domingo, 15 de febrero de 2015

DESNUDA SALOMÉ. El retorno de lo reprimido

«Esa violencia femenina, generada históricamente por la represión falocrática de la feminidad y por la marginación de que ha sido objeto la mujer, retorna entonces como passage à l'acte (paso al acto: Freud, Lacan) de naturaleza asesina. Con esta afirmación, insistimos, no dejamos de reconocer que la mayor dosis de violencia se produce contra la mujer y la ejerce el hombre.». Armando Almánzar-BotelloSalomé: Las violencias, los crímenes, las inhumanidades...
                       

Por Armando Almánzar-Botello    

     “Dios ha muerto” Friedrich Nietzsche

     “Hácese añicos el mundo en estado de sitio…” David Huerta

     “La policía llega al alba como llegan la muerte y el nacer” Adrienne Rich
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     Después de mi baile torcido y el humo 
                   pestilente de abismo 
—ya conocido en espejo tu ser, en las luces rotas del caleidoscopio—
señalado fuiste por vocación oscura de mi Otra sin nombre.

     Varón-cuerpo elegido al fin destinado por la Cosa indecible 
a los maquinales garfios de la carnicería ciega. 

     Tú caerías bajo el brillo animal —filoso, cruel, deslumbrante—, 
que araña y muerde al ser hasta descuartizarlo, 
despedaza los cuerpos con los tajos violentos de afiladas joyas desnudas, 
con los cortes fatales del vacío inviolado.

     Simulabas olvido: la remota violencia... Mas yo conocía tu fluir de tigre... 
La Otra codiciaba tu fulgor de enigma.

     Salimos muy juntos de la discoteca triste, 
que siguió despierta oficiando en el humo sus misterios vanos. 
En el soplo ardiente de la noche turbia tomamos un taxi 
como quien aborda la barca de Caronte.

     En espejo convexo —roto azogue loco—, vislumbraba yo las calles    taciturnas, 
las esquinas oscuras en la ciudad inmensa, el hueco de los hombres, 
los dientes podridos de las estatuas públicas, los semáforos bizcos de mirada torva… 
el poder y la gloria junto al dolor sin nombre.

     Y el taxi corría por calles oscuras mientras yo me preguntaba: 
¿Dónde vibra esta noche su poema inaudito? ¿Dónde grita en olvido su desaforada sangre? 
¿Es diagrama inevitable la escritura nítida, maquínica, perversa, 
carpintería pérfida meramente lúdica, economía cínica de acero burilado, pulido, profano, 
a veces medrosa, ocurrente o barroca, mas vacía toda de grandeza inmanente?...

     ¿Escribiré la historia?...

     Pensaba en la grandeza inmanente de la hierba y 
en la red capilar de sinsentido que vuelve 
—neutro en su temblor bajo el arco de lo eterno—, 
a crear en la aurora de la página en blanco 
los dioses los hombres y las bestias del instante... 

     ¿Escribiré la historia?...

     Y la memoria fría de la rutina insomne se detuvo al frente de mi edificio absorto. 
Tú pagaste el taxi… Pausadamente subimos la escalera... 

     Caballero pulcro, como siempre noble, gentil y delicado 
—valores todos pasados de moda, presentes tan solo en el viejo cine negro—, 
muy en tu papel preguntaste a mis ojos para besar mi pelo, 
exploraste mi seno para palpar mi hambre... 
Con un dedo suave intentabas leer el temblor de mis labios. ¡Todo un Braille del miedo!... 

     Al llegar a mi piso abrí yo la puerta.

     Ahora te desnudas aquí en mi apartamento. 
Estamos en mi cuarto: penumbra familiar de mis fantasmas torvos... 

     La bombilla de la sala con su turbia luz de sangre, 
a través de la cortina que compré hace un mes en Macy’s, dibuja 
extraños signos en tu inocente espalda. ¡Oh ángeles azules!...

     Deliro al decidirlo… Mas debo al fin decirlo: sigilosa deslizo 
el ambiguo narcótico en el rojo vino espeso. 

     Ahora mi odio, mi culpa y mi goce —en desleimiento irredimible, ardiente—, 
se mezclan con violencia de materia ciega en pánico sin fondo. 
Espero tan solo en silencio el instante...

     Desnudo mi pudor en la promiscuidad secreta. 
Doy al fin por teléfono la terrible clave justa... 
Y en pocos minutos, con filosos machetes, con frías metralletas, 
llegan, ¡irrumpen!, mis amigos de la Logia para iniciar el rito… 

     ¡La carnicería retorna!... 

     ¿Escribiré la historia?... ¡Ahora el primer golpe! 

