«Razón fronteriza: Categoría crucial del último Eugenio Trías utilizada por el argentino-español Jorge Alemán Lavigne para teorizar la relación entre la interpretación (Deutung) y lo real de la pulsión (Trieb). En Trías, la “razón fronteriza” es un campo de mediación simbólica entre lo que denomina en su libro homónimo el “círculo del aparecer”, por un lado, y el “cerco hermético”, por el otro. La razón fronteriza, de un modo simultáneo, “une y separa” (conjunción/disyunción); opera por medio del “símbolo”, instancia que “divide y despotencia” al “Uno” de la “subjetividad trascendental”.» Armando Almánzar-Botello
«La normalidad es el grado cero de lo monstruoso.»
Georges Canguilhem
«Y la vida no se detiene, prosigue su agitado curso.»
Manuel Antonio Rodríguez —"Rodriguito". (En su programa radial "El informador policíaco.")
«Una vida (une vie: Gilles Deleuze)... no es "La vida" en su condición de mera instancia metafísica totalizante. La primera comporta una síntesis disyuntiva de singularidades en vértigo, en constante deslizamiento entre trascendencia e inmanencia; la segunda pretende ser una síntesis conjuntiva que se atribuye a un sujeto trascendental.» Armando Almánzar-Botello
Por ARMANDO ALMÁNZAR-BOTELLO
A Franz Kafka, Georges Bataille, Gilles Deleuze y Eugenio Trías, in memoriam
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Resulta evidente que la rabia de lo ignoto,
lo Real indomeñable nunca escrito,
lo dañado,
caótico, arañado,
supurante y desértico escupido,
germinando su misterio en el desastre sobre un muro
//donde sangra cada trazo en la ceguera sin confines:
turbio y sollozante laberinto de otro mundo//
tiene aquí en la frontera el borde claro y razonable,
su medida compostura que exhibimos limpiamente
por las redes sociales, a través de la internet...
¿Quién podría balbucir la entropía temible
de una Danza
—inasibles litorales del vacío—,
el recóndito catálogo de símbolos
y pasos,
lo podrido inverosímil,
la energía oscura de la letra,
su vórtice de órganos terribles?
Esto que mostramos deriva en mera punta de un iceberg caligráfico
—monstruoso, éxtimo, innombrable—.
O en algo más turbio y adverso todavía...
No obstante, una vida es más compleja que lo dicho:
velada en resplandor la Cosa desde siempre:
renovado torbellino
de imprevista y abismal polivalencia...
Ahora, justo ahora, tomo un whisky a la roca y me deslumbra
un jazz aperitivo.
Sin embargo, hace poco,
en oscuro vitral de aleve instante,
mi lenguaje contemplaba los gruñidos tenebrosos del sinfondo:
el espeso delirio de la mano mistérica,
la frente agonizando su trance de quimeras...
Terminada esa recóndita faena, casi para el día de hoy abrumadora,
absurda o neural, inexplicable,
—en el denso boscaje de los nervios, trazos caligráficos y rostros,
mordido por la urbe y su prosodia enloquecida:
transeúnte rumor de los motores—,
yo mismo laboré, reconcentrado, en mi estancia
o madriguera cautelosa,
decidido a exhumar y redimir del Gran Olvido
—derramando negra tinta persistente—,
a este lúcido y vibrante resplandor indecidible:
la dura esfinge del ayer que no esculpí al fin mañana…
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Abril de 2013-Febrero de 2014. (Poema retocado).
Una versión del poema “Una vida”, de la autoría de Armando Almánzar-Botello, figura en la antología Indómita & brava. Poesía dominicana 1960-2010. (Estudio, selección y notas de Manuel García Cartagena). Amargord Ediciones, Madrid, 2017
© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana
Otro blog en el que figura este mismo texto: Blog Cazador de Agua
Copyright © Armando Almánzar Botello. Reservados todos los derechos de autor. Santo Domingo, República Dominicana.
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LA VIDA ES BREVE SUEÑO...
«Era y me sentía muy joven y atractiva. Casi en horas de la madrugada, después de la fiesta inolvidable, me dispuse a descansar en mi hogar por un instante, fantaseando...
»Desperté casi de inmediato, pero al sentirme poseída por una emoción extraña, tocada hondamente por la curiosidad levanté la cabeza de mi almohada y me asomé al espejo del tocador de caoba...
