sábado, 30 de mayo de 2015

Conciencia, Máquina, Libertad, Inteligencia Artificial. Delirios de un diletante

«Existen dispositivos periodísticos e informativos trucados, uno de cuyos objetivos fundamentales lo constituye producir ideología tal como la concibe Teun A. van Dijk: representaciones de ciertos intereses de grupos sociales, y lucha sin cuartel por imponer las visiones específicas del mundo que corresponden a esos intereses, generalmente mercuriales. De ahí que el sintagma “ideología cientificista”, apunte a definir los intereses muchas veces reductores y absolutistas que se crean en torno a los grandes consorcios y gremios profesionales, entendidos como instancias que financian y regulan los marcos institucionales de la investigación científicaArmando Almánzar-Botello.

«El himen se interpone entre la mímica y la mímesis o más bien entre la mímesis y la mímesis. Copia de copia, simulacro que simula el simulacro» Jacques Derrida.

«Mezcla adúltera de todo» T. S. Eliot


Por Armando Almánzar-Botello


Resulta muy interesante una senda de las investigaciones sobre Inteligencia Artificial conocida como Teoría Integrada de la Información (TII). Ella viene a definir grados de complejidad de la conciencia en función de niveles de integración de información.

Desde un punto de vista filosófico parcialmente complementario de perspectivas como la señalada en el párrafo anterior, J. C. Smuts (filósofo sudafricano a quien debemos la categoría de "holismo"), Gilles Deleuze, David Cooper, etc., ya habían hablado, hace largos años, de "conciencia de derecho" y "conciencia de hecho".

Gilles Deleuze, por ejemplo, pensando fuera de todo psicologismo y reapropiándose del enfoque filosófico de Henri Bergson (contra las concepciones fenomenológicas de la conciencia, en particular la que ofrece Jean-Paul Sartre en su obra "La imaginación"), considera que el nivel primario de conciencia inmanente pre-reflexiva, conciencia de derecho, está constituido simplemente por la emisión de luz, por la pura luminosidad cósmica.

El pensador francés autor de "Spinoza", "Diferencia y Repetición", "El Anti-Edipo", "Mil Mesetas", "La imagen-movimiento", "La imagen-tiempo"... no define a la conciencia humana —al modo de la metáfora fenomenológica habitual—, como fuente emisora de luz que alumbra y descubre la verdad del objeto (Alêtheia): La concibe como "caja negra", "placa" o "cámara obscura" en la que, al incidir los rayos luminosos procedentes del Afuera genético-caósmico, se produce la "conciencia humana de hecho", que existe con posterioridad a lo que Deleuze considera como conciencia caósmica luminosa, inmanente,  pre-reflexiva e impersonal.

Inspirado en Bergson y en Deleuze, a ese nivel de conciencia cósmica yo lo denominé, en mi poema "Oda a la luz": "Latido desatado antes del ojo y la palabra, imagen para nadie, foto primordial revelada en la conciencia".

Existe, pues, una conciencia luminosa de derecho anterior a la conciencia de hecho. Las imágenes luminosas procedentes del "Afuera caósmico" se revelan en la "placa oscura" de la conciencia humana, con sus diferentes grados de complejidad inmanente...

El problema técnico y pragmático concreto estriba en que, a pesar de los interesantes puntos de vista de varios científicos en la línea de la gran investigadora Rosalind Picard, por ejemplo, quien habla de computación afectiva y de ordenadores emotivos, la mayoría de los enfoques neurocognitivistas y de ingeniería de Inteligencia Artificial, siguen entendiendo que la Mente es una mera emergencia del cerebro y no la conciben como efecto de un "bucle de inter-retro-acción" compleja, tal como lo define el pensador Edgar Morin.

La emergencia de la mente, para este epistemólogo francés, involucra el cerebro stricto sensu, el cerebelo, el bulbo raquídeo, el resto de la inervación y la totalidad del cuerpo del Homo sapiens, incluida la historia del sujeto en situación y contexto, la llamada inteligencia computacional, las emociones...

Sin entrar en el complicado problema neurocientífico de los niveles de conciencia (Chalmers, Searle, Picard, Penrose...) me limitaré aquí a señalar que la interacción compleja, en bucle, entre todas las instancias arriba mencionadas, sólo se produce en el Homo sapiens como resultado de la adquisición del lenguaje articulado.

Pero, el lenguaje, en su carácter de fenómeno complejo, heteróclito, ¿es totalmente subsumible (para una cierta concepción biolingüística como la de Noam Chomsky o neurocognitiva como la de un Steven Pinker) en las estructuras genéticas y biológico-cerebrales? ¿Se puede agotar la complejidad del lenguaje humano desde los ámbitos de la neurología, la genética molecular y las neurociencias cognitiva y computacional?

Sabemos, por supuesto, que el problema no es sólo filosófico.

¿Podría generarse conciencia auto-reflexiva a partir de materiales inorgánicos, o se requiere, para "producirla", de los recursos y técnicas de la nanotenología húmeda y de la genética molecular integrados a los programas computacionales que se apoyan todavía en el silicio?

Lamentamos nosotros, meros legos partidarios de la Inteligencia Artificial (IA) dura, que el límite de "miniaturización" del silicio sea de unos 10 nanómetros (1 nm: milmillonésima parte de un metro). Por debajo de esta escala se requiere, por razones técnicas como la imposibilidad de controlar el flujo de electrones en un filamento de microprocesador —y si atendemos a lo dicho por ciertos investigadores y especialistas como Roger Penrose, Marvin Minsky, John Rogers, etc.— de una computación cuántica más compleja que abandone el silicio  y tome en cuenta el problema de lo imprevisible y lo abierto utilizando nanotubos de carbono (grafeno) y nanotecnología húmeda.

John Searle, el filósofo norteamericano de la conciencia y la intencionalidad, establece una significativa diferencia entre Simulación de procesos mentales y Duplicación de los mismos. De este modo, la emergencia (o surgimiento) de una "Conciencia Artificial" por duplicación de procesos mentales cabría esperarla —por las grandes dificultades técnicas que podría comportar, y si es que se alcanza en los próximos años—, más allá del reino del silicio; como quien dice: "Más allá del Principio del Placer"...

En el contexto de esta red de ideas sobre las relaciones entre materia, mente, conciencia, biología, lenguaje y máquinas, me gustaría entender la vieja categoría de Libertad, definida "derridianamente", de un modo coyuntural, estratégico-situacional, y no como una subjetividad enfrentada de modo simple a la máquina y al mundo.

Debo decir, que yo encuentro profundamente fértil, siguiendo en esto a Jacques Derrida, definir la "Libertad" del Homo sapiens con respecto a la maquinización, como una complejidad funcional que excede ciertos umbrales, campos, bordes o dominios maquinales, histórica y tecnológicamente definidos.

En ese sentido, la libertad se juega en el ámbito de lo que resulta no-calculable para un determinado marco de referencia. Para lo que se constituye en imprevisible, en no-programable, en algo histórica o transhistóricamente impredecible desde el punto de vista de ciertos bordes o pretiles de seguridad epistemológicos.

Lo mecánico, como algo sujeto al determinismo, a lo ya calculable y agotado completamente por el dominio programador, sería un simple subconjunto de esa dimensión de la libertad definida en su tensión singular con lo maquinal abierto.

El acontecimiento de la conciencia-máquina como Cuerpo-Persona (H.T. Engelhardt) podría surgir en los márgenes del dominio programador de las ciencias, procedente de una suerte de Afuera genético-epistémico —y no me refiero aquí sólo a la genética como ciencia, como ingeniería genética.

Dicho "afuera" generador no estaría plenamente compuesto, sería parcialmente extraño, transversal o paralógico (Lyotard) con respecto a las figuras epistémicas establecidas en el territorio canónico de las neurociencias (neurolingüística, neurociencia cognitiva...), la psicología, la informática, la nanotecnología (húmeda y seca), la robótica, la ingeniería de Inteligencia Artificial...

Sin dudas, el Homo sapiens como especie se encuentra inmerso actualmente en un proceso acelerado de cyborgización. Esta "contaminación tecnológico-artificializante" (Derrida, Haraway), la interacción (im)predecible hombre-sociedad-tecnociencias, ¿podría convertir la emergencia de conciencia artificial posthumana, la llamada Singularidad, en una realidad muy próxima, técnicamente construida en laboratorios de investigación como los de la IBM, por ejemplo?

Al margen de bromas y de humor delirante —en la medida en que ello resulta posible dado el arduo y estimulante contexto—, nos preguntamos: ¿y si ya somos cyborgs y no lo sabemos, o no queremos saberlo? Las evidencias más recientes parecen dar una respuesta afirmativa a este tipo de interrogantes cruciales.

