¿QUÉ ES PARA TI LO IMPOSIBLE? ¿AQUELLO QUE NO CESA DE DARSE O AQUELLO QUE NO CESA DE NO DARSE? ¿LO IMPOSIBLE SE DA O NO SE DA? (Pregunta del doctor Fidel Munnigh al escritor Armando Almánzar-Botello)
Armando Almánzar-Botello responde:
—La respuesta depende del contexto teórico que utilicemos como referencia.
En el campo conceptual de Jacques Lacan, LO IMPOSIBLE es “lo que no cesa de no escribirse”. Es decir, lo imposible es lo Real, en tanto que escapa, resiste y excede a la simbolización, al matema y a la función lógica como escrituras.
Por ello, Lacan afirma que “la naturaleza” no es lo real-imposible como resto, pues ella es lo calculable por la ciencia.
Lo real como exceso es el vacío que impide el cierre de la simbolización.
En ese sentido, lo real-imposible difiere de la realidad, que sí se escribe y participa de lo simbólico y lo imaginario. Lacan considera que la relación de plena o perfecta complementación sexual no existe, es imposible. Esa imposibilidad promueve el amor como sinthome. Eso no quiere decir que no haya copulación. La hay. Pero disyunta...
Para Jacques Derrida, siguiendo a Marcel Mauss, a Lacan y a Heidegger, el Don es lo que “no-cesa de darse”, pero sin retorno, sin la circularidad del comercio, sin aspirar al pago de la deuda.
El don no cesa de darse, pero no debe saber que se da. Por ello Derrida lo piensa también como lo imposible: un don que es puro olvido de sí, ceniza, restancia diseminal... Un don que no endeuda porque no conserva la memoria de su exceso.
En este sentido, se tiende asintóticamente a la justicia como don, pero ella es de hecho lo inalcanzable por excelencia: pura línea de fuga con la que debemos medir nuestros pequeños “dones” prisioneros en la estructura circular —“odiseica”, dice Derrida—, del comercio, el cálculo de conveniencia, la “filantropía” con usura, la competencia descarnada y la simple juridicidad formal.
Lo simbólico, dado el hecho de que hace vínculo y/o lazo social, es circular por necesidad: debe escribirse; se escribe...
El amor, se escribe, pero tiende a lo imposible… “amor constante más allá de la muerte”, dijo el poeta Quevedo. Pasó de moda... ¿Pasó de moda, practicantes de la ética del célibe, cínicos competitivos, insulsos autistas de lalangue?... ¡No todos somos James Joyce!...
El amor, que nace del encuentro CONTINGENTE y su “cesa de no escribirse”, aspira a LO NECESARIO por su intrínseca vocación de permanencia: “no cesa de escribirse”, en eso que Lacan denomina la carta de “a(l)mor”. Su dimensión trágica consiste en que se produce sobre un fondo que “NO CESA DE NO ESCRIBIRSE”: lo real de la muerte, como lo que viene a destruir todos los juegos del yo (moi) imaginario y su retórica falsa de simulada y frívola “esquizia”.
Es necesario promover aquí un impersonal: “no Se cesa y no Se acaba de morir” (Blanchot), hasta que el yo (moi) muere de hecho, sí, pero cediendo su lugar a las singularidades nómadas, “preindividuales” e “impersonales”, que son “la vida la muerte” (Derrida), y que atraviesan al individuo entendido como integridad molar temerosa de su propia disolución, de su oportunista y encanallado prestigio yoico (Lacan, Deleuze).
LO CONTINGENTE: “cesa de no-escribirse”. Por eso, Lacan considera que el amor se inicia como “el encuentro fortuito de dos huellas en el exilio”...
LO POSIBLE es lo que “cesa de escribirse”: suspensión de la compulsión de repetición padecida, reescritura-curación del síntoma en su significación de síntoma-sufrido (symptôme), para dar paso al «sinthome» sostenido como nudo borromeo y acto de creación.
El sinthome o sínthoma, entonces, en su particular modalidad de invención, suple a la forclusión del Nombre-del-Padre, en un proceso que no-cesa-de escribirse... de darse.
