martes, 27 de enero de 2015

Lacañería para un león que fluye...

«...Jacques Lacan decía que su acto de escritura en los textos primerizos resultaba tan lineal y evidente, porque su estilo todavía no era "cristalino". Resulta indudable que utilizaba este último término en un sentido distinto a lo que connota esta palabra cuando se refiere a un decir meramente unívoco, fácilmente inteligible o sencillo. Aludía más bien a la complejidad proliferante de las estructuras cristalinas. Concepción muy próxima a la de un Gilles Deleuze cuando plantea, siguiendo a Worringer, un "régimen cristalino" a entender como esa dimensión semiótica vinculada al "cuerpo sin órganos" (CsO), con su funcionamiento por síntesis disyuntiva de órganos indeterminados, y opuesto a las estructuras orgánicas de los "cuerpos canónicos", constituidos por órganos definidos, estables y determinados, que operan, a diferencia del cuerpo sin órganos, bajo el principio de funcionalidad homeostática y sometidos a la imagen figurativo-conjuntiva del espejo...» Armando Almánzar-Botello.

«Antes de toda fecha, Menos–Uno designa el lugar dicho del Otro [Autre] por Lacan. Del Uno–en–menos, el lecho está hecho para la intrusión que avanza desde la extrusión; es el significante mismo. Así no todo es carne. Las únicas que improntan le signo que las negativiza, ascienden, de lo que cuerpo se separan, las nubes, aguas superiores, de su goce, cargadas de rayos a redistribuir cuerpo y carneJacques LacanRadiophonieScilicet 2/3. Editions du Seuil. Paris, 1970. Traducción de Oscar Masotta y Orlando Gimeno-Grendi. Psicoanálisis. Radiofonía y Televisión. Editorial Anagrama, Barcelona, 1977. Página 19
                                   
El oso de los caños de Julio Cortázar

                                                                 Botella de Klein

Por Armando Almánzar-Botello                  

     «Videmus nunc per speculum in
aenigmate, tunc autem facie ad faciem
Sanctus Paulus dixit [«Vemos ahora en
espejo, oscuramente, mas luego veremos
cara a cara.» Dice San Pablo]
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Lentamente el yo se forma, se condensa en los cristales
encontrando su matriz en las imágenes del Otro.

Fase o vida en el espejo también fosa. Hosca imagen per-
vertida por un tubo y siete llaves cantando su libido
en simetría inversa.
                                    Metaloide aletazo de otro mundo.
Mercurio casi agua.
                                    Azogue lúcido.

Yo es Otro,
escuchose Rimbaud decir un día.
Anticipaba en “Eso” la palabra Infierno
su poética mordida en la figura del espejo.

¡Estanque pensamiento, jaula de antimonio!

¿Fue Wallon-Girondo, Jacques Lacan decía,
—llorado vuelo en pez, fulgor del Otro—,
aquella retorcida máquina fluencia
de pájaro que hoy narro gimiendo en voz ardiente?

¡Sordo enigma-laberinto!           ¿Destello múltiple?

El sí-mismo estallado que un espejo ya “me” usurpa,
la no escrita opacidad de sujeto en bruto siendo,
entendido es carne o cuerpo sin linderos,
                             ¡borra el goce!
organismo sucumbiendo en lo real, zona de muerte
                 —turbio entrópico nirvana—
no esculpida todavía por el borde fronterizo
la pulsión irreverente
                                   y su bisagra.

El Yo básico que tiendo sin bufanda
             (Moi, dicho en francés),
a pesar con él de nuestro engolosinamiento
                 —¡sí, la muerte!—,
clivaje posterior del sujeto en la sintaxis,
            al caer sorda la letra,
                                                  ¡tiembla!
en ácido sulfúrico de ausencia,

no más que simple constructo imaginario
como el beso.

Y el rayo de una lengua en tulipanes arde.
Se ofrece danzando aquel oscuro interrogante:
                        el sí-mismo
ahora huye por los labios remotos del espejo /
en Otro ya entreabierta mujer de carne amada...

El sujeto de la enunciación, así por el reverso
—correlato de un objeto metonímico que escapa—,
es briosa tachadura-claroscuro y no detenta
imagen especular
                              sino la pérdida,
             la huida sin semáforo de un dios
                            por los grafemas.

De igual modo sangrando su vacío allá la Cosa /
a pesar de maniquíes, profilaxis y
                        vitrinas /
real, opaca, inmune —Das Ding dice la sombra—,
aletea furia ciega y no refleja
                                        luz de entendimiento alguno.

Solo sabemos del puro Yo sin verlo,
cuando nos escuchamos decir “Yo” al fin un día...
y es ya, tal vez, demasiado tarde.

