Carta abierta al escritor y amigo Esteban Torres Marte.
«...Lo real en el ser hablante no se puede atrapar, ni siquiera aproximar, por la vía del cálculo. Existe, no obstante, un modo de aproximarse a lo real que no es por la reiteración computacional algorítmica. Es una aproximación que se caracteriza por fallar siempre su objetivo y que, a diferencia del cálculo, no gira en torno al objeto idéntico a sí mismo como un número real sino alrededor de algo decididamente más inaprensible. La repetición precisamente no es una ley natural y conduce invariablemente al punto de sustracción del goce originario que siempre busca y siempre yerra, girando en torno al vacío sobre el cual se funda el deseo. Este vacío, que no es congruente con el número aplicado a modo de cálculo, es delimitado por la letra, como Lacan lo aclara en "Lituratierra": "El borde del agujero en el saber ¿no es eso lo que ella dibuja?¿...cómo podría negar que ese fuese, ese agujero, por lo que al colmarlo apela a invocar allí el goce?"...» MARCO FOCCHI.
Por Armando Almánzar-Botello
Recordado escritor y amigo Esteban Torres Marte, comparto las ideas que expresas de un modo tan oportuno y lúcido en tu breve pero sustanciosa nota que transcribiré un poco más abajo.
Antes debo decirte que yo, en nombre del "uomo universale" del Renacimento al que sin lugar a dudas "pretendemos emular", acepto plenamente que no se deben establecer separaciones tajantes, radicales, absolutas, entre los diversos campos, disciplinas y territorios del espíritu y/o de la llamada realidad. Vale. No obstante, por más teórica que sea la física contemporánea, creo no debemos confundir su territorio conceptual con el de la mera especulación metafísica. ¿O estamos de vuelta al viejo Libro de la Naturaleza maquillado por la Relatividad, la Termodinámica Prigoginiana y la Cuántica?
Copio ahora tu nota:
«Recordado escritor y artista: he considerado que ciertos niveles de lo simbólico (entre los que se encuentran ciertos poetas y pensadores) coinciden con las abstracciones matemáticas en un orden arquetípico (¿Jung y otros modernos?). En los tiempos que corren (las líneas de la Cuántica), determinados niveles rítmicos son incluyentes con ciertas ecuaciones matemáticas. Me atrevo a afirmar que ciertas epopeyas, mitologías y metáforas complejas son eminentemente matemáticas puras (puro ritmo de suma, resta y multiplicación). Incluso las matemáticas modernas usan algunas terminologías pertenecientes al esquema de las imágenes, como la PARADOJA (cuyo designio implica un pesimismo o imposible en las matemáticas). En palabras de los matemáticos: cuando una cantidad se densifica en un infinito, hace imposible cualquier operación concluyente. La paradoja es el terror más elevado en las operaciones del orden lógico-matemático. De ahí la necesidad de crear y desarrollar una línea de abstracción pura e imaginativa: La Física Teórica. Verdadera escuela de lo "poético" y simbólico.» Esteban Torres Marte.
Cerrada tu cita, amigo Esteban, con la finalidad de ahorrar tiempo transcribiré más adelante algunas notas de mi autoría relacionadas con el tema que insinué ayer en tu muro, breves notas escritas con anterioridad, algunas publicadas online.
Lo reitero: conozco algo de tu seria orientación cognoscitiva, de tu preocupación por las investigaciones punta en las prácticas tecno-científicas contemporáneas, de tu antropología "mística" de las ideas; tengo constancia de tu interés profundo y agudo por las manifestaciones ocultas y paranormales (que pueden hoy en día, no obstante, ser la mera pantalla de muchos fenómenos biopolíticos inéditos), acepto parcialmente lo que dices en tu nota, pero entiendo que —y con mayor razón en un territorio de tanta complejidad—, debemos ser muy cautelosos para no caer en posiciones meramente "amalgamantes", "confusionistas", "eclecticistas" o "especulativo-oscurantistas", confundiéndolas con una Teoría de la Complejidad...