»Para mi gran sorpresa, la imagen reflejada en el cristal no era la mía, la de esa joven atractiva y entusiasta que momentos antes se había reclinado en su lecho a reposar por tres minutos...
»¡Súbitamente me había convertido en otra muy distinta, en la triste anciana enloquecida y achacosa que ahora tú contemplas, hijo mío!...
»Compadécete y perdona, amado nieto, a la que hoy se pierde por completo para sí... y con ello se despide sin retorno de la vibrante plenitud del mundo...
»“Todo fluye”, dijo un gran filósofo... Déjame depositar una lágrima de fuego en mi lejano y desaparecido tocador imaginario...»
© Armando Almánzar-Botello: Palabras de mi abuela materna Ana Ozema Valdez Pérez viuda Botello (+), en su lecho de enferma de Alzheimer, poco antes de morir. (Transcripción casi literal de lo dicho por ella en su lecho de enferma, grabado por mí en una cassette sin mi abuela saberlo). Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.
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¿HAY LOGOS EN EL PATHOS Y PATHOS EN EL LOGOS? (Tanto la belleza como la fealdad son categorías estéticas...)
«No hay concepto puro ni, desde luego, intuición pura, intuición inmediata de lo háptico.» Jacques Derrida
Dijo el gran filósofo, científico y narrador italiano: «La belleza, en cierto sentido, es aburrida [...] La fealdad, en cambio, es impredecible y ofrece un abanico infinito de posibilidades. La belleza es finita. La fealdad es infinita, como Dios.» Umberto Eco
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«Las estéticas de lo siniestro, de cierto sublime y de lo abyecto, comportan una concepción de la experiencia artística situada más allá de las viejas categorías escolásticas de “integritas”, “proportio” y “claritas”... (Umberto Eco: Arte y belleza en la estética medieval, 1997)
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»La categoría de “claritas”, por ejemplo, se ve sustituida en dichas estéticas por lo que Gilles Deleuze denominaría el “brillo construido del acontecimiento-sentido”: brillo no dado ya por el objeto natural ofrecido en su presunta “quididad” (Santo Tomás de Aquino), sino más bien producido, generado por una contraefectuación de la causalidad física, por un desarraigo, una recontextualización y una transmutación de la “cosa” como accidente de partida...» Armando Almánzar-Botello: Fragmento de “Tanto la belleza como la fealdad son categorías estéticas”
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«El pensamiento postmetafísico constituye la constante profundización de la subjetividad en el alumbramiento del cuerpo abierto al mundo; un devenir lingüístico y mundo-constituyente del cuerpo, que, en el curso de su atenta autocreación, se enriquece al aumentar su cohesión. ¿Significa esto, en aparente contradicción con todos los principios metafísicos, la inversión de la relación entre el cuerpo y el espíritu? Ciertamente parecería ahora que, en lugar del logos hecho carne, la physis se habría hecho verbo. Pero también esta formulación de la cuestión es incorrecta, ya que este proceso no acontece como una sustitución de algo, sino, antes bien, se revela como el acontecer fundamental que, desde tiempo inmemorial, también comprende la conversión en carne de la palabra. Tanto el proceso de alumbramiento del cuerpo como el devenir lingüístico de la physis son mucho más antiguos que el descenso del logos a los cuerpos —mucho más antiguos, pero también históricamente más poderosos. Lo que llamamos encarnación (y al hacerlo así nosotros pensamos irremisiblemente en el platonismo cristiano y en sus modernas manifestaciones sustitutas) no es sino un mero episodio dentro del inmemorial resplandecer lingüístico y espiritual de la physis… El hecho de hablar es siempre más antiguo que el logos de la cultura superior; desde tiempo inmemorial, antes de que una palabra poderosa pudiera prescribirles lo que tenían que decir o en qué tenían que encarnarse, los cuerpos han hablado de sus temperamentos, de su gusto, y de sus excitaciones.» Peter Sloterdijk: El pensador en escena, Editorial Pre-Textos, Valencia, 2000, pp 137, 138 y 139. (Fragmento).
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«Los contra-movimientos tónico-sensuales del arte, que Nietzsche enfatiza, valen, ciertamente, contra la univocidad de la apertura al mundo propia de los sistemas lógico-discursivos, pero para alcanzar un estado de embriaguez que se configura como búsqueda trágico-teórica de la forma en cuanto forma-pensamiento... La actividad falsificante que es el arte no es, por eso, tan solo crítica con respecto al logos; ella exige nuevos criterios de conocimiento, un nuevo saber, que se basa justamente sobre aquello que para el logos es mentira: la forma, el signo, el juego de las apariencias...» Massimo Cacciari. (Fragmento).