Me refiero aquí a los efectos corporales del cibermundo actual sobre el Homo sapiens y a una aceleración de las líneas de fuga de las investigaciones entendidas como innovación radical, como paralogía (Lyotard), como cortes epistémicos (Althusser, Lacan) y cambios imprevistos de paradigma (Kuhn).

Dicha aceleración también podría implicar, en relación con el territorio de la Teoría de la Complejidad (Morin), lo que Jacques Lacan denomina "falla epistemo-somática", entendida como impacto de lo simbólico sobre el cuerpo. Lacan entendía que aquello considerado como algo meramente simbólico, de hecho incide, marca y labra en cierto real, en el espesor mismo del cuerpo, pero también en la relación del investigador con su objeto, y genera, en consecuencia, "flujos corporales-heurísticos y tecnológicos imprevisibles".

El efecto de dicha imprevisibilidad de flujos moleculares (Deleuze) ¿no sería la creación de un cuerpo complejo epistémico-terapéutico-iatrogénico (Ivan Illich) propicio para la emergencia de lo insólito del acontecimiento, de la "Singularidad sobre-humana" vaticinada por el "trascendentalista" Ray Kurzweil, pero también del accidente en su dimensión letal (P. Virilio, J. Baudrillard)? Problema tecno-científico, bioético, filosófico...

Al formular esta pregunta del modo en que lo estamos haciendo, participamos de una complicatio paradojal que consistiría en pretender anticipar, abstractamente, lo inanticipable: la Emergencia de Conciencia Artificial Posthumana o de un posible Homo ciberneticus del Siglo XXI. Advertimos los riesgos radicales que dichos eventos comportarían para el género humano.

Ya Lucrecio sabía, en la estela de cierto pensamiento griego, que los procesos de artificialización operan en la misma Physis. La naturaleza se artificializa a sí misma, al participar de una "técnica generalizada" (Jacques Derrida). El Homo sapiens, instancia de artificialización por excelencia, constituye la emergencia de una Naturaleza que, como podemos vislumbrar al estudiar el pensamiento griego y su repercusión tardía en la Escolástica, implica un deslinde entre Natura naturans y Natura naturata. Es decir: un deslinde "puramente" artificial...



Abril de 2012



© Armando Almánzar Botello. Santo Domingo, República Dominicana




ADENDA DEL 2015



LA "INMORTALIDAD" AL MODO DE RAY KURZWEIL (Apuntes apresurados).


Por Armando Almánzar-Botello.



Suscribo plenamente un legítimo rechazo a la aceptación del ominoso proyecto-misión, comandado por una selecta tecnocracia mundial, que pretende sojuzgar a las poblaciones del planeta mediante la elaboración de sofisticados mecanismos de control, ya no simplemente disciplinarios, como en las sociedades autoritarias tradicionales, sino regulados por "atractores extraños" que operan en el contexto de lo que Jacques Derrida conceptualizaría como dominio tecnológico programador.

Michel Foucault había previsto ese paso de las “sociedades disciplinarias” (que él mismo analiza tan lúcidamente) a lo que denominó “sociedades de control” (Foucault, Deleuze), donde la tecnología punta es parte de un biopoder que pretende destruir la “autonomía relativa” y la llamada “libertad” de los seres humanos. No obstante, el problema es bastante complejo y debemos matizar.

Por ejemplo, Donna Haraway, importante primatóloga y pensadora anglosajona, y Mark Dery, lúcido crítico cultural británico, hablan muy duramente de las tesis “redentoristas” y "trascendentalistas", cuyo paradigma lo constituyen pensamientos tecno-herméticos como el de Ray Kurzweil y otras tendencias de las tecnociencias actuales, devenidas en ideologías de control que prometen un mundo perfecto, "inmortalidad incluida".

Desde su particular análisis, Haraway y Dery definen dichas posturas como ejemplos de lo que podríamos denominar cinismo “epistemofílico” y carencia de auténtica penetración crítica en los fenómenos complejos de las tecnociencias, reducidas éstas a meros recursos de manipulación, a simple fetichismo cibernético-genómico-telemático. (Hay ejemplos muy notables de lo que ahora señalo hasta en los discursos de varios reconocidos políticos en nuestro país).

Hablaba yo hace unos pocos años de dos "viejos" libros de los 90, “Simians, Cyborgs and Women. The Reinvention of Nature”, de Donna Haraway (traducido al español como "Ciencia, Cyborgs y Mujeres. La reinvención de la naturaleza"), y “Crítica de la Razón Informática”, de Tomás Maldonado, los cuales arrojan preciosa luz sobre fenómenos tan diversos como lo son la filosofía de la técnica y la tecnología; antropología de la imagen infográfica; genética, fotografía y vídeo; agricultura, cognitivismo y procesos de cyborgización...

Por razones metodológicas hay que diferenciar conceptos y categorías: No son la misma cosa “cyborg”, “robot”, androide”, “clon”, "cyber-quimera", etc. Corresponden a diversos registros conceptuales, técnicos y socio-pragmáticos.

Cuando una pensadora como Donna Haraway habla críticamente de “cyborg”, no alude al “robot” como simple máquina programada en sus competencias y desempeños, se refiere a una “ontología” que implica la “contaminación” de lo “natural” por lo artificial”, de “lo humano” por el reino de la técnica y las máquinas.

No alude la Haraway a una subordinación del hombre a la máquina, o a una eventual conversión del humano en máquina y viceversa, sino a una dimensión "maquinal" (no simplemente "mecánica" o "programadora", como dice Derrida en un contexto muy heideggeriano por cierto) de “co-apropiación” hombre-objeto técnico, lo cual ya está declarado en el pensamiento griego clásico cuando establece una co-pertenencia entre “techne” y “physis” (sin olvidar que aquí, con la categoría de “physis”, no se habla todavía de “Natura naturata”, que constituye un concepto posterior procedente de la Escolástica medioeval.)

Por otra parte, cuando filósofos como Alain Badiou, por ejemplo, critican con suma pertinencia una vertiente del pensamiento de un cierto Martin Heidegger y de las llamadas “filosofías de la finitud”, rechazan la dimensión del “ser-para-la muerte” por medio de una recuperación "platónica" de lo "Inmortal" del Acontecimiento en tanto que "infinitud positiva" que desborda, no la muerte biológica inevitable sino el “ser-para la muerte”, entendido éste como sintagma realista, sí, pero que resulta ya muy poco fértil, filosóficamente hablando. Necesitamos una filosofía cuántica, termodinámica y compleja del Universo que nos permita superar la simple serenidad ante la muerte.

La "inmortalidad" como "fidelidad al Acontecimiento", tal como la entiende Alain Badiou, no es la "mala inmortalidad" de Kurzweil, concebida sinuosa y perversamente como la promesa fantasiosa de una "buena inmortalidad" tecnológico-posthumana en un mundo sin equidad ni justicia donde la gente común, la mayoría, todavía se muere de hambre y de sed.

Badiou habla de la infinitud genérica y positiva (no la mala infinitud hegeliana) de una productividad como resultado de la fidelidad al Acontecimiento. (”El Ser y el Acontecimiento”).

La vida "espectral" a la que Badiou se refiere (también Deleuze, Lacan y Žižek, en otros contextos) toca el problema del "incorporal" estoico, el mismo que sobrevuela, como Acontecimiento, la finitud de los "estados de cosas"...

Para Badiou (y también para Deleuze), el pensamiento de Heidegger no dialoga con el humor, carece de él. Carece de auténtica alegría, no asigna su justo lugar a lo "intensivo" (como acrecentamiento de intensidad vital) y sólo propone la "Serenidad".

Resulta muy interesante, a propósito de las propuestas tecno-fetichistas de Ray Kurzweil, resaltar las relaciones entre Heidegger, Deleuze y Alfred Jarry (la patafísica).

En ellos (Heidegger, Deleuze y Alfred Jarry), como nos recuerda con suma pertinencia el filósofo y profesor español Francisco José Martínez leyendo comparativamente a estos pensadores, la técnica, como dominio sobre el ente, es concebida como la consumación de una cierta metafísica clásica. Mas, para los tres pensadores-artistas, en la técnica no sólo se oculta y se olvida el ser, sino que también se muestra el ser, el ser se muestra en tanto que se retira. FJM.

Lo que permite que la metafísica sea superada, es, precisamente, que ella encuentra su culminación y realización en la técnica. Dice Francisco José Martínez que para Deleuze, tanto en Heidegger como en Jarry, el ser se muestra dos veces: una, en el contexto de un pasado metafísico, de un pasado inmemorial, y la segunda vez, en el contexto de la técnica que se abre al futuro y permite concebir la posibilidad de un pensamiento que vaya más allá de la metafísica y del dominio programador. El “Ereignis” es precisamente esa apertura a la posibilidad por venir que desborda la noción de “ser” como presencia y como simple memoria. (Francisco José Martínez: "Heidegger y Deleuze", en "El segundo Heidegger: Ecología, Arte, Teología." Editorial Dykinson, 2012).