Con todo el respeto que su pensamiento merece, cuando oigo mencionar el nombre de Carl Gustav Jung en el ámbito de la llamada "conversación epistemológica", te confieso que me asusto... Sin mencionar ahora sus indudables logros clínicos y epistemológicos en el campo de la psicología, leo a Jung —y utilizo aquí el decir de Borges a favor del alemán—, como pura mitología, como dispositivo textual que posibilita un profundo y estimulante juego estético-cognitivo, como ejercicio poético e imaginativo con gran valor heurístico.
Si bien acepto con José Ortega y Gasset que la ciencia —tanto como la poesía—, es manifestación del espíritu y de la imaginación; si bien comprendo con Heidegger que el Ge-stell tecnocientífico, ligado a la ciencia como "estructura o entramado de emplazamiento", es el "primer resplandor o centelleo" del Ereignis (co-apropiación, trans-apropiación y co-pertenencia), disto mucho de meterlo todo en un mismo saco sin operar previamente los debidos deslindes conceptuales.
Por más que exista una relación o resonancia entre los "perceptos y afectos" del arte, los "conceptos" de la filosofía y las "funciones lógicas" y "matemas" de la ciencia, no se pueden reducir o confundir indiscriminadamente dichas categorías, aduciendo la supuesta sustentación de un pensamiento "unificante" o "integrador" basado en una oscura "hermenéutica visionaria", en "pruebas" tecno-herméticas y/o de cuño "pentecostalista", nociones todas que simplemente vienen a negar el extenso proceso histórico de diferenciación y estratificación del pensamiento que se ha operado en el Homo sapiens sapiens en los últimos 200, 000 años, aproximadamente...
Cuando dices, distinguido amigo Esteban Torres Marte: «Me atrevo a afirmar que ciertas epopeyas, mitologías y metáforas complejas son eminentemente matemáticas puras (puro ritmo de suma, resta y multiplicación)», acepto tu juicio, pero a condición de que la mera constatación de un hecho en términos de "lógica operativa y constituyente" no niegue la diferencia entre ese hecho y su formulación en términos de "lógica constituida".
Así como hacer o generar un chiste no es lo mismo que analizarlo y explicarlo, no se pueden traducir y/o reducir totalmente las epopeyas, mitologías y metáforas a mera formulación matemática, sin que pierdan aquello que las constituye en su especificidad semiótico-discursiva. No pertenecen al mismo registro significante la "mitología viva" y la fórmula lógico-algebraica del mito tal como la plantea Claude Lévi-Strauss en su análisis antropológico estructural. Resaltando así la diferencia entre lógica operativa y lógica constituida, también se observa que los sujetos pueden hablar "correctamente" un idioma, en función del dominio de ciertos patrones fonéticos, lexicales, morfosintácticos, etcétera, sin necesariamente conocer por ello, de un modo conceptual y reflexivo, la gramática particular de esa lengua en cuestión...
La existencia indubitable de vínculos, relaciones y correlaciones entre diferentes registros de la realidad y del conocimiento, no nos autoriza a pretender "ahogar confusamente, en una generalidad indiferenciada" (Jacques Derrida) todos los procesos cognoscitivos, emotivos y comportamentales, por el hecho de "sumergirlos" en un nuevo juego analógico que no da en efecto testimonio de una visión místico-apofática, de una iluminación budista Zen o de un pensamiento heideggeriano del Ser, sino del simple desfallecimiento de la "cogitación crítica" y del Logos en aquellos ámbitos epistemológicos en los que éstos deben seguir operando para evitar el riesgo oscurantista o el paradójico peligro de lo desmesuradamente "ilustrado"... Tanta luz, ciega... (El exceso racionalista de las luces destruye también el pensamiento y los "meandros freudo-lacanianos del inconsciente").
