domingo, 29 de marzo de 2015

UNA VIDA...

«Razón fronteriza: Categoría crucial del último Eugenio Trías utilizada por el argentino-español Jorge Alemán Lavigne para teorizar la relación entre la interpretación (Deutung) y lo real de la pulsión (Trieb). En Trías, la “razón fronteriza” es un campo de mediación simbólica entre lo que denomina en su libro homónimo el “círculo del aparecer”, por un lado, y el “cerco hermético”, por el otro. La  razón fronteriza, de un modo simultáneo, “une y separa” (conjunción/disyunción); opera por medio del “símbolo”, instancia que “divide y despotencia” al “Uno” de la “subjetividad trascendental”.» Armando Almánzar-Botello 

«La normalidad es el grado cero de lo monstruoso.» 
Georges Canguilhem

«Y la vida no se detiene, prosigue su agitado curso.» 
Manuel Antonio Rodríguez "Rodriguito". (En su programa radial "El informador policíaco.")

«Una vida (une vie: Gilles Deleuze)... no es "La vida" en su condición de mera instancia metafísica totalizante. La primera comporta una síntesis disyuntiva de singularidades en vértigo, en constante deslizamiento entre trascendencia e inmanencia; la segunda pretende ser una síntesis conjuntiva que se atribuye a un sujeto trascendentalArmando Almánzar-Botello
                 
                  
        
     Por ARMANDO ALMÁNZAR-BOTELLO

     A Franz Kafka, Georges Bataille, Gilles Deleuze y Eugenio Trías, in memoriam
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Resulta evidente que la rabia de lo ignoto,
lo Real indomeñable nunca escrito, 
                                                          lo dañado, 
caótico,                                            arañado, 
supurante y desértico escupido, 

germinando su misterio en el desastre sobre un muro 
//donde sangra cada trazo en la ceguera sin confines:
turbio y sollozante laberinto de otro mundo//

tiene aquí en la frontera el borde claro y razonable, 
su medida compostura que exhibimos limpiamente
por las redes sociales, a través de la internet... 

¿Quién podría balbucir la entropía temible 
               de una Danza 
—inasibles litorales del vacío—,
el recóndito catálogo de símbolos 
y pasos, 
                 lo podrido inverosímil,
                 la energía oscura de la letra, 
su vórtice de órganos terribles?

Esto que mostramos deriva en mera punta de un iceberg caligráfico
                         —monstruoso, éxtimo, innombrable—. 
                        O en algo más turbio y adverso todavía...

No obstante, una vida es más compleja que lo dicho:
velada en resplandor la Cosa desde siempre: 
                 renovado torbellino 
de imprevista y abismal polivalencia...

Ahora, justo ahora, tomo un whisky a la roca y me deslumbra
un jazz aperitivo. 
                                Sin embargo, hace poco, 
en oscuro vitral de aleve instante,
mi lenguaje contemplaba los gruñidos tenebrosos del sinfondo:

                        el espeso delirio de la mano mistérica,
                        la frente agonizando su trance de quimeras... 

Terminada esa recóndita faena, casi para el día de hoy abrumadora,
                                absurda o neural, inexplicable,
—en el denso boscaje de los nervios, trazos caligráficos y rostros, 
                 mordido por la urbe y su prosodia enloquecida: 
                               transeúnte rumor de los motores—,

                   yo mismo laboré, reconcentrado, en mi estancia 
                                          o madriguera cautelosa,
                       decidido a exhumar y redimir del Gran Olvido 
                            —derramando negra tinta persistente—, 
                         a este lúcido y vibrante resplandor indecidible:

                   la dura esfinge del ayer que no esculpí al fin mañana…

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Abril de 2013-Febrero de 2014. (Poema retocado).

     Una versión del poema “Una vida”, de la autoría de Armando Almánzar-Botello, figura en la antología Indómita & brava. Poesía dominicana 1960-2010. (Estudio, selección y notas de Manuel García Cartagena). Amargord Ediciones, Madrid, 2017

© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana

Otro blog en el que figura este mismo texto: Blog Cazador de Agua 

Copyright © Armando Almánzar Botello. Reservados todos los derechos de autor. Santo Domingo, República Dominicana.
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LA VIDA ES BREVE SUEÑO...

     «Era y me sentía muy joven y atractiva. Casi en horas de la madrugada, después de la fiesta inolvidable, me dispuse a descansar en mi hogar por un instante, fantaseando... 

     »Desperté casi de inmediato, pero al sentirme poseída por una emoción extraña, tocada hondamente por la curiosidad levanté la cabeza de mi almohada y me  asomé al espejo del tocador de caoba...

     »Para mi gran sorpresa, la imagen reflejada en el cristal no era la mía, la de esa joven atractiva y entusiasta que momentos antes se había reclinado en su lecho a reposar por tres minutos... 

     »¡Súbitamente me había convertido en otra muy distinta, en la triste anciana enloquecida y achacosa que ahora tú contemplas, hijo mío!... 

     »Compadécete y perdona, amado nieto, a la que hoy se pierde por completo para sí... y con ello se despide sin retorno de la vibrante plenitud del mundo... 

     »“Todo fluye”, dijo un gran filósofo... Déjame depositar una lágrima de fuego en mi lejano y desaparecido tocador imaginario...» 

© Armando Almánzar-Botello: Palabras de mi abuela materna Ana Ozema Valdez Pérez viuda Botello (+), en su lecho de enferma de Alzheimer, poco antes de morir. (Transcripción casi literal de lo dicho por ella en su lecho de enferma, grabado por mí en una cassette sin mi abuela saberlo). Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.
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¿HAY LOGOS EN EL PATHOS Y PATHOS EN EL LOGOS? (Tanto la belleza como la fealdad son categorías estéticas...)

      «No hay concepto puro ni, desde luego, intuición pura, intuición inmediata de lo háptico.» Jacques Derrida 

     Dijo el gran filósofo, científico y narrador italiano: «La belleza, en cierto sentido, es aburrida [...] La fealdad, en cambio, es impredecible y ofrece un abanico infinito de posibilidades. La belleza es finita. La fealdad es infinita, como Dios.» Umberto Eco
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     «Las estéticas de lo siniestro, de cierto sublime y de lo abyecto, comportan una concepción de la experiencia artística situada más allá de las viejas categorías escolásticas de “integritas”,  “proportio”  y “claritas”... (Umberto Eco: Arte y belleza en la estética medieval, 1997)
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     »La categoría de “claritas”, por ejemplo, se ve sustituida en dichas estéticas por lo que Gilles Deleuze denominaría el “brillo construido del acontecimiento-sentido”: brillo no dado ya por el objeto natural ofrecido en su presunta “quididad” (Santo Tomás de Aquino), sino más bien producido, generado por una contraefectuación de la causalidad física, por un desarraigo, una recontextualización y una transmutación de la “cosa” como  accidente de partida...» Armando Almánzar-Botello: Fragmento de “Tanto la belleza como la fealdad son categorías estéticas”
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     «El pensamiento postmetafísico constituye la constante profundización de la subjetividad en el alumbramiento del cuerpo abierto al mundo; un devenir lingüístico y mundo-constituyente del cuerpo, que, en el curso de su atenta autocreación, se enriquece al aumentar su cohesión. ¿Significa esto, en aparente contradicción con todos los principios metafísicos, la inversión de la relación entre el cuerpo y el espíritu? Ciertamente parecería ahora que, en lugar del logos hecho carne, la physis se habría hecho verbo. Pero también esta formulación de la cuestión es incorrecta, ya que este proceso no acontece como una sustitución de algo, sino, antes bien, se revela como el acontecer fundamental que, desde tiempo inmemorial, también comprende la conversión en carne de la palabra. Tanto el proceso de alumbramiento del cuerpo como el devenir lingüístico de la physis son mucho más antiguos que el descenso del logos a los cuerpos —mucho más antiguos, pero también históricamente más poderosos. Lo que llamamos encarnación (y al hacerlo así nosotros pensamos irremisiblemente en el platonismo cristiano y en sus modernas manifestaciones sustitutas) no es sino un mero episodio dentro del inmemorial resplandecer lingüístico y espiritual de la physis… El hecho de hablar es siempre más antiguo que el logos de la cultura superior; desde tiempo inmemorial, antes de que una palabra poderosa pudiera prescribirles lo que tenían que decir o en qué tenían que encarnarse, los cuerpos han hablado de sus temperamentos, de su gusto, y de sus excitaciones.» Peter Sloterdijk: El pensador en escena, Editorial Pre-Textos, Valencia, 2000, pp 137, 138 y 139. (Fragmento).
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     «Los contra-movimientos tónico-sensuales del arte, que Nietzsche enfatiza, valen, ciertamente, contra la univocidad de la apertura al mundo propia de los sistemas lógico-discursivos, pero para alcanzar un estado de embriaguez que se configura como búsqueda trágico-teórica de la forma en cuanto forma-pensamiento... La actividad falsificante que es el arte no es, por eso, tan solo crítica con respecto al logos; ella exige nuevos criterios de conocimiento, un nuevo saber, que se basa justamente sobre aquello que para el logos es mentira: la forma, el signo, el juego de las apariencias...» Massimo Cacciari. (Fragmento).
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     Por ARMANDO ALMÁNZAR-BOTELLO