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Por ARMANDO ALMÁNZAR-BOTELLO
«Lo que en mí siente está pensando.» Fernando Pessoa
«¿Lo que en mí piensa está sintiendo?» Armando Almánzar-Botello
Dicho de un modo muy esquemático y un tanto “apresurado”: la oposición paradigmática básica sobre la que descansa la tradición metafísica del pensamiento occidental está constituida por el binomio conceptual “sensible/inteligible”. “Sensible”: lo que se muestra a los sentidos, lo aparente o falso; “Inteligible”: lo que pertenece al mundo de las ideas, “lo real platónico”, lo verdadero.
En Platón, estas dos instancias se encuentran ontológicamente diferenciadas. No obstante, en el texto platónico encontramos toda una topografía y unos protocolos de intermediación entre los opuestos que regulan el proceso de “subida” hacia el Modelo Trascendental de lo Inteligible, en una suerte de liturgia purificadora.
Como dice Umberto Eco en su Historia de la fealdad: «Si para Platón la única realidad era la del mundo de las ideas, del que nuestro mundo material es sombra e imitación, entonces lo feo debería haberse identificado con el no ser, puesto que en el Parménides se niega que puedan existir ideas de cosas inmundas y despreciables como las manchas, el fango o los pelos. Así que lo feo solo existiría en el orden de lo sensible, como aspecto de la imperfección del universo físico respecto al mundo ideal.» Umberto Eco, ob. cit. p. 24 (13).
El Logos es la potencia de la idea, del concepto, del pensamiento racional y arquetípico. Su naturaleza ascensional, “uraniana”, solar, lo vincula o conduce a la dimensión de las ideas puras localizadas en el “topos uranos” (1). Allí no hay sensación. Estamos en el reino aséptico del espíritu desencarnado.
La posibilidad de un logos en el pathos (un pensar en el sentir) y de un pathos en el logos (un sentir en el pensar), implica una visión del pensamiento que deja de circunscribirlo al papel de instancia reguladora de lo sensible por mediación de la idea hipostasiada. Lo sensible se libera de la idea como esencia atemporal.
El pensamiento que no opera del modo que más tarde Kant denominará “modus logicum”, sería, más bien, un “pensamiento-cuerpo” ligado al “ánima”, entendida esta como “campo de mediación entre lo sensible y lo inteligible”, entre “la sensación” y “lo espiritual puro”, abstracto, desencarnado. El ánima se actualiza por el impacto de la sensación, por la “aisthésis” (2). (Kant, Lyotard, Rancière...)
En la Estética, tanto para la visión de Kant como para la concepción de Hegel (aunque haya una crítica hegeliana a Kant, en este aspecto Hegel lo valida), se produce una alteración de la mera oposición “sentir/pensar” y se muestra un nuevo sensible-heterogéneo (aisthéton espiritual), que disloca la oposición binaria convencional, ya que se ofrece como potencia sensorial de un pensamiento que no sabe que sabe. Problematización del platonismo. (Jacques Rancière).
Coincidimos con Jacques Rancière (3), a propósito de sus reflexiones sobre la estética deleuziana, cuando este considera que el “pensamiento-cuerpo” es potencia en lo sensible, en la sensación, de un pensar que, como hemos señalado, no piensa al “modus logicum”.
Dicho “pensamiento-cuerpo” se ofrece entonces de dos formas:
“inmanencia del logos en el pathos” (modalidad romántica), que muestra cómo el pensamiento se encarna en lo que no piensa, en lo sensible, en la materia, en el “Libro de la Naturaleza”; y “la inmanencia del pathos en el logos” —al modo de la “cosa en sí” de Arthur Schopenhauer y de las estéticas modernas y postmodernas—, por medio de la cual se muestra cómo lo que no piensa (el pathos), se manifiesta en lo que piensa (Jacques Rancière).
He aquí, en esta última potencia de un cierto pensar, la desterritorialización del pensamiento hacia los límites mismos de la representación, hacia lo “a-significante”, hacia el pathos y la dimensión molecular deleuziana, hacia el caosmos, el trazo unario, lo figural y la desubjetivación... Exploración “escritural del vacío”...