El inteligente amigo (se trata de un diálogo que sostenemos jóvenes novatos interesados en el psicoanálisis “filosófico”; ¡perdón por mi nueva juventud intelectual!), me argumenta:
—En esta breve conceptualización tuya de lo imposible, echo en falta un autor fundamental que apenas citas y que se ocupó también del tema de lo imposible: Georges Bataille
Armando Almánzar-Botello responde:
—Sí, querido amigo, los conceptos de “exceso” y de “imposible” en Lacan, tienen, indudablemente, sin analizar el núcleo aristotélico de esta última categoría, una fuente insoslayable de inspiración en Bataille —Lacan hasta se casó con la viuda de Bataille...—, pero lo que te expreso sobre lo imposible es un deslinde que espero sepas aprovechar... para una más justa evaluación de cierta escritura ideológica que pretende hacerse dominante aquí en los predios locales...
Político-culturalmente hablando: ¿qué es hoy “lo imposible” en la República Dominicana?
Jacques Lacan, indudablemente, aprendió y confirmó muchas cosas importantes en su relación dialógica con los textos de Georges Bataille, pero, “al articular los nexos entre la clínica, el deseo, el amor, el inconsciente, el goce y la pulsión”, logró unos niveles de formalización que nuestro admirado y gran pensador-artista, autor de Historia del ojo, Lo imposible, Mi madre, Madame Edwarda, El ojo pineal, El ano solar, La parte maldita... etcétera, no se propuso alcanzar en su lúcida, extraordinaria práctica de la escritura…
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8 de diciembre de 2010
© Armando Almánzar Botello. Santo Domingo. República Dominicana.
Copyright © Armando Almánzar Botello. Reservados todos los derechos de autor. Santo Domingo, República Dominicana.
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EL DON, LA ORACIÓN Y LA RECOMPENSA EN EL CRISTIANO (Notita)
Por Armando Almánzar-Botello
Para Jacques Derrida, siguiendo a Marcel Mauss, a Jacques Lacan y a Martin Heidegger, el Don es lo que “no-cesa de darse”, pero sin retorno, sin la circularidad del comercio, sin aspirar al pago de la deuda.
El don no cesa de darse, pero no debe saber que se da. Por ello, Derrida lo piensa también como lo imposible: un don que es puro olvido de sí, ceniza, restancia diseminal... Un don que no endeuda porque no conserva la memoria de su exceso...
En este sentido, a la justicia como don se tiende asintóticamente, pero ella es de hecho lo inalcanzable por excelencia: pura línea de fuga con la que debemos medir nuestros pequeños “dones”, prisioneros de la estructura circular, cíclica —“odiseica”, dice Derrida—, del comercio, del cálculo de conveniencias, de la “filantropía” con usura entendida como disfraz del resentimiento y del espíritu de venganza, de la competencia descarnada y de la simple juridicidad formal...
Si bien el cristiano auténtico —que pretende afirmar la “discreción” en el don—, propugna porque no sepa su mano izquierda lo que hace su mano derecha, él aspira, finalmente (como señala con pertinencia D. T. Suzuki), a que Dios lo vea, y así El Supremo garantice con Su Mirada Omnisciente y Omnipotente el valor salvífico de los dones realizados “discretamente” por el adepto.
Hay allí una velada negociación, un intercambio enmascarado, un interés indirecto y hasta cierto punto hipócrita y oportunista.
Todas las religiones de procedencia indoeuropea, y quizá la religión como tal en sentido genérico, participan de esa dimensión “mercantil y fiduciaria” de la fe (J. Derrida): el sacrificio y la ofrenda al dios vienen a producirse bajo la espera de “un retorno con usura” de la inversión afectiva, litúrgica y espiritual que el adepto realiza en nombre de su creencia.
Así se participa de una resistente y profunda estructura ontológica, teológica y teleo-escatológica cuya naturaleza “circular u odiseica” (Jacques Derrida dixit) solo se ve provisionalmente suspendida en el contexto de la mística, cuando esta dice:
«Aunque No hubiera Cielo, yo te amara, y aunque NO hubiera Infierno, te temiera...».
No obstante, se insinúa el “retorno con usura” de la inversión mística cuando el poema dice:
«...pues aunque LO QUE ESPERO no esperara...».
Hay aquí, sin lugar a dudas, una certeza de recompensa que aparta bruscamente al texto de la espera desértica, desinteresada, vacía, incondicional...