     «Lo que en mí siente está pensando.» Fernando Pessoa

     «¿Lo que en mí piensa está sintiendo?» Armando Almánzar-Botello

     Dicho de un modo muy esquemático y un tanto “apresurado”: la oposición paradigmática básica sobre la que descansa la tradición metafísica del pensamiento occidental está constituida por el binomio conceptual “sensible/inteligible”. “Sensible”: lo que se muestra a los sentidos, lo aparente o falso; “Inteligible”: lo que pertenece al mundo de las ideas, “lo real platónico”, lo verdadero.

     En Platón, estas dos instancias se encuentran ontológicamente diferenciadas. No obstante, en el texto platónico encontramos toda una topografía y unos protocolos de intermediación entre los opuestos que regulan el proceso de “subida” hacia el Modelo Trascendental de lo Inteligible, en una suerte de liturgia purificadora. 

     Como dice Umberto Eco en su Historia de la fealdad: «Si para Platón la única realidad era la del mundo de las ideas, del que nuestro mundo material es sombra e imitación, entonces lo feo debería haberse identificado con el no ser, puesto que en el Parménides se niega que puedan existir ideas de cosas inmundas y despreciables como las manchas, el fango o los pelos. Así que lo feo solo existiría en el orden de lo sensible, como aspecto de la imperfección del universo físico respecto al mundo ideal.» Umberto Eco, ob. cit. p. 24 (13).

     El Logos es la potencia de la idea, del concepto, del pensamiento racional y arquetípico. Su naturaleza ascensional, “uraniana”, solar, lo vincula o conduce a la dimensión de las ideas puras localizadas en el “topos uranos” (1). Allí no hay sensación. Estamos en el reino aséptico del espíritu desencarnado.

     La posibilidad de un logos en el pathos (un pensar en el sentir) y de un pathos en el logos (un sentir en el pensar), implica una visión del pensamiento que deja de circunscribirlo al papel de instancia reguladora de lo sensible por mediación de la idea hipostasiada. Lo sensible se libera de la idea como esencia atemporal.

     El pensamiento que no opera del modo que más tarde Kant denominará “modus logicum”, sería, más bien, un “pensamiento-cuerpo” ligado al “ánima”, entendida esta como “campo de mediación entre lo sensible y lo inteligible”, entre “la sensación” y “lo espiritual puro”, abstracto, desencarnado. El ánima se actualiza por el impacto de la sensación, por la “aisthésis” (2). (Kant, Lyotard, Rancière...)

     En la Estética, tanto para la visión de Kant como para la concepción de Hegel (aunque haya una crítica hegeliana a Kant, en este aspecto Hegel lo valida), se produce una alteración de la mera oposición “sentir/pensar” y se muestra un nuevo sensible-heterogéneo (aisthéton espiritual), que disloca la oposición binaria convencional, ya que se ofrece como potencia sensorial de un pensamiento que no sabe que sabe. Problematización del platonismo. (Jacques Rancière).

     Coincidimos con Jacques Rancière (3), a propósito de sus reflexiones sobre la estética deleuziana, cuando este considera que el “pensamiento-cuerpo” es potencia en lo sensible, en la sensación, de un pensar que, como hemos señalado, no piensa al “modus logicum”. 

     Dicho “pensamiento-cuerpo” se ofrece entonces de dos formas: 

     “inmanencia del logos en el pathos” (modalidad romántica), que muestra cómo el pensamiento se encarna en lo que no piensa, en lo sensible, en la materia, en el “Libro de la Naturaleza”; y “la inmanencia del pathos en el logos” —al modo de la “cosa en sí” de Arthur Schopenhauer y de las estéticas modernas y postmodernas—, por medio de la cual se muestra cómo lo que no piensa (el pathos), se manifiesta en lo que piensa (Jacques Rancière).

     He aquí, en esta última potencia de un cierto pensar, la desterritorialización del pensamiento hacia los límites mismos de la representación, hacia lo “a-significante”, hacia el pathos y la dimensión molecular deleuziana, hacia el caosmos, el trazo unario, lo figural y la desubjetivación... Exploración “escritural del vacío”...

     En los márgenes del pensamiento metafísico logocéntrico y del proyecto de la ciencia, pensamiento y proyecto que aspiran —en el campo de coherencia que les define, respectivamente— a eliminar la sensación (aisthésis) del ámbito de lo “simbólico” para pretender alcanzar una pura axiomatización de la cogitación, consideramos, problemáticamente, que el elemento intuitivo, empírico, contingente, imaginario, es ineludible, inerradicable.

     La “imaginación trascendental” de Kant, como campo de mediación entre “lo empírico” y “lo trascendental”, “lo intuitivo-imaginario” y “lo conceptual”, nos ofrece la posibilidad de pensar lo que Derrida ha denominado una “cuasimetaforicidad originaria como archiescritura”, esa instancia paradójica que produce efectos de exactitud “literal”, “conceptual”, y efectos metafóricos de “desvío” y “errancia”.

     Siguiendo estos “cuasiconceptos” podemos afirmar que el pensamiento/cuerpo, en su complejidad, “piensa lo que siente y siente lo que piensa”. 

     Insiste, persiste en ese proceso, un lacaniano “insabido que sabe y no soporta que sepamos que sabe”: “sensible heterogéneo a-significante”: “lo espiritual otro”, a diferenciar de lo “espiritual uraniano”, hipostático, simplemente ascensional y catártico. 

     Estaríamos entonces experimentando con ese “espiritual otro” un “triunfo estético del simulacro” y un derrocamiento o decapitación del modelo platónico. (Deleuze, Klossowski, Lacan, Eco).

     El error de un cierto discurso, no solo artístico sino filosófico y hasta científico, se manifiesta en la esencialización de un pensar desencarnado, pretendidamente axiomatizado y apodíctico, que se ofrece privado de “sentir” y no comunica de modo intensivo con la dimensión de “lo sensible” (con el “aisthéton”).

     Señalamos el riesgo de algunas poéticas del pensar: olvidar su arraigo en lo sensible y pretender el ascenso hacia el “topos uranos” de una belleza “clásica”, armónica, eutímica, desencarnada, que no se corresponde con la radical problematicidad de la relación entre “ánima” y “aisthéton” en los ámbitos de la filosofía, la estética y el mundo contemporáneos.