     Un temblor inhumano ya sin fin te desangra en estertores lúcidos. 
Y gime su carne de crudo animal tu Ser desollado. Tu prosodia 
escupida sin decir su misterio. Tu indescifrada sangre...

     Cuerpo sin nombre golpeado hasta el hueso por la escritura 
oblicua del resentimiento…¡Cuchillo!: esquirla furiosa de vacío cortante...

     ¡Y ahora yo soy! ¡Soy la que Soy! Habla en mí la mixta:
¡Kali-Salomé-Némesis-Lilith-Tíamat-Okute Yemayá!

     (Revisan mis demonios tus bolsillos húmedos y no encuentran nada... 
Bueno, casi nada, tan solo este relato visionario y manuscrito ahogado en tu sangre...)

     En aquel vago anhelo tú fuiste en mis días un Dragón alado. 

     Regías el mundo de mis animales limpios, 
mi temblor secreto de floresta espesa, 
la caligrafía torpe de unas manos blancas… 

     Cubrías con tu aliento el pudor de mis cristales, 
pulía tu mirada mis inhóspitos espejos, mi selva desnuda solo tú explorabas, 

     y abriéndole su encierro a la escritura con sus pájaros, lamías 
mi canto más oscuro en el silencio... 

     Sin embargo, aquellas manos mías hoy blanden siniestras 
—a través de otras manos contra tu garganta pura—, 
violentos cuchillos de filosa lumbre... 

     ¿Escribiré la historia?... 

     Te destrozo ahora el rostro para olvidar tu nombre. 

     En la hortera de sombras recibo intemperante la cabeza del dolor 
altivo y roto. Mis dedos se pierden, caminantes locos, por tu mullida barba y 
su esplendor sangriento… Mi delirio fosforesce... Mojados de misterio 
mis dedos me recorren...

     Testimonio doy de tu caída neutra en el maquinal abismo. ¡Ahora! 

     Inclemente mi goce oscuro de cyborg, de perra, de diosa, de anhelante pantera... 

     ¡Y arde Otra por la furia y gruñe hondo su misterio, 
alucina carne ardiendo y en la danza escupe letras! 

     Soy jovial y terrible carnicera que finge 
cautelosa en la noche un rostro verdadero 
—maquillaje cifrado de animales divinos, futuristas, inéditos... 

     Ya voy siendo en la escritura el animal inabordable, la mujer molecular, 
absoluta, (in)visible...

     Y muerdo el Gran Secreto, 
respiro mi floresta, / defiendo tras la máscara el azar y la escritura, /
el sueño con el ávido fluir de sus panteras... 

     ¿Todo ha sido culpa de Dios y los Varones?... 

     ¿Tan solo por amor se levantó mi odio en río turbulento de semblantes por el cielo?

     La navaja con su brillo sin sentido aquí en mis ojos 
—¡oh semántica centella parricida!—, refleja la convulsa noticia del silencio:

     (Tu muerte más alta y luminosa en los vitrales. 
Tu sangre más rotunda en mi bandeja, como un río. 
Una nueva cabeza para mi tocador de espanto).

     ¿Quién proclamará la nueva muerte de los dioses? 
¿La trompeta solo aguarda el cuerpo escrito del desastre?

     ¡Oh fluir perseverante del momento! 
¡Sol desnudo en el asombro de un pórtico y sus pájaros! 

     Aletazos caligráficos del alba...

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Agosto de 2010. (Poema ligeramente retocado).

Blog Otros Textos Mutantes 
Domingo, 15 de febrero de 2015

© Armando Almánzar Botello. Santo Domingo, República Dominicana

Otro blog en el que figura este mismo texto y otro relacionado:

Blog Cazador de Agua: https://tambordegriot.blogspot.com/2013/07/desnuda-salome-o-el-retorno-de-lo.html?m=0

http://tambordegriot.blogspot.com/2010/08/salome-las-violencias-los-crimenes-las_22.html?m=0

Copyright © Armando Almánzar Botello. Reservados todos los derechos de autor. Santo Domingo, República Dominicana
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Adenda: 

BLOG CAZADOR DE AGUA
Domingo, 22 de agosto de 2010

SALOMÉ: Las violencias, los crímenes, las inhumanidades.(Apuntes en torno a la reactualización poética de una leyenda)