El don, tal como es concebido por la mística —entendida esta como práctica espiritual diferente a la simple religión— en los diversos modos y contextos que representan, respectivamente, el Budismo Zen, el pensamiento de Meister Eckhart, de San Juan de la Cruz o Santa Teresa (formas analizadas por Bataille, Otto, Derrida, Zubiri, Lacan, Eliade...), no participa de una onto-teo-teleología infusa ni de un cálculo de voluntad salvífica.
Como en el imperativo categórico kantiano, el accionar que conduce al don se produce “POR deber autofundamentado”, no “de acuerdo CON el deber”... ¡para ganar un premio!... muchas veces inmerecido...
Por tal motivo, Derrida relaciona el don con cierta imposibilidad, con lo que denomina “la espera desértica y abisal del acontecimiento indecidible”... Muchos, aparentemente, esperan desde dicho lugar... ¡Pero no! Desean secretamente y con remilgos la gran coartada: ¡echarle de improviso el guante a la gallina de los huevos de oro!... ¡Vive Dios!
La real desmedida, esa espera desértica desmesurada, desproporcionada —del otro y de lo otro imprevisibles (¿el enigma de la vida y la muerte?)—, no se encuentra ligada a ninguna garantía onto-teo-teleológica, a ningún contrato circular (mercantil y fiduciario) que vendría a inscribir el don en una codificación que comporte las categorías de “acción/recompensa”, “premio/castigo”, “estímulo/respuesta...
¡Larga vida al estilo que no espera nada!
Amando Almánzar-Botello
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Diciembre de 2010
© Armando Almánzar-Botello. (Fragmento de “Lo real como exceso es el vacío”, 8 de diciembre de 2010). Blogs “Cazador de Agua” y “Otros Textos Mutantes”. Santo Domingo, República Dominicana.
ENLACE: Anónimo: “Soneto a Cristo crucificado” https://www.poesi.as/indx0047.htm
© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.
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DIVAGACIONES EN TORNO A LA VIOLENCIA (La muerte, la castración y el deseo)
Carta abierta a un facundo amigo poeta que no conoce ni le importa el vertedero de Cancino Adentro
Por Armando Almánzar Botello
Sin que debamos concebir la pulsión como un ente orgánico (más bien es un constructo o “artefacto” susceptible de desmontaje, y toda pulsión siempre es de muerte), ella es lo imposible de un real que no se deja asimilar de modo pleno por lo simbólico.
Sí, querido poeta, el deseo convoca y confirma a la muerte; ese deseo no es posible sin una aceptación de la muerte, pero sólo si opera más allá del principio de placer como mera evitación de la falta, de la carencia, del displacer ligado a la experiencia de la pérdida y a la confrontación con lo real de la Cosa obliterada.
Por ello se ha dicho: la ética del psicoanálisis no es una ética superyoica del goce. El ¡goza! es un falso imperativo categórico propio de un “carpe diem” neoliberal y hedonista: banalidad del mal en el Discurso capitalista del Amo y su Mercado. El psicoanálisis comporta una ética que apunta al goce a través de “la escala invertida de la ley del deseo”, tal como nos recuerda Jacques Lacan.
El psicoanálisis nos concede también la libertad de no gozar (S. Žižek), nos permite sustraernos al goce padecido que se reduce a una mera imposición o mandato superyoico; la experiencia analítica nos habilita para gozar de otro modo distinto al que implica ese goce “mercadológico” y “periodístico” del síntoma convencional: el “¡goza!” en su calidad de tapón y apetito compulsivo de compensación psicosocial e histórica, de simulacro letrado y gran mascarada.
Nada de “Happy hour perpetuo” con la supuesta escritura programada. Más bien goce del “sinthome” (contraefectuación del síntoma incordiante) con todo lo que ello implica de diferencia y reposicionamiento estructural de un sujeto temperado con respecto al goce del “symptôme” usual en su condición de goce padecido, cínico, encanallado, espectacular, resultado penoso de una catastrófica bulimia existencial que pretende vampirizar al otro negándole toda realidad como otro de pleno derecho.
El desamparo (Hilflosigkeit), es la forma en que el sujeto vive la posibilidad de su muerte; es resultado de la exposición del sujeto, situado más allá de la angustia (Angst), a la dimensión imprevisible del acontecimiento que proviene de la “extimidad”, de la alteridad constituyente.
