«Excitado por esta afirmación el Papa abre las esclusas de su memoria. Los gobiernos tiemblan. Se intercambian mensajes sagaces. Los sismólogos arrepentidos oran para que se inicie la era de las catástrofes.» Aldo Pellegrini
«¡No a la ridiculez del viejo que desafina el canto! / ¡No al judío jorobado y fétido que trae mala suerte al huerto!» Armando Almánzar Botello inspirado en Walter Benjamin
«Me hacen gracia junguiana las canicas, bolitas, bellugas o abalorios, con su almita petulante, polícroma y trivial...» H. Hesse (pseudo)
Francis Bacon. "Estudio del Papa Inocencio X de Velázquez".
Óleo sobre lienzo, 1953.
Por Armando Almánzar-Botello
«Existen modalidades de la “cita” o de la paráfrasis que sencillamente constituyen una severa manifestación de gran deshonestidad intelectual.» Armando Almánzar-Botello
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¡No y no al manido sonsonete! No y no al trivial
categorema frígido del texto aleteando metafísica
en lo alto, sin testículos ni vulva.
¡No a la insensible hipertrofia vanguardista
que haría vomitar al gran Vallejo!
¡No y no a la geométrica mierda metonímica!
No y no a la simplista y engañosa microtecnia fontanera...
¡No a la desplumada cotorra existencial, tan
ontológica!
Mas no también a ese lirismo melodioso
con su rancia dulzura de trapiche complaciente.
¡No y no al manido sonsonete!
¡No al savoir-faire banal, reiterativo!
No a la renegación microtécnica,
“neobarroca” y monocorde de la muerte.
¡No al irredento prosaísmo!
¡No a la retórica brumosa y farfullante! No
al fétido y ridículo amasijo de metáforas
que son la mera niebla
de lo insulso currutaco en la escritura.
No a las pestañas presumidas de
imposible muñequita coquetica y linajuda.
¡No a la ridiculez del viejo que desafina el canto!
¡No al judío jorobado y fétido que trae mala suerte al huerto!
No al lirismo terco y fraudulento de crujientes
gecarcínidos cangrejos,
los mismos que ahora escriben tan fecales
/bamboleando tuertos casi su cochambre/
por los patios radiactivos de un poético desastre.
¡No y no a la escolástica del verso y el bagazo! ¡No
al compromiso de bocina petulante y no al bien trinar!
¡Perdón os pido, inicuos! Mas digo ahora ¡no!
a la madre-simulacro, al terruño glorioso infanticida.
¡No y no a la obesa poesía de salón para señoras,
con menudos perritos de bufandas! ¡Tan tan torpes,
lujuriosas por la moda y opulentas de pechuga unas;
tan tan fálicomenudos los otros con sus versos!
Poli-negociada picardía sus alianzas en clave
mercantil y fiduciaria. ¡No!
Y lo único bueno que nos llega de su pacto bien
podría ser la zoofilia: elevado el animal a la estatura
de consorte…
Así, maravillosa historia —¡oh gran Vladimir Propp!—
poco a poco en la poética irrumpe sin pudor el
cuerno místico: dictadura de la carne con respaldo
popular... ¡Turpicula res!
El poema impuro en prosa: asunto de auténtica
libido talismánica y genuin@s poetas floreciendo
sin alarde…
Lo sublime monstruoso del instante neorroto:
realismo a la medida de lo incierto y lo (im)posible.
Atrapar ahora en este mundo su reverso
inabordable de otro mundo...
¡Que Dios bendiga vuestro reino amable!
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Febrero de 2010
© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.
Blogs en los que figura este mismo texto y sus variantes:
Blog Cazador de Agua
Blog Tambor de Griot
Blog Otros Textos Mutantes
Copyright © Armando Almánzar Botello. Reservados todos los derechos de autor. Santo Domingo, República Dominicana.
20 de febrero de 2014
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LOS CLÁSICOS, LOS LINDISTAS, LOS VANGUARDISTAS Y EL CAMINANTE
«Pero comprendí que todo era falso.
Falsa la forma de la vaca que sueña
con ser una linda doncellita incipiente.
