gobernada por mujeres.

En las mismas sociedades matrilineales —aunque las mujeres gocen allí, relativamente, de mayor poder y prestigio que los que detentan en el mundo patrilineal—, la función de autoridad en la familia la ejerce un hombre: el tío materno de más edad (no el padre biológico del sujeto). Esto es un dato de la antropología. 

Claro, la occidentalización invasiva o euro-falocrática de la familia en todo el planeta, ha erosionado significativamente, por transculturación y de-culturación, las estructuras elementales de parentesco de ciertas comunidades tradicionales o arcaicas. 

En el nombre de una racionalidad moderna y avasallante, supuestamente metacultural —en efecto imperialista, etnocéntrica y muy poco afín a posiciones matizadas y lúcidas en el ámbito de la antropología y el etnopsicoanálisis como aquellas que representan las obras de Géza Róheim, Claude Lévi-Strauss, Georges Devereux, François LaplantineMarc Augé, Serge Gruzinski o un Néstor García Canclini, por citar a unos pocos pensadores de fuste—, se ha operado en los últimos cincuenta años un proceso de erosión catastrófica de lo simbólico-múltiple, transformación que afecta negativamente a la diversidad matricial de los imaginarios culturales correspondientes a las muy diversas poblaciones del planeta. Proceso galopante de "norteamericanización planetaria" de las costumbres y estilos de vida. (Vicente Verdú). Valga la digresión aparente.

Pues bien, en Freud y en Lacan, como resultado de específicos momentos históricos en la evolución de la sexualidad occidental, se resaltó el papel de la figura paterna como causante, en sus insuficiencias —por exceso o por defecto—, de una gran parte de los problemas neuróticos y/o psicóticos en los pacientes.

No hay que olvidar los casos de la histeria, la paranoia y la esquizofrenia, que guardan una íntima vinculación histórica con diversas insuficiencias de la función paterna —tanto en el período victoriano decimonónico de Freud como en la época de Jacques Lacan en los años treinta y cuarenta del pasado siglo XX—, y que dejaban atados a los sujetos infantes, patológicamente, a la figura de la madre como objeto de los primeros deseos y demandas de amor.

Para constituirse como tal, un sujeto requiere de sucesivas experiencias de separación, de privación, de pérdida de objetos, de desapropiación: sólo así podemos constituirnos en sujetos relativamente autónomos, a través de lo que el psicoanálisis denomina "castración", y/o experiencias de aporte pre-genital a la castración tales como: destete, control de los esfínteres, dominio de la imagen especular, con lo que se acepta la ausencia del Otro que asiste en las primeras demandas o llamados del sujeto… etcétera.

El falo, como símbolo, no remite necesariamente al pene en el pensamiento de Freud y Lacan. El deslinde psicoanalítico entre "falo" y "pene" pretende superar el "biologicismo" de la mera diferencia anatómica como destino, como fatalidad, entre el hombre y la mujer.

Los conceptos lacanianos de Nombre-del-Padre, Metáfora Paterna, Función Paterna, etc., etc., no remiten necesariamente al "hombre" en su sentido convencional. Para Lacan, la "función materna" la puede desempeñar eventualmente un hombre, y la "función paterna" puede detentarla una mujer, con toda la problematicidad y consecuencias subjetivas que ello necesariamente comporta.

Esos conceptos “ligados a lo paterno” se crean en función de una realidad clínica muy concreta, no especulativa, en la que se descubren las diplopías o desajustes de la "función paterna" en la génesis de muchos estados neuróticos y psicóticos.

Por ello Lacan diferencia el "falo real" (el pene), el "falo imaginario" (ligado a la Fase de Espejo, en la que el sujeto infante se asume como el complemento (fálico) de su madre, y el "falo simbólico" como referente universal que permite los deslindes de posiciones en la llamada Tabla Lacaniana de la Sexuación.

Si bien en Lacan existe, quizá, una sobrevaloración teórico-clínica del falo, no podemos negar la gran importancia que ha revestido su conceptualización de lo fálico para el abordaje de muchos problemas clínico-psiquiátricos y psicoanalíticos que de otro modo no habrían encontrado solución.

Por otra parte, y bajo la apariencia de una nueva, pertinente y breve "digresión", debemos advertir que constituye un gastado "mito urbano" el proclamar con aires de supuesta vanguardia "neurocientificista" que el psicoanálisis "pasó de moda" y que no es eficaz en sus prácticas curativas. Las estadísticas que tengo a mano desmienten radicalmente esa trivial y vieja afirmación, pasada, ella sí, de moda.

Actualmente, además de Latinoamérica, Estados Unidos y Europa, hasta en China Popular y en Japón existe un repunte del psicoanálisis lacaniano.

Volviendo a nuestro tema, no debemos olvidar que el mismo Lacan define al Falo como una instancia adscrita al régimen de la "contingencia".

Es preciso estudiar-pensar el deslinde lacaniano, de inspiración aristotélica, entre: lo "necesario" (no cesa de escribirse), lo "contingente" (cesa de no escribirse), lo "posible" (cesa de escribirse) y lo "imposible" (no cesa de no escribirse).