     Para Umberto Eco, “los pensadores prerrománticos y románticos sitúan el inicio (como hace Hegel) del arte moderno en el cristianismo, en oposición al ideal clásico de la cultura griega...” Umberto Eco: ob. cit. p.278 (13).

     El gran semiólogo, filósofo y narrador italiano entiende que es con el advenimiento del romanticismo cuando se medita seriamente sobre la posibilidad de constituir “lo feo” en experiencia estética, apoyándose dicha meditación o conceptualización en las formas de lo terrorífico y de lo diabólico tal como figuran en el contexto del Apocalipsis cristiano de Juan de Patmos (13).

     El arte, tal como lo imagina cierta vía filosófico-estética postnietzscheana, implica pensamiento más allá del “logos apofántico” de Aristóteles. Esto quiere decir que la verdad “otra” del arte no se define en los términos lógico-predicativos que corresponderían a la oposición binaria “verdadero/falso”.

     Sin embargo: ‎“La manía o embriaguez artística [lo turbio, en la acepción de: revuelto, dudoso, azaroso, turbulento, mezclado, mixto...] es el colmo de la lucidez intelectual”, según nos recuerda Massimo Cacciari.

     Por ello, suscribimos la tesis de que todo arte auténtico, como organización semiótica, sígnica, de perceptos y afectos que implican pensamiento, trasciende la simple claridad lógico-apofántica, pero creando nuevas gradaciones, sutilezas, precisiones, agudezas y complejidades de la forma-sentido en su voluntad de orientación estética.

     La concepción de Nietzsche, a la que hago referencia en este contexto —facultad de falsificación—, alude a la capacidad del arte para derribar la presunción de autarquía del logos predicativo-discursivo que define a la tradición metafísica occidental.

     Como señala M. Cacciari: “El arte demuestra que la dimensión del pensar no es reductible a las categorías de la lógica, anuncia la posibilidad de pensar en formas diferentes de aquellas lógico-filosóficas”. Cacciari, Massimo: Desde Nietzsche. Tiempo, arte, política, Editorial Biblos, Buenos Aires, 1994, página 87.

     A continuación del enunciado anterior, el filósofo italiano nos recuerda que por ese motivo, en la obra La gaya ciencia, el arte es llamado por Nietzsche, “El alegre mensajero”.

     Siguiendo al Jacques Lacan de La ética del psicoanálisis y quizá también a Lyotard y a Philippe Lacoue-Labarthe, Helí Morales Ascencio nos recuerda que, en los tiempos de la postmodernidad, la ética psicoanalítica debe conducir a una “est/ética”, o lo que es lo mismo, a una “estética rota”, una estética barrada o tachada que implique no solo el “velo de la belleza”, la caricia, la síntesis erótica, la potencia del deseo y el acto creador, sino también lo que oculta este velo: la carencia, la finitud desgarrada, lo monstruoso, lo terrible, lo trágico, lo sublime-abyecto, lo no presentable, la intratable opacidad de lo real imposible, el reverso ígneo de la representación. (Ver Constancia del psicoanálisis, volumen colectivo a cargo de Néstor A. Braunstein, Siglo XXI, 1996).

     De modo simétrico inverso, existe una pérdida de posibilidades para pensar el arte, cuando se entiende sencillamente que este se manifiesta en la forma “bruta” de la sensación, de la simple emoción o de lo sensible primario “desencadenado”. 

     La pura dimensión “páthica”, en su calidad de mera descarga emotiva opuesta a las regulaciones del logos, no garantiza la experiencia ni la intensidad estéticas. 

     Es preciso hacerla devenir “Stimmung”, a entender como síntesis del pensamiento más potente y el afecto más intenso (Nietzsche, Klossowski, Eco, Deleuze, Agamben). El arte piensa con perceptos y afectos de segundo grado. T. S. Eliot hablaba del arte como producción de “correlatos simbólicos impersonales” de las percepciones y sentimientos primarios.

     Lo experiencia del arte como sensibilidad que piensa y pensamiento que siente, solo se hace válida en el contexto de una deconstrucción de la oposición metafísica sensible/inteligible. 

     Esta deconstrucción se efectúa mediante la generalización del elemento débil reprimido en el paradigma metafísico, “lo sensible”, pero con una subsiguiente transmutación, “contraefectuación” y redescripción de esta categoría en un nuevo campo de funcionamiento. Algo quizá parecido a la generalización del concepto de “escritura” en Derrida, o de “sinthome” en Lacan...

     Para Gilles Deleuze y Felix Guattari (4), existe un pensamiento complejo como actividad de lo que ellos denominan “cerebro-sujeto”, categoría que es, quizá, una suerte de metáfora epistémica transgresiva del concepto de cerebro triúnico de McLean.

     El cerebro-sujeto piensa de tres modos: a) como “ejeto”: la ciencia, que utiliza “matemas” y “funciones lógicas” para pensar; b) como “super-jeto”: la filosofía, que utiliza “conceptos” como trama de “personajes conceptuales”, y c) el “injeto”: el arte, que utiliza “perceptos” y “afectos”: no percepciones y afecciones en bruto, sino la “contraefectuación” formal de estos accidentes hasta convertirlos en “acontecimientos-sentidos” en el suspenso vital de una obra.

     Deleuze y Guattari no dicen que todos estos procesos se puedan reducir a una sola modalidad de pensamiento originario —tal como acontece en la filosofía de Martin Heidegger—, pero presentan, en su versión de una heterogénesis del pensamiento, la posibilidad de resonancia de un tipo de pensar sobre otro. De esta forma la ciencia resuena en el arte y en la filosofía, pero también estas resuenan sobre la ciencia y entre sí. 

     En esta modalidad de concebir el pensamiento, Deleuze y Guattari se aproximan asintóticamente a la concepción derridiana compleja de la “cuasimetaforicidad” originaria de la huella, que no podemos circunscribir simplemente a la pureza del concepto ni a lo simplemente dado por lo empírico-sensible y lo páthico.

     Estamos aquí “enfrentados” a la dimensión atópica de los cuasi-conceptos, los perceptos y los afectos, con los cuales, “se piensa en el acto mismo de sentir” y “se siente en el ejercicio intensivo del pensar”.

     Los avances operados en los campos de la física cuántica y la lógica, desde el “Principio de Incertidumbre” de Heisenberg hasta los Teoremas de Gödel, ciertas aristas de la lógica de Tarski, las lógicas paraconsistentes o inconsistentes, etcétera, apuntan en la dirección de una imposibilidad de articular, de un modo absoluto, las axiomáticas autoconvalidantes que pretenden obviar el campo de lo que se denomina sensible, empírico, “escoria imaginaria” (Platón, Lacan), intuición o “resistencia diseminante de lo real imposible”.

     La denominada física de partículas, con la búsqueda actual del bosón de Higgs a través del colisionador de hadrones y con la posibilidad de dividir el quark, nos enfrenta hoy a problemas “equivalentes” a los que Lacan denominaba, en su espacio particular de meta-reflexión: “divisibilidad o indivisibilidad de la letra bilocada”, y Derrida concebía como “restancia diseminante” de la letra en su “radical divisibilidad a-metafísica” (5).

     Intentando responder provisoriamente con estas fragmentarias conjeturas a las inquietudes, al desasosiego y a la perplejidad interrogante de un gran amigo devoto de la poética de Fernando Pessoa, podríamos confirmar “ahora”: sí, lo que en el sujeto siente está pensando, “lo que en su ánima piensa está sintiendo”...

     Podemos afirmarlo así, aun cuando el proyecto de ese pensamiento pueda consistir eventualmente en la erradicación, por medio de un abstracto y descaminado pensar, de la potencia del “aisthéton” (lo sensible) que ofrece la posibilidad al pensamiento-cuerpo, al ánima, de existir como afección. Coincidimos en este enfoque con los planteamientos de Lyotard (6) y (11).