El pensamiento de Ray Kurzweil insistiría en mantenerse en la mala infinitud de la metafísica característica del biopoder tecno-científico-financiero totalmente consumado: Gestell heideggeriano. Se limitaría a plantear un mero perfeccionamiento indefinido de dicho entramado técnico-apropiador, pero sin el resplandor del “Ereignis” como Acontecimiento y trans-apropiación.

En ese sentido, y prosiguiendo con las conceptualizaciones de Gilles Deleuze y también de Giorgio Agamben, podríamos decir que todo “nuevo arte o pensamiento de resistencia” se opondría de modo parsimonioso al trazado cartográfico de jerarquías esencializadas y separaciones absolutas entre “adentro” y “afuera”; “vegetal” y “animal”; “humano e inhumano”; “orgánico” e “inorgánico”; “vida desnuda” y “vida cualificada políticamente”. Es decir, se opondría a la separación tajante entre “zoé” y “bíos” (categorías aristotélicas).

De la forma señalada, las nuevas manifestaciones filosóficas, estéticas y biopolíticas que pretenden erosionar el fundamento de los poderes, del biopoder tecno-científico-financiero, se regirían en su especificidad por un "principio de indeterminación virtual" operante en el plano de inmanencia subjetivo-corporal, social y político, abierto a la "beatitud" impersonal de una contemplación activa, como la concibe Deleuze.

Todo lo anteriormente dicho no confiere legitimidad a las tesis "redentoristas" de Ray Kurzweil, no debe impulsarnos a concebir la técnica (las tecnociencias) de un modo errático, tal como se desprende de sus planteamientos: instancia suprema que serviría de fundamento a los demás entes. Este papel metafísico de super-ente vendría a ser desempeñado, para la ideología cientificista de Kurzweil, por la Técnica Manipuladora controlada por las Grandes Corporaciones Transnacionales y por las Instituciones Académicas al servicio de ellas.

Aunque "un día muy próximo" (???) llegaren a existir los computadores cuánticos “autoconscientes” y "emocionales" (Rosalind Picard), y se pudiera generar una cierta "Singularidad posthumana" como resultado de los indudables avances que hoy se producen en la Inteligencia Artificial, la Biolingüística, la Nanotecnología, la Neurociencia Cognitiva, la Cibernética y la Ingeniería Genética: la "Inmortalidad" supuestamente alcanzada por una presunta “transbiomorfosis post-humanista trascendentalista” a lo Kurzweil, como bien señala el crítico cultural británico Mark Dery, constituye, sencillamente... “un mito letal pentecostalista...” ¡Pura "ideología", pero no verdadera ciencia!

¡Después del mimético urbano-centrismo compulsivo, del culto neoliberal y globalizante a lo virtual, a lo telemático y a la cibernética de última generación, hoy tenemos de nuevo hambre de alimentos terrestres! No podemos escapar a la finitud de los recursos planetarios (D. Haraway). Una ética válida en este contexto sería la solidaridad ecológica y crítico-política del "cibionte" (Joël de Rosnay)...

Por cierto, como es "natural", casi todo pensamiento tecnocrático pretende negar la política... o "prestidigitarla", pero sirviéndose oscuramente de ella para los fines e intereses del inhumano y cínico biopoder global y glocal...

Además, no resulta impertinente señalar que el filósofo norteamericano John Searle para el "vulgo interesado" y en varias de sus obras como especialista en neurociencia cognitiva y en filosofía de la conciencia, desmontó la ideología de la supuesta necesidad o posibilidad de la transbiomorfosis (transferir la mente humana a una máquina) como un efecto de la supuesta "obsolescencia diseñada" del cerebro humano. Una cosa es “simular” procesos mentales en el dominio del silicio, y otra, muy distinta, “duplicarlos”.

Esa ideología de la obsolescencia programada del cerebro humano y de la sustitución “política” de los seres humanos por las máquinas, proviene de la publicidad y del marketing.

Reconocemos que en algunos aspectos las máquinas ya superan, en el plano simplemente operativo-pragmático, el desempeño humano. Pero la dimensión impredecible, contingente, “aconteci-mental” y singular de lo (in)humano, escapa a todo “dominio programador” (J. Derrida), en el Reino Digital del Silicio…

Rechazo radicalmente la tecnofobia, pero la postura tecno-fetichista —ciega y a gatas por exceso de optimismo, por no llamarla cinismo virtualista postmoderno—, olvida la aisthésis, el aisthéton... lo concreto del contexto, la imposibilidad "tecno-lógica" de que se "presente", pragmáticamente, la llamada “isofuncionalidad de Venikov” entre el objeto y su modelo, por el carácter de “infinitud potencial” que define a la "similitud " en el "proceso de modelización" (T. Maldonado)...

Cierro estas dispersas reflexiones señalando que por ahora prefiero, para nuestros países del Tercer Mundo, en particular, y para todos los habitantes del planeta Tierra, logros más modestos tales como una mayor inversión en alimentación y en educación de calidad por parte de los Gobiernos; mayor respeto a los derechos humanos y a las normas jurídicas internacionales; una más afinada conciencia ecológica; una reducción de la violencia imperialista en sus múltiples formas, y el fortalecimiento de los Aparatos Productivos de los Países Pobres contra los Tratados Perversos de Libre Comercio… 

En síntesis: digo que deseo, en formas polivalentes, matizadas, "maquínicas", nuevos y mayores "performances" en las prácticas programáticas pero también imprevisibles, que se operan en la imperecedera línea de fuga constituida por "eso" que hasta el día de hoy llamamos "Justicia Social".



© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.


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martes, 26 de mayo de 2015

La Pintura Cosmogónica de Geo Ripley.

«La pura intencionalidad estética cohabita mágicamente con los caprichos del azar, las formaciones del inconsciente y las danzas aleatorias del pigmento.» Armando Almánzar-Botello.


Por Armando Almánzar-Botello


Neutralidad absorta de la khôra. Mítico pretiempo a-cósmico. Fundante silencio inabordable... ¡Y de pronto!: condensaciones imprevistas del vacío, latidos primordiales del caos turbulento: floraciones provisorias de la mancha...

En la blancura inmemorial de la tela, grumos del ser y del no ser, vórtice de espectros, cópulas intensas del Yin y del Yang. Gotea la negrura el temblor de sus enigmas. Cortes y suturas, tímidas fluencias. Explosiones en la sombra. ¡Se desata casi audible la luz vertiginosa! Chispas, letras, remolinos. El dorado levanta sus vigilias...

Tenebrosa y mágica la errancia, sus pinceles alumbran el abismo que se expande. Diría Jacques Lacan: Cesa al fin de no pintarse...

Tensa superficie del lienzo que despierta, se inicia la catástrofe, el acontecimiento genésico, el primordial estallido energético, la febril desintegración organizadora. Mezclando con el soplo del misterio los colores: negro, perlado, dorado, rojo, blanco, gris, azul; dual el gesto silencioso y restallante, constructivo y desconstructivo a la vez, va engendrando sus lúdicos espacios, corporal topología del asombro, aliento vital que se desliza sigiloso, tanteando, pensamiento originario que se encarna...

En esta pintura sígnica y gestual de Geo Ripley —expresionismo abstracto, metafísico y metamórfico, imantado por la fuerza arquetípica, lírica y visionaria que se nutre del mito cosmogónico— se nos ofrecen las imágenes abisales y sobrecogedoras de un campo morfogenético ligado a la catástrofe primordial. Aquella que, según las teorías cosmológicas de la física contemporánea, dio origen a la singularidad de nuestro Universo.

Exploración estética de una terra incognita por la maestría pictórica de Geo Ripley. En éste su lúdico y más reciente periplo creador, se fusionan de modo sensorial cosmogénesis, biogénesis, antropogénesis y semiosis. Origen del universo; generación de la vida; emergencia del hombre y la cultura; creación del lenguaje, el trabajo, el mito y el pensamiento.

Bajo su aparente simplicidad sígnica, en esta muestra plástica se enlaza la metáfora cosmogónica con las metáforas geológica, paleontológica, arqueológica, embriológica y mandálica. Este denso tejido de símbolos se ofrece a la mirada de una forma directa, no intelectualizada, sensible, vibrante, corporal. No revela un significado literariamente preformado, extrapictórico, que de manera adventicia vendría a regular la semiótica palpable del lienzo y su específico régimen escópico.