Debemos aclarar que sin lo "imposible" no existe la posibilidad de asir la llamada "realidad", pues ésta, como "semblante" o modo de aproximación a lo real por medio del sentido-significado y el discurso, se encuentra ligada en la teoría de Lacan al ‘"Nudo Borromeo". Dicho nudo implica el entrelazamiento del trípode real-simbólico-imaginario, por intermedio de la "metáfora paterna" constituyente o de una "suplencia" sinthomática de ésta… Pero sigamos con el tema central que motiva nuestras líneas.

Nada impide históricamente que el Falo, como significante del Deseo, el Goce y el Poder en una cierta tradición occidental falogocéntrica, en su carácter histórico de instancia "contingente" que "cesó de no escribirse" para inscribirse en los estratos y valores de nuestra cultura occidental, dé paso a una(s) nueva(s) instancia(s) de producción de subjetividad, regulación y corte, promotora(s) o habilitadora(s) del deslinde necesario entre sujeto y objeto en términos constituyentes.

Además, debemos recordar, que la categoría lacaniana relativamente tardía de "lalangue", "lalengua", relacionada con lo que Kristeva denomina lo "Semiótico", problematiza bastante la supuesta autarquía del Falo en el pensamiento del propio Lacan.

Por lo demás, Lacan no niega a la mujer la posibilidad del "goce fálico" (sin la posibilidad de goce fálico, "lenguajeado", discursivo, la mujer se haría histérica o psicótica: fuera de discurso). El gran psicoanalista y pensador francés nos habla, asimismo, de un "goce femenino más allá del falo", que podría ser asumido por el hombre como sujeto en proceso. En este sentido menciona, en su Seminario XX "Encore" (Aún), el goce transgresivo de los/as místicos/as...

El problema no es tan simple como pretende la ignorancia de un cierto pseudo-feminismo.

Creemos en la pertinencia de la crítica a que es sometida la categoría lacaniana de "Falo" por Jacques Derrida, al considerar dicho concepto como exponente del famoso Significado (Significante) Trascendental, propio de la tradición "carno-falogo-céntrica" de Occidente, y que se hace preciso deconstruir. Un "significante trascendental" (el falo), participa de la metafísica de la presencia tanto como un significado presuntamente trascendental.

No obstante, no podemos sustituir antojadiza, trivial o volublemente dicha categoría por otras que pretendan restablecer de un modo ingenuo cierta "equidad de género". De hacerlo así, sencillamente nos abocaríamos a lo peor: al solipsismo epistemológico y al discurso caprichoso y falsamente pluralista de la cotorra impartiendo "cátedras" epidérmicas o simplemente "lúdicas", al sustituir el Magister dixit por el Mamá Cotorra dice.

Por tal razón, Deleuze, Derrida, Lacoue-Labarthe, por ejemplo, grandes admiradores-críticos de Lacan, no se conforman con hacer estallar el significante Fálico hipostasiado en el lacanismo, sino que aportan categorías que permiten sostener el problema de la producción de subjetividad.

Así, Deleuze-Guattari (y Badiou, siguiendo en esto a Deleuze, aunque Badiou como Zizek son lacanianos), hablan de "suspenso de masculinidad", "devenir-mujer", "zona sexual de indiscernibilidad", "topología embrollada de la sexuación", "desterritorialización", "reterritorialización", "territorialidad de grado cero", "n-sexos", "flujos y cortes de flujo", "pliegue, despliegue y repliegue", "sexualidad ser" y "sexualidad acontecimiento", "máquinas deseantes", "síntesis disyuntiva-conjuntiva", "agenciamiento", "rizoma", etc., movidos por la necesidad de suplir con nuevos conceptos y categorías explicativas la ausencia del Significante Fálico evacuado del campo de su reflexión filosófica.

Derrida, por su parte, nos habla de "corte y sutura", "vendaje", "banda y contra-banda", "justicia indeconstructible" como lazo disyuntivo (¿otro significado trascendental aunque Derrida lo coloque del lado de lo que denomina cuasi-conceptos?).

El "padre de la deconstrucción" elabora esas categorías anteriormente señaladas como efecto (entre otros motivos capitales) de una relectura de Freud y de Lacan en la que cuestiona el carácter metafísico que presentan la indivisibilidad lacaniana de la "letra" y el valor hipostasiado y trascendental del "Falo".

Aun así, Derrida busca nuevas estructuras, cuasi-conceptos o instancias que permitan pensar el problema del "sujeto" y dar consistencia al proceso de subjetivación-desubjetivación-resubjetivación, en ausencia del significante fálico.

Julia Kristeva, quien desde el principio cuestionó la supremacía de lo Simbólico asociado a lo Fálico-Androcéntrico-Patriarcal, elaboró desde hace largos años una particular declinación conceptual de la categoría de lo "Semiótico", relacionándola con la "Chora platónica", la ritmicidad, lo materno pre-edípico… y planteando su contradicción heterogénea con lo Simbólico-Fálico.