¡Oh Je o “yo” simbólico del enunciado que hace
vínculo de máscara con otros,
y anuda lazo capital de cordura con el prójimo!

Por lo tanto,
el único semblante conocible se construye y
destruye aquí en la letra...

Y sin embargo,
horadado por la línea de fuga que
conduce hasta el no-rostro:
aquí se imbrican
                           —metáfora interpuesta—,
Gregor Samsa, locura fraseada
                             y máquina inclemente.

Ahora roto en ti caído, sin espejo mi poema,
un rizoma monstruoso ya germina en la mirada: /
guarida de lo humano y lo inhumano.
                                                              Violencia pura,
enamorodiamiento.

Rabiosa la escritura irreverente por la muerte,
durísimo el amor deviene así otro poema:
una piedra irreflexiva que destroza los vitrales...

Ahora vemos en espejo, sí, oscuramente,
mas luego veremos face to face...
                                                                face à face
                                                                faccia a faccia     
Angesicht zu Angesicht ///

Brotando bajo lluvia los relámpagos:
girasoles sorprendidos nos veremos cara a cara:                                                                   

Dará inicio final en el olvido /                       

la batalla inabordable de los rostros...

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26 de Agosto de 2010

Copyright © Armando Almánzar Botello.
Reservados todos los derechos de autor.
Santo Domingo, República Dominicana.

Copyright © Armando Almánzar Botello. Reservados todos los derechos de autor. Santo Domingo, República Dominicana.

Otros enlaces para este mismo texto:

Blog Cazador de Agua

Blog epistheme

© Armando Almánzar Botello. Santo Domingo, República Dominicana


NOTAS DEL AUTOR:

1) «La dislocación de la sintaxis en el discurso complejo del gran psicoanalista y pensador francés Jacques Lacan, apunta a la instauración de una suerte de simulacros coyunturales de los Procesos Primarios del Inconsciente que, regulados por una Lógica Paradójica, PARACONSISTENTE, cohabitan en el discurso del maestro con los enunciados que operan en base a la lógica identitaria clásica, representativa, aristotélico-predicativa, apofántica. Con ello, Lacan ejemplificaba en el plano de la dicción, de la retórica y la polivalencia poética de su propio discurso, la complejidad dinámica del aparato psíquico, libidinal-corporal, del que los propios textos de Lacan pretenden constituir una suerte de Pèse-Nerfs artaudiano...». Armando Almánzar-Botello. "Introducción a la lectura de Jacques Lacan".

Por ejemplo:

"Antes de toda fecha, Menos–Uno designa el lugar dicho del Otro [Autre] por Lacan. Del Uno–en–menos, el lecho está hecho para la intrusión que avanza desde la extrusión; es el significante mismo. Así no todo es carne. Las únicas que improntan le signo que las negativiza, ascienden, de lo que cuerpo se separan, las nubes, aguas superiores, de su goce, cargadas de rayos a redistribuir cuerpo y carne." Jacques Lacan. Radiophonie. Scilicet 2/3. Editions du Seuil. Paris, 1970. Traducción de Oscar Masotta y Orlando Gimeno-Grendi. Psicoanálisis. Radiofonía y Televisión. Editorial Anagrama, Barcelona, 1977. Página 19.

2) Jacques Lacan presenta un discurso denso, polivalente. Para pescar algo en él hay que conocer en primer lugar los textos de Freud, a cuya obra y conceptos remite constantemente aunque sea, casi siempre, en clave de relectura crítica.

Las principales "conferencias" de Lacan se realizaban en el contexto de su Seminario y ofrecían siempre luces y sombras...

Su tesis de grado para el doctorado en psiquiatría, "De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad", no ofrece dificultades estilísticas, así como tampoco las ofrecen algunos artículos de sus "Escritos"...

Jacques Lacan decía que su acto de escritura en los textos primerizos resultaba tan lineal y evidente, porque su estilo todavía no era "cristalino". Resulta indudable que utilizaba este último término en un sentido distinto a lo que connota esta palabra cuando se refiere a un decir meramente unívoco, fácilmente inteligible o sencillo. Aludía más bien a la complejidad proliferante de las estructuras cristalinas. Concepción muy próxima a la de un Gilles Deleuze cuando plantea, siguiendo a Worringer, un "régimen cristalino" a entender como esa dimensión semiótica vinculada al "cuerpo sin órganos" (CsO), con su funcionamiento por síntesis disyuntiva de órganos indeterminados, y opuesto a las estructuras orgánicas de los "cuerpos canónicos", constituidos por órganos definidos, estables y determinados, que operan, a diferencia del cuerpo sin órganos, bajo el principio de funcionalidad homeostática y sometidos a la imagen figurativo-conjuntiva del espejo.