En este contexto, no se deben olvidar la "imaginación trascendental" kantiana productora de los esquemas del entendimiento, mas no simplemente homogeneizadora, y la posibilidad compleja de articular (como ya lo han hecho y lo están haciendo en un trabajo en curso muchos pensadores de relevancia, tanto en los ámbitos de la ciencia como del arte y la filosofía) una nueva racionalidad simultáneamente diferenciadora y unificante, es decir: un nuevo y "complejo" pensamiento conjuntivo-disyuntivo que se pliegue y repliegue (Deleuze), que se despliegue hacia el Afuera Genético (Foucault, Deleuze), hacia el espacio potencial de lo Abierto.
Reconozco que, si bien en el contexto de las humanidades se utiliza aquella categoría denominada por Umberto Eco "metáfora epistemológica", con la característica de utilizar imágenes importadas o procedentes del campo científico entendido rigurosamente, hoy la ciencia misma, por su parte, y de un modo concreto la física teórica más actual, utiliza, de una forma simétrica-inversa, con cada vez mayor frecuencia y contra su tradicional vocación "literalizante" (F. Rossi-Landi), lo que me atrevo ahora a denominar "epistemas metafóricos".
Eso que mencionas como la vigencia de la PARADOJA en el ámbito del conocimiento, se relaciona con la "textura" y complejidad de los nuevos objetos investigados por la ciencia, principalmente en los dominios de la física cuántica y la cosmología. A partir de ahí se podría entender el auge que desde hace años manifiestan las llamadas lógicas aporéticas, paraconsistentes, inconsistentes, modales, aléticas, tal como se puede observar en ciertos Coloquios de North-Holland, de los cuales nos habla, por ejemplo, el psicoanalista Jacques-Alain Miller, especialista en lógica simbólica.
No obstante, lo repito: al margen de la búsqueda esotérica de una suerte de racionalidad "arcóntica" que vendría a vincular o a pretender homologar todos los niveles de lo "cósmico", lo "cuántico" y lo "caósmico", pienso, modestamente, que lo que debería "desvelar" a "los diversos pensamientos" (sin olvidar las llamadas "ensoñaciones de la materia"), debe ser la exploración filosófica de los límites de la tradición "carno-falogo-fonocéntrica occidental" (Jacques Derrida), y trabajar en el descubrimiento y/o construcción, de un modo coherente, reglado, cauteloso, de nuevas resonancias y/o "contaminaciones" filosófico-estético-epistémicas en la dimensión operativa de lo que el filósofo Gilles Deleuze denomina "CEREBRO-SUJETO" trifuncional.
Ello no implica el simple juego analógico tradicional entre órdenes o registros del ser, sino la exploración y puesta en tensión filosófica, estética, científica, poética y mística, de los límites propios de una cierta racionalidad vigente en el pensamiento de Occidente desde hace más de 2000 años. Para ello habría que generar nuevos "personajes conceptuales" (G. Deleuze) y profundizar en lo que Theodor Adorno denominaba "lo no-idéntico" del concepto, tratando de ir más allá del mero "Libro de la Naturaleza".
Decía Jacques Lacan en su Seminario 2 “El Yo en la Teoría de Freud y en la Técnica Psicoanalítica”:
“Todo lo que es intuición se haya mucho más cerca de lo imaginario que de lo simbólico. Una inquietud auténticamente actual del pensamiento matemático es eliminar lo más radicalmente posible los elementos intuitivos. El elemento intuitivo es considerado como una impureza en el desarrollo de la simbólica matemática. Esto no equivale a decir que los matemáticos crean zanjada la cuestión. Algunos consideran la intuición [como] ineliminable. No obstante, persiste la aspiración a reducirlo todo en una axiomática.” Jacques Lacan, obra citada, Ediciones Paidós, Buenos Aires, 1983, pp. 465-466.