No obstante, para psicoanalistas y pensadoras como Kristeva, Colette Soler, Elisabeth Roudinesco, Judith Butler, Gayatri Spivak, etc., el valor clínico y heurístico de la categoría freudo-lacaniana de falo no ha sido agotado históricamente.

Finalizando, por ahora, debemos resaltar que al defender la deconstrucción del paradigma binario "masculino-femenino" tal como funciona en cierta tradición androcéntrica y "machista" occidental, no estamos dando ninguna vigencia o patente de corso a la des-diferenciación, a la homogeneización, a la neutralidad no-diferencial entre los sexos: diferencias habrá siempre (¡gracias a Dios y/o al Diablo!).

Aquí está el fallo técnico-discursivo de algunas feministas: la carencia de estudio y el dejarse conducir por "corazonadas" supuestamente "igualitaristas". Lo que en ocasiones no está nada mal (kokoro), pero no siempre resulta eficaz para profundizar con pertinencia en ciertos asuntos…

El mismo Jacques Derrida, criticando el carácter a-sexuado del Dasein en Martin Heidegger (Ser-ahí), nos recuerda que una cosa es "sexuación plural" y otra muy distinta "lo sexuado de un modo binario".

Existe una posibilidad de sexuación diferencial, transbinaria, que prosigue valorando las diferencias. Algo que no es, tampoco, aquello a lo que Hélen Cixous denomina “la otra bisexualidad.

En esa dirección problemática de lo amoroso-erótico-coreográfico se inscribe mi categoría de «lo "femenino" neutro», diferencial y transbinario, elaborada en los años 90.

Todo ello no implica, necesariamente, que las diferencias devengan en jerarquías opresivas.



Marzo de 2012


© Armando Almánzar Botello. Santo Domingo, República Dominicana.

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Sigmund Freud y Jacques Lacan.
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sábado, 28 de marzo de 2015

La muerte, la castración y el deseo. (Divagaciones en torno a la violencia)

«En el momento en que se pueda crear una poesía de la violencia pura, una poesía que se maravilla con las libertades totales de la voluntad, deberá leerse a Lautréamont como un precursor. Esta violencia pura no es humana; darle formas humanas sería frenarla, retardarla, razonarla. Poner una idea, una venganza, un odio en la base de su violencia, sería perder su ebriedad inmediata, indiscutida, su grito... En el Marqués de Sade la violencia sigue siendo humana, continúa preocupada por su objetoGaston Bachelard, "Lautréamont", Fondo de Cultura Económica, México, 1985, página 14.

«Jacques Lacan, Philippe Sollers, Pierre Klossowski, Oscar del Barco, entre otros, han hablado de una "violencia textual", escritural, de segundo grado, que iría más allá de la simple práctica del sádico, el cual erige fantasmáticamente una víctima inmortal, para asegurar o garantizar sobre ella su función de dominio, su rol de autor consistente del dolor "infinito" padecido por dicho sujeto-objeto martirizado. Como nos recuerda el psicoanalista Juan Carlos Plá I. siguiendo las enseñanzas de Lacan: "El sádico quiere saber qué pasa con el objeto cuando se ejerce sobre él la mayor violencia, pero no se arriesga a perderlo, a perderse; lo tiene siempre ahí, disponible. Se queda en el estéril placer de hacer sufrir por hacer sufrir." Esa violencia textual, como dinámica intensiva de la crueldad más allá del mero sadismo que se asegura su objeto, estaría también situada más allá del deslinde entre el bien y el mal, y vendría a constituir un meta-crimen simbólico, de segundo grado, con respecto a la velada complementariedad de los dos términos de los paradigmas: "virtud /crimen" y "paz / violencia". Dicha escritura sería violenta porque revelaría la secreta alianza, regularmente innombrable, que opera entre la llamada "Virtud oficial" y el "Crimen quirúrgico" institucionalizado...» Armando Almánzar-Botello

«El hombre está siempre más acá y más allá de lo humano, es el umbral central por el que transitan incesantemente las corrientes de lo humano y de lo inhumano, de la subjetivación y de la desubjetivación, del hacerse hablante del viviente y del hacerse viviente del logos...» Giorgio Agamben, "Homo Sacer III", PRE-TEXTOS, Valencia, 2000, página 142. 

«La figura del Musulmann marca la limitación de Levinas: al describirlo, Primo Levi usa repetidamente la expresión "sin rostro"... Puede ser que el Musulmann sea por lo tanto el grado cero del semejante... la Cosa monstruosa (das Ding), impenetrable, que es el Nebenmensch... ¿No existe en el corazón mismo del inhumano prójimo judeo-freudiano una dimensión monstruosa que ya está mínimamente "humanizada", domesticada, una vez que se la concibe en el sentido levinasiano? ¿Qué pasaría si el rostro levinasiano fuera una nueva defensa contra esa dimensión monstruosa de la subjetividad?» Slavoj Žižek, "Visión de paralaje", Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2006, páginas 166, 167 y 168.


Francis Bacon. "Retrato de Lucian Freud", 1967

Carta abierta a un amigo poeta.