En los márgenes del pensamiento metafísico logocéntrico y del proyecto de la ciencia, pensamiento y proyecto que aspiran —en el campo de coherencia que les define, respectivamente— a eliminar la sensación (aisthésis) del ámbito de lo “simbólico” para pretender alcanzar una pura axiomatización de la cogitación, consideramos, problemáticamente, que el elemento intuitivo, empírico, contingente, imaginario, es ineludible, inerradicable.
La “imaginación trascendental” de Kant, como campo de mediación entre “lo empírico” y “lo trascendental”, “lo intuitivo-imaginario” y “lo conceptual”, nos ofrece la posibilidad de pensar lo que Derrida ha denominado una “cuasimetaforicidad originaria como archiescritura”, esa instancia paradójica que produce efectos de exactitud “literal”, “conceptual”, y efectos metafóricos de “desvío” y “errancia”.
Siguiendo estos “cuasiconceptos” podemos afirmar que el pensamiento/cuerpo, en su complejidad, “piensa lo que siente y siente lo que piensa”.
Insiste, persiste en ese proceso, un lacaniano “insabido que sabe y no soporta que sepamos que sabe”: “sensible heterogéneo a-significante”: “lo espiritual otro”, a diferenciar de lo “espiritual uraniano”, hipostático, simplemente ascensional y catártico.
Estaríamos entonces experimentando con ese “espiritual otro” un “triunfo estético del simulacro” y un derrocamiento o decapitación del modelo platónico. (Deleuze, Klossowski, Lacan, Eco).
El error de un cierto discurso, no solo artístico sino filosófico y hasta científico, se manifiesta en la esencialización de un pensar desencarnado, pretendidamente axiomatizado y apodíctico, que se ofrece privado de “sentir” y no comunica de modo intensivo con la dimensión de “lo sensible” (con el “aisthéton”).
Señalamos el riesgo de algunas poéticas del pensar: olvidar su arraigo en lo sensible y pretender el ascenso hacia el “topos uranos” de una belleza “clásica”, armónica, eutímica, desencarnada, que no se corresponde con la radical problematicidad de la relación entre “ánima” y “aisthéton” en los ámbitos de la filosofía, la estética y el mundo contemporáneos.
Para Umberto Eco, “los pensadores prerrománticos y románticos sitúan el inicio (como hace Hegel) del arte moderno en el cristianismo, en oposición al ideal clásico de la cultura griega...” Umberto Eco: ob. cit. p.278 (13).
El gran semiólogo, filósofo y narrador italiano entiende que es con el advenimiento del romanticismo cuando se medita seriamente sobre la posibilidad de constituir “lo feo” en experiencia estética, apoyándose dicha meditación o conceptualización en las formas de lo terrorífico y de lo diabólico tal como figuran en el contexto del Apocalipsis cristiano de Juan de Patmos (13).
El arte, tal como lo imagina cierta vía filosófico-estética postnietzscheana, implica pensamiento más allá del “logos apofántico” de Aristóteles. Esto quiere decir que la verdad “otra” del arte no se define en los términos lógico-predicativos que corresponderían a la oposición binaria “verdadero/falso”.
Sin embargo: “La manía o embriaguez artística [lo turbio, en la acepción de: revuelto, dudoso, azaroso, turbulento, mezclado, mixto...] es el colmo de la lucidez intelectual”, según nos recuerda Massimo Cacciari.
Por ello, suscribimos la tesis de que todo arte auténtico, como organización semiótica, sígnica, de perceptos y afectos que implican pensamiento, trasciende la simple claridad lógico-apofántica, pero creando nuevas gradaciones, sutilezas, precisiones, agudezas y complejidades de la forma-sentido en su voluntad de orientación estética.
La concepción de Nietzsche, a la que hago referencia en este contexto —facultad de falsificación—, alude a la capacidad del arte para derribar la presunción de autarquía del logos predicativo-discursivo que define a la tradición metafísica occidental.
Como señala M. Cacciari: “El arte demuestra que la dimensión del pensar no es reductible a las categorías de la lógica, anuncia la posibilidad de pensar en formas diferentes de aquellas lógico-filosóficas”. Cacciari, Massimo: Desde Nietzsche. Tiempo, arte, política, Editorial Biblos, Buenos Aires, 1994, página 87.
A continuación del enunciado anterior, el filósofo italiano nos recuerda que por ese motivo, en la obra La gaya ciencia, el arte es llamado por Nietzsche, “El alegre mensajero”.