Falso lo del falso profesor que ha esperado
al cabo comprender su desnudo.» Vicente Aleixandre
«Duplicidad del caminante: nostalgia de la Fiesta y enraizamiento en sí mismo, en su mismo andar. Instante: felicidad en el Inquietum, existir en el Un-ruhiges (lo inquieto) como si fuese morada.» Massimo Cacciari
«Hay una única desviación, la desviación centrista; la elección del juego seguro, de evitar con actitud oportunista el riesgo de tomar partido clara y excesivamente.» Slavoj Žižek
«Francis Bacon, vuelve. Slaughterhouse’s Crucifixion, de Armando Almánzar-Botello, instaura un nuevo código discursivo que hace de su dicción un entramado de sólidas arquitecturas verbales e insólitos hallazgos expresivos.» Alexis Gómez-Rosa
Por ARMANDO ALMÁNZAR-BOTELLO
«Irrisorios “ángeles de canquiña y mazapán” se han alzado con los dones del Cielo y no quieren disolverse ni en el paladar de Dios» Armando Almánzar-Botello 😇
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Ciertas mentalidades carentes de verdadera perspicacia no conciben que un escritor —y en particular un poeta— se proponga o desee no continuar escribiendo ni leyendo repetitivas obras literarias producidas a granel, correspondientes a un determinado talante o registro histórico-semiótico, temático-formal, genérico y retórico-estilístico, ya severamente datado, agotado y clausurado.
El auténtico creador, como explorador de nuevos sentidos y formas semióticas insospechadas, desdeña ciertas modalidades retóricas manidas por considerarlas demasiado previsibles.
Aquellas estructuras y fórmulas poéticas tan manoseadas —muchas de ellas meros y desvitalizados neoclasicismos, neorromanticismos yertos o pseudovanguardismos de cuarta, quinta o sexta generación— constituyen para el artista-caminante, comprendido como “injeto” (G. Deleuze), como generador, creador y explorador de nuevas madrigueras, agenciamientos maquínicos, laberintos, techos y membranas que comuniquen lo sideral con lo “éxtimo” (J. Lacan), simples “fantasmas de experiencia” completamente irrelevantes para su particular proyecto de escritura, para su nivel o grado atmosférico de percepción intensiva del mundo, para la densidad de una particular conciencia exploratoria del hecho poético de la que dicho artista participa creativa y dionisíacamente.
Cuando este sujeto-enigma, en su calidad de instancia “autobio/tanato/heterográfica” (J. Derrida), desea leer auténticos precipitados estilísticos tradicionales, clásicos, románticos, parnasianos, simbolistas… prefiere simplemente la relectura siempre novedosa de los Clásicos y de los Grandes Maestros de la Modernidad. Pero su acto de creación propio constituye siempre —o por lo menos, así él se lo propone— la riesgosa exploración de una espesa floresta “semántico-sintáctica virtual” que, en un complejo y deleuziano rizoma o “laberinto de fronteras” a lo Wittgenstein, no se amarra a la seguridad de los límites y pretiles consabidos y programados.
Esta estrategia comporta, como bien dice Harold Bloom, una “relectura fuerte” de ciertos textos canónicos, una redescripción transformativa de las verdaderas grandes creaciones de una cierta tradición, sí, pero solo si ello implica la incubación y generación de auténticos “valores est/éticos agregados”, los cuales germinan muchas veces fuera del ámbito de la fácil belleza convencional de bisutería y tocador.
La mera repetición mecánica de “cosas bellas” o supuestamente “originales” —sin riesgo cinegético ni fuerza de recreación, sin un genuino acto exploratorio e inventivo que como (i)legible acontecimiento inmanente siempre bordea la monstruosidad, la desmesura, lo siniestro y el exceso, aunque luego retorne a la definición de nuevos límites e inéditas territorialidades artísticas—, constituye tan solo un ejercicio esteticista de salón, una insulsa barricada para pasar un grato momento de nostalgia pseudocombativa y regodearse desmayadamente en la gastada y frívola doxa de la impotencia, el resentimiento y la presumida indigencia intelectual. Huera repetición retórica de unas “fiestas galantes” y de una descolorida fanfarria bélica, pseudometafísica o politicista; insistencia torpe que todavía pretende usurpar los vacuos resplandores evocados por el nombre desvaído de una ingenua “Revolución”, o en su defecto, cultivar un simple y demagógico purismo irrelevante que ignora la “escritura del desastre” (M. Blanchot), la recuperación fractal y parsimoniosa del sentido con posterioridad a su catastrófico vaciamiento vanguardista...
La poética de lo real como est/ética rota (Jacques Lacan) constituye algo muy diferente a la seguridad mediocre de un juego retórico preciosista o simplón, al empobrecido ludismo frívolo que pretende cerrar el camino —con lánguidos y jadeantes resplandores mentidos—, a las auténticas y nuevas experiencias inventivas, vigorosamente creadoras —legítimamente rememorantes (Andenken: Heidegger)—, a esas vibrantes y complejas configuraciones semióticas que se perfilan como resultado de un intenso y lúcido proceso creativo dirigido por una briosa voluntad de forma.