Por Armando Almánzar-Botello


Sin que debamos concebir la pulsión psicoanalítica como un ente orgánico (más bien es un constructo o "artefacto" susceptible de desmontaje, y toda pulsión siempre es de muerte), ella es lo imposible de un real que no se deja asimilar de modo pleno por lo simbólico. 

Sí, querido poeta, el deseo convoca y confirma a la muerte; no es posible sin una aceptación de la muerte, pero sólo si opera más allá del principio de placer como mera evitación de la falta, de la carencia, del displacer ligado a la experiencia de la pérdida y a la confrontación con lo real de la Cosa obliterada (Das Ding). 

Por ello, la ética del psicoanálisis no es una ética superyoica del goce (¡Goza!, como falso imperativo categórico del Carpe Diem: banalidad del mal en el Discurso capitalista del Amo y su Mercado), sino una ética que apunta al goce a través de "la escala invertida de la ley del deseo". (Jacques Lacan). 

El psicoanálisis nos concede también la libertad de no gozar, nos permite sustraernos al goce padecido que se reduce a una mera imposición o mandato superyoico; la experiencia analítica nos habilita para gozar de otro modo distinto al que implica dicho goce "mercadológico" del síntoma convencional: el ¡goza!, en su calidad de compulsión y mascarada.

Nada de "Happy hour perpetuo". Más bien, goce del sinthome (sínthoma) con todo lo que ello implica de diferencia y reposicionamiento estructural de un sujeto temperado con respecto al goce del symptôme (síntoma) usual en su condición de goce padecido, de catastrófica bulimia existencial que vampiriza al otro negándole toda realidad como otro de pleno derecho.

El desamparo (Hilflosigkeit), es la forma en que el sujeto vive la posibilidad de su muerte; es resultado de la exposición del sujeto, situado más allá de la angustia (Angst), a la dimensión imprevisible del acontecimiento que proviene de la extimidad (extimité: Lacan dixit), de su más radical alteridad constituyente, aquella que viene a deconstruir y problematizar la oposición adentro/afuera.

La Represión Originaria (Urverdrängung) rechaza el goce bruto del cuerpo, operando sobre él, con la letra, el significante y la "metáfora paterna", un vaciamiento de su gloria extática, para que se constituya el goce del Otro propiamente dicho, en tanto que goce reprimido, temperado, "lenguajeado", marcado por la carencia como significante de la falta de Ser.

La violencia divina, esa que menciona Walter Benjamin (hay que mencionarlo por su nombre completo para evitar la ilusión de que todas estas ideas son nuestras: debemos aceptar aquí la pérdida, my baby), no alude a la violencia segura del poder constituido, avalada por el Gran Otro del Estado, sino a la decisión ética tomada en responsable soledad (Slavoj Žižek), sin garantías trascendentales, en ausencia de "catecismos" de grupo y de sustentación en la "moral pragmática" de los poderes fácticos.

"Temor y temblor" de la decisión ética en el horizonte de la justicia, en la radical exposición a la vulnerabilidad o letalidad del otro —a su lado Cosa freudo/lacaniana, monstruosa por atípica y no específica, mas necesaria—. Pero exposición sin la garantía de un Dios, sin el Partido, sin el Estado, sin la Pandilla o sin el "regateo del Mercado" (Jacques Derrida), como instancias garantes o incitadoras de nuestros actos (riesgo del terror fundamentalista en sus diferentes modalidades asesinas). 

Violencia divina no es la de Creonte, sino la de Antígona. Violencia es la de cada cual cuando en lúcida soledad y angustia, se decide a "tomar" la justicia ardiente en sus manos de cara al rostro vulnerable y/o amenazante del otro... 

¡Hay que renunciar primero al goce, aceptando la pérdida y la muerte, para que podamos alcanzarlo, sin trascendencia onto-escato-teo-teleológica, en la "la escala invertida de la ley del deseo". 

Dice Lacan, por intermedio de Néstor A. Braunstein, que existen tres Goces: Goce del ser más acá del corte lingüístico (riesgos: la psicosis y el paso al acto asesino); Goce fálico-lingüístico (riesgos: la neurosis y/o la perversión), y el Goce más allá del corte (riesgos: la poesía, el erotismo, el amor, la santidad, la creatividad subversivo-transgresiva y la nueva revuelta). 

Por eso Kant, Freud, Marx, Lacan, Derrida, no eran meros perversos en el sentido "técnico" del vocablo. Perverso: el que hace semblante de gozar, en lugar de gozar de hacer semblante (con lo que implica esto último de aceptación de la castración: Corte y vaciamiento de goce operados por la letra y el significante; compromiso y/o tensión entre banda de movilidad/dispersión y contrabanda de estabilidad/concentración. Alianza necesaria para "la vida la muerte" (Derrida), entre dispersión del proceso primario del inconsciente y concentración de los procesos secundarios del psiquismo. (Freud).

Poner en juego la pulsión de muerte en el texto y en la vida, implica entonces una metamorfosis o transmutación "creacionista" de la mera destrucción en bruto. Lo que no niega el hecho de la violencia real en una "economía ética de la violencia". 