     En nuestro contexto de reflexión, el campo de las artes en sentido general, cierto particular “sensible” es absolutamente inerradicable y necesario para que surja el acontecimiento estético. No se piensa sin cuerpo. No es posible el arte sin sensación.

     La sensación, indudablemente, piensa: hay lógica de la sensación (7) y no solo del sentido (Deleuze). 

     El pensamiento también siente —cuando la función lógica y el concepto se abren a la resonancia de los perceptos y afectos en la cuasi metaforicidad de la huella, del grama (8), del phármakon (9), del himen, del tímpano, de la archiescritura, en fin, de lo que Kant llamó “imaginación trascendental”.

     Curiosa, compleja, paradójica forma de pensar y aprehender aquello que resulta “más alto que lo alto”: lo sensible transmutado que piensa. ¡Valor imprevisto de la caída intensiva, de la recaída, en la “superficie consistente”, en el “plano absoluto de inmanencia”! (10).

     Concluimos estas notas apresuradas citando al Lyotard de Anima minima: 

     «…importa que entre poema y matema, como dice Alain Badiou, o mejor en la trama de ambos, una escritura reflexiva se obstine en interrogar su propiedad y, por lo mismo, en expropiarse sin cesar.» (11).

Armando Almánzar-Botello

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5 de Noviembre de 2010

© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.

BIBLIOGRAFÍA

     (1) Platón: Diálogos. “Fedro”, Tomo III, Madrid, Editorial Gredos, 1992.

     (2) Lyotard, Jean-François: “La ceguera necesaria (Conferencia dictada en Bogotá, 1995)”, en Los límites de la estética de la representación, Bogotá, Editorial Universidad del Rosario, Adolfo Chaparro, editor académico. Noviembre de 2006, pp. 121-139

     (3) Jacques Rancière: “¿Existe una estética deleuziana?”, en Los límites de la estética de la representación, Bogotá, Editorial Universidad del Rosario, Adolfo Chaparro, editor académico, noviembre de 2006, pp.33-34

     (4) Deleuze, Gilles y Guattari, Felix: ¿Qué es la filosofía?, Barcelona, Editorial Anagrama, 1993, pp.202-220

     (5) Derrida, Jacques: Resistencias del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1997, pp. 88-89

     (6) Lyotard, Jean-François: Lo inhumano. Charlas sobre el tiempo, Buenos Aires, Ediciones Manantial SRL, 1998, pp. 17-31

     (7) Deleuze, Gilles: Francis Bacon. Lógica de la sensación, Madrid, Arena Libros, 2002

     (8) Derrida, Jacques: De la gramatología, México, Siglo XXI, 1971

     (9) Derrida, Jacques: La diseminación, Madrid, Editorial Fundamentos, 1975

     (10) Deleuze, Gilles y Guattari, Félix: Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Valencia, Pre-Textos, 1994

     (11) Lyotard, Jean-François: “Anima minima”, en Moralidades postmodernas, Madrid, Editorial Tecnos, 1998, Pág.169

     (12) Hottois, Gilbert: Historia de la filosofía del Renacimiento a la Postmodernidad, Madrid, Cátedra, 1999

     (13) Eco, Umberto: Historia de la fealdad, Editorial Lumen, Barcelona, 2007

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5 de Noviembre de 2010

Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.
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ECOTECNIA… CON-TACTO… (Categoría: Ensayo poético de lo abyecto)

     Por Armando Almánzar-Botello

     «Testigos los testículos solares.» Octavio Paz

     «Jacques Lacan postuló alguna vez que la verdadera fórmula del ateísmo no es “Dios ha muerto” ni “Dios no existe”, sino “Dios es inconsciente”». Armando Almánzar-Botello 

     A Jacques Lacan y a Jacques Derrida; a Gilles Deleuze y a Jean-Luc Nancy; al gran pintor Francis Bacon, in memoriam
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     Él podía también, utilizando su pincel dionístico y esquizo, consagrar en un instante, sabiamente, las bandas de carne parlante indecidible: vaca, buey, cerdo y travesti. Cuerpo del éxtasis prohibido que devino / parlêtre o divino, / sangrante animal sacrificado. 

     Oh pulsión inabordable de goce oscuro y matadero. ¿Busco ciego en esta guerra el litoral de tu escritura? ¿Ha muerto de nuevo el dios innombrable o solo retorna real inconsciente? 

     Carne colgada latiendo y gimiendo cautelosa en los garfios de la carnicería secreta: rota letra el sinsentido: metafísica terrible que anula trascendencia, laberíntica inmanente, fantasmagórica siniestra, en claroscuros de materia viviente desollada.

     T(e)ocinería clásica, maquinal y manierista, popular-informal y barroca, futurista-urbana y onírica, la que urdía rizomática la trama tan corpórea, golosa, inexorable, de un viejo agazapado por detrás de su bulimia: remoto agotado banal humanista, cuando mira en carne viva su anatomía esquemática, duplicada con variantes de sí como de otros, pueblo informe sollozado, (a)di-vino eviscerado, carismático-fonético, grafemático en espejo de las nuevas cosmobelias…

     O podría ser quizá un rostro absorto en el rumor de su cuántica materia, mas luego manifiesto su vibrar molecular de cara intensa, colindando con la carne animal, proliferante, que dice un “no” fecundo a la hipóstasis del Verbo, al silente diferirla, dislocada en diferencia, bríotexto maquinal y caosmótico…

     ¿O estaría el Yo en presencia de una gran terrible ausencia: corte, hiato, “fin final” del hombre metafísico, imprevista la sutura, diseminación ecotécnica de lo háptico innombrable: intrusión lo posthumano protésico que sangra?

     ¿Creeríamos estar confrontando aquí, extraños (alienígenas nosotros), en su atópica imagen est/ética, figurativo-estallada, vagina del Afuera germinante, lo íntimo en lo éxtimo y genético, una suerte proteiforme de arte-cáncer enjaulado? ¡Pero no! Grito en fiebre de la “carne loca y ciega que se abisma”, que inaugura nuevas formas de otredad, de alteridad en la distancia y su reverso, escritura que divide aquí lo próximo. Eso irrumpe roto el dicho. Es grafía inverosímil de lo (im)propio en lo asintáctico. La gran salud  por Nietzsche merodeada.

     Así dice una letra la “yección”, la interrupción, en la fuga de lo bello roto al fin en el con-tacto, en la membrana, intenso devenir “la vida muerte”, en singular-pluralidad, “local, modal, fractal”, del tacto indecidible y ecotécnico…

     ¡(No) hay relación sexual! ¡Oh síncopa que narra nuevos cuerpos que se hacen, convulsionan y deshacen, que transitan su erotismo polimorfo por la carne-(sin)sentido que modula y (re)genera, sin origen ni presente, otro amor inabarcable, pujanza de lo neutro, el gesto roto en rito primordial de la existencia!

Armando Almánzar-Botello

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31 de diciembre de 2015

Publicado en el Blog Otros Textos Mutantes. Lunes, 22 de febrero de 2016

Publicado en el Blog de Pedro Granados el 2 de julio del 2020

Copyright © Armando Almánzar Botello. Reservados todos los derechos de autor. Santo Domingo, República Dominicana.
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«EL CUERPO ES LA SEDE DEL GOCE» Jacques Lacan 

     Por Armando Almánzar-Botello 

     «El significante [como letra] no es solo causa del significado, causa del sujeto sino causa del goce. Y desde allí llegamos a un estado del significante que es anterior al lenguaje, a la estructura del lenguaje, a un estado del significante que podemos decir pre-lingüístico, si la lingüística comienza allí donde se toman en cuenta los efectos de significación. Y es en esta línea que Lacan llegará a inventar “lalengua” —en una palabra “lalengua” (“lalangue”) tejida de significantes, pero anterior al lenguaje, apareciendo la estructura de lenguaje misma como derivada en relación con “lalengua” (“lalangue”)...» Jacques-Alain Miller
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     La escritura (que no es aquí la simple grafía o «excripción»), entendida como tal por Jacques Lacan, inscribe el goce en el lugar del cuerpo. En el humano, quiéralo este o no, sépalo o no, el cuerpo real es la sede del goce. 