Siguiendo al Jacques Lacan de La ética del psicoanálisis y quizá también a Lyotard y a Philippe Lacoue-Labarthe, Helí Morales Ascencio nos recuerda que, en los tiempos de la postmodernidad, la ética psicoanalítica debe conducir a una “est/ética”, o lo que es lo mismo, a una “estética rota”, una estética barrada o tachada que implique no solo el “velo de la belleza”, la caricia, la síntesis erótica, la potencia del deseo y el acto creador, sino también lo que oculta este velo: la carencia, la finitud desgarrada, lo monstruoso, lo terrible, lo trágico, lo sublime-abyecto, lo no presentable, la intratable opacidad de lo real imposible, el reverso ígneo de la representación. (Ver Constancia del psicoanálisis, volumen colectivo a cargo de Néstor A. Braunstein, Siglo XXI, 1996).
De modo simétrico inverso, existe una pérdida de posibilidades para pensar el arte, cuando se entiende sencillamente que este se manifiesta en la forma “bruta” de la sensación, de la simple emoción o de lo sensible primario “desencadenado”.
La pura dimensión “páthica”, en su calidad de mera descarga emotiva opuesta a las regulaciones del logos, no garantiza la experiencia ni la intensidad estéticas.
Es preciso hacerla devenir “Stimmung”, a entender como síntesis del pensamiento más potente y el afecto más intenso (Nietzsche, Klossowski, Eco, Deleuze, Agamben). El arte piensa con perceptos y afectos de segundo grado. T. S. Eliot hablaba del arte como producción de “correlatos simbólicos impersonales” de las percepciones y sentimientos primarios.
Lo experiencia del arte como sensibilidad que piensa y pensamiento que siente, solo se hace válida en el contexto de una deconstrucción de la oposición metafísica sensible/inteligible.
Esta deconstrucción se efectúa mediante la generalización del elemento débil reprimido en el paradigma metafísico, “lo sensible”, pero con una subsiguiente transmutación, “contraefectuación” y redescripción de esta categoría en un nuevo campo de funcionamiento. Algo quizá parecido a la generalización del concepto de “escritura” en Derrida, o de “sinthome” en Lacan...
Para Gilles Deleuze y Felix Guattari (4), existe un pensamiento complejo como actividad de lo que ellos denominan “cerebro-sujeto”, categoría que es, quizá, una suerte de metáfora epistémica transgresiva del concepto de cerebro triúnico de McLean.
El cerebro-sujeto piensa de tres modos: a) como “ejeto”: la ciencia, que utiliza “matemas” y “funciones lógicas” para pensar; b) como “super-jeto”: la filosofía, que utiliza “conceptos” como trama de “personajes conceptuales”, y c) el “injeto”: el arte, que utiliza “perceptos” y “afectos”: no percepciones y afecciones en bruto, sino la “contraefectuación” formal de estos accidentes hasta convertirlos en “acontecimientos-sentidos” en el suspenso vital de una obra.
Deleuze y Guattari no dicen que todos estos procesos se puedan reducir a una sola modalidad de pensamiento originario —tal como acontece en la filosofía de Martin Heidegger—, pero presentan, en su versión de una heterogénesis del pensamiento, la posibilidad de resonancia de un tipo de pensar sobre otro. De esta forma la ciencia resuena en el arte y en la filosofía, pero también estas resuenan sobre la ciencia y entre sí.
En esta modalidad de concebir el pensamiento, Deleuze y Guattari se aproximan asintóticamente a la concepción derridiana compleja de la “cuasimetaforicidad” originaria de la huella, que no podemos circunscribir simplemente a la pureza del concepto ni a lo simplemente dado por lo empírico-sensible y lo páthico.
Estamos aquí “enfrentados” a la dimensión atópica de los cuasi-conceptos, los perceptos y los afectos, con los cuales, “se piensa en el acto mismo de sentir” y “se siente en el ejercicio intensivo del pensar”.
Los avances operados en los campos de la física cuántica y la lógica, desde el “Principio de Incertidumbre” de Heisenberg hasta los Teoremas de Gödel, ciertas aristas de la lógica de Tarski, las lógicas paraconsistentes o inconsistentes, etcétera, apuntan en la dirección de una imposibilidad de articular, de un modo absoluto, las axiomáticas autoconvalidantes que pretenden obviar el campo de lo que se denomina sensible, empírico, “escoria imaginaria” (Platón, Lacan), intuición o “resistencia diseminante de lo real imposible”.