Dicha voluntad permite concebir y orientar la faena creadora como ejercicio de potencia, como dación de forma, efecto y atributo de un sujeto de la escritura polivalente que insurge desde el plano virtual de inmanencia (G. Deleuze).
Construido y trabajado por la letra y el universo de lo simbólico, ese problemático sujeto del acto de escritura, en su ardimiento prosódico, en la tectónica de su dicción en curso y en el juego hipercomplejo de la intertextualidad, explora un campo de posibilidades semióticas, estéticas y cognitivas que se van actualizando —en la turbulenta embriaguez inteligente y en la manía dionisíaca y lúcida—, como ritmo-sentido transformativo y multiforme, como articulación (a)significante de nuevos modos de pensar y sentir los universos textuales.
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20 de febrero de 2014
© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.
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PURAS CORAZONADAS “ESTÉTICAS” Y SENTIMENTALISMOS NAÍF (Notita para el vulgo que mete la cuchareta ejerciendo sus “derechos” a opinar en nombre de una falsa democracia intelectual, estética, dizque “contextualista” y metaliteraria en abismo)
Por Fredesvinda Báez Santana y Armando Almánzar-Botello
«La llamada “obra de arte” puede ser pura repetición de lo dado, reiteración de la belleza establecida como canon; hasta puede ser un mero pastiche o plagio no redimido por la ausencia de transformación semiótica de los contenidos y materiales, ni superado como simple copia por la no emergencia, como valor estético, de una forma-sentido insospechada y nueva. La proteiforme “creación artística” radical, por el contrario, rompe con el canon yerto del buen gusto, del sentido común y el buen sentido, subvierte las normas y límites de la belleza codificada (o por lo menos eso se propone), abandona la serialización academicista en la “dación establecida de forma-sentido”, explora lo desconocido semántico y morfosintáctico hasta un límite tan radical que puede colindar con lo feo, con lo abyecto, lo siniestro, lo ininteligible, lo imposible y lo monstruoso. Esta categoría de “creación artística” genera nuevas y enriquecedoras perspectivas de apreciación estética. Con ella, la belleza convencional podría verse agujereada, fracturada, rota, despedazada, y, para decirlo parafraseando a Nietzsche, solo renqueando podría transitar esa belleza por el espacio inédito que un potente sujeto de la escritura despliega como experiencia fuerte y transformativa que alumbra nuevos mundos en lo abierto, más allá de la retórica y de lo verosímil, de lo reiterado y pobremente dicho...» Armando Almánzar-Botello
«Irrisorios “ángeles de canquiña y mazapán” se han alzado con los dones del Cielo y no quieren disolverse ni en el paladar de Dios» Armando Almánzar-Botello 😇
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El valor más trascendente del arte no es igual al de “un fruto silvestre”, no se mide por la “espontaneidad de una mente y un corazón”.
En primer lugar, no hay “primigenia naturalidad” de los momentos vitales. Todo está desde siempre “contaminado” por la memoria, la tradición o el artificio.
Los estados emotivos primarios no se transmiten en bruto, es necesario encontrar los correlatos verbales o semióticos precisos que los transfiguren en arte. Esto lo habían dicho T. S. Eliot y Gilles Deleuze, entre muchos otros.
Una cosa es lo que se entiende por vida, experimentada esta como concatenación “espontánea” o contingente de “accidentes fenomenológicos”, y otra cosa, muy distinta, es la obra de arte como resultado de la “contemplación activa” de lo vivido y el direccionamiento intencional, pero también consciente/inconsciente de las “vivencias”, para extraer de ellas —al orientarlas, redefinirlas y seleccionarlas por medio de una vigilante “voluntad de forma”—, los “signos esclarecedores” de esa “vida en bruto”, el brillo incorporal del sentido-acontecimiento.
Wordsworth, el gran poeta inglés, hablaba de la “emoción artística” como de un estado afectivo recordado y contemplado en la calma y en la distancia temporal y física, lo que daba origen a un nuevo sentimiento estético emparentado con la emoción originalmente sentida y evocada, pero diferente de esta.
La simple transmisión directa de las emociones solo produce arte naíf.
La obra artística siempre surge “al compás de la faena creadora”, de la orientación formal y de la dialéctica forma-sentido.