Nos encontramos de hecho frente a un creador en pleno dominio de sus recursos expresivos, cuya fuerza significante, casi demiúrgica, se plasma en la tela a través de un desciframiento alquímico del misterio de los materiales y sus recónditas posibilidades estéticas.

Es notoria, sin embargo, la huella de los peligros asumidos por el artista al aproximarse espiritual y plásticamente a ese sordo fragor de los orígenes, a la materia confusa, casi irrepresentable, condensada en el punto ígneo del que irradia la morfogénesis del universo.

Por un lado, advertimos su riesgo constante de ser dominado y engullido por una materia sin designios, por la turbulencia de lo informe, por el abismo digestivo del sinfondo y sus mezclas innombrables (Gilles Deleuze). Por el otro, vislumbramos y tememos la no menos desalentadora posibilidad de que el artista reproduzca desmayadamente los gestos habituales o paradigmáticos con los que se ha conjurado esta misteriosa originaria complicatio en el contexto de la pintura contemporánea.

Estamos pensando en la obra de los grandes pintores expresionistas abstractos, informalistas, gestualistas y matéricos que responden a los nombre de Kandinsky, Pollock, Yoshihara, Tobey, Hartung, Soulages, Rothko, Fontana, De Kooning, Appel, Zao Wou-Ki, por sólo mencionar apresuradamente unas cuantas figuras emblemáticas.

Pero no, en la pintura de Ripley —lúcido y tenso equilibrio entre sentido y sinsentido, entre la estabilidad y el vértigo— la informalidad relativa de la obra no equivale al «azar incurable» de la materia prima ni a la ausencia de contra-efectuación estructural del accidente escópico. Además, en nuestro artista, los valores semióticos de las viejas y nuevas vanguardias pictóricas han sido sabiamente metabolizados.

El conflicto entre voluntad constructiva y espontaneidad energética del gesto, se resuelve del modo plástico más convincente, original y vigoroso. 

Como en las antiguas tradiciones pictóricas del Extremo Oriente, de inspiración Taoísta y Zen, o del África milenaria con su desbordante riqueza de formas plásticas que tan decisivo influjo han ejercido en el contexto del arte moderno occidental y particularmente caribeño, la ya mencionada «espontaneidad» del gesto implica un disciplinado movimiento de espacialización orientada, casi ritualizado, que surge de un espíritu libérrimo y seminal pero profundamente despierto y constructivo, además de sustentado en una vibrante memoria cultural, mítica e histórica.

Libre de la prisión teleológica o preformativa, el valor estético —esa tensión irreductible que vislumbra Jacques Derrida entre ergon (obra) y párergon (marco o encuadre)— se va generando en la inmanencia del proceso creador, en el hacer pictórico mismo. La semiótica plástica de Ripley se afina y profundiza sobre el lienzo en contacto con la materia y la forma de la expresión; al ritmo parcialmente intencional de la faena creadora.

Al compás de la contemplación activa y la conciencia fulgurante del vacío, la pura intencionalidad estética cohabita mágicamente con los caprichos del azar, las formaciones del inconsciente y las danzas aleatorias del pigmento.



La acrílica, trabajada con "pinceles" que oscilan entre dos y media y seis pulgadas de ancho, revela en la paleta de Geo un campo simultáneamente espectral y «matérico» de intensa significancia plástica. Las atinadas y constructivas mezclas de colores —que parecen evocar en ocasiones el código cromático de un cierto Francis Bacon—, las ondulaciones sutiles de las gruesas pinceladas, las graduaciones altamente expresivas en la densidad del empaste, evocan texturas de órganos, latidos celulares, crepitaciones de soles, extrañas cintas carnales de Moebius, erupciones volcánicas, úteros germinantes, míticas cavernas, vórtices o portales cósmicos...

La utilización de tonos plateados y lácteos, al conjugarse con el rojo, el negro, el dorado y eventuales «fisuras» de blanco, contribuye a reforzar los rumores fetales del misterio, los esbozos secretos del pleroma, los diversos estados atmosféricos de conciencia mística o pictórica. La hibridación de los espacios generada por la maestría de las fusiones cromáticas y por la fluidez vertiginosa o serena del gesto, nos introduce en un hiperespacio topológico y mágico signado por el rito, la regeneración, la curación chamánica y el milagro. Saco vitelino que estalla numinoso, luminoso, liberando mundos. Transmutaciones cíclicas de la piedra que es vida...

Un elemento más a resaltar en esta maravillosa exposición, lo constituye la presencia de grandes y potentes formatos junto a la serie sutil de dípticos, polípticos y cuadros de menor tamaño. Estas variaciones de formato evidencian la contundente coherencia interna de la muestra dentro de su policéntrica y musical diversidad.


Ritmología cosmogónica. Prodigiosas geometrías nómadas. Congelaciones instantáneas de los vértigos. Tal es el arte chamánico, talismánico y apotropaico de Geo Ripley.

Travesías de la huella como enigmatización del origen, estas obras de un artista integral, nos ofrecen el valioso testimonio del Eterno Retorno selectivo del gesto creador.



Agosto de 2004.


Trabajo de presentación de la autoría de Armando Almánzar-Botello, que figura en el catálogo de la exposición pictórica de Geo Ripley titulada "Oddudua. La piedra que es vida.", celebrada en los salones de la empresa Jaguar Dominicana el año 2005.  

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sábado, 23 de mayo de 2015

PARADOJAS DEL ETERNO RETORNO. El plagio de la rabia no cesa de escribirse.


Por Armando Almánzar-Botello

     «You say I am repeating / Something I have said before. I shall say it again. / Shall I say it again?» T. S. Eliot [«Dices que repito / algo que ya he dicho antes.  Lo volveré a decir. / ¿Lo volveré a decir?»] 

     «La voz de Dios le contestó desde un torbellino: “Yo tampoco soy; yo soñé el mundo como tú soñaste tu obra, mi Shakespeare, y entre las formas de mi sueño estabas tú, que como yo eres muchos y nadie.”» Jorge Luis Borges

     «No estás bien educado. Te castigaré. No te llevaré más a mis amiguitas para que las mires cuando hacen pipí.» Eugène Ionesco

     «Exquisita porcelana de inodoro pensativo.» A. Almánzar-Botello

     «Hay un olor a Dios / en todo el inodoro» Iván Silén: El miedo del Pantócrata, 1980
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     ¿Quién es el Don Nadie que pretende ser el Otro
sustentado en el Eterno Retorno y en el fraude?

     ¿En qué consiste el plagio eterno del retorno
del otro que hace tiempo soñó ser un Don Alguien?

La Máscara responde: son el otro innumerable,
que habita el Ser profundo y secreto lo disuelve...

          ¡Poética y política historia de la Nada!...
    
  Cesa al fin de no escribirse la temible paradoja
                       de las formas del vacío:

     Ciclo Eterno que un Dios-Nadie concibió
                          como Universo.

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Enero de 2008

© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana

     La versión original de este texto (2006), 
ligeramente distinta de la que ahora 
ofrecemos, fue publicada en el libro: 
Francis Bacon, vuelve. Slaughterhouse’s 
Crucifixion, Editora Ángeles de Fierro, 2007, San Francisco de Macorís, República Dominicana, página 73

Otro blog en el que figura este mismo texto: Blog Cazador de Agua

Copyright © Armando Almánzar Botello. Reservados todos los derechos de autor. Santo Domingo, República Dominicana.
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Om Krim Kali
ॐ क्रीं काली

Significado :
K significa pleno conocimiento,
R significa que ella es auspiciosa,
I significa que otorga dones y
M significa que da libertad.

Beneficio : Se dice que este mantra protege de las fuerzas malignas.
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BLOG CAZADOR DE AGUA
Viernes, 17 de enero de 2014

MUJER LOTO QUE RETORNA...

     «En una representación tántrica de Kali de pie sobre Siva-Sava, del siglo XVIII d. C. puede verse este aspecto total de la Diosa. Tenemos como antes la plataforma hexagonal; pero esta vez no hay ninguna Isla de las Joyas, ningún Océano de la Vida Inextinguible. En su lugar hay huesos y cráneos esparcidos por todas partes, animales de presa alimentándose de restos, ciervos del bosque andando alrededor. Un grupo de divinidades del Olimpo Hindú, en el fondo a la izquierda, se apiñan aterradas, mirando asustadas esta aparición de la Oscura Señora del Mundo. Esta es totalmente negra. En vez de guirnaldas de flores lleva un collar de cabezas cortadas que le cuelga hasta las rodillas. En una mano derecha (posee cuatro brazos) tiene una espada, símbolo del exterminio físico y de la decisión espiritual: la espada que corta la ignorancia y el error, el velo de la conciencia individual. La otra mano derecha sostiene un símbolo inusual: las tijeras que cortan el hilo de la vida. Pero en sus dos manos izquierdas exhibe el Cuenco que concede abundancia de alimentos y el Loto de la Generación Eterna.» Heinrich Zimmer: Mitos y Símbolos de la India

     Por ARMANDO ALMÁNZAR-BOTELLO

     Para Fredesvinda Báez Santana, latido misterioso del Loto y de la Perla...
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     Caligrafía lóbrega la diosa Kali.