La Represión Originaria (Urverdrängung) rechaza el goce bruto del cuerpo, operando sobre él, con la letra, el significante y la “metáfora paterna”, un vaciamiento de su gloria extática, para que se constituya el goce del Otro propiamente dicho, en tanto que goce reprimido, temperado, cernido, “lenguajeado”, marcado por la carencia como significante de la falta de Ser.
La violencia divina, esa que menciona Walter Benjamin (hay que mencionarlo por su nombre completo para evitar la ilusión de que todas estas ideas son nuestras: debemos aceptar aquí la pérdida, my baby), no alude a la violencia segura del poder constituido, avalada por el Gran Otro del Estado o del Mercado, sino a la decisión ética tomada en responsable soledad (S. Žižek), sin garantías trascendentales, en ausencia de “catecismos” de grupo y de sustentación en la “moral pragmática” de los poderes fácticos. ¡Tú lo sabes!
Temor y temblor de la decisión ética en el horizonte de la justicia, en la radical exposición a la vulnerabilidad o letalidad del otro —a su lado Cosa freudo-lacaniana, monstruosa por atípica y no específica, mas necesaria—, pero exposición sin la garantía de un Dios, sin el Partido, sin el Estado, sin la Pandilla o sin el “regateo del Mercado” (Jacques Derrida), como instancias garantes o incitadoras de nuestros actos (riesgo del terror fundamentalista en sus diferentes modalidades asesinas).
Violencia divina no es la de Creonte, sino la de Antígona. Violencia es la de cada cual cuando en lúcida soledad y angustia se decide a “tomar” la justicia ardiente en sus manos de cara al rostro vulnerable y/o amenazante del otro...
Hay que renunciar primero al goce, aceptando la pérdida y la muerte, para que podamos alcanzarlo, sin trascendencia onto-escato-teo-teleológica, en la “la escala invertida de la ley del deseo”.
Dice Lacan, por intermedio de Néstor A. Braunstein, que existen tres Goces: “goce del ser más acá del corte” (riesgos: la psicosis y el paso al acto asesino); “goce fálico” (riesgos: la neurosis y/o la perversión), y el “goce más allá del corte” (riesgos: la poesía, el erotismo, el amor, la santidad y la nueva revuelta).
Por eso Kant, Freud, Marx, Lacan, Derrida, no eran meros perversos en el sentido “técnico” del vocablo. Perverso: el que hace semblante de gozar, en lugar de gozar de hacer semblante (con lo que implica esto último de aceptación de la castración: Corte y vaciamiento de goce operados por la letra y el significante; compromiso y/o tensión entre banda de movilidad/dispersión y contrabanda de estabilidad/concentración. Alianza necesaria para “la vida, la muerte” (Derrida), entre dispersión del proceso primario del inconsciente y concentración de los procesos secundarios del psiquismo. (Freud).
Poner en juego la pulsión de muerte en el texto y en la vida, implica entonces una metamorfosis o transmutación “creativista” de la mera destrucción en bruto. Lo que no niega el hecho de la violencia real en una “economía ética de la violencia” (Levinas, Blanchot, Derrida).
Lo eternamente cuestionable es “la seguridad del juego fundado” en la que se afirman, sin riesgo, el “poder asesino” y su violencia estructural, sistémica, cínica, administrada por los diversos agentes de buena y aséptica conciencia puestos incondicionalmente a su servicio.
Ejemplos de violencia estructural en el mundo contemporáneo, mi querido poeta, podemos observarlos en estos hechos:
1) Falta de atención médica de calidad para la mayoría de la población.
2) Falta de educación idónea para los ciudadanos y ausencia de las precondiciones mínimas para efectuar el proceso de enseñanza.
3) Ausencia de auténticas oportunidades de trabajo productivo.
4) Suspensiones en el suministro de energía eléctrica y de múltiples servicios a los ciudadanos aunque se paguen los impuestos correspondientes y las bárbaras tarifas.
5) Desatención por los diversos gobiernos a los aparatos productivos nacionales, para responder tan sólo a la voracidad de las grandes corporaciones transnacionales y a las ambiciones personalistas de políticos y comerciantes importadores canallas, en perjuicio de los reales intereses básicos de los pueblos.