Lo eternamente cuestionable es "la seguridad del juego fundado" en la que se afirman, sin riesgo, el Poder Asesino y su violencia estructural, sistémica, administrada por los diversos agentes de buena y aséptica conciencia puestos incondicionalmente a su servicio.

Ejemplos de violencia estructural en el mundo contemporáneo, mi querido poeta, podemos observarlos en estos hechos: 1) Falta de atención médica de calidad para la mayoría de la población. 2) Falta de educación idónea para los ciudadanos y ausencia de las precondiciones mínimas para efectuar el proceso de enseñanza. 3) Ausencia de auténticas oportunidades de trabajo productivo. 4) Suspensiones en el suministro de energía eléctrica y de múltiples servicios a los ciudadanos aunque se paguen los impuestos correspondientes y las bárbaras tarifas. 5) Desatención por los diversos Gobiernos a los Aparatos Productivos Nacionales, para responder tan sólo a la voracidad de las grandes Corporaciones Transnacionales y a las ambiciones personalistas de políticos y comerciantes importadores canallas, en perjuicio de los reales intereses básicos de los pueblos. 6) "Democratización" abusiva de las penalizaciones fiscales con protección directa o indirecta a los márgenes de beneficios del Gran Capital. 7) Acoso a la libertad de libre expresión del pensamiento bajo amenaza de que te pueden suspender como castigo las posibilidades laborales de sobrevivencia, zombificarte socialmente, y, en el peor de los casos, arrancarte la vida misma... etcétera.

Pero el sujeto ético, querido amigo, "avanza solo y traicionado". En el horizonte del goce como tropiezo, como felicidad sin esperanza en nuestro (des)encuentro tíquico con lo real, se perfila lo fallido, la desubjetivación y la muerte como grado cero y matriz de toda subjetivación...

No obstante, parafraseando a Lacan: ¡yo persevero, tú perseveras, él persevera: nosotros perseveramos!

Y como decía el gran poeta español Luis Cernuda:

¿Qué herencia sino ésa recibimos? 
¿Qué herencia sino ésa dejaremos?


28 de Agosto de 2010


© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.


Otro blog en el que figura este mismo texto:

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viernes, 27 de marzo de 2015

Jurídicamente culpable y humorísticamente inocente.

«Yo también afino la memoria y su polvo, medito los ecos, perfecciono la sombra: espejo vacío del atardecer…» 
© Armando Almánzar Botello
                                              
                      
Don Alfredo Bryce Echenique

Por Armando Almánzar-Botello


El tema de los "plagios" atribuidos a Don Alfredo Bryce Echenique no puede ser analizado tan sólo desde el punto de vista convencional, entendiéndolos como meras violaciones a los derechos de propiedad intelectual o de autoría.

Se impone una pregunta de rigor: ¿Qué necesidad puede tener un escritor que ha producido obras de la dimensión de Un mundo para Julius, Tantas veces Pedro, Las obras infames de Pancho Marambio, El huerto de mi amada por sólo citar cuatro obras de gran peso específico en la literatura hispanoamericana contemporánea, de "plagiar" una serie de artículos periodísticos cuya heterogeneidad temática mueve a la risa al recordarnos un catálogo de lectura propio del utillaje hermenéutico de Bouvard y Pécuchet?

Descartada la hipótesis trivial de que el problema está zanjado con decir que Bryce padece “simplemente” una suerte de cleptomanía intelectual (entidad nosográfica registrada desde hace largos años por la clínica psiquiátrica y psicoanalítica), pienso que se hace urgente, por razones heurísticas y humorísticas (¡el chiste y su relación con lo inconsciente!), apuntar en otro sentido para intentar la explicación de tan inmutable y onerosa "desfachatez" literaria.

No negaremos la importancia que revisten categorías psicoanalíticas lacanianas tales como síntoma y sínthoma, para hacernos inteligible el caso de Bryce. Es decir, para permitirnos la intelección de lo que sería desprender, aislar, construir el acontecimiento-sentido en la escritura, como obra humorística lograda, ficción supletoria del Nombre-Del-Padre o chiste sostenido para “la parroquia”, a partir de la economía libidinal prisionera del síntoma cleptomaníaco en su condición de accidente padecido por el sujeto imposibilitado para ligar, con la Metáfora-Paterna, los tres redondeles del Nudo Borromeo (Real, Simbólico, Imaginario).

La obra de ficción de Bryce sería el juego paródico y humorístico que funcionaría en calidad de suplencia lograda (sínthoma que hace lazo social), para una Forclusión del Nombre-Del-Padre cuyo intento fallido de restitución estaría representado por el “plagio”, como simple síntoma o intento de apropiación fantasmática de insignias y rasgos del Ideal-del-Yo. Aquí operaría una cierta lectura contaminante entre Lacan y Deleuze. Por ahora caminamos en otra dirección, menos ardua.