     La letra de goce que forma escritura o lluvia de significantes sueltos (la ”lalangue”), en principio no forma cadena o discurso significante, pero su sinsentido se inscribe o resuena como acontecimiento erógeno en el cuerpo (inconsciente real del parlêtre, definido este último como cuerpo parlante y cuerpo de goce). 

     Ese cuerpo erógeno, libidinal, pulsional, no se reduce a la biología, al mero organismo genético y cromosómico, homeostático, anatomofisiológico, cuya dimensión de realidad operativa, tangible, física y definida de forma tecnocientífica, es preciso resaltar que también constituye, como puro «ente» o «realidad» definida por el discurso de la ciencia (Martin Heidegger, Jacques Lacan), un complejo ordenamiento, dispositivo o constructo somático, histórico y funcional provisorio —articulado con cierta objetividad por la exploración anatómica de la disección clásica hasta el medical imaging—, desde un registro «aórgico», a-significante, semiótico, glosolálico, «imposible» y problemático del cuerpo de goce como «embrollo de lo real», sin otro «fundamento«, este cuerpo gozante de partida, que la «lalangue» como escritura o lluvia de letras. 

     No solo el cuerpo erógeno es diferente al cuerpo físico de la realidad (para Lacan la «realidad» no es lo «real» imposible) sino que aquello que se entiende por «cuerpo humano físico» en la medicina actual, no es lo mismo que definía un Hipócrates, por ejemplo. En fin, el propio cuerpo biológico, físico, cromosómico, anatomofisiológico, participa de una específica historicidad que no es la del orden genealógico, reiteramos, que constituye al cuerpo real de goce, al cuerpo erógeno, libidinal o pulsional.»
 Armando Almánzar-Botello

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Febrero 2005

© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.
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EL AMOR, EL TIEMPO, LA VEJEZ, LA MUERTE, EL INSTANTE...

     Por Octavio Paz

     El amor también es una respuesta: por ser tiempo y estar hecho de tiempo, el amor es, simultáneamente, conciencia de la muerte y tentativa por hacer del instante una eternidad. Todos los amores son desdichados porque todos están hechos de tiempo, todos son el nudo frágil de dos criaturas temporales y que saben que van a morir; en todos los amores, aun en los más trágicos, hay un instante de dicha que no es exagerado llamar sobrehumana: es una victoria contra el tiempo, un vislumbrar el otro lado, ese allá que es un aquí, en donde nada cambia y todo lo que es realmente es. 

     La juventud es el tiempo del amor. Sin embargo, hay jóvenes viejos incapaces de amor, no por impotencia sexual sino por sequedad de alma; también hay viejos jóvenes enamorados: unos son ridículos, otros patéticos y otros más sublimes. Pero, ¿podemos amar a un cuerpo envejecido o desfigurado por la enfermedad? Es muy difícil, aunque no enteramente imposible. Recuérdese que el erotismo es singular y no desdeña ninguna anomalía. ¿No hay monstruos hermosos? Además, es claro que podemos seguir amando a una persona a pesar de la erosión de la costumbre y la vida cotidiana o de los estragos de la vejez y la enfermedad.»

OCTAVIO PAZ: Fragmento de La llama doble. Amor y erotismo, Editorial Seix Barral, Barcelona, 1994, páginas 212-213
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IMÁGENES:

     1) Montaje fotográfico basado en una obra de arte óptico del pintor catalán Sergi Cadenas. En la obra original de Cadenas (2019) la mujer envejece a medida que varía el ángulo de ataque visual del espectador de la obra.

     2) Andrés Serrano: “Sangre y Semen III”, 1990. Fotografía. 

     3) Gustav Klimt: “El árbol de la vida”, 1909.

Abril de 2013-Febrero de 2014. (Poema retocado).


© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.


Otro blog en el que figura este mismo texto:

Blog Cazador de Agua

Video https://youtu.be/A08nEcqCKPM?si=GptJX8cY8Quj52Gm

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EL FALO CONTINGENTE (Breve respuesta a una inquietud).

«No menos importante para mí, y quizá volveré sobre el punto, es que [el Jacques Lacan de la "palabra plena"] liga el fonologocentrismo o el falogocentrismo con la situación analítica como palabra sin interposición técnica, sin dispositivo de repetición archivante, sin iterabilidad esencial: un filosofema muy viejo, desde Platón hasta Heidegger incluido. [Se percibe en un cierto Lacan] la posición trascendental del falo, "significante privilegiado de esta marca en que la parte del logos se une al advenimiento del deseo·" (Lacan: "La significación del falo"), posición trascendental que no es otra que la doctrina que liga la verdad a la castración... Lo que Lacan llama "la materialidad del significante", y que deduce de una "indivisibilidad" que no se encuentra en ninguna parte, me parecía —y me sigue pareciendo— que corresponde a una "idealización" de la letra... Pero... yo no podía articular esta cuestión y esta objeción (de la cual se puede demostrar que depende todo, una lógica distinta del acontecimiento y del destino, otro pensamiento de la singularidad, la diseminación de lo único más allá de una lógica de la castración), yo no podía leer, por lo tanto, esta idealización subrepticia, por no decir este idealismo de Lacan, como dijo Melville, más que después de un trabajo ya emprendido, en un modo deconstructor, con los filósofos y especialmente respecto de la constitución de las idealidades, de los objetos ideales en Husserl... El discurso de Lacan, siempre muy sensible (¿y quién se lo reprocharía?) a todos los movimientos de la escena teórica, no cesó posteriormente de reajustar, incluso refundir, a veces contradecir los axiomas de los que acabo de hablar...» Jacques Derrida. "Resistencias del psicoanálisis", Editorial Paidós, Buenos Aires, 1997, páginas 87, 88, 89 y 90.

Jacques Derrida

Jacques Derrida habla sobre Jacques Lacan.

Por Armando Almánzar-Botello

A la memoria del Dr. Antonio Zaglul


Indudablemente, en Sigmund Freud hay luces y sombras… Pero debo recordar que luces y sombras las hay en todo, ¡hasta en Dios! Por eso existen dos vertientes teológicas básicas: una teología catafática que cree poder definirlo por lo que es, y una teología apofática que intenta decir, simplemente, lo que Dios no es... Lo Abstracto, el Espíritu, Dios mismo como Creador —tal como lo conciben las tradiciones abrahámicas y otras que no lo son—, constituyen también instancias falogocéntricas.

Freud sigue siendo un genio innovador cuyo pensamiento es susceptible de relectura, de reinterpretación, pero, curiosamente, y a contrapelo de sus propias expectativas, su descubrimiento del inconsciente y su "metapsicología" no podrán ser reabsorbidos nunca por las tecno-ciencias y/o neurociencias: el cognitivismo, la neurobiología, la ingeniería genética, la psicofarmacología, la genómica, etc., porque tienen delimitados, rigurosamente, su propio campo de investigación, su propio método de abordaje del objeto estudiado y su propia coherencia interna.

Lo que sí puede haber es intercambios interdisciplinarios regulados que permitan reformular y poner a punto la teoría, pero siempre sobre la base, no sólo de la mera especulación filosófica o pseudo-filosófica, sino de la verdadera "matriz" de la disciplina psicoanalítica: la experiencia clínica.

Freud habló en principio de una "envidia del pene" —Penis Neid—, como constituyente originaria de la psicología de la mujer. Años después, complica su tesis y plantea una relación erógena previa (en la misma sujeto infante hembra) con la figura de la madre, en la llamada Fase Pre-Edípica —fase que luego fue estudiada tan magistralmente por la psicoanalista inglesa Melanie Klein.