La denominada física de partículas, con la búsqueda actual del bosón de Higgs a través del colisionador de hadrones y con la posibilidad de dividir el quark, nos enfrenta hoy a problemas “equivalentes” a los que Lacan denominaba, en su espacio particular de meta-reflexión: “divisibilidad o indivisibilidad de la letra bilocada”, y Derrida concebía como “restancia diseminante” de la letra en su “radical divisibilidad a-metafísica” (5).
Intentando responder provisoriamente con estas fragmentarias conjeturas a las inquietudes, al desasosiego y a la perplejidad interrogante de un gran amigo devoto de la poética de Fernando Pessoa, podríamos confirmar “ahora”: sí, lo que en el sujeto siente está pensando, “lo que en su ánima piensa está sintiendo”...
Podemos afirmarlo así, aun cuando el proyecto de ese pensamiento pueda consistir eventualmente en la erradicación, por medio de un abstracto y descaminado pensar, de la potencia del “aisthéton” (lo sensible) que ofrece la posibilidad al pensamiento-cuerpo, al ánima, de existir como afección. Coincidimos en este enfoque con los planteamientos de Lyotard (6) y (11).
En nuestro contexto de reflexión, el campo de las artes en sentido general, cierto particular “sensible” es absolutamente inerradicable y necesario para que surja el acontecimiento estético. No se piensa sin cuerpo. No es posible el arte sin sensación.
La sensación, indudablemente, piensa: hay lógica de la sensación (7) y no solo del sentido (Deleuze).
El pensamiento también siente —cuando la función lógica y el concepto se abren a la resonancia de los perceptos y afectos en la cuasi metaforicidad de la huella, del grama (8), del phármakon (9), del himen, del tímpano, de la archiescritura, en fin, de lo que Kant llamó “imaginación trascendental”.
Curiosa, compleja, paradójica forma de pensar y aprehender aquello que resulta “más alto que lo alto”: lo sensible transmutado que piensa. ¡Valor imprevisto de la caída intensiva, de la recaída, en la “superficie consistente”, en el “plano absoluto de inmanencia”! (10).
Concluimos estas notas apresuradas citando al Lyotard de Anima minima:
«…importa que entre poema y matema, como dice Alain Badiou, o mejor en la trama de ambos, una escritura reflexiva se obstine en interrogar su propiedad y, por lo mismo, en expropiarse sin cesar.» (11).
Armando Almánzar-Botello
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5 de Noviembre de 2010
© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.
BIBLIOGRAFÍA
(1) Platón: Diálogos. “Fedro”, Tomo III, Madrid, Editorial Gredos, 1992.
(2) Lyotard, Jean-François: “La ceguera necesaria (Conferencia dictada en Bogotá, 1995)”, en Los límites de la estética de la representación, Bogotá, Editorial Universidad del Rosario, Adolfo Chaparro, editor académico. Noviembre de 2006, pp. 121-139
(3) Jacques Rancière: “¿Existe una estética deleuziana?”, en Los límites de la estética de la representación, Bogotá, Editorial Universidad del Rosario, Adolfo Chaparro, editor académico, noviembre de 2006, pp.33-34
(4) Deleuze, Gilles y Guattari, Felix: ¿Qué es la filosofía?, Barcelona, Editorial Anagrama, 1993, pp.202-220
(5) Derrida, Jacques: Resistencias del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 1997, pp. 88-89
(6) Lyotard, Jean-François: Lo inhumano. Charlas sobre el tiempo, Buenos Aires, Ediciones Manantial SRL, 1998, pp. 17-31
(7) Deleuze, Gilles: Francis Bacon. Lógica de la sensación, Madrid, Arena Libros, 2002
(8) Derrida, Jacques: De la gramatología, México, Siglo XXI, 1971
(9) Derrida, Jacques: La diseminación, Madrid, Editorial Fundamentos, 1975
(10) Deleuze, Gilles y Guattari, Félix: Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, Valencia, Pre-Textos, 1994
(11) Lyotard, Jean-François: “Anima minima”, en Moralidades postmodernas, Madrid, Editorial Tecnos, 1998, Pág.169
(12) Hottois, Gilbert: Historia de la filosofía del Renacimiento a la Postmodernidad, Madrid, Cátedra, 1999
(13) Eco, Umberto: Historia de la fealdad, Editorial Lumen, Barcelona, 2007
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5 de Noviembre de 2010
Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.