     «El anhelo de expulsar totalmente la violencia del territorio de los ordenamientos y procesos humanos; el deseo totalitario de fundar el reino absoluto de la paz libre de todo conflicto; el proyecto de establecer la armonía universal carente de contradicciones, constituye el principio de la peor violencia: la guerra preventiva contra el sujeto, por definición contradictorio y conflictivo, la lucha sinuosa y perversa contra la complejidad indomeñable de lo in(humano), contra el planeta y las poblaciones en su diversidad irreductible y problemática. Esta violencia preventiva opera, explícita o implícitamente, para garantizar la permanencia de un Orden injusto, el imperio de lo totalmente transparente y previsible. El banal e hipócrita integrismo pacifista termina siendo muchas veces el complemento perfecto de la Guerra Genocida que desata el Biopoder contra la inconmensurabilidad de lo múltiple.» Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana

     Por ARMANDO ALMÁNZAR-BOTELLO

     Walter Benjamin distinguía entre dos tipos de violencia: la violencia “mítica” del poder establecido, y la violencia “divina” de la emancipación.

     La primera opera invocando a las leyes en nombre de un Orden (injusto) y de la estabilidad del Poder constituido. La segunda se produce apelando a la Justicia, que no necesariamente se encuentra representada por la legislación o la juridicidad vigentes. 

     Esta última modalidad de violencia, la que Benjamin denomina “divina”, es un acontecimiento que surge en la soledad de la decisión ética, de cara a la vulnerabilidad del otro y de nosotros mismos. Ella es asumida con lúcida responsabilidad, sin perseguir garantías de ningún Dios ni efectuar cálculo alguno de beneficio y riesgo propios. Esta violencia de la Emancipación, como se puede comprobar, resulta muy diferente a la Violencia Estructural del Sistema, a la violencia propia del Mercado y de la Guerra Imperialista, genocida.

     Alguien habló de una “violencia textual”, escritural, situada más allá del deslinde entre el bien y el mal, y que constituye un meta-crimen simbólico, de segundo grado, con respecto a la velada complementariedad de los dos términos del paradigma: paz/violencia. 

     Dicha escritura sería violenta porque revela la secreta alianza, innombrable, que opera entre la llamada “Virtud oficial” y el “Crimen quirúrgico” institucionalizado...

     Hay Crímenes implícitos de la Paz (Franco Basaglia, Foucault, Derrida, Žižek, Butler ...), y Crímenes explícitos de la Guerra. Hay paz real, potencial, creadora y transmutante en cierto tipo de máquina de guerra (Deleuze), y una paz criminal apoyada en la guerra como simple contabilidad de la destrucción: militar, mercantil fiduciaria...

     Deberíamos perseguir, entonces, lo que Emmanuel Levinas, Maurice Blanchot y Jacques Derrida han denominado una “economía de la violencia”.

     Como hemos dicho en otros contextos, ese concepto no se refiere, de ningún modo, a la forma perversa de reproducir el capital mediante la carrera armamentista y guerrerista y reactivar así la economía de los grandes consorcios plutocráticos ligados al Complejo Militar-Industrial-Financiero y Cibernético. No.

     Ese concepto de “economía de la violencia” alude, por el contrario, al hecho crucial de “economizar violencia”, al decidirse por la menor cuota de esta en el seno de las determinaciones efectuadas en el espacio social y sus conflictos ineludibles.

     Tal como hemos indicado más arriba, existe, en la dimensión literal-litoral de lo simbólico, en la escritura como texto, una violencia virtual en línea de fuga que desnuda los conflictos entre la violencia de la “dispersión primigenia”, entendida como “don pre-originario” (Ley Natural, según Rousseau, Ley anterior a la ley, según Derrida, y cuya visualización estratégica se hace necesaria en su virtualidad para que nos resulte posible criticar el dominio de la juridicidad establecida y evitar así su esencialización terrorista, pues existe también una dictadura de la Legislación), y la “contra-violencia del Contrato Social” como clausura y “violencia administrada” por ese Poder constituido que se rige por el mito de la unidad-totalidad-verdad (Meschonnic).

     Este poder constituido, además de administrar y gerenciar las múltiples violencias en el seno de las “totalidades parciales sistemáticas”, tiende a la codificación absoluta y centralizada de los protocolos mundanos y micropolíticos del sujeto, y, eventualmente, a la abrogación perversa de toda juridicidad por mera conveniencia de elites y grupos de poder.

     Así como existen dos crímenes —crímenes de la paz y crímenes de la guerra—, podríamos hablar, siguiendo a Lyotard, a Derrida y a Žižek, de dos inhumanidades actuantes: la inhumanidad convencional y asesina de los poderes fácticos, “pura línea fría de abolición y muerte” (Deleuze), y la inhumanidad “monstruosa” (a-normativa y no específica, aristotélicamente hablando), del Otro en su radical singularidad/extrañeza, amenazada y/o amanazante, pero bajo cuyo asedio, en su dimensión de Cosa Real freudo-lacaniana, debemos medir y fraguar toda decisión ética que se precie de ser tal. 