El problema es que para la niña superar la relación fusional con la figura materna (y en el niño pasa lo mismo) se hace necesaria la presencia de una instancia tercera, de una Terceridad que rompa la dimensión dual, especular, narcisista y, en última instancia psicotizante si no se supera, de la relación del sujeto infante con la madre como objeto primordial de deseo.

El Falo, como sabemos, no es el pene; es un antiquísimo símbolo de fecundidad que en múltiples culturas, incluidas aquellas de filiación matrilineal y/o matrifocal, ha simbolizado siempre, meta-culturalmente, la fecundidad.

El mito del matriarcado fue eso: un mito creado por Bachofen para intentar explicar la emergencia de cierto androcentrismo a partir de una sociedad supuestamente gobernada por mujeres.

En las mismas sociedades matrilineales —aunque las mujeres gocen allí, relativamente, de mayor poder y prestigio que los que detentan en el mundo patrilineal—, la función de autoridad en la familia la ejerce un hombre: el tío materno de más edad (no el padre biológico del sujeto). Esto es un dato de la antropología. 

Claro, la occidentalización invasiva o euro-falocrática de la familia en todo el planeta, ha erosionado significativamente, por transculturación y de-culturación, las estructuras elementales de parentesco de ciertas comunidades tradicionales o arcaicas. 

En el nombre de una racionalidad moderna y avasallante, supuestamente metacultural —en efecto imperialista, etnocéntrica y muy poco afín a posiciones matizadas y lúcidas en el ámbito de la antropología y el etnopsicoanálisis como aquellas que representan las obras de Géza Róheim, Claude Lévi-Strauss, Georges Devereux, François LaplantineMarc Augé, Serge Gruzinski o un Néstor García Canclini, por citar a unos pocos pensadores de fuste—, se ha operado en los últimos cincuenta años un proceso de erosión catastrófica de lo simbólico-múltiple, transformación que afecta negativamente a la diversidad matricial de los imaginarios culturales correspondientes a las muy diversas poblaciones del planeta. Proceso galopante de "norteamericanización planetaria" de las costumbres y estilos de vida. (Vicente Verdú). Valga la digresión aparente.

Pues bien, en Freud y en Lacan, como resultado de específicos momentos históricos en la evolución de la sexualidad occidental, se resaltó el papel de la figura paterna como causante, en sus insuficiencias —por exceso o por defecto—, de una gran parte de los problemas neuróticos y/o psicóticos en los pacientes.

No hay que olvidar los casos de la histeria, la paranoia y la esquizofrenia, que guardan una íntima vinculación histórica con diversas insuficiencias de la función paterna —tanto en el período victoriano decimonónico de Freud como en la época de Jacques Lacan en los años treinta y cuarenta del pasado siglo XX—, y que dejaban atados a los sujetos infantes, patológicamente, a la figura de la madre como objeto de los primeros deseos y demandas de amor.

Para constituirse como tal, un sujeto requiere de sucesivas experiencias de separación, de privación, de pérdida de objetos, de desapropiación: sólo así podemos constituirnos en sujetos relativamente autónomos, a través de lo que el psicoanálisis denomina "castración", y/o experiencias de aporte pre-genital a la castración tales como: destete, control de los esfínteres, dominio de la imagen especular, con lo que se acepta la ausencia del Otro que asiste en las primeras demandas o llamados del sujeto… etcétera.

El falo, como símbolo, no remite necesariamente al pene en el pensamiento de Freud y Lacan. El deslinde psicoanalítico entre "falo" y "pene" pretende superar el "biologicismo" de la mera diferencia anatómica como destino, como fatalidad, entre el hombre y la mujer.

Los conceptos lacanianos de Nombre-del-Padre, Metáfora Paterna, Función Paterna, etc., etc., no remiten necesariamente al "hombre" en su sentido convencional. Para Lacan, la "función materna" la puede desempeñar eventualmente un hombre, y la "función paterna" puede detentarla una mujer, con toda la problematicidad y consecuencias subjetivas que ello necesariamente comporta.

Esos conceptos “ligados a lo paterno” se crean en función de una realidad clínica muy concreta, no especulativa, en la que se descubren las diplopías o desajustes de la "función paterna" en la génesis de muchos estados neuróticos y psicóticos.

Por ello Lacan diferencia el "falo real" (el pene), el "falo imaginario" (ligado a la Fase de Espejo, en la que el sujeto infante se asume como el complemento (fálico) de su madre, y el "falo simbólico" como referente universal que permite los deslindes de posiciones en la llamada Tabla Lacaniana de la Sexuación.

Si bien en Lacan existe, quizá, una sobrevaloración teórico-clínica del falo, no podemos negar la gran importancia que ha revestido su conceptualización de lo fálico para el abordaje de muchos problemas clínico-psiquiátricos y psicoanalíticos que de otro modo no habrían encontrado solución.

Por otra parte, y bajo la apariencia de una nueva, pertinente y breve "digresión", debemos advertir que constituye un gastado "mito urbano" el proclamar con aires de supuesta vanguardia "neurocientificista" que el psicoanálisis "pasó de moda" y que no es eficaz en sus prácticas curativas. Las estadísticas que tengo a mano desmienten radicalmente esa trivial y vieja afirmación, pasada, ella sí, de moda.

Actualmente, además de Latinoamérica, Estados Unidos y Europa, hasta en China Popular y en Japón existe un repunte del psicoanálisis lacaniano.

Volviendo a nuestro tema, no debemos olvidar que el mismo Lacan define al Falo como una instancia adscrita al régimen de la "contingencia".

Es preciso estudiar-pensar el deslinde lacaniano, de inspiración aristotélica, entre: lo "necesario" (no cesa de escribirse), lo "contingente" (cesa de no escribirse), lo "posible" (cesa de escribirse) y lo "imposible" (no cesa de no escribirse).

Debemos aclarar que sin lo "imposible" no existe la posibilidad de asir la llamada "realidad", pues ésta, como "semblante" o modo de aproximación a lo real por medio del sentido-significado y el discurso, se encuentra ligada en la teoría de Lacan al ‘"Nudo Borromeo". Dicho nudo implica el entrelazamiento del trípode real-simbólico-imaginario, por intermedio de la "metáfora paterna" constituyente o de una "suplencia" sinthomática de ésta… Pero sigamos con el tema central que motiva nuestras líneas.

Nada impide históricamente que el Falo, como significante del Deseo, el Goce y el Poder en una cierta tradición occidental falogocéntrica, en su carácter histórico de instancia "contingente" que "cesó de no escribirse" para inscribirse en los estratos y valores de nuestra cultura occidental, dé paso a una(s) nueva(s) instancia(s) de producción de subjetividad, regulación y corte, promotora(s) o habilitadora(s) del deslinde necesario entre sujeto y objeto en términos constituyentes.

Además, debemos recordar, que la categoría lacaniana relativamente tardía de "lalangue", "lalengua", relacionada con lo que Kristeva denomina lo "Semiótico", problematiza bastante la supuesta autarquía del Falo en el pensamiento del propio Lacan.

Por lo demás, Lacan no niega a la mujer la posibilidad del "goce fálico" (sin la posibilidad de goce fálico, "lenguajeado", discursivo, la mujer se haría histérica o psicótica: fuera de discurso). El gran psicoanalista y pensador francés nos habla, asimismo, de un "goce femenino más allá del falo", que podría ser asumido por el hombre como sujeto en proceso. En este sentido menciona, en su Seminario XX "Encore" (Aún), el goce transgresivo de los/as místicos/as...

El problema no es tan simple como pretende la ignorancia de un cierto pseudo-feminismo.

Creemos en la pertinencia de la crítica a que es sometida la categoría lacaniana de "Falo" por Jacques Derrida, al considerar dicho concepto como exponente del famoso Significado (Significante) Trascendental, propio de la tradición "carno-falogo-céntrica" de Occidente, y que se hace preciso deconstruir. Un "significante trascendental" (el falo), participa de la metafísica de la presencia tanto como un significado presuntamente trascendental.

