jueves, 14 de julio de 2016

ARS MORIENDI, LA ESCRITURA...

«Al llegar la noche la conciencia descubre la claridad de lo ausente». © Fredes Báez Santana. 

«Elaborados en y a partir de los textos modernos, los modelos semióticos así producidos se vuelven de nuevo hacia el texto social hacia las prácticas sociales de las cuales la "literatura" no es sino una variante no valorizada para que podamos pensarlos como transformaciones-producciones en curso». Julia Kristeva.

                  William S. Burroughs

Por Armando Almánzar-Botello.


¡Gracias por nominarme al Ser, por sellarme a la Gloria con uñas tan banales, Doña Muerte!...

Le ofrezco ahora lo que a "José y sus hermanos" más les gusta. Aquello disfrutado por usted en su torva condición de Alquímica Dama invertida y ataviada con botas de tinieblas postmodernas.

¡Usted, mi Doña Muerte, que convierte a los hombres en cerdos putrefactos, como Circe!

Esta versión de las historias podría ser más apegada a los hechos que la vuestra... Mi Señora. Los hechos, tal como “realmente acontecieron”....

Usted no estaba sin la máscara esa noche Doña Muerte. Mas yo, transido de dolor, cociné los tentáculos del pulpo junto a Hamlet: To be or not to be... ¡Señora Muerte!... Y en el odio los otros comieron su verdad. ¿Me escucha usted, Señora del Vértigo y el Insomnio Frío en el Perdido Centro del Corazón Desarmado?

La mujer metalenguaje que intentaba alumbrar nuestra miseria irreverente fue Kristeva…

Y hubo un gesto en negro, duplicado en espejos monológicos, traidores, balbuceantes: pretendía retocar una página manchada por el Carro Triunfal de una Gloria Brutal y sin Clemencia...

Y aquella noche ardía su verdad el Mediador, caligráfico en la danza (mixto amor-fo a-taxonómico: animal-planta-mineral que vibra), indecidible Intercesor en serie fabulada, trickster, dispuesto en su lejano fragor a cualquier cosa. 

Él grafía locamente absorto por la carne de fósforo diciendo lo innombrable, turbulento; haciendo, fraguando la escalera secreta en acósmico aullido al rojo-vivo de su aliento: claroscuro en espiral su abismo que lo piensa... ¡Oh erótico-tanático en la página de furia ya danzando!... 

Todo lo que digo es un invento... ¿Todo lo que digo es un invento?...

¡Ah la noche de alcoholes extraviados, viajando hacia el derrumbe ciego de la letra, sagrada la violencia de una Kali enardecida en otro secreto apartamento, muy lejos con su rito inédito esperándome, soplo de otro aire lo indecible! 

Fue ignoto y postergado el semanálisis del cuerpo…

Y allí, prosaica delirante confusión en el Banquete aleve, inmundo, paranoico —tentaculares maniáticos los gestos—, platos, bocas, dientes, brazos con cubiertos tintineando en pos de pulpo, todo muy distante de Platón y su apetito ascensional por las Ideas. ¡Palabras, palabras, torpes trabalenguas pueriles presumidos, niebla, deshilachado aliento, insulso furor logomáquico al desgaire! 

Brillaba por su ausencia el aura esquizo de un Artaud, el cuerpo trágico-sinfondo, cristalino-polimórfico, erógeno el sombrero cuasi-místico, sigilosamente negro, su cáustico y lúdico cerebro sin órganos mutante... 

(Nunca deseó Lacan cenar así. Al final de su enseñanza, solitario, prefería sus Nudos Borromeos y Matemas... Melancolía extática de los perros...).

Pena sobre pena el poema en la ciudad aquella noche fue un desastre: sin fin meta-escritura, brusca trunca voz de Otro forcluido y sólo dice nadie nada.

Sí, mares de la doxa, mas no amor en cada mantra ni diálogo fecundo, rizomático. 


Beligerancia oscura y pose adusta-relamida como quien inventa Mundos. ¡A mí! ¡Oh ignorancia! Copias. Bicicleta del condenado. Tijeras del esquizo. Torpe simulacro. Íncubo egocéntrico sin acto creativo, inerte repetido en vitrales de ausencias. Prestidigitadores turbios. El Súcubo lamiendo la palabra conveniente, numerable y relojiosa en espejo circular que da la vida-muerte. Hocico docto, ameboide, orondo trapecista obtusamente. Ilustre, carnívora dentada presunción de su babuino: fría baba fonofálica en el polvo...

Truculencia de un encuentro que persiste sangrando como trauma indescrito en la memoria... ¡Me extraña todo tanto ahora!... Das Unheimliche... Ars moriendi la escritura en el sinthome.

¡Ay, los viejos transeúntes que olvidaron hoy su origen, que suponen para siempre haber lavado de su carne aquel barro inapelable de su ser y la vergüenza, la Pocilga Nauseabunda Trepadora y Narcisista! ¡Ay, Fratricidas Letrados de la Tribu en la traición unánime!

¡Oh, Santo Domingo! ¿Ruinas postmodernas, circulares? ¡No! Simple copia irrisoria de París en escritura de Maurice, Roland, los Jacques y el Gi(l)les, cuando alumbró el milagro del (des)nombre de la raza, muy después del niño-cabra... ¡Parque Temático y Gran Circo!

Y me gusta la violencia en el poema que florece —pulsión de muerte justiciera—. Y (mal)-digo los escritos destinados al olvido... como este desollado resplandor de espejos rotos...

Ahora, cauteloso —rabiosa legión en noche oscura— roto abro ardiendo las compuertas, lúcido recorro el Laberinto...



Lunes, 5 de septiembre de 2011 (Texto retocado).


© Armando Almánzar Botello.Santo Domingo, República Dominicana.

Otro blog en el que figura este mismo texto:

Blog Cazador de Agua:
http://cazadordeagua.blogspot.com/2011/09/ars-moriendi-la-escritura.html

Copyright © Armando Almánzar Botello. Reservados todos los derechos de autor. Santo Domingo, República Dominicana.
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ARMANDO ALMÁNZAR-BOTELLO ES MIEMBRO DE LA "RED MUNDIAL DE ESCRITORES EN ESPAÑOL, REMES: 

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