En un cierto momento de su pensar analítico-filosófico, Jacques Lacan define lo Real de un modo hegeliano ("todo lo real es racional"), como aquello que "no se ve" directamente pero puede ser demostrado, calculado.
Posteriormente, Lacan abandona esta concepción racionalista de lo Real y viene a definirlo como un agujero, un vacío destotalizante que impide de un modo categórico la saturación y el cierre de una axiomática, es decir, como aquello que no puede ser apresado por ningún discurso en tanto ese Real implica el punto de desfallecimiento de todo discurso: un Real imposible, contingente, inabordable, sin ley, no identificado con la "realidad" ni con la noción de "naturaleza" (objeto, esta última, de la ciencia física, incluidos los fenómenos cuánticos y la relatividad, y entendida dicha naturaleza como "semblante" o modalidad del discurso), ni susceptible tampoco, ese real, de ser apresado, de forma totalizante y unificada, por un intento unívoco de formulación lógica, matemática o lingüística...
Aclaración: Este "límite" inmanente de lo Real-imposible con respecto a lo Simbólico-Discursivo, como bien lo señalan Jorge Alemán Lavigne y Ernesto Laclau, no es equivalente aquí al "noúmeno" kantiano entendido como la "cosa en sí" incognoscibe, fuera de las categorías del entendimiento, ni tampoco es igual a lo "inefable", con respecto a lo cual "sólo debemos guardar silencio", tal como aparece en el "Tractatus Logico-Philosophicus" de Wittgenstein. Más bien este Real podría guardar una cierta oblicua relación con el balbuceo místico-poético del ser...
Desde luego, por más que tal definición última de lo Real lacaniano parezca aproximarse al paradigma que instala nuevamente al sujeto como observador —en la visión lacaniana de la ciencia clásica ésta es una “ideología de la supresión del sujeto”, gesto que alcanza su formulación más contundente en el pensamiento de Descartes—, es preciso resaltar que para la visión lacaniana, lo Real de la Ciencia (ya sea la ciencia clásica, logoteórica, cartesiano-newtoniana, o la ciencia relativista-cuántica más moderna) no es lo Real para el Psicoanálisis.
Al apartarse del ámbito de la ciencia clásica, galileano-newtoniana, y pensar el territorio de la física relativista, y aún más, de la física cuántica, Lacan parece aproximar de nuevo su categoría de lo Real al ámbito de la ciencia. Pero no, para el último Lacan lo Real es lo imposible sin Ley.
Tampoco lo Real de la ciencia (clásica o relativista-cuántica) es equivalente a lo que Martin Heidegger denomina el Ser. A esto me refería en mi comentario depositado en tu muro.
Además, no creo que la ciencia, en su actual modalidad de tecnociencia, con todo el entramado artificial de prestaciones funcionales y controles que ella constituye en el llamado Ge-stell —comprendido éste por Martin Heidegger como estructura técnica de dominio y emplazamiento—, tenga siempre, por necesidad, la última palabra.
Cuando los resultados instrumentales de la ciencia “cosificante”, “objetivante”, son erigidos en verdades irrebatibles, aduciéndose la tesis o argumento perverso de que garantizan una mayor eficacia o poder sobre el mundo, generalmente acontece lo peor...
Son constatables los efectos catastróficos del "discurso paranoico de la ciencia", como denomina Jacques Lacan a cierto campo de saber constituido, en el que se opera la ideología, militar en ocasiones, de la supresión del sujeto…
No obstante, y esto se ha dicho hasta las náuseas y la banalidad, pero lo repito: el Ge-stell técnico-científico, a pesar del peligro que encierra, es el primer resplandor del Ereignis (Heidegger), a entender como "Acontecimiento" o trans-apropiación liberadora que permite el paso de la relación metafísica de apropiación simple, "sujeto-objeto" —causa de un cierto "exilio" y de una estéril nostalgia ontológica—, a lo que está más allá del Gegenüber, comprendida esta última categoría como "ser-enfrente" de nosotros.