No obstante, no podemos sustituir antojadiza, trivial o volublemente dicha categoría por otras que pretendan restablecer de un modo ingenuo cierta "equidad de género". De hacerlo así, sencillamente nos abocaríamos a lo peor: al solipsismo epistemológico y al discurso caprichoso y falsamente pluralista de la cotorra impartiendo "cátedras" epidérmicas o simplemente "lúdicas", al sustituir el Magister dixit por el Mamá Cotorra dice.

Por tal razón, Deleuze, Derrida, Lacoue-Labarthe, por ejemplo, grandes admiradores-críticos de Lacan, no se conforman con hacer estallar el significante Fálico hipostasiado en el lacanismo, sino que aportan categorías que permiten sostener el problema de la producción de subjetividad.

Así, Deleuze-Guattari (y Badiou, siguiendo en esto a Deleuze, aunque Badiou como Zizek son lacanianos), hablan de "suspenso de masculinidad", "devenir-mujer", "zona sexual de indiscernibilidad", "topología embrollada de la sexuación", "desterritorialización", "reterritorialización", "territorialidad de grado cero", "n-sexos", "flujos y cortes de flujo", "pliegue, despliegue y repliegue", "sexualidad ser" y "sexualidad acontecimiento", "máquinas deseantes", "síntesis disyuntiva-conjuntiva", "agenciamiento", "rizoma", etc., movidos por la necesidad de suplir con nuevos conceptos y categorías explicativas la ausencia del Significante Fálico evacuado del campo de su reflexión filosófica.

Derrida, por su parte, nos habla de "corte y sutura", "vendaje", "banda y contra-banda", "justicia indeconstructible" como lazo disyuntivo (¿otro significado trascendental aunque Derrida lo coloque del lado de lo que denomina cuasi-conceptos?).

El "padre de la deconstrucción" elabora esas categorías anteriormente señaladas como efecto (entre otros motivos capitales) de una relectura de Freud y de Lacan en la que cuestiona el carácter metafísico que presentan la indivisibilidad lacaniana de la "letra" y el valor hipostasiado y trascendental del "Falo".

Aun así, Derrida busca nuevas estructuras, cuasi-conceptos o instancias que permitan pensar el problema del "sujeto" y dar consistencia al proceso de subjetivación-desubjetivación-resubjetivación, en ausencia del significante fálico.

Julia Kristeva, quien desde el principio cuestionó la supremacía de lo Simbólico asociado a lo Fálico-Androcéntrico-Patriarcal, elaboró desde hace largos años una particular declinación conceptual de la categoría de lo "Semiótico", relacionándola con la "Chora platónica", la ritmicidad, lo materno pre-edípico… y planteando su contradicción heterogénea con lo Simbólico-Fálico.

No obstante, para psicoanalistas y pensadoras como Kristeva, Colette Soler, Elisabeth Roudinesco, Judith Butler, Gayatri Spivak, etc., el valor clínico y heurístico de la categoría freudo-lacaniana de falo no ha sido agotado históricamente.

Finalizando, por ahora, debemos resaltar que al defender la deconstrucción del paradigma binario "masculino-femenino" tal como funciona en cierta tradición androcéntrica y "machista" occidental, no estamos dando ninguna vigencia o patente de corso a la des-diferenciación, a la homogeneización, a la neutralidad no-diferencial entre los sexos: diferencias habrá siempre (¡gracias a Dios y/o al Diablo!).

Aquí está el fallo técnico-discursivo de algunas feministas: la carencia de estudio y el dejarse conducir por "corazonadas" supuestamente "igualitaristas". Lo que en ocasiones no está nada mal (kokoro), pero no siempre resulta eficaz para profundizar con pertinencia en ciertos asuntos…

El mismo Jacques Derrida, criticando el carácter a-sexuado del Dasein en Martin Heidegger (Ser-ahí), nos recuerda que una cosa es "sexuación plural" y otra muy distinta "lo sexuado de un modo binario".

Existe una posibilidad de sexuación diferencial, transbinaria, que prosigue valorando las diferencias. Algo que no es, tampoco, aquello a lo que Hélen Cixous denomina “la otra bisexualidad.

En esa dirección problemática de lo amoroso-erótico-coreográfico se inscribe mi categoría de «lo "femenino" neutro», diferencial y transbinario, elaborada en los años 90.

Todo ello no implica, necesariamente, que las diferencias devengan en jerarquías opresivas.



Marzo de 2012


© Armando Almánzar Botello. Santo Domingo, República Dominicana.

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Blog Cazador de Aguahttp://cazadordeagua.blogspot.com/2012/03/el-falo-contingente-breve-respuesta-una.html

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IMÁGENES

     Desde abajo a la izquierda, siguiendo el sentido de las manecillas del reloj:

     1) Sigmund Freud, el creador del psicoanálisis

     2) El psicoanalista Jacques Lacan en Nueva York

     3) Jacques Lacan en su Seminario de Psicoanálisis

     4) Friedrich Nietzsche dibujado por Hans Olde

     5) Kimber Fiebiger: “Humpty Dumpty”, homenaje a Lewis Carroll

     6) Néstor A. Braunstein, psicoanalista argentino establecido en México

     7) Jacques Lacan en sus años mozos
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sábado, 28 de marzo de 2015

La muerte, la castración y el deseo. (Divagaciones en torno a la violencia)

«En el momento en que se pueda crear una poesía de la violencia pura, una poesía que se maravilla con las libertades totales de la voluntad, deberá leerse a Lautréamont como un precursor. Esta violencia pura no es humana; darle formas humanas sería frenarla, retardarla, razonarla. Poner una idea, una venganza, un odio en la base de su violencia, sería perder su ebriedad inmediata, indiscutida, su grito... En el Marqués de Sade la violencia sigue siendo humana, continúa preocupada por su objetoGaston Bachelard, "Lautréamont", Fondo de Cultura Económica, México, 1985, página 14.

«Jacques Lacan, Philippe Sollers, Pierre Klossowski, Oscar del Barco, entre otros, han hablado de una "violencia textual", escritural, de segundo grado, que iría más allá de la simple práctica del sádico, el cual erige fantasmáticamente una víctima inmortal, para asegurar o garantizar sobre ella su función de dominio, su rol de autor consistente del dolor "infinito" padecido por dicho sujeto-objeto martirizado. Como nos recuerda el psicoanalista Juan Carlos Plá I. siguiendo las enseñanzas de Lacan: "El sádico quiere saber qué pasa con el objeto cuando se ejerce sobre él la mayor violencia, pero no se arriesga a perderlo, a perderse; lo tiene siempre ahí, disponible. Se queda en el estéril placer de hacer sufrir por hacer sufrir." Esa violencia textual, como dinámica intensiva de la crueldad más allá del mero sadismo que se asegura su objeto, estaría también situada más allá del deslinde entre el bien y el mal, y vendría a constituir un meta-crimen simbólico, de segundo grado, con respecto a la velada complementariedad de los dos términos de los paradigmas: "virtud /crimen" y "paz / violencia". Dicha escritura sería violenta porque revelaría la secreta alianza, regularmente innombrable, que opera entre la llamada "Virtud oficial" y el "Crimen quirúrgico" institucionalizado...» Armando Almánzar-Botello

«El hombre está siempre más acá y más allá de lo humano, es el umbral central por el que transitan incesantemente las corrientes de lo humano y de lo inhumano, de la subjetivación y de la desubjetivación, del hacerse hablante del viviente y del hacerse viviente del logos...» Giorgio Agamben, "Homo Sacer III", PRE-TEXTOS, Valencia, 2000, página 142. 