     Litorales del abismo trazados por su danza.

     Furia de lo hermético. Vulva negra del desastre.
Inasibles contornos de su cuerpo 

son fulgores de la tinta, 

                                  escenario turbulento enmarañado 

de pronombres...

                                  Desnuda Kali el Gran Vacío 

casi erótico-tanático:
                   
                                  floresta inescrutable del espanto…

     El asombro que relumbra surge ahora de la sombra:

     ¡Un Loto que retorna!

                                              Imperturbable…

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1993

© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.
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Adenda:

BLOG CAZADOR DE AGUA
Lunes, 8 de junio de 2015

AGUJERO NEGRO

     Por Armando Almánzar-Botello

     «Rabiosa llamarada del insomnio cuesta abajo: las tetas y las ratas, las putas y los ritos, los dioses dementes de la sangre, tus nalgas refulgentes, tu ano anonadante, huracanes enjaulados en tu olvido fui buscando.» Armando Almánzar Botello. “Striptease. Prosa Tántrica y Dionisíaca”, 1978 (Fragmento)

     A Heinrich Zimmer; a Roger Penrose, in memoriam 
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                       Agujero negro: 

        ¡Terrible turbulencia de inodoro      
                       cosmológico! 

     ¿Negativo —apofático— de una foto 
                            de Dios?

     Adiós aquí al argumento de Aquino... 

                          ¿Aquí no?
                            
                           ¡Aquí sí!

  ¡Ano-na-Dante Alígero el reverso erótico    
                      de la Diosa Kali!

                  Cíclico (in)conforme:

        ¡Turbulencia caósmica y tanática
                                  su
                     ano anonadante!

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Abril de1993

© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.
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FINALE:
     
     ¡klank! ¡¡Oooooouuuaaaaaaaajjjjj...!!
¡Brub! ¡Brub! ¡Brub!... ¡Shurp!... shshshshshshshs... ¡te olvidé!

© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.


Otro blog en el que figura este mismo texto:

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GILLES DELEUZE Y LOS GRADOS DE POTENCIA EN LA UNIVOCIDAD DEL SER. (Breve cita y dos fragmentos parafrásticos).

«El Mesías llegará, dice el Talmud, cuando al formular una palabra no se omita el nombre de aquél que la pronunció por vez primera.». Éliane A. Levy-Valensi.

          Edgar Degas. "En las carreras". 1879.

Por Armando Almánzar-Botello


Muchos confunden la riqueza económica, el poder político y militar, la capacidad de hacer daño al prójimo, el simple dominio que abate a la alteridad, con el grado de potencia de los seres, pero como nos recuerda Gilles Deleuze:

«Seguro hay diferencias entre los seres, y de todas maneras el ser se dice en un solo y mismo sentido de todo lo que es.

Entonces, ¿en qué consisten las diferencias entre los seres? La única diferencia concebible en este momento, desde el punto de vista del ser unívoco, es evidentemente la única diferencia entre GRADOS DE POTENCIA.

Los seres no se distinguen por su forma, su género, su especie, eso es secundario; todo lo que "es" remite a un grado de potencia.

¿Por qué la idea de grados de potencia está fundamentalmente ligada a la idea de univocidad del ser? Porque los seres que se distinguen únicamente por el grado de su potencia son los seres que realizan un mismo ser unívoco en la diferencia del grado de potencia o de defección.

Así pues, entre una mesa, un niño, una niña, una locomotora, una vaca, un dios, la diferencia es únicamente del grado de potencia en la realización de un solo y mismo ser.

Es una manera extraña de pensar, pues, una vez más, eso consiste en decirnos: las formas, las funciones, las especies y los géneros es lo secundario. Los seres se definen por grados de potencia y punto.

En tanto que se definen por los grados de potencia, cada ser realiza un solo y mismo ser, el mismo ser que los otros seres puesto que el ser se dice en un solo y mismo sentido, en la diferencia aproximada del grado de potencia. A este nivel, no hay categoría, ninguna forma, ninguna especie.» (Fragmento).  

GILLES DELEUZE. "Anti-Edipo y Mil Mesetas". Curso en Vincennes, 1974

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DELEUZIANA II. Degas y la Potencia. (Glosando e ilustrando el pensamiento de Gilles Deleuze).

Por Armando Almánzar-Botello


El significado profundo de la palabra POTENCIA (niveles de intensidad o grados de fuerza en la "univocidad del ser"), lo intuyó y plasmó en sus lienzos el gran pintor francés Edgar Degas.

En muchos de los maravillosos cuadros de su autoría —bailarinas y gimnastas, poderosas y gráciles figuras vestidas o desnudas—, se desgarran bellamente con un simple gesto los contornos, los confines y barandas de lo inmóvil.

Si toda interpretación es "violencia sobre la obra estética o filosófica", "mala-lectura" que nos aproxima a una cierta dimensión de la verdad latente que arrebatamos al objeto conceptual o artístico en el acto de su desciframiento, observemos en una de las pinturas prodigiosas del gran Degas la cabeza turbulenta de un equino de carreras al galope, para ilustrar los pensamientos de Duns Scotto, Spinoza y Deleuze sobre la "univocidad del ser" y el concepto de POTENCIA.

En el cuadro, el ímpetu del caballo revela ecos, condensaciones y contrapuntos visuales —perfectos en su indeterminación pictórica de fuerzas—, entre un rizado, blanco y vertiginoso humo, configurado por aquello que parecería el resoplido vital y maquínico del animal galopando exuberante; la humareda producida por la quema de malezas previa a las labores de siembra, y el vapor de una locomotora que se insinúa, desplazándose al fondo del paisaje campestre, hiriendo el territorio plástico ardido por una inestable y vigorosa composición...

En esta obra se perciben las líneas de ataque o de fuga en tensión con los límites, con los bordes “parergonales” de la pintura, con el remanso energético de la presencia, con el marco, estable, asegurador y cuestionado de lo posible, circunscrito aquí en la zona derecha del cuadro al registro burgués de lo verosímil…

Y vale ahora la digresión aparente. Al margen de las semejanzas de morfología y especie, hombres como Shakespeare, Goethe, Nietzsche o el mismo Degas, en un juego de intensidades puras o de "afectos spinozianos violentos", guardan literalmente mayor relación de AGENCIAMIENTO, simbiosis y adyacencia con un caballo de carrera, con una veloz locomotora, con una vertiginosa bailarina que salta graciosa, con un cohete interestelar, con un tigre o con el ímpetu dionisíaco del viento entre las hojas, que con el tipo humano ordinario que carga sin garbo ni arte genuino, el peso bruto y programático de su mero existir inconsciente, vocinglero, satisfecho y banal.

© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.

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PARAFRASEANDO A DELEUZE.

.
Por Armando Almánzar-Botello.


Sabemos que para Gilles Deleuze, el Agenciamiento es una suerte de co-funcionamiento simpático de lo heterogéneo, de lo disímil, de lo dispar: una síntesis disyuntiva de lo múltiple.

Dicho Agenciamiento no es una coincidentia oppositorum: mera simplicidad puntual de una pura presencia domeñada, sofrenada, localizada.

No es gélida distancia entre los opuestos ni proximidad fusional que los confundiría; es decir: ni lejanía ni tampoco identificación.

Es más bien el descubrir, producir y operar en la dimensión generativa del "entre", en el plano atópico, "éxtimo", como dice Lacan, en el que se comunican lo interior y lo exterior, en el que un espacio potencial se constituye —para un "Se" impersonal, pre-individual—, en "hacer con", en "producir con", en "escribir con", en "devenir con"...

El Agenciamiento como simpatía, simbiosis y juego proliferante, guarda relación, tal vez, con el Tao, con el absorto punto inútil de la neutralidad impasible que abre las puertas de toda posibilidad, que inaugura la serie rizomática de los acontecimientos-sentidos cuya univocidad de ser escribimos como Acontecimiento.

© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.



ADENDA 2015:

YO ES OTRO

Por Armando Almánzar-Botello.