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ECOTECNIA… CON-TACTO… (Categoría: Ensayo poético de lo abyecto)
Por Armando Almánzar-Botello
«Testigos los testículos solares.» Octavio Paz
«Jacques Lacan postuló alguna vez que la verdadera fórmula del ateísmo no es “Dios ha muerto” ni “Dios no existe”, sino “Dios es inconsciente”». Armando Almánzar-Botello
A Jacques Lacan y a Jacques Derrida; a Gilles Deleuze y a Jean-Luc Nancy; al gran pintor Francis Bacon, in memoriam
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Él podía también, utilizando su pincel dionístico y esquizo, consagrar en un instante, sabiamente, las bandas de carne parlante indecidible: vaca, buey, cerdo y travesti. Cuerpo del éxtasis prohibido que devino / parlêtre o divino, / sangrante animal sacrificado.
Oh pulsión inabordable de goce oscuro y matadero. ¿Busco ciego en esta guerra el litoral de tu escritura? ¿Ha muerto de nuevo el dios innombrable o solo retorna real inconsciente?
Carne colgada latiendo y gimiendo cautelosa en los garfios de la carnicería secreta: rota letra el sinsentido: metafísica terrible que anula trascendencia, laberíntica inmanente, fantasmagórica siniestra, en claroscuros de materia viviente desollada.
T(e)ocinería clásica, maquinal y manierista, popular-informal y barroca, futurista-urbana y onírica, la que urdía rizomática la trama tan corpórea, golosa, inexorable, de un viejo agazapado por detrás de su bulimia: remoto agotado banal humanista, cuando mira en carne viva su anatomía esquemática, duplicada con variantes de sí como de otros, pueblo informe sollozado, (a)di-vino eviscerado, carismático-fonético, grafemático en espejo de las nuevas cosmobelias…
O podría ser quizá un rostro absorto en el rumor de su cuántica materia, mas luego manifiesto su vibrar molecular de cara intensa, colindando con la carne animal, proliferante, que dice un “no” fecundo a la hipóstasis del Verbo, al silente diferirla, dislocada en diferencia, bríotexto maquinal y caosmótico…
¿O estaría el Yo en presencia de una gran terrible ausencia: corte, hiato, “fin final” del hombre metafísico, imprevista la sutura, diseminación ecotécnica de lo háptico innombrable: intrusión lo posthumano protésico que sangra?
¿Creeríamos estar confrontando aquí, extraños (alienígenas nosotros), en su atópica imagen est/ética, figurativo-estallada, vagina del Afuera germinante, lo íntimo en lo éxtimo y genético, una suerte proteiforme de arte-cáncer enjaulado? ¡Pero no! Grito en fiebre de la “carne loca y ciega que se abisma”, que inaugura nuevas formas de otredad, de alteridad en la distancia y su reverso, escritura que divide aquí lo próximo. Eso irrumpe roto el dicho. Es grafía inverosímil de lo (im)propio en lo asintáctico. La gran salud por Nietzsche merodeada.
Así dice una letra la “yección”, la interrupción, en la fuga de lo bello roto al fin en el con-tacto, en la membrana, intenso devenir “la vida muerte”, en singular-pluralidad, “local, modal, fractal”, del tacto indecidible y ecotécnico…
¡(No) hay relación sexual! ¡Oh síncopa que narra nuevos cuerpos que se hacen, convulsionan y deshacen, que transitan su erotismo polimorfo por la carne-(sin)sentido que modula y (re)genera, sin origen ni presente, otro amor inabarcable, pujanza de lo neutro, el gesto roto en rito primordial de la existencia!
Armando Almánzar-Botello
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31 de diciembre de 2015
Publicado en el Blog Otros Textos Mutantes. Lunes, 22 de febrero de 2016
Publicado en el Blog de Pedro Granados el 2 de julio del 2020
Copyright © Armando Almánzar Botello. Reservados todos los derechos de autor. Santo Domingo, República Dominicana.
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«EL CUERPO ES LA SEDE DEL GOCE» Jacques Lacan
Por Armando Almánzar-Botello
«El significante [como letra] no es solo causa del significado, causa del sujeto sino causa del goce. Y desde allí llegamos a un estado del significante que es anterior al lenguaje, a la estructura del lenguaje, a un estado del significante que podemos decir pre-lingüístico, si la lingüística comienza allí donde se toman en cuenta los efectos de significación. Y es en esta línea que Lacan llegará a inventar “lalengua” —en una palabra “lalengua” (“lalangue”) tejida de significantes, pero anterior al lenguaje, apareciendo la estructura de lenguaje misma como derivada en relación con “lalengua” (“lalangue”)...» Jacques-Alain Miller
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La escritura (que no es aquí la simple grafía o «excripción»), entendida como tal por Jacques Lacan, inscribe el goce en el lugar del cuerpo. En el humano, quiéralo este o no, sépalo o no, el cuerpo real es la sede del goce.