6) “Democratización” abusiva de las penalizaciones fiscales con protección directa o indirecta a los márgenes de beneficios del gran capital.
7) Acoso a la libertad de libre expresión del pensamiento bajo amenaza de que te pueden suspender como castigo las posibilidades laborales de sobrevivencia, zombificarte socialmente, y, en el peor de los casos, arrancarte la vida misma... etc., etc., etc.
Pero el sujeto ético, querido amigo poeta, “avanza solo y traicionado”; y en el horizonte del goce como tropiezo, como felicidad sin esperanza de nuestro (des)encuentro tíquico con lo real, se perfila lo fallido, la diferencia, la fisura, la desubjetivación y la muerte como grado cero y matriz de toda (de)subjetivación...
No obstante, parafraseando a Lacan: ¡yo persevero, tú perseveras, él persevera: nosotros perseveramos!
Y como decía el gran poeta español Luis Cernuda:
¿Qué herencia sino ésa recibimos?
¿Qué herencia sino ésa dejaremos?
Armando Almánzar Botello
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28 de Agosto de 2010
Blog Cazador de Agua
28 de Agosto de 2010
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Adenda
“Artefactualidad” y “actuvirtualidad”: La construcción tecnotelemediática de la actualidad y de los hechos
«En esta decadente, cruda y crematística tardomodernidad nihilista, gran cantidad de comentaristas noticiosos, ciertos políticos y hasta numerosos intelectuales académicos, esgrimen, sin el más mínimo rubor, sus más novedosos trucos “merca-ideológicos” y autopromocionales, sus viles retorcidas posverdades y triviales engañosas letanías pseudoteoréticas y pseudolíricas en el contexto de lo que un gran pensador francés, Jacques Derrida, percibe –aguda, lúcida, deconstructiva y críticamente–, como dos perversas variantes actuales del “Ge-Stell” heideggeriano (esa opresiva y peligrosa estructura técnica de uniformización y emplazamiento que olvida el ser, la proyectualidad del “Dasein” y la verdad): la “artefactualité” (artefactualidad) y la “actuvirtualité” (actuvirtualidad). Estas dos impersonales y nihilistas manifestaciones del “dominio programador”, construcciones político-fantasmáticas de reductores guiones existenciales y guiones-mundo (Z. Bauman) “pasados por agua de rosas”, edulcorados y sofísticos, obedecen a la razón informática, performativa, cínica, calculadora, utilitaria, manipuladora, instrumental, pragmática, sistémica y totalizante (Jean-François Lyotard; Peter Sloterdijk), y constituyen aviesas configuraciones sígnicas de un mentido “real” domesticado y falaz que viene, perversamente, a presentarse como un discurso “verosímil” con actualidad y vigencia “tecnotelemediatizadas”, como “narrativa universal” y supuestamente “verdadera” construida al margen de la posibilidad de contrastación de los hechos y de la metarracionalidad crítica. Si como nos recuerda Julia Kristeva “la verdad” sería el discurso que se asemeja a lo real; “lo verosímil” posfáctico sería el discurso que simula los rasgos del discurso que se asemeja a lo real... Esa “construcción” engañosa forcluye la problematicidad de lo real polivalente y complejo al someterlo a una “virtualidad” monoaural, unívoca, plana, retorcida, verosímil, programada lingüística, semiótica y tecnoelectrónicamente como astuto, trivial e interesado “pensamiento único”, tal como resaltó con extrema lucidez el escritor norteamericano William S. Burroughs, creador del sintagma “sociedades de control”, acuñado luego por Michel Foucault y Gilles Deleuze... No se trata entonces de la muy fértil y operativa oposición deleuziano-bergsoniana “virtual/actual”, sino de la trivial conversión del campo trascendental de inmanencia —que constituye la potencia de lo virtual posmetafísico— en una convencional, imitativo-ilusionista y empobrecida “Virtual Reality” (VR) que, como bien señala un gran especialista español en medios de comunicación de masas, Román Gubern, viene a encarnar la “consumación, en su particular registro, de una cierta metafísica occidental de la presencia” en el modo político y semiótico-representativo más conservador e insulsamente albertiano.» ©️ Armando Almánzar-Botello. Fuente: “Misreading de Roland Barthes. Estructuralista /Posestructuralista”, 2010-2018.