Desde luego, dicha labor transmutante debe estar afianzada en sensaciones, percepciones, afectos, intuiciones e ideas vigorosamente vividas, “internalizadas” y asimiladas por el artista.
La mera “supuración” psicologista y espontaneísta de estados emotivos directos solo produce “arte” mediocre, vociferante, sensiblero, “lirismos solipsistas” para ser apreciados y disfrutados exclusivamente entre personas “conocidas”; entre “novios” o “viejos amigos”, por ejemplo.
No hay en el arte comunicación “de corazón a corazón”... ¡La potencia de la forma es lo decisivo!
En síntesis: lo esencial en la obra de arte (en el poema, específicamente) no se reduce a poner en juego, de modo “espontáneo”, directo, las percepciones y las afecciones del sujeto autorial. Es necesaria la orientación formal del texto más allá de la materialidad de sus determinaciones físicas, personales o biográfico-psicológicas.
Es preciso alcanzar la superficie virtual y metafísica que permite un “devenir rebelde”: otro tipo de aventura semiótica distinta de aquella posibilitada por el sentido común y por el buen sentido. ¡Para lograrlo, se necesita conjugar el talento transformativo y la “espontaneidad” trabajada, el estudio de la tradición, la disciplina y la cultura!
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Marzo de 2014
© Fredesvinda Báez Santana y Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.
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POÉTICA DE LO REAL
«Dedico este fragmento a los ingenuos que confunden “obra de arte” con “creación artística” en el acto de escritura. Aludo a los que no asimilan todavía esta sal en la herida viva: que la “belleza” no es arquetipo yerto sino efecto incorporal del accidente aleatorio al que un creador orienta y explora y dirige y le da forma: mutante ideología histórica que se actualiza siempre, transideológicamente, por mediación de la belleza rota, es decir, de la función est/ética y transformativa. Dedico este modesto acto de escritura a los que por deslumbramiento inerte no crean sino que repiten “belleza” vieja, regurgitan manido “arte”, no transforman ni crean sino que croan, y en su remota charca crían baba de limo rústico y simple pátina de fierros viejos.» Armando Almánzar-Botello
Por Armando Almánzar-Botello
«Irrisorios “ángeles de canquiña y mazapán” se han alzado con los dones del Cielo y no quieren disolverse ni en el paladar de Dios» Armando Almánzar-Botello 😇
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Por la senda “lituraterrestre” de Jacques Lacan, Jacques-Alain Miller y Manuel Fernández Blanco (2002), entendemos como difícil la poesía que funciona en el ámbito del sentido.
La dificultad semántica de un texto es un concepto que remite a la hermenéutica, al descubrimiento de capas de sentido inconscientes, implícitas en la estructura o configuración sígnica de una obra literaria entendida como obra de arte.
La poesía oscura lo es porque se mueve todavía en el espesor de los significantes y de los signos, en el orden de la palabra.
Frente al sentido constituido como simple invención, se levanta el sinsentido como no-sentido, como creación y abocamiento a lo real a través de la función litoral de la escritura y la letra.
La llamada “poética de lo real” se aproxima al agujero y a la falta en el Otro como sede tachada o barrada de los significantes-letras. Aquí, la única forma de dificultad, fuera de la exégesis metafísica tradicional, es una tensión orientada entre sentido y sinsentido, entre lo simbólico y una articulación semiótica que comporta la diseminación de los significados cerrados, intencionales y canónicos cediendo ante el puro ritmo.
El poema, como acto, se “desabona del inconsciente simbólico” y abre el sentido estético al sinsentido de lo real. Así, la creación realiza un vaciamiento catastrófico de las significaciones canónicas y una ruptura con el automaton inconsciente para dar paso a una nueva forma de fallar el encuentro con lo real del vacío: tychê literal, litoral, cuyo resultado poético-escritural sorprende y transforma el posicionamiento y la estructura subjetiva del mismo sujeto creador.
La obra de arte como algo diferente a la creación artística persigue sentido en el sinsentido. La creación como tychê disuelve el sentido en su avance dirigido hacia el no-sentido de lo real. La belleza surge aquí como epifenómeno.
Armando Almánzar-Botello
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Agosto del 2010
© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.
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Febrero del 2010 (Texto retocado)
© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.
Otro blog en el que figura este mismo texto:
Blog Cazador de Agua
Blog Tambor de Griot
Copyright © Armando Almánzar Botello. Reservados todos los derechos de autor. Santo Domingo, República Dominicana.
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OTROS BLOGS DE ARMANDO ALMÁNZAR-BOTELLO:
Cazador de Agua
Tambor de Griot
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