Cuando Rimbaud dijo "Yo es Otro", no se refería al hecho trivial de que A (Yo) = B (Otro), o dicho de manera más concreta, a que Plutarco = Manuel o Arthur = Paul, por ejemplo, sino a que A no es nunca igual a sí mismo, pues una disparidad o disyunción de fondo "lo" desidentifica y "lo" reenvía al juego de "la diferencia". Su identidad de superficie es efecto de una monstruosa disparidad de fondo, seminal, diseminante... 

De la misma forma, la "univocidad del ser" se dice de lo dispar o diferente, de lo Mismo en tanto que Distinto; no sólo diferente de "lo otro-otro" sino disímil de sí. Lo Mismo sólo se dice de la Diferencia, no de lo Idéntico. 

Lo que diferencia a un Yo de sí mismo, es la diferencia entre los grados de potencia que actualiza frente a mientras se "otrifica", en función de los grados de potencia de un Otro determinado que le hace resistencia... con mayor o menor intensidad. 

Algo similar dijo Brecht: Genio es el más parecido al que sigue pensando "lo suyo" en otras cabezas distintas de la suya, y que sin embargo no dejan de ser "sus" cabezas en una suma que no pretende totalizar la multiplicidad de las cabezas... Nada que ver con el plagio ni con la usurpación de "identidades", pero sí con cierta "locura" del genio... 

"La única diferencia entre un loco y yo, es que yo no estoy loco", decía Dalí, pero lo estaba. Al igual que Nietzsche o Heidegger... "El estilo es el hombre... a quien uno se dirige", decía Lacan... quizá un poco menos loco... 

He aquí la medicina o el veneno que puede representar para el verdadero pensador cierto tipo de compañía o interlocución entendida en su indeterminación de pharmakon. Un diálogo específico, independientemente de que pueda reforzar el enraizamiento endoxal del filósofo, podría actualizar en él la llamada "Punta Loca del Cogito", o la simple estupidez... Recurso este último que, dicho sea de paso, también saben aprovechar para sus fines e intereses algunos filósofos... no todos. Depende eso de sus niveles de potencia. 


© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.



Otras enlaces relacionados con esta entrada:

Blog Cazador de Aguahttp://cazadordeagua.blogspot.com/2012/10/agenciamiento-deleuziano.html

Les Cours de Gilles Deleuzehttp://www.webdeleuze.com/php/texte.php?cle=177&groupe=Anti%20Oedipe%20et%20Mille%20Plateaux&langue=3

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INDIVIDUALISMO Y GREGARISMO. Anverso y reverso de un mismo desconcierto.

Jacques Derrida nos dice que para impartir justicia se hace necesario abrirse a: «... la singularidad del otro, a su pre-cedencia o a su solícita pro-veniencia absolutas, a la heterogeneidad de un pre que significa, sin duda, lo que viene antes que yo, antes que todo presente, por tanto, antes que todo presente pasado, pero también aquello que, por eso mismo, viene del porvenir o como porvenir: como la venida misma del acontecimiento..» Jacques Derrida. "Espectros de Marx".

Por Armando Almánzar-Botello


El individualismo y el narcisismo, en la postmodernidad capitalista, son simples máscaras del más radical gregarismo interaccionista que homogeneiza el goce a escala planetaria y crea un escenario pseudosocial, espectacular, virtualizado, donde se pierden la verdadera problematicidad de lo real, el vínculo afectivo y efectivo con el otro, la polivalencia del sujeto en su relación crítica con lo social.

Existe una falsa "solidaridad de talk show" que es una de las formas perversas extremas que reviste el narcisismo defensivo que promueve el Sistema Capitalista.

En nuestros días, en este "imperio criminal de la banalidad", cualquiera es una celebridad por unos minutos. Andy Warhol tenía razón en esto. El individualismo es el complemento perfecto del gregarismo. Anverso y reverso de la misma estructura. Lo "privado" está secuestrado por el Gran Capital.

Otra cosa es el "secreto" del sujeto efectivamente pensante y crítico en su relación profunda con lo socio-político y con el deseo, no con el mero placer de captura de los bienes, de la mercancía y de la mascarada del goce en una vida concebida como simple spot publicitario...

En esta última, la llamada "solidaridad" resulta ser más bien, paradójicamente, un trivial sonsonete autista.

La paradoja de una cierta postmodernidad es que pretende "hacer vínculo" de la "ruptura de los vínculos", en un campo de fuerzas donde el factor vinculante por excelencia intenta ser, de forma perversa, el Mercado Entrópico Capitalista, como instancia promotora de un egotismo agiotista cuyo inhumano postulado básico es el saber gozar-saber hurtar-saber vivir... ¡sin apercibirse de la verdad sufriente del otro!

¿Resulta posible para la subjetividad erosionada del hombre postmoderno, esquizoide víctima de la pseudo-socialidad virtual, del excesivo relacionismo electrónico-mediático, espectral y conmutativo, redefinir y habitar su cuerpo físico más allá de los estereotipos gregarios dominantes? 

¿Podrá ese hombre insubstancial y negativamente "cyborgizado" asumir su desamparo ontológico (Hilflosigkeit), su soledad radical de sujeto frente a lo Real de la Muerte sin necesidad de refugiarse de forma defensiva en una sub-especie de narcisismo protésico hipertrofiado, sustentado por una banal e irresponsable ideología pseudo-humanista, tecno-fetichista o falsamente posthumanista? ¿Podrá transmutarse la subjetividad desfalleciente del liberalismo individualista clásico en genuina y gozosa solidaridad intensiva, y dejar de percibir como salvación las fortalezas espectaculares del shopping-mall y de las iglesias, la apropiación y el consumo bulímicos de bienes, servicios y banales recetas espirituales de autoayuda?

Son muchas las coartadas que de una manera compulsiva promueve hoy el Mercado seductor en su voluntad de omnipresencia pseudo-protectora frente a la genuina consciencia de la (in)finitud, la problematicidad del goce, la desolación y el vacío nihilista.

Pero como ya lo indicaba David Schweickart en varias de sus obras, existe la posibilidad de orientar el Mercado más allá del Capitalismo homogeneizante, deculturador, anti-ecológico, no sostenible y destructivo de la genuina solidaridad. ¡He aquí la gran apuesta política!

Pensamos, a contracorriente de los spots publicitarios, que nos resulta posible constituirnos en "sujetos únicos en proceso" —plurales, contradictorios, irreductibles—, sin apelar a la paradójica presunción del adocenamiento, a la estrategia perversa de abandonar cierta relación crítica y comprometida con lo político y con el lazo social, sin recluirnos en los rituales monoideístas insulsos que nos defienden del significante de la falta en el Otro y nos impiden vincularnos, de modo auténtico, con la multiplicidad compleja y heterogénea de los otros...



Mayo de 2012


© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.


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ANTÍGONA FRENTE A CREONTE . A propósito de justicia, decisión ética y juridicidad.

«El elemento positivo de las leyes se refiere sólo a su forma, que consiste en tener vigor y en ser conocidas; con lo que se da, a la vez, la posibilidad de ser conocidas de todos en el mundo exterior ordinario. El contenido puede ser en sí racional o irracional, y, por consiguiente, injusto...» G. W. F. Hegel, Enciclopedia de las ciencias filosóficas (Editorial Porrúa, 1990, p. 267).


Por Armando Almánzar-Botello


Un factor determinante de la reflexión que intentaremos realizar en los párrafos subsiguientes, lo constituye el hecho de que podría darse una incompatibilidad coyuntural entre la “ley” y la “justicia” en el espacio multidimensional de los ordenamientos humanos.

Ya en el pensamiento del mismo Rousseau, en su idea del estado natural mítico, previo a la fundación de un “Contrato Social”, encontramos una complejidad problemática sobre la que podemos meditar.

El gran pensador francés, autor también de Las confesiones, considera aquella situación originaria como caracterizada por la paz y la armonía, pero, como señala Jacques Derrida con pertinencia en varios lugares de su obra, el mencionado escenario mítico-humano primordial, de hecho, también podría ser concebido como una situación de violencia y conflicto.

El “contrato social”, como analiza Derrida, es una contra-violencia ejercida sobre una “violencia mítica originaria” que es la del “don originario” bajo el carácter de una exposición incondicional al otro: tanto al mal que de él puede proceder como al mal que podamos infligirle.

Donar la Diké, donar la Justicia, implica probar nuestro gesto sobre el telón de fondo de la A-dikia, de la posibilidad misma del mal, del error y de la injusticia. ¡No existe aquí garantía trascendental!. (Jacques Derrida: Espectros de Marx. El estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva internacional. Editorial Trotta, Madrid, 1995).

Esta ambigüedad, entre otras aristas del problema, ha conducido a ciertos pensadores a cuestionar el concepto mismo de Derecho y, en particular, el de Derechos Humanos.