Próximo en esto a tu visión "holística" del conocimiento, apreciado amigo Esteban Torres Marte, decía José Ortega y Gasset:
"... Es preciso tener el valor de acercar la ciencia a la poesía mucho más de lo que hasta aquí se ha osado. Yo diría, si después de todo lo enunciado se me quiere comprender bien, que la ciencia está mucho más cerca de la poesía que de la realidad, que su función en el organismo de nuestra vida se parece mucho a la del arte." José Ortega y Gasset. "Ideas y Creencias".
Entiendo como válido esto que afirma Ortega contra cierta metafísica positivista que confiere un valor absoluto al ideal cientificista, cartesiano, de suprimir, forcluir (forclusion: repudio y rechazo), expulsar o excluir del ámbito de la cogitación al sujeto deseante que introduce la dimensión del equívoco (Lacan, Gerber), a ese sujeto de la fantasía y de la imaginación al que se refiere Ortega y Gasset en su texto.
El discurso cartesiano, ése que marca del modo más radical la inauguración o advenimiento de la ciencia moderna, comporta, en el campo de su constitución y ejercicio, una obliteración de lo que luego Kant concebirá como la "imaginación trascendental", entendida como espacio de mediación y generación de los esquemas que comunican la intuición y el concepto, la locura y la razón, lo empírico y lo trascendental...
Sin embargo, lo dicho por el gran pensador español en el citado pasaje de su obra "Ideas y creencias" es una conceptualización de "filósofo", no de "científico": la ciencia en sentido estricto, por su propia naturaleza reductora y constrictiva, "no piensa" (M. Heidegger), "no tiene memoria" (J. Lacan), "en tanto que ella olvida, en el seno de su correspondiente campo de ejercicio, las peripecias de las que ha nacido" (Lacan), su naturaleza de constructo artificial generado por un cierto uso de la imaginación (Jonathan Scott Lee).
Por lo arriba señalado, el propio discurso científico no puede, desde su área operativa particular y cumpliendo con su vocación estructural de clausura y sometimiento de lo real al cálculo y a la racionalidad cognitivo-instrumental, reconocer y dar legitimidad a estos juicios de Ortega, los cuales maniobran en el registro de los conceptos filosóficos y no de los matemas y funciones lógicas característicos de la ciencia.
No obstante, (como señalo en mi nota "Noción, Mitema, Función Lógica y Concepto"), el estatuto de la materia oscura, de la antimateria, de la energía oscura, etcétera, no es "metafísico" en el sentido en que lo son las nociones de los Vedas, del Libro Tibetano de los Muertos o del pensamiento gnóstico. "La ciencia es una ideología de la supresión del sujeto", como dice Lacan, pero no manifiesta su componente "metafísica" del mismo modo en que lo hacen las creencias o los sistemas místico-religiosos.
Decía yo hace unos pocos años:
«Prodigioso el Rig Veda, grandioso el pensamiento filosófico-metafísico de la India en sus múltiples vertientes hinduistas y budistas, pero lo que existe como intuición y noción ideológico-poética en el Rig Veda, relativo a la fuerza de atracción entre los cuerpos y los seres en general, no es equiparable, epistemológicamente hablando, a la Ley científica de la Gravitación Universal de Newton, por ejemplo.
Esta Ley de Newton es una función lógica en la que se establece una relación entre "conceptos" (no entre "nociones" de sentido común, por más elaboradas que éstas puedan encontrase en el plano metafísico) susceptible de una formulación matemática: F (fuerza) = K (M.m/d2). Fórmula que desarrollo aquí de este modo por las limitantes de este medio virtual, y que, algebraicamente equivale a: F (fuerza de atracción entre cuerpos) = K (Constante Gravitacional = 9.81 m/s²) multiplicada por M (Masa mayor) por m (masa menor), dividido por d2 (distancia al cuadrado).