     Solo así podríamos abrirnos, después de renunciar al placer bruto inmediato, a la búsqueda temperada del goce “en la escala invertida de la ley del deseo” (Lacan), y a su transmutación sublimatoria en Amor, entendido aquí como don simbólico en el acto de contribuir a la realización del ser del Otro. 

     La leyenda bíblica de Salomé, hija de Herodías y sobrina-hijastra de Herodes Antipas, nos ofrece un testimonio de los recursos perversos utilizados por el poder para eliminar todo lo que puede resultar perturbador para su funcionamiento de vocación avasallante. 

     La maquinación para asesinar a Juan el Bautista, como resultado de la crítica de este a una alianza conyugal —la de Herodías y Herodes —, considerada por el pueblo como violatoria de la Ley Divina, utiliza a la figura de la joven Salomé como instrumento dúctil y sutil de seducción al servicio de un dominio falocrático constituido. 

     Dicho papel de marioneta del poder conduce a Salomé a pedir como premio, finalizada su retorcida y famosa danza, la cabeza inocente del Santo servida en bandeja de plata.

     La versión que presenta a Salomé como una mujer obsedida sexualmente por la barbada figura de San Juan, no es de procedencia bíblica sino que pertenece al registro de la literatura profana. Pero no por ello resulta menos interesante y reveladora.

     Lo “recriminable” propio del sujeto masculino, para la Salomé postmoderna representativa de una cierta liberación mal entendida, estriba, “sencillamente”, en que este hombre encarna para nuestra nueva bailarina “nudista”, el prototipo del Macho que, con la simple asunción de una cierta masculinidad falogocéntrica, hace sentir agredidos a ciertos feminismos neuróticos o no. 

     Lo anteriormente señalado desataría el riesgo de una brutal canibalización a lo interno del mismo grupo heterogéneo que ejerce también una cuota de violencia “femenina” contra el macho. 

     Esa violencia femenina, generada históricamente por la represión falocrática de la feminidad y por la marginación de que ha sido objeto la mujer, retorna entonces como passage a l’acte (paso al acto: Freud, Lacan) de naturaleza asesina. Con esta afirmación, insistimos, no dejamos de reconocer que la mayor dosis de violencia se produce contra la mujer y la ejerce el hombre.

     Evidentemente, esta última interpretación de la leyenda de Salomé no es la versión oficial, no pertenece al registro de la hermenéutica bíblica canónica.

     Aludimos aquí a una reactivación y reapropiación escritural de una leyenda con la subsiguiente descanonización de la misma. Estrategia de reutilización diseminante de una historia por el pathos ficcional postmoderno. 

     Prestigiosos usos libres de la leyenda de Salomé y Herodías los podemos encontrar en obras de Oscar Wilde y Stéphane Mallarmé, entre otros...

     No hay que olvidar, en el terreno mítico (G. Róheim, G. Devereux), la eterna “deuda” del Macho ante la Hembra Caníbal, Mantis religiosa, Madre Devoradora, Vagina Dentata, Das Ding o Cosa siniestra freudiana, que se genera en el inconsciente social como resultado de la tradición “carno-falogocéntrica” (Derrida) y patriarcal, propia de las tradiciones machistas hegemónicas grecolatinas, abrahámicas y confucianas. 

     Esta violencia asumida por un cierto tipo de mujer postmoderna, podría interpretarse como un “retorno de lo reprimido” que no puede ser evitado totalmente con simples medidas administrativas, terapéutico/morales o policiales, pues corresponde a una compleja crisis histórica de género y de civilización producida por los mismos valores patriarcales del capitalismo clásico y por los presupuestos perversos del nuevo capitalismo andrógino. 

     La apertura de esta violencia reactiva a decursos menos destructivos implicaría un lento proceso histórico-político de reeducación y transformación, tanto para los hombres como para las mujeres, y la construcción de una mayor equidad en las cuotas de poder asignadas a los diferentes géneros. Ello comportaría profundos cambios en la multiplicidad de las prácticas y en las mentalidades.

     Debemos preguntarnos —con la violencia machista como telón de fondo—, si el resentimiento social de algunas falsas feministas, (que se expresa muchas veces en violencia ciega seudo-mística y ritualizada, como agresividad esotérica contra el “macho”), es un simple reflejo de una venganza del “principio femenino” de dispersión, pervertido por el “suspenso mismo de masculinidad falocrática”. (Deleuze, Badiou).