La letra de goce que forma escritura o lluvia de significantes sueltos (la ”lalangue”), en principio no forma cadena o discurso significante, pero su sinsentido se inscribe o resuena como acontecimiento erógeno en el cuerpo (inconsciente real del parlêtre, definido este último como cuerpo parlante y cuerpo de goce).
Ese cuerpo erógeno, libidinal, pulsional, no se reduce a la biología, al mero organismo genético y cromosómico, homeostático, anatomofisiológico, cuya dimensión de realidad operativa, tangible, física y definida de forma tecnocientífica, es preciso resaltar que también constituye, como puro «ente» o «realidad» definida por el discurso de la ciencia (Martin Heidegger, Jacques Lacan), un complejo ordenamiento, dispositivo o constructo somático, histórico y funcional provisorio —articulado con cierta objetividad por la exploración anatómica de la disección clásica hasta el medical imaging—, desde un registro «aórgico», a-significante, semiótico, glosolálico, «imposible» y problemático del cuerpo de goce como «embrollo de lo real», sin otro «fundamento«, este cuerpo gozante de partida, que la «lalangue» como escritura o lluvia de letras.
No solo el cuerpo erógeno es diferente al cuerpo físico de la realidad (para Lacan la «realidad» no es lo «real» imposible) sino que aquello que se entiende por «cuerpo humano físico» en la medicina actual, no es lo mismo que definía un Hipócrates, por ejemplo. En fin, el propio cuerpo biológico, físico, cromosómico, anatomofisiológico, participa de una específica historicidad que no es la del orden genealógico, reiteramos, que constituye al cuerpo real de goce, al cuerpo erógeno, libidinal o pulsional.»
Armando Almánzar-Botello
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Febrero 2005
© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.
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EL AMOR, EL TIEMPO, LA VEJEZ, LA MUERTE, EL INSTANTE...
Por Octavio Paz
El amor también es una respuesta: por ser tiempo y estar hecho de tiempo, el amor es, simultáneamente, conciencia de la muerte y tentativa por hacer del instante una eternidad. Todos los amores son desdichados porque todos están hechos de tiempo, todos son el nudo frágil de dos criaturas temporales y que saben que van a morir; en todos los amores, aun en los más trágicos, hay un instante de dicha que no es exagerado llamar sobrehumana: es una victoria contra el tiempo, un vislumbrar el otro lado, ese allá que es un aquí, en donde nada cambia y todo lo que es realmente es.
La juventud es el tiempo del amor. Sin embargo, hay jóvenes viejos incapaces de amor, no por impotencia sexual sino por sequedad de alma; también hay viejos jóvenes enamorados: unos son ridículos, otros patéticos y otros más sublimes. Pero, ¿podemos amar a un cuerpo envejecido o desfigurado por la enfermedad? Es muy difícil, aunque no enteramente imposible. Recuérdese que el erotismo es singular y no desdeña ninguna anomalía. ¿No hay monstruos hermosos? Además, es claro que podemos seguir amando a una persona a pesar de la erosión de la costumbre y la vida cotidiana o de los estragos de la vejez y la enfermedad.»
OCTAVIO PAZ: Fragmento de La llama doble. Amor y erotismo, Editorial Seix Barral, Barcelona, 1994, páginas 212-213
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OTROS BLOGS DE ARMANDO ALMÁNZAR-BOTELLO:
Cazador de Agua
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IMÁGENES:
1) Montaje fotográfico basado en una obra de arte óptico del pintor catalán Sergi Cadenas. En la obra original de Cadenas (2019) la mujer envejece a medida que varía el ángulo de ataque visual del espectador de la obra.
2) Andrés Serrano: “Sangre y Semen III”, 1990. Fotografía.
3) Gustav Klimt: “El árbol de la vida”, 1909.
Abril de 2013-Febrero de 2014. (Poema retocado).
© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.
Otro blog en el que figura este mismo texto:
Blog Cazador de Agua
Video https://youtu.be/A08nEcqCKPM?si=GptJX8cY8Quj52Gm
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