Sin dejar de tener como telón de fondo la problemática analítica que hemos esbozado, entendemos que en su vertiente lograda del sínthoma, Bryce nos está diciendo que vivimos en el universo de las copias, donde el valor de lo singular es patrimonio de unos pocos, (que no son todos los que están, ni están todos los que son: ¡Ay, Enriquillo Sánchez!, desaparecido lucero de estos Lares), donde la celeridad mediática para transmitir información, conocimientos o banalidad light, hace que aquello creído como "propio" sea machos veces, mechas veces, michas veces, mochas veces, muchas veces, un simple ensamblaje de fragmentos "desoriginados" (Barthes), procedentes de otros territorios textuales.

En el Zeitgeist postmoderno la escritura citativa, humorística, intertextual, paragramática, polifónica, palimpséstica, ha modificado radicalmente el estatuto del plagio. Barthes decía el “estatuto de la cita”.

Pedro Henríquez Ureña, nuestro "santo laico", incapaz de cometer este tipo de "fechorías intelectuales" colindantes con el robo y la usurpación de identidades, decía, sin embargo, que el creador tiene derecho a tomar prestado, a utilizar materiales extraños al suspenso vital de su obra en curso; tiene derecho, según Henríquez Ureña, hasta a saquear las obras de los demás, pero sólo si cumple con una condición imprescindible que autorizaría el hurto: transformar radicalmente el material recibido hasta el punto de imprimirle otro decurso en su ritmo-sentido que implique una redescripción de la propia tradición en la que se inserta. (Ver los escritos filológicos y filosóficos de nuestro Gran Maestro).

En el caso de Bryce Echenique, no hay transformación de los materiales recibidos sino mera transcripción literal de los mismos. En este sentido podríamos argumentar que existe plagio, bajo el carácter vergonzante que ha adoptado esta palabra a partir de cierto momento histórico en el desenvolvimiento de la literatura occidental. (En la Antigüedad y en la Edad Media, por ejemplo, no existía el concepto de plagio en su acepción semántica actual).

Pero es preciso resaltar que Bryce no "hurta" regularmente obras de ficción, sino simples artículos periodísticos o académicos que casi siempre son mera reproducción inerte de ideas que forman parte del clima espiritual de nuestra época, de una especie de atmósfera de conciencia colectiva contemporánea.

Con ello, Bryce está sacando de su gris anonimato a ciertos cagatintas (no todos), que en lugar de vanidosamente denunciarlo como plagiario, deberían agradecerle al gran escritor peruano sus esfuerzos por inmortalizarlos.

Por otro lado, y lamentablemente para muchos “odiadores” del autor que nos ocupa, la obra creativo-transformativa de Bryce permanece libre de toda sospecha de plagio, por lo menos en el sentido que permitió someterlo a la acción judicial.

A "mi" entender, Bryce es un humorista en la tradición de Swift, Chesterton y el non-sense británico. Un ostentador paródico-satírico, además, de ciertas aristas propias de la histeria genial de Flaubert.

Después de Bryce escudarse ante las primeras acusaciones de plagio, en su declaración de que "toda la culpa era de su secretaria, por esta haber confundido ciertos papeles en la oficina", llega el momento en que se siente "acorralado" por el peso de las evidencias aportadas por los demandantes, y declara al fin: "¡MI SECRETARIA SOY YO!".

Confesión de su responsabilidad en la comisión de los hechos que se le imputaban (desde el punto de vista jurídico-moral), pero en realidad, chiste genial, boutade de altos quilates para "ojos que saben traspasar adornos y atavíos".

Estamos frente a la variante postmoderna del flaubertiano Madame Bovary, c'est moi! (¡Madame Bovary soy yo!)... declaración provocadora por medio de la cual Flaubert, en pleno falocratismo del siglo XIX, reivindica a la mujer como espacio transgresivo de la des-apropiación.

¡Cuánta gracia y acierto los de Bryce para descalificar los escritos "propios" de los gacetilleros y pseudo-ensayistas actuales que nunca cesan en el pegoteo semántico de sus inepcias, en la roma reproducción de ideologemas y culturemas que, en medios huérfanos de tradición cultural consistente como el nuestro, pasan por ideas originales, "personalísimas" y brillantes... ¡Si por lo menos tuvieran el decoro del "estilo"!

Aunque en el caso de Bryce, el hurto de baratijas también puede interpretarse como un homenaje a la bisutería de tocador que tanto amamos, y a los viejos "prenderos italianos que tanto padecimos...y padecemos". ¡Oh, Madame Bovary, ora pro nobis peccatoribus!

Existen dos tipos de actitudes ante el acto de escritura, decía "yo" hace largos años y me perdonan, amigos, la inmodestia de citar-"me" a mí mismo (dudo siempre de este mí-mismo): la que consiste en borrar el resplandor del gesto y hurtar a la luz pública una real escritura transformativa, negándose el autor, sintomáticamente, a publicar lo ya escrito con el riesgo de que interlocutores "apresurados" le tomen la delantera, y la de aquellos cleptómanos que publican permanentemente sin haber escrito casi nunca de modo efectivamente textual-transformativo.

Mi(star) sí-mismo, parti(o)cularmente, me incluye en esta última categoría: No considera a mi Yo su maestro, ¡Je!... ¿Moi?... Corresponde a la crítica, dentro de "cincuenta" años, señalar cuáles obras entran en una u otra estrategia discursiva. ¡Por ahí se escucha el rumor de sonorosos ríos de tinta!