Lacan es un pensador barroco muy conocedor de cierta tradición mística; él mismo lo decía con humor, explícitamente. “Estas jaculaciones místicas [se refería a los escritos de Hadewijch de Amberes, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, Angelus Silesius y otros poetas místicos] no son ni palabrería ni verborrea; son, a fin de cuentas, lo mejor que hay para leernota a pie de página: añadir los escritos de Jacques Lacan, porque son del mismo registro.” Seminario XX, Aún.

El pensador francés rendía honor también en su decir al concepto heideggeriano de "lichtung" (claroscuro, "mi-dire": medio-decir)...

Lacan, además de psicoanalista y enseñante, era un pensador y un poeta. Pero había una razón para esta oscuridad: el maestro intentaba plasmar en su decir la complejidad paraconsistente, polivalente, fronteriza, de los "procesos primarios del inconsciente" en su relación dinámica con la lógica clásica, apofántica, identitaria, que rige en el "sistema preconsciente-consciente".

No obstante, cuando se conocen el contexto y los ejes conceptuales de su discurso, la palabra y la escritura de Lacan se constituyen en lo que Jean-Claude Milner denomina: La obra clara. Ésta, además del rigor teórico sustentado en la clínica, detenta una inventiva poética cifrada en el bien-decir.



NOTA DE 2015


«En el momento en que se pueda crear una poesía de la violencia pura, una poesía que se maravilla con las libertades totales de la voluntad, deberá leerse a Lautréamont como un precursor. Esta violencia pura no es humana; darle formas humanas sería frenarla, retardarla, razonarla. Poner una idea, una venganza, un odio en la base de su violencia, sería perder su ebriedad inmediata, indiscutida, su grito... En el Marqués de Sade la violencia sigue siendo humana, continúa preocupada por su objeto.» Gaston Bachelard, "Lautréamont", Fondo de Cultura Económica, México, 1985, página 14.

«Jacques Lacan, Philippe Sollers, Pierre Klossowski, Oscar del Barco, entre otros, han hablado de una "violencia textual", escritural, de segundo grado, que iría más allá de la simple práctica del sádico, el cual erige fantasmáticamente una víctima inmortal, para asegurar o garantizar sobre ella su función de dominio, su rol de autor consistente del dolor "infinito" padecido por dicho sujeto-objeto martirizado. Como nos recuerda el psicoanalista Juan Carlos Plá I. siguiendo las enseñanzas de Lacan: "El sádico quiere saber qué pasa con el objeto cuando se ejerce sobre él la mayor violencia, pero no se arriesga a perderlo, a perderse; lo tiene siempre ahí, disponible. Se queda en el estéril placer de hacer sufrir por hacer sufrir." La violencia textual, de modo contrario, como dinámica intensiva de la crueldad más allá del mero sadismo que se asegura su objeto, estaría también situada más allá del deslinde entre el bien y el mal, y vendría a constituir un meta-crimen simbólico, de segundo grado, con respecto a la velada complementariedad de los dos términos de los paradigmas: "virtud /crimen" y "paz / violencia". Dicha escritura sería violenta porque revelaría la secreta alianza, regularmente innombrable, que opera entre la llamada "Virtud oficial" y el "Crimen quirúrgico" institucionalizado...» Armando Almánzar-Botello. 

«El hombre está siempre más acá y más allá de lo humano, es el umbral central por el que transitan incesantemente las corrientes de lo humano y de lo inhumano, de la subjetivación y de la desubjetivación, del hacerse hablante del viviente y del hacerse viviente del logos...» Giorgio Agamben, "Homo Sacer III", PRE-TEXTOS, Valencia, 2000, página 142. 

«La figura del Musulmann marca la limitación de Levinas: al describirlo, Primo Levi usa repetidamente la expresión "sin rostro"... Puede ser que el Musulmann sea por lo tanto el grado cero del semejante... la Cosa monstruosa (das Ding), impenetrable, que es el Nebenmensch... ¿No existe en el corazón mismo del inhumano prójimo judeo-freudiano una dimensión monstruosa que ya está mínimamente "humanizada", domesticada, una vez que se la concibe en el sentido levinasiano? ¿Qué pasaría si el rostro levinasiano fuera una nueva defensa contra esa dimensión monstruosa de la subjetividad?» Slavoj Žižek, "Visión de paralaje", Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2006, páginas 166, 167 y 168.

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                          DISCURSO DEL OSO: Julio Cortázar

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