Hay que notar que esta Ley descubierta por Newton tiene como precedentes necesarios el conocimiento científico de la gravedad y la formulación por Kepler de sus leyes astronómicas basadas, a su vez, en las investigaciones de Tycho Brahe. No hay que perder de vista, además, que existe un retoque relativista de la ecuación de Newton como efecto del cambio de paradigma científico representado en la Física por la Teoría de la Relatividad de Einstein.
Lo señalado con anterioridad les confiere estatutos muy distintos a la Ley de Newton, por un lado —entendida como la formulación lógico-matemática de una relación entre conceptos, correspondencia definida por la aplicación del método científico a un problema de "objetos" específicos en su condición de abstracciones construidas por la práctica de la ciencia misma (masa, fuerza, aceleración, distancia euclidiana, gravedad), pero sustentados dichos conceptos en una base experimental y en una teoría con capacidad predictivo-explicativa de dicho ámbito particular de la realidad—, y por el otro, a la noción intuitiva, poético-metafísica e ideológica (ideología en sentido epistemológico: constructos pre-conceptuales y nocionales-intuitivos), de una fuerza que da cohesión al Universo, tal como la concibe prodigiosamente el Rig Veda al margen del contexto lógico funcional de las ciencias fisico-matemáticas modernas.
Me parece que confundir ambos registros discursivos: "unidad noético-conceptual" y "mitema poético", no es hacer mala Física sino más bien intentar elaborar mala Filosofía y peor Antropología...
A modo de breve digresión filosófica que puede esclarecer la diferencia epistemológica y operativa entre noción intuitiva y concepto, podríamos decir que si bien para Martin Heidegger el "pensamiento originario más abisal" (abgrundlicher Gedanke) subtiende y precede al deslinde entre mito, religión, filosofía y cogitación o vida teorético-conceptual, existen otras posibilidades de articular filosóficamente la complicatio que Gilles Deleuze y Felix Guattari denominan en su obra "¿Qué es la filosofía?": la "heterogénesis del pensamiento".
Como ya he señalado, para Deleuze y Guattari el cerebro-sujeto piensa de tres modos: a) como ejeto: la ciencia, que utiliza funciones lógicas y matemas para pensar; b) como super-jeto: la filosofía, que utiliza conceptos como trama de personajes conceptuales, y c) el injeto: el arte, que utiliza perceptos y afectos (no percepciones y afecciones en bruto, sino la contra-efectuación formal de estos accidentes hasta convertirlos en "acontecimientos-sentidos en el suspenso vital de una obra". Deleuze, Gilles y Guattari, Félix. ¿Qué es la filosofía? Barcelona. Editorial Anagrama, 1993, Págs. 202-220.
Se insiste, desde la particular perspectiva filosófica de Gilles Deleuze y Félix Guattari, en la radical diferencia existente entre los tres modos particulares de pensamiento, aunque puedan ellos "resonar y contaminarse entre sí" manteniendo una suerte de conexión disyuntiva.
Cerrando con el tema central que da origen a esta breve nota sostenemos que, si a intuiciones de fuerzas cohesionantes vamos, el concepto de “mana” precede, en la acepción que confiere a esta idea el antropólogo francés Claude Lévi-Strauss (símbolo-cero y fluido impasible, impersonal y cohesionante del Universo, presente en el pensamiento del Homo Sapiens desde el Paleolítico), a la referida noción intuitiva de cohesión universal del Rig Veda.» Armando Almánzar-Botello. "Noción, Función y Concepto. Tres vías de aproximación a lo Real". 2009. (Fragmento).