Esta vertiente derridiana (entre otras) de la reflexión filosófico-jurídica a que me refiero, intenta mostrar cómo, efectivamente, esa categoría (derechos humanos), está consubstancialmente ligada a una tradición metafísica occidental que limita eventualmente, en su concreto histórico, el ejercicio plural, múltiple y metacultural de la justicia y las prácticas ético-jurídicas.

Como bien nos recuerda Derrida, el concepto de “derechos humanos” está preso dentro de una cierta tradición occidental de la persona, de lo humano, de la ley, que es posible deconstruir. El derecho internacional debe estar abierto a esta reflexión crítica.

No se trata en este contexto crítico de dar vigencia al capricho legal, a la vendetta privada, al caos de la justicia por las propias manos, a la barbarie del Estado y/o de las grandes y poderosas Corporaciones Transnacionales contra el sujeto en su vulnerabilidad. ¡No! Se trata de reflexionar sobre los límites de una categoría que hay que pensar críticamente, y eso, con más razón, en estos tiempos en los que se operan muchos cambios radicales procedentes del ámbito de las tecno-ciencias y la dinámica social “desregulada”.

Dichos cambios atacan la base misma de lo que se denomina “derechos fundamentales de la persona humana”.

Reitero que el objetivo de este cuestionamiento no es abogar por la abolición de la juridicidad ni de los “derechos humanos”, sino propugnar por su ampliación, matización, pluralización y perfeccionamiento, al pensar el problema más allá de la codificación jurídica establecida y del pretendidamente ahistórico humanismo esencialista tradicional.

El tema de si los animales tienen derechos, el estatuto mismo del “sujeto de derecho” en el contexto de la bioética, el asunto de si la categoría de “persona” se limita a la dimensión antropomorfa o si puede extenderse más allá de lo definido hasta ahora como “humano”, el problema de la comunidad moral y las relaciones complejas entre lo ‘humano’ y los diferentes registros de lo “in(humano)”, etcétera, son aspectos que no pueden ser pensados sin una clara definición de la justicia como algo diferente al derecho codificado.

La justicia como relación con el otro, como espera desértica (Derrida), es la apertura al otro y a lo otro del acontecimiento imprevisto, disposición a recibir la singularidad inanticipable del arribante. La justicia es para Derrida: “Incalculabilidad del don y singularidad de la exposición no-económica al otro.” J. Derrida. Espectros de Marx, Editorial Trotta, p. 36.

Derrida nos dice que para impartir justicia se hace necesario abrirse a: "la singularidad del otro, a su pre-cedencia o a su solícita pro-veniencia absolutas, a la herogeneidad de un pre que significa, sin duda, lo que viene antes que yo, antes que todo presente, por tanto, antes que todo presente pasado, pero también aquello que, por eso mismo, viene del porvenir o como porvenir: como la venida misma del acontecimiento." (Obra citada).

Evidentemente, Derrida acentúa en esta zona de su reflexión: “La necesaria dis-yunción, la condición des-totalizante de la justicia”, de la justicia como relación con la radical heterogeneidad del “otro” en el contexto del “don”.

La justicia, como nos sigue recordando Derrida, no se limita a normas, reglas, o representaciones jurídico-morales. La justicia, por ello, no se inscribe en un movimiento totalizador de corte absolutista y hegeliano, donde se puedan al fin eliminar los conflictos, los disensos y las alteridades que los generan en nombre de una armonía garantizada por las leyes “perfectas”.

En este sentido, la llamada Razón Comunicativa de Habermas ha mostrado, pese a su gran valor filosófico, severos escotomas o puntos ciegos. Para bien y para mal, habrá siempre conflicto ineludible, no asimilable y no disuelto por el proceso que impone la “racionalidad dialógica”. Existirán no sólo “diferencias” (neutralizables) sino también lo que Jean-François Lyotard denomina “diferendos” (no neutralizables por el proceso dialógico).

Lo que se debe perseguir es una “economía de la violencia”, una reducción y regulación relativa de los conflictos; pero es imposible su eliminación total: con ello destruiríamos el concepto mismo de sujeto único y contradictorio abierto a la multiplicidad. Eliminaríamos aquello que insisto, junto a J. Derrida, en denominar “libertad”, esa performance del "sujeto en proceso" que escapa, puntual y contextualmente, atravesando sucesivos umbrales de dominio, a la planificación panóptica y al dominio programador.

La justicia, como línea de fuga más allá de la juridicidad y del derecho, (y en esto sigo a Derrida pero también a mi propia y temprana reflexión sobre el tema), implica más bien un desajuste, una ruptura, una disyunción, una especie de Un-fuge, una suerte de experiencia de lo “out of joint”: dimensión esta última que, como bien señala el filósofo galo, puede ser la posibilidad de todo mal, de todo caos, pero, simultáneamente, constituye la única verdadera posibilidad de respetar la radical alteridad del otro como otro, mediante una renovación disyuntivo-conjuntiva del contrato social para conducirlo, históricamente, al respeto y reconocimiento del otro en su esencial diferencia.

Por su parte, Norberto Bobbio, con su concepción de la “heterointegración” de las normas y las regulaciones, se mueve en un horizonte totalizador que no rebasa en ningún momento la voluntad de reapropiación y unificación prisionera del mito de la unidad-totalidad-verdad.

Bobbio no piensa el problema de la justicia como relación de conexión-desconexión con respecto al otro; no piensa el problema de la justicia como “síntesis disyuntiva inclusiva”; no piensa el problema de la “comunidad sin presupuestos” ni reflexiona sobre el posible valor heurístico de lo que se denomina “comunidad imposible”.  Las categorías antedichas constituyen temas cruciales en la conversación jurídico-política y filosófica más actual sobre las relaciones entre consenso y disenso.

Por otra lado, debo recordar en estas apresuradas notas que no es lo mismo cumplir con la “moral social codificada”, en su condición de una "ética consensual", que alcanzar el momento de la “decisión ética”, ligado al “sujeto en proceso de verdad” y a la línea de fuga que abre la “fidelidad a un acontecimiento”, como establece Alain Badiou en obras de su autoría tales como La Ética, Editorial Herder, México, 2004.

Esta última decisión a que se refiere Badiou, puede colindar, eventualmente, con la crítica y transgresión de la moral establecida y el ordenamiento jurídico históricamente vigente en el particular momento histórico de su ejecución. Pero no debe verse aquí un llamado a la anarquía, a la acción egoísta o al simple irrespeto a la ley, sino un llamado a la reflexión sobre la naturaleza compleja de las relaciones entre códigos de moralidad convencional y decisión ético-jurídica en contexto, la cual, de un modo creativo y abierto a la justicia, podría en condiciones dadas sentar jurisprudencia.

Decía Heráclito que ciertas ideas deben ser apagadas lo más rápidamente posible antes de que lleguen al pueblo. Lo decía en el sentido de que casi siempre serían mal interpretadas. Yo pienso que deben llegar al pueblo esas verdades e ideas con los debidos esclarecimientos y contextualizaciones.

La diferencia que establece Kant entre Imperativo Hipotético e Imperativo Categórico, podría ejemplificar la diferencia entre una acción moral orientada por fines: la pasión por la utilidad del comportamiento, por el interés jurídico como “perseverancia en el ser”, al decir de Spinoza, y la acción centrada en el “interés desinteresado”, que como bien señala Alain Badiou, ofrece su consistencia a una ética centrada en los “procesos de verdad”, los cuales sobrepasan la “verosimilitud de la convención moral” y escapan a los límites de las codificaciones jurídicas e históricas.

No obstante su valoración conceptual de la categoría “proceso de verdad”, Badiou nos “recomienda” no olvidar la “opinión”, la doxa, pues ella configura en gran parte el lazo social y nos permite el juego pluralista de las intervenciones

Con estas modestas reflexiones estamos haciendo un llamado a la reflexión filosófica sobre la naturaleza de las relaciones complejas entre don (Marcel Mauss, Derrida), ley, derecho, ética, juridicidad, ley anterior a la ley (Rousseau, Derrida) y justicia.

No intento rebatir de un modo “tiránico y totalizante” las “posiciones jurídicas legalistas”, sino llevar, provocativamente, un poco de oxígeno a un espacio cerrado sobre su propia certeza apodíctica

Dicho esto, persevero cautelosamente en señalar aspectos como éste:

El desacato es indudablemente ilegal. En ciertas coyunturas, el valor de dicho gesto por parte de un fiscal , por ejemplo, podría implicar un elemento problemático de naturaleza ético-política. Desde luego: la vía legítima ideal para enfrentar una sentencia debería ser la de los recursos legales consagrados por las leyes establecidas en ese particular contexto. Pero existen excepciones.

No se debe olvidar que, a pesar de la necesidad que existe de observar la letra de la ley, de un modo eventual e histórico la ley y la justicia pueden estar coyunturalmente en conflicto.

