domingo, 28 de febrero de 2016

JARDINES OBSOLETOS... Breviario vacuno de teología apofática.

«...El Cuerpo sin Órganos (CsO) es la potencia del Cuerpo Intensivo que encuentra en el huevo, concebido desde el punto de vista de la embriología post-fenomenológica deleuziana, el campo de gradientes, vectores, tensiones, umbrales, en el que se operan devenires-cuerpos. 

La relación problemática entre organismo, lenguaje, objeto metonímico y cuerpo intensivo y/o libidinal, encuentra también, en el psicoanálisis de Jacques Lacan, una ejemplificación topológica en las figuras de la Banda de Moebius, el Cross-cap y la Botella de Klein, con su continuidad, complicación o torsión entre el adentro y el afuera.

El Cuerpo Intensivo no es más que el Cuerpo sin Órganos entendido como campo descentrado de manifestación de una única onda o sensación que recorre la multiplicidad de registros o dominios sensoriales y se expresa en ellos de una forma plural. La fenomenología habla, diferenciadamente, de un "desorden de los sentidos" (Rimbaud) basado en una mezcla de dominios sensoriales distintos, pero totalizados al final del proceso en una unidad sinestésica de las sensaciones.

La concepción del cuerpo sin órganos, niega esta presunta unidad de base fenomenológica del cuerpo vivido, tal como lo conciben Rimbaud y... Merleau-Ponty; afirma una única sensación problemática, atópica, que se resiste a la metafísica de la presencia y se manifiesta, como hemos dicho, en los diferentes registros sensoriales...» © Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.
                                   
                           
  Francis Bacon. Tríptico.
   "Estudios sobre el cuerpo humano". 1970.


Por Armando Almánzar-Botello
Elle, défunte nue en le miroir, encor...” Stéphane Mallarmé
“Y ella apenas difunta desnuda en el espejo...” (Versión de Octavio Paz).
“Ella, muerta desnuda en el espejo, aún...” (Versión de Jorge Camacho).
“Ella, cadáver desnudo en el espejo, todavía...” (Versión de Armando Almánzar-Botello).

¡Todo ha sido un gran descuido
en la limpieza del jardín!

Se produjo sin pensar el accidente:
un llamado fortuito al indigno portal de loca muerte:
viento y hojarasca...

Y el hombre —no lavado todavía por la lluvia su recuerdo— mira:
el cuerpo abierto en canal y la osamenta,

                                                   no escrita, silenciosa, resentida,
en garfios de rencor crucificada, lenta carne indecible que se abisma
desangrándose,
                            convulsa,
todavía suspendida en la viga mayor del cobertizo.
Ni Rembrandt ni Francis Bacon adivinan su misterio:
venerable y ausente vaca triste... Vuelan moscas…

¡Piedad para la carne ayer hermosa y hoy abyecta!
Piedad para el Poema en la penumbra eviscerado.

Larvas proliferan ideas corrompidas por tu mente.
Abren versos nauseabundos por el cuerpo...
¡Oh, escritura!: esquirla furiosa de vacío cortante.

Sin embargo:
                      en el tronco del árbol más florido
con nuevas direcciones electrónicas, alto y limpio su amor
digita el hombre
                         —galopa con su brío un nuevo texto—.
Olvida ciertamente al gusano pertinaz de pobre ditirambo.
Y Arquíloco se ríe de la sombra.

Ahogada ella tu alfabeto en viejos alcoholes no perdona, mas comprende.
              En ruin mal-acertijo luego caligrama no agraciado en formol, 
muerta ella al fin,
                             rota en el baile,
yerta casi esqueleto sin el buitre, sangra entreabierta mediodía, 
sangra,
             seminal de hambre sin su hombre irreflexiva, agria en tumba,
vomita pena escrita,
                                 correos antiguos del infierno y muerte
olida en viejos caminos y tesauros 
enemigos,
                 parte a parte,
todavía sin su mundo.

Asegura mano en ristre loco el hombre no desea,
—con firmeza obstinada de pincel por la montaña—,
comer de nuevo carne putrefacta de ausencia,
ni volver a cabalgar la ilusión de los cangrejos, no apetece,
                           aquí en el lienzo,
trato alguno con aquellos pequeños animales:
las letras que poblaban, dialogantes,
                                                           gorjeantes,
el púbico ramaje oscuro con su hembra,
presumida lujuria de la nada, cefalópodos, máquinas, cábalas, pájaros,                                                   
tijeras, 
o piojos acuáticos en las malas hierbas musicales
de fotosíntesis letal, tan engreída en tinta.
                                                                   ¡Oh, Cosmos!
Los veo a todos respirando un aire ajeno,
ya bebiendo,
                     criaturas,
el sudor fosforescente de otro humano más deforme,
casi monstruo,
                        alfabeto caníbal revertido,
filosa uña en mano izquierda,
                                                 cogitando,
¡vigorosamente vivo en los gerundios!

Perdóname, mujer,
pues que todo lo vivido ha sido un gran desastre:
los poemas dibujados en la luz que un día soñamos,
la limpieza triste ahora del jardín gimiente,
los órganos transgénicos que aúllan su escritura
bajo el golpe de machetes y artefactos abstraídos.

Desbrózate, desnúdate mujer de tanto adverbio
y vuelca tus canastos de grafemas en lo neutro.
Criaturas abortadas en la hierba...

Rehabilita el olvido y el silencio:
¡Es mi condena!…





Octubre-noviembre de 2010

Copyright © Armando Almánzar Botello. Reservados todos los derechos de autor. Santo Domingo, República Dominicana.


                     Francis Bacon. Estudio para una crucifixión. 
                                      (Tríptico. Panel de la derecha).1962

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© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo. República Dominicana.

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