Lo que digo en esta nota con respecto a la fuerza gravitatoria, se podría aplicar, mutatis mutandis, a las categorías de "materia oscura", "energía oscura", "anti-materia", etcétera, que si bien son abstracciones relativamente poco conocidas en sus dimensiones macro y microfísica (menos conocidas con respecto a otros ámbitos de la física), no funcionan insertas en los sistemas nocionales de algún corpus ideológico-místico-religioso, sino en el contexto del discurso científico occidental: astrofísica y cosmología, física cuántica o física de partículas, etc. La física teórica no es mera física especulativa y nocional. (Noviembre de 2013) © Armando Almánzar-Botello.
Si bien la Física Cuántica y la misma Teoría de la Relatividad reintroducen de forma reglada la categoría de “observador” o “sujeto” en el ámbito de la cientificidad más moderna —después de su relativo "exilio" en el campo de la cientificidad clásica— ello no equivale, como ya lo señalaron los mismos Albert Einstein y Werner Heisenberg, a confundir, respectivamente, la “Relatividad” y la “Incertidumbre” con lo que significan estas categorías en los ámbitos nocionales del sentido común y el buen sentido identitarios (Deleuze, Adorno), aunque conserven, sin lugar a dudas, cierta relación con ellos.
El Universo de la cosmología, la astrofísica, la microfísica o física de partículas, aunque guarde relación con la magia y con el mito, no es “total y simplemente” magia, mito y mera Cosa de captación y convalidación intuitivas.
A lo dicho anteriormente obedece que por más que pueda ser entendida la física moderna de partículas como una disciplina teórico-creativa, sus demostraciones "teórico-matemáticas" de la existencia de ciertos corpúsculos, como aquellas referidas a la "realidad" de los hadrones, los quarks, los taquiones (partícula esta última de física teórica que viaja a una velocidad superior a la de la luz, a la del fotón), deban pasar por la “prueba de fuego” de los aceleradores y colisionadores de partículas, y ahora especialmente por esa megamáquina experimental que es el Gran Colisionador de Hadrones (LHC).
Todo lo señalado en el párrafo precedente guarda sus niveles propios de coherencia, aun sin plantearnos la cuestión de si las partículas estudiadas existen “objetivamente” como tales o las “crea” el observador “recortándolas” en un continuum "energético-informacional" fluido que vendría a recordarnos el “ápeiron” de los antiguos pensadores griegos.
Con independencia del gran problema general que se plantea en el territorio de la gnoseología, referente a si la “incertidumbre”, la "indeterminación", la “paradoja”, la “aporía”, la “consistencia" o "inconsistencia” del conocimiento, el “objeto” mismo de estudio, son configuraciones de tipo “ontológico-estructural” o meramente “epistemológico-instrumental”, provisorio e histórico, podríamos decir que la diferencia entre la categoría de “hadrón”, por ejemplo, y todas las nociones intuitivas sobre partículas sutiles propias de las tradiciones del pensamiento “místico-científico” occidental, oriental, africano, etcétera, estriba en una particular “objetividad” que se desprende de una concreta relación histórica entre sujeto del conocimiento, los lugares que ocupan en este contexto la conceptualización y la intuición convalidantes, la singularidad y especificidad del objeto, la articulación de la teoría, el rigor de la metodología y el entramado de dispositivos instrumentales en los que se realiza el proceso de producción de conocimientos.
Reitero, finalmente, mi posición: creo en la posibilidad de una articulación compleja del pensamiento en todos sus registros y manifestaciones, en una generación de acontecimientos desde el "Afuera genético" del pensamiento (Foucault, Deleuze, Bichat), en un proceso de "contaminación" (Deleuze, Derrida) entre "injeto" (arte), "ejeto" (ciencia), "superjeto" (filosofía), pero sin que ello nos conduzca a un nuevo corpus totalizante, comparable al viejo "Libro de la Naturaleza".
Publicación originalmente realizada en Facebook por Armando Almánzar-Botello.
25 de octubre de 2015 (Texto Editado).
“NO SUSCEPTIBLE DE NINGUNA INTERPRETACIÓN INTUITIVA...”