     Esa tensión entre “feminidad virtual del hombre”, del varón —entendida como línea de fuga que implica un devenir-mujer del hombre, no solo de la fémina—, y el “suspenso provisorio de masculinidad”, que puede actuar también en la mujer, vendría a generar dos desenlaces diferentes: por un lado, la androginia post-moderna, metastásica (Baudrillard), en tanto que impulso libidinal homogeneizante típico del propio mercado en su voluntad de pseudo-diferenciar, y por el otro, la androginia metamórfica de un “femenino neutro”, como instancia que posibilita un “erotismo coreográfico”, transbinario, diferencial, que escapa a la oposición simple masculino/femenino (con dominante del primer término), y rompe —manteniendo el valor ontológico y “político- estratégico” de las categorías de “conflicto” y “secreto” transnarcisista—, con la circularidad del metarrelato económico capitalista como pretendido Discurso del Amo (Lacan), y con las estructuras tradicionales de la familia patriarcal en crisis.... 

     Son posibles innumerables aproximaciones a este problema polifónico...

     Si aludimos a una dimensión micropolítica de la violencia (Guattari), no nos referimos exclusivamente a la “violencia espectacular” que el propio sistema presenta mediáticamente y a la que opone su blando pacifismo y/o su “humanitería” filantrópica tipo Bill Gates, sino a la violencia sistémica o estructural inmanente al capitalismo actual (Žižek) y que se descubre de forma insospechada en aquello que Foucault denominaba la “microfísica del poder”, la capilaridad de las estructuras de dominio en cuya trama se ve atrapado el sujeto...

     Frente a esa “violencia ‘mítica’ del Poder” (Walter Benjamin), se levanta una “violencia divina”, textual, poética, parsimoniosa, “femenina”, filigraneada (Barthes), que denuncia la soterrada complicidad entre la virtud y el crimen convencionales.

     No clamamos activamente, aquí y ahora, por un simple abocamiento de los sujetos y de los grupos-sujeto (Deleuze-Guattari) a la violencia bruta y a los actos de pura barbarie, sino a la revelación en el discurso de la Pulsión de Muerte, esa instancia constituyente de la subjetividad humana a la que es preciso dar “voz granulada y sin azogue” en el texto poético, para que, dramatizándola en la escritura, podamos transmutarla en potencia de metamorfosis y conocimiento. 

     Afirmábamos en otro trabajo de nuestra autoría que en su crítica al monologismo del poder y a los nuevos discursos del amo, Julia Kristeva nos recuerda lúcidamente que “hacer pasar la pulsión de muerte al discurso”, es la más sólida barrera simbólica contra el retorno de los fascismos. Tanto machistas como feministas...

     Es preciso practicar una escritura orientada estratégicamente a descubrir y denunciar los atajos, las coartadas y la sutil capilaridad del Poder Falocrático y “andrógino homogeneizante”, en el contexto de la sociedad post-industrial capitalista. En esta postmodernidad, como hemos dicho, el Discurso del Amo lo pretende encarnar el Mercado Andrógino. 

     Vivimos un supuesto descentramiento liberador, pero seguido de re-territorializaciones brutales de los flujos de deseo, para reconducirlos, bajo el control de atractores velados actuando en la sombra, a la creación de simples territorialidades perversas del artificio y el plagio, subordinadas a la axiomática capitalista. (G. Deleuze, F. Guattari, J.M. Ripalda).

     De un cierto modo se orientará la lucha política frágilmente —pero en esa fragilidad encontraremos una fuerza a la medida de lo (im)posible—, contra la real efectuación denegada de la barbarie que representan la mercurial Guerra Preventiva, el bombardeo a los pueblos de Irak, Afganistán, Libia, la destrucción del aparato productivo de los pequeños países para someterlos a la Axiomática Globalizante, la agresión brutal al Medio Ambiente ejercida por las corporaciones transnacionales cuyo régimen de explotación de los recursos resulta no sustentable, el acoso sistemático a los sujetos en su singularidad micropolítica...

     ¡Clamamos ahora, los poetas, en nuestro devenir-mujer y en nombre de Karl Marx y Antonin Artaud, por un nuevo Teatro Plural y Postmoderno de la Crueldad Politizada y Revolucionaria!

© Armando Almánzar Botello. 19 de agosto de 2010, Santo Domingo, República Dominicana.

Blog Cazador de Agua: http://tambordegriot.blogspot.com/2010/08/salome-las-violencias-los-crimenes-las_22.html?m=0

VIDEO: 

EN PUNTAS (extracts). Javier Pérez
https://youtu.be/x93DsA7UHhs
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