En fin, queridos hermanos, podéis iros en paz. Que la gracia del Señor, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre "vuestra escritura".

El que desee ¡menos Bryce! puede apropiarse de estas simples notas o apuntes. Lo excluyo a él en particular, para "yo" no correr el albur monstruoso de la inmortalidad.

Vean ustedes: ¡Cierro con la variante "alman-sa(h)ariana" de un lugar común, ya patrimonio del desierto humano!: Borges.

Si el estilo es (soy) el hombre, la mujer sería (se haría) Madame Bovary, el goce innombrable y sinuoso de la escritura. ¡Mi secretaria soy yo!



Enredo Brisa Hacenoche


El Nuevo Madrid, Agosto 8 del 2059



Febrero de 2009.

© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.


Otros blogs y enlaces relacionados con este mismo texto:

Blog Cazador de Aguahttp://cazadordeagua.blogspot.com/2009/07/juridicamente-culpable-y.html
y tambiénhttp://cazadordeagua.blogspot.com/2009/07/almanzar-botello-entre-bryce-echenique_07.html

Blog de PEDRO GRANADOShttp://blog.pucp.edu.pe/item/52508/alfredo-bryce-echenique-juridicamente-culpable-y-humoristicamente-inocente-armando-almanzar-botello

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jueves, 26 de marzo de 2015

Divagaciones en torno a la caída en el cuerpo.

«Dicho es mal dicho. Cuando quiera que dicho dicho dicho mal dicho. Desde ahora dicho sin más. Fuera desde ahora ora dicho y ora mal dicho. Desde ahora dicho sin más. Dicho por mal dicho. Por sea mal dicho.» Samuel Beckett. "Worstward Ho": "Rumbo a peor".

«El maldicho [médit] instalado en su reputado ocre: "No existe grado de lo mediocre a lo peor."...» Jacques Lacan. "Televisión".

«Al caer he conquistado el cielo puro de la inmanencia.» Armando Almánzar-Botello. "Legión en noche oscura".

"Humpty Dumpty" (homenaje a Lewis Carroll) 
por Kimber Fiebiger

Otra versión de Humpty Dumpty.

Por Armando Almánzar-Botello  

A Samuel Beckett, In memoriam.

1

Cuando alguien dice: El hombre se expresa o se cae "con o de" su cuerpo, está diciendo en efecto: El hombre se expresa o se cae "con o de" la carne, entendida ésta en su carácter meramente óntico, de simple accidente físico, biológico, anatomo-fisiológico y convencional.

Cuando de un modo lingüístico un tanto diferente al anterior alguien dice: El hombre se expresa o se cae "desde" su cuerpo, la construcción gramatical "anómala" (el usar la preposición “desde” que expresa el punto de partida espacial o temporal de un objeto, proceso y/o acontecimiento, en lugar de la preposición “de”) pone en juego un registro abisal, vectorial e intensivo del cuerpo, de la caída y de la expresión corpóreas, que apunta, en lo real, "con intensidades puras y fuerzas en devenir", al espesor "espectral" de una corporalidad, digamos metamórfica, que no es equivalente a la "carne homeostática", convencionalmente "objetiva", bio-física, orgánico-fisicalista.

En ese sentido, alguien puede empezar a caer y/o danzar, carrolliana, lacaniana, artaudiana o deleuzianamente, no sólo “desde los propios pies” sino desde las rodillas, desde la cintura, desde la vulva, desde el tronco, desde el ano, desde la boca, desde la cabeza, desde el pene, desde el corazón...

Caer, entonces, no es ya un mero accidente: deviene, ahora, en "acontecimiento-sentido", contra-efectuado en el campo trascendental de la pura inmanencia.

Seguimos aquí al Gilles Deleuze de "Lógica del sentido" (Lewis Carroll y la caída del huevo Humpty Dumpty) y, además, al de "Lógica de la sensación", libro éste de reflexión filosófica y estética sobre la pintura de Francis Bacon y su estrategia plástica deformante, figural y anti-representativa.

2

Por otra parte, el "viejo" Pablo Neruda (viejo para la ceguera del insubstancial ojo prisionero en la vieja campana gaussiana cosmo-esnobista) nos recuerda en su poema "Sólo la muerte", refiriéndose a la caída radical que es el morir: ...Como un naufragio hacia adentro nos morimos, / como ahogarnos en el corazón, / como irnos cayendo desde la piel al alma...

"Caerse de sus (propios) pies", es un sintagma oral frecuentemente utilizado en el habla coloquial hispanoamericana que no es por completo lógico (el lenguaje tampoco lo es en su totalidad) pero que comunica perfectamente la idea de caída accidental de un cuerpo sobre su propio plano de sustentación. 