De hecho, ningún ordenamiento jurídico es perfecto ni puede agotar, como digo, la dimensión de la Justicia. De ahí la importancia de la decisión ética, con todo lo que ella implica: la angustia de la elección y de la decisión más allá de la garantía de la norma.

Un libro como el de Luigi Ferrajoli, Derecho y Razón, se hace merecedor, para mí, de las mismas consideraciones que he planteado sobre Bobbio.

El mencionado texto de Ferrajoli es la obra, en última instancia prescriptiva, de un penalista que filosofa en el contexto de una vocación totalizante del derecho restitutivo, que matiza el problema en términos de una integración de las múltiples fuentes, pero que no toca en lo esencial el problema que planteo: la eventual contradicción entre la justicia calculable, distributiva, restitutiva, codificada, y un “impartir justicia” que se mide con la “precedencia del otro” y su radical heterogeneidad.

De ahí que yo acepte la necesaria existencia de normas, regulaciones, principios jurídicos, pero considero que para ejecutarlos, como bien nos recuerda Jacques Derrida, se deben tomar muy en cuenta el contexto, la situación y la singularidad del caso en cuestión.

Desde luego, algo crucial se juega en el actual estado del derecho penal internacional que nos debe conducir a dudar crítica y metódicamente de su presunta autonomía, y del servicio real de los llamados “derechos humanos” a las grandes poblaciones del planeta.

Dichos “derechos humanos” son, en la forma banal en que muchas veces son concebidos, la coartada y el complemento perfectos de la “violencia mítica del poder de Estado”, como la llamaba Walter Benjamin.

En nombre de esos “derechos humanos” se operaron las intervenciones militares en Vietnam, en Santo Domingo, en Haití, en Irak, en Afganistán, en Palestina… En nombre de la supuesta defensa de esos “derechos humanos” perversamente concebidos, se produjo el bombardeo de la OTAN a Libia y el asesinato extrajudicial de su gobernante, Muamar el Gadafi, en franca violación a las normas del derecho internacional…

Acepto plena, perfectamente, que: “El Derecho Procesal Penal tiene sus características esenciales, sus principios y valores, pilares en los cuales se fundamenta”. (Nassir Rodríguez Almánzar). No obstante, creo en la necesidad de pensar de modo más hondo el problema de las relaciones entre juridicidad, desacato, abrogación terrorista de la ley por parte de ciertos Estados poderosos y la nueva práctica de la justicia que pide a gritos una Nueva Internacional de la Solidaridad.



Sábado, 25 de junio de 2011



© Armando Almánzar Botello. Santo Domingo, República Dominicana.




ADENDA


Apostillas bibliográficas a propósito de justicia, decisión ética y juridicidad.


Por Armando Almánzar-Botello



En cierta zona de su Seminario 7 titulado "La ética del psicoanálisis" (Paidós. 1995, páginas 293 a 343), Jacques Lacan, el psicoanalista y pensador francés, realiza un interesante análisis de la Antígona de Sófocles donde señala lo que denomina una inconsistencia o debilidad logoteórica de Hegel cuando éste, en su Fenomenología del Espíritu (FCE, 1966), analiza la gran obra del trágico griego.

Es muy interesante el problema del desacato a la ley constituida y la prioridad coyuntural concedida a la justicia, cuando la legislación no expresa la naturaleza fundamental de esta última.

El mismo Hegel lo dice explícitamente en varios lugares de su obra, específicamente en su Enciclopedia de las ciencias filosóficas (Editorial Porrúa, 1990), cuando aclara, en el acápite “La administración de justicia”: “El elemento positivo de las leyes se refiere sólo a su forma, que consiste en tener vigor y en ser conocidas; con lo que se da, a la vez, la posibilidad de ser conocidas de todos en el mundo exterior ordinario. El contenido puede ser en sí racional o irracional, y, por consiguiente, injusto”.¡sic! (Obra citada, página 267).

Pero continúa Hegel aquí analizando el problema de la perfectibilidad del derecho en su existencia determinada y habla del riesgo de caer prisionero —y se refiere sin dudas al legislador y/o al sujeto de la decisión ética—, de lo que denomina “el progreso de la falsa infinidad”, en el que se posterga el momento de la decisión ético-jurídica y la urgencia de lo que Hegel llama el "es preciso decidir".

El conflicto de Antígona se da entre “ley de la Polis" (codificada humanamente) y "até familiar" (justicia natural y/o divina). Es interesante, además, ver como Jacques Derrida retoma y problematiza críticamente esta reflexión hegeliana en su significativa obra "Espectros de Marx" (Trotta, 1995) y en el breve pero a mi entender imprescindible trabajo derridiano "Fuerza de ley. El fundamento místico de la autoridad”. (Editorial Tecnos, 1997).

En esos textos Derrida toma una distancia estratégica con respecto al problema de la oposición dikia / adikia, y las dos modalidades del “desajuste” que se expresan en el último término de la oposición, cuya ambigüedad da testimonio de una voluntad de “no totalización” que difiere de las visiones hegeliana, heideggeriana, y hasta levinasiana, aunque dialogue productivamente con ellas en lo referente a la relación “antigónica” entre Derecho y Justicia.

Relacionado con este tema, también resulta interesante un libro de la helenista Ruth Padel titulado: "A quien un dios quiere destruir, antes lo enloquece. Elementos de la locura griega y trágica" (Editorial Manantial, 1997). Ahí se tocan, entre otros temas, aspectos enlazados con la situación de la Antígona de Sófocles frente a la problemática de la Ley.

Por otra parte, tres psicoanalistas lacanianos: Agustín Aparicio, Frida Saal y Néstor A. Braunstein, en una obra colectiva titulada "A medio siglo de El malestar en la cultura de Sigmund Freud", (Siglo XXI, 1981), ofrecen un estudio titulado "Un diván para Antígona", en el que analizan la relación "antigónica" entre Antígona y Creonte a partir de un cotejo del texto de Sófocles con la "Fenomenología del Espíritu" (FCE, 1966, en sus páginas 254-281), la lectura de Hyppolite sobre la gran obra de Hegel, y el pensamiento de Freud y Lacan...

Sobre el problema de los vínculos entre ética, muerte, alteridad, derecho, política imperialista, guerra, soberanía nacional, justicia, terrorismo y solidaridad, no puedo dejar de recomendar los excelentes textos de Judith Butler: "Vida precaria. El poder del duelo y la violencia.Paidós", Buenos Aires, 2006, y "Marcos de guerra. Las vidas lloradas". Paidós, España, 2009. 

En ambos libros de ensayos la pensadora norteamericana de origen judío somete a una severa crítica la política guerrerista norteamericana y la abrogación de normas fundamentales del Derecho Internacional por parte del Gobierno de los Estados Unidos, inmediatamente después de los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Butler, autora también de la obra crucial del feminismo dialógico-crítico "El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad", (Editorial Paidós, España, 2007), cuestiona y esclarece con lúcida dureza, en los dos primeros libros mencionados, el deslinde criminal entre vidas que merecen luto, duelo, y vidas que no lo merecen. Esa etiquetación segregativa la realiza, señala Butler, el biopoder imperial norteamericano, androcéntrico, en el contexto de las guerras de rapiña orientadas por el Estado y el Complejo Militar-Financiero.

La escritora y pensadora norteamericana plantea, al igual que Jacques Derrida, la necesidad de una nueva definición del Derecho Internacional en nombre de la Solidaridad, la Convivencia de lo Heterogéneo y la Justicia Global.

De mucho valor crítico también resulta un texto del pensador inglés Terry Eagleton titulado: “Los extranjeros. Por una ética de la solidaridad.” (Paidós, 2010).

Pensando allí el problema de la ética desde Aristóteles hasta la postmodernidad, Eagleton dialoga con Kant, Hume, Spinoza, Levinas, Badiou, Zizek, pero sobre todo con Jacques Lacan, y define la interesante propuesta de una ética cristiana que reivindica la categoría lacaniana de "amor descarnado sin límites", como "lógica enemiga de la contabilidad", del cálculo fiduciario, de la simple complementación especular, de la mera conveniencia teológico-contractual, de la moralina circular falsamente filantrópica, manifiesta en lo que denominamos en otro contexto: la espera de un retorno con usura del capital simbólico invertido en la maquinación muchas veces oportunista y cloacal de los signos…



Miércoles, 03 de agosto de 2011


© Armando Almánzar Botello. Santo Domingo, República Dominicana.


Otro blog en el que figura este mismo texto:

Blog Cazador de Aguahttp://tambordegriot.blogspot.com/2012/02/antigona-frente-creonte-proposito-de.html

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