«La figura del Musulmann marca la limitación de Levinas: al describirlo, Primo Levi usa repetidamente la expresión "sin rostro"... Puede ser que el Musulmann sea por lo tanto el grado cero del semejante... la Cosa monstruosa (das Ding), impenetrable, que es el Nebenmensch... ¿No existe en el corazón mismo del inhumano prójimo judeo-freudiano una dimensión monstruosa que ya está mínimamente "humanizada", domesticada, una vez que se la concibe en el sentido levinasiano? ¿Qué pasaría si el rostro levinasiano fuera una nueva defensa contra esa dimensión monstruosa de la subjetividad?» Slavoj Žižek, "Visión de paralaje", Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2006, páginas 166, 167 y 168.


Francis Bacon. "Retrato de Lucian Freud", 1967

Carta abierta a un amigo poeta.

Por Armando Almánzar-Botello


Sin que debamos concebir la pulsión psicoanalítica como un ente orgánico (más bien es un constructo o "artefacto" susceptible de desmontaje, y toda pulsión siempre es de muerte), ella es lo imposible de un real que no se deja asimilar de modo pleno por lo simbólico. 

Sí, querido poeta, el deseo convoca y confirma a la muerte; no es posible sin una aceptación de la muerte, pero sólo si opera más allá del principio de placer como mera evitación de la falta, de la carencia, del displacer ligado a la experiencia de la pérdida y a la confrontación con lo real de la Cosa obliterada (Das Ding). 

Por ello, la ética del psicoanálisis no es una ética superyoica del goce (¡Goza!, como falso imperativo categórico del Carpe Diem: banalidad del mal en el Discurso capitalista del Amo y su Mercado), sino una ética que apunta al goce a través de "la escala invertida de la ley del deseo". (Jacques Lacan). 

El psicoanálisis nos concede también la libertad de no gozar, nos permite sustraernos al goce padecido que se reduce a una mera imposición o mandato superyoico; la experiencia analítica nos habilita para gozar de otro modo distinto al que implica dicho goce "mercadológico" del síntoma convencional: el ¡goza!, en su calidad de compulsión y mascarada.

Nada de "Happy hour perpetuo". Más bien, goce del sinthome (sínthoma) con todo lo que ello implica de diferencia y reposicionamiento estructural de un sujeto temperado con respecto al goce del symptôme (síntoma) usual en su condición de goce padecido, de catastrófica bulimia existencial que vampiriza al otro negándole toda realidad como otro de pleno derecho.

El desamparo (Hilflosigkeit), es la forma en que el sujeto vive la posibilidad de su muerte; es resultado de la exposición del sujeto, situado más allá de la angustia (Angst), a la dimensión imprevisible del acontecimiento que proviene de la extimidad (extimité: Lacan dixit), de su más radical alteridad constituyente, aquella que viene a deconstruir y problematizar la oposición adentro/afuera.

La Represión Originaria (Urverdrängung) rechaza el goce bruto del cuerpo, operando sobre él, con la letra, el significante y la "metáfora paterna", un vaciamiento de su gloria extática, para que se constituya el goce del Otro propiamente dicho, en tanto que goce reprimido, temperado, "lenguajeado", marcado por la carencia como significante de la falta de Ser.

La violencia divina, esa que menciona Walter Benjamin (hay que mencionarlo por su nombre completo para evitar la ilusión de que todas estas ideas son nuestras: debemos aceptar aquí la pérdida, my baby), no alude a la violencia segura del poder constituido, avalada por el Gran Otro del Estado, sino a la decisión ética tomada en responsable soledad (Slavoj Žižek), sin garantías trascendentales, en ausencia de "catecismos" de grupo y de sustentación en la "moral pragmática" de los poderes fácticos.

"Temor y temblor" de la decisión ética en el horizonte de la justicia, en la radical exposición a la vulnerabilidad o letalidad del otro —a su lado Cosa freudo/lacaniana, monstruosa por atípica y no específica, mas necesaria—. Pero exposición sin la garantía de un Dios, sin el Partido, sin el Estado, sin la Pandilla o sin el "regateo del Mercado" (Jacques Derrida), como instancias garantes o incitadoras de nuestros actos (riesgo del terror fundamentalista en sus diferentes modalidades asesinas). 

Violencia divina no es la de Creonte, sino la de Antígona. Violencia es la de cada cual cuando en lúcida soledad y angustia, se decide a "tomar" la justicia ardiente en sus manos de cara al rostro vulnerable y/o amenazante del otro... 

¡Hay que renunciar primero al goce, aceptando la pérdida y la muerte, para que podamos alcanzarlo, sin trascendencia onto-escato-teo-teleológica, en la "la escala invertida de la ley del deseo". 

Dice Lacan, por intermedio de Néstor A. Braunstein, que existen tres Goces: Goce del ser más acá del corte lingüístico (riesgos: la psicosis y el paso al acto asesino); Goce fálico-lingüístico (riesgos: la neurosis y/o la perversión), y el Goce más allá del corte (riesgos: la poesía, el erotismo, el amor, la santidad, la creatividad subversivo-transgresiva y la nueva revuelta). 

Por eso Kant, Freud, Marx, Lacan, Derrida, no eran meros perversos en el sentido "técnico" del vocablo. Perverso: el que hace semblante de gozar, en lugar de gozar de hacer semblante (con lo que implica esto último de aceptación de la castración: Corte y vaciamiento de goce operados por la letra y el significante; compromiso y/o tensión entre banda de movilidad/dispersión y contrabanda de estabilidad/concentración. Alianza necesaria para "la vida la muerte" (Derrida), entre dispersión del proceso primario del inconsciente y concentración de los procesos secundarios del psiquismo. (Freud).

Poner en juego la pulsión de muerte en el texto y en la vida, implica entonces una metamorfosis o transmutación "creacionista" de la mera destrucción en bruto. Lo que no niega el hecho de la violencia real en una "economía ética de la violencia". 

Lo eternamente cuestionable es "la seguridad del juego fundado" en la que se afirman, sin riesgo, el Poder Asesino y su violencia estructural, sistémica, administrada por los diversos agentes de buena y aséptica conciencia puestos incondicionalmente a su servicio.

Ejemplos de violencia estructural en el mundo contemporáneo, mi querido poeta, podemos observarlos en estos hechos: 1) Falta de atención médica de calidad para la mayoría de la población. 2) Falta de educación idónea para los ciudadanos y ausencia de las precondiciones mínimas para efectuar el proceso de enseñanza. 3) Ausencia de auténticas oportunidades de trabajo productivo. 4) Suspensiones en el suministro de energía eléctrica y de múltiples servicios a los ciudadanos aunque se paguen los impuestos correspondientes y las bárbaras tarifas. 5) Desatención por los diversos Gobiernos a los Aparatos Productivos Nacionales, para responder tan sólo a la voracidad de las grandes Corporaciones Transnacionales y a las ambiciones personalistas de políticos y comerciantes importadores canallas, en perjuicio de los reales intereses básicos de los pueblos. 6) "Democratización" abusiva de las penalizaciones fiscales con protección directa o indirecta a los márgenes de beneficios del Gran Capital. 7) Acoso a la libertad de libre expresión del pensamiento bajo amenaza de que te pueden suspender como castigo las posibilidades laborales de sobrevivencia, zombificarte socialmente, y, en el peor de los casos, arrancarte la vida misma... etcétera.

Pero el sujeto ético, querido amigo, "avanza solo y traicionado". En el horizonte del goce como tropiezo, como felicidad sin esperanza en nuestro (des)encuentro tíquico con lo real, se perfila lo fallido, la desubjetivación y la muerte como grado cero y matriz de toda subjetivación...

No obstante, parafraseando a Lacan: ¡yo persevero, tú perseveras, él persevera: nosotros perseveramos!

Y como decía el gran poeta español Luis Cernuda:

¿Qué herencia sino ésa recibimos? 
¿Qué herencia sino ésa dejaremos?


28 de Agosto de 2010


© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.


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