Lógicamente caemos “desde” lo alto, no "desde" el piso como plano de soporte. Por eso hay animales los llamados rastreros que habitualmente, en sentido estricto, no pueden caer… O por lo menos eso saben ellos hasta que encuentran las condiciones propicias para su caída, generalmente creadas por otro animal…

Evidentemente nadie se cae, en la realidad convencional, de los pies del otro. Pero cuando utilizamos como matriz o modelo este sintagma oral cristalizado y hablamos de: la "caída desde sus propios pies", pretendemos aludir al hecho de un precipitarse desde el cuerpo-organismo, anatómico, físico, material, hasta o hacia una región intensiva, abisal, inmanente, en la que ya está en juego otro tipo de cuerpo: el Cuerpo fenomenológico vivido y/o el Cuerpo sin Órganos de Artaud-Deleuze. Este último cuerpo debe ser entendido como juego de fuerzas y tensiones a lo interno del cuerpo convencional y que, paradójica y simultáneamente, lo desborda y constituye como organismo.

3

El Cuerpo sin Órganos (CsO) es la potencia del Cuerpo Intensivo que encuentra en el huevo, concebido desde el punto de vista de la embriología post-fenomenológica deleuziana, el campo de gradientes, vectores, tensiones, umbrales, en el que se operan devenires-cuerpos. 

La relación problemática entre organismo, lenguaje, objeto metonímico y cuerpo intensivo y/o libidinal, encuentra también, en el psicoanálisis de Jacques Lacan, una ejemplificación topológica en las figuras de la Banda de Moebius, el Cross-cap y la Botella de Klein, con su continuidad, complicación o torsión entre el adentro y el afuera.

El Cuerpo Intensivo no es más que el Cuerpo sin Órganos entendido como campo descentrado de manifestación de una única onda o sensación que recorre la multiplicidad de registros o dominios sensoriales y se expresa en ellos de una forma plural. La fenomenología habla, diferenciadamente, de un "desorden de los sentidos" (Rimbaud) basado en una mezcla de dominios sensoriales distintos, pero totalizados al final del proceso en una unidad sinestésica de las sensaciones.

La concepción del cuerpo sin órganos, niega esta presunta unidad de base fenomenológica del cuerpo vivido, tal como lo conciben Rimbaud y... Merleau-Ponty; afirma una única sensación problemática, atópica, que se resiste a la metafísica de la presencia y se manifiesta, como hemos dicho, en los diferentes registros sensoriales.

4

"Caer desde sus propios pies", expresa o significa entonces precipitarse desde el fundamento propio del cuerpo físico los pies hacia o hasta el cuerpo intensivo o cuerpo-pensamiento, cuerpo pasional o cuerpo de la sensación como aisthesis o sensación estética.

"Caer desde sus propios pies", es un viaje intensivo hacia los abismos de la carne, "desde" los "propios" pies. Viaje ontológico deleuziano, kantiano, en pura intensidad.

Me caí desde mis "propios" pies hacia el abismo de lo (im)propio: el Cuerpo sin Órganos (CsO) en el que se descubre una superficie incorporal que testimonia dos cosas, por lo menos: la subida de la profundidad, y/o la caída de la altura sobre la superficie de... ¡la piel!

En verdad, tal como decía el poeta Paul Veléry: No hay nada más profundo que la piel...

Por otra parte, la dimensión mística de La Caída de Satán o de Adán, puede encontrar en este enfoque post-fenomenológico deleuziano sin que se niegue por ello lo teológico y lo cabalístico, una vía interesante de aproximación exegética y hermenéutica.

¡Caer hacia arriba! Conquistar el cielo de la inmanencia en el acto mismo de caer. "Sólo en la caída se cumplen las presencias", nos dice con agudeza un poeta.

Esto acontece así, porque fenomenológicamente todo incremento de fuerza, de tensión, se experimenta como una caída (Kant, Deleuze, Lacan).

"La caída es lo más vivo que hay en la sensación, aquello en lo que la sensación [como la pulsión de muerte] se experimenta como viviente. De manera que la caída intensiva puede coincidir con un descenso espacial, pero también con un ascenso." (Gilles Deleuze. "Lógica de la sensación". Editorial Arena. España, 2002. Página 85).

La caída y la pulsión de muerte son el devenir activo de las fuerzas y las pulsiones. En este sentido inmanente, intensivo, toda caída es satánica y transformativa, porque hace subir el acontecimiento del Otro, porque hace devenir Otro al Mismo...

De lo "precipitadamente" dicho podemos inferir, que la Voluntad de Poder (Nietzsche) descubre belleza y arte allí donde otros más débiles o empobrecidos sensorial, cognitiva, ética y estéticamente, sólo ven simple dolor o fealdad: la trivial o peligrosa evidencia de la magulladura...


Mayo de 2010


© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.


Otro blog en el que figura este mismo texto:

Blog Cazador de Agua:

http://cazadordeagua.blogspot.com/2010/05/divagaciones-en-torno-la-caida-en-el.html, y también
http://tambordegriot.blogspot.com/2012/10/divagaciones-en-torno-la-caida-en-el.html

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Fotograma de una relativamente reciente versión cinematográfica de Play 
(traducida como "Comedia" al español, 
obra teatral en un acto de la autoría de Samuel Beckett, 1963.

Beckett on Film: PLAY (Dir. Anthony Minghella, 2001)