(NO OBSTANTE, JAMÁS NEGAREMOS LA RELEVANCIA ESTRATÉGICA DE LA “INTUICIÓN” COMO “APRENDIZAJE POR INSIGHT REPENTINO”, COMO INSTANCIA FUNDADORA DE FILOSOFÍA, ARTE Y CIENCIA).
«...Para Gilles Deleuze, la relación entre lo posible y lo real no es equivalente al vínculo entre lo virtual-potencial y lo actual...» Armando Almánzar-Botello
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«...Heisenberg dice que la mecánica cuántica “introduce la probabilidad como una nueva especie de realidad física objetiva.”
El proceso individual, en mecánica cuántica, es pensado, en efecto, por medio del concepto de “amplitud de probabilidad”; el objeto, en el sentido estricto de la física clásica, desaparece; ya no es un algo localizado en el espacio y el tiempo cuya evolución —cuya trayectoria— sería posible seguir, así como sería posible predecir, en virtud de una ley formalizada de esta evolución, el comportamiento futuro.
El concepto fundamental que permite describir un sistema es el de VECTOR DE ESTADO, NO SUSCEPTIBLE DE NINGUNA INTERPRETACIÓN INTUITIVA; las leyes se vuelven intrínsecamente estadísticas, y la posibilidad misma de “meter la mano” en un objeto individuado en el sentido tradicional, se desvanece...
Heisenberg utiliza de la manera más natural los recursos de la lengua filosófica alemana: la “Realität” no es la “Wirklichkeit”; lo cual se traduce, en los textos escritos en inglés, por la distinción entre “reality” y “actuality”. En Kant, la Realität era una categoría de la CUALIDAD, diferente del “Dasein”, categoría de la MODALIDAD, y de las nociones de “Existenz” y de “Wirklichkeit” asociadas a esta última. Heisenberg concibe esta oposición como una diferencia entre la TOTALIDAD de la determinación posible de una “res” y el MODO DE EXISTENCIA o de realidad efectiva del fenómeno...
Dice Heisenberg: “Lo real efectivo [lo actual] cumple el mismo papel decisivo en la teoría cuántica que en la física clásica”. Solo que este tipo de realidad no podría ser extrapolado a los objetos cuánticos mismos...
Insiste Heisenberg: “Si intentamos penetrar, detrás de esta realidad efectiva, en el detalle de los acontecimientos atómicos, los contornos de ese mundo ‘objetivamente real’ se disuelven: no en la bruma de una nueva idea de realidad todavía insuficientemente clarificada, sino en la transparente claridad de una matemática cuyas leyes gobiernan lo posible y no lo real efectivo.”
Así se dibuja una partición entre al menos dos géneros de realidad distintos, la de lo posible y la de lo efectiva o actualmente real.» CATHERINE CHEVALLEY. “La física cuántica y los griegos”.
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«...• Podemos decirlo utilizando la referencia a las modalidades, que Lacan tematizó en la parte mediana de su enseñanza, pero a las cuales recurrió de entrada cuando oponía, desde su Informe de Roma, en 1953, necesidad y contingencia.
• La necesidad no es concebible más que en el marco del orden simbólico, algo como una necesidad, es decir un no cesa, de lo que estamos asegurados porque está condicionada, ¿por qué cosa?, por un programa, por un axioma, por una fórmula, por una escritura, sin efecto de verdad variable: es así como Lacan podía traducir la necesidad, es un no cesa de escribirse.
De allí la definición de lo real, visto a partir del orden simbólico, como el reverso de la necesidad, es decir un imposible de escribir, un no cesa de no escribirse, del que dio su punto culminante con la noción de la relación sexual como imposible de escribir. Y esto, lo real como imposible, es lo real visto desde el punto de vista del orden simbólico: está en blanco, es lo que no tiene ninguna fórmula escrita como garante, es lo que no se inscribe más que en negativo.
En tanto que Lacan fue atrapado, capturado, transportado por la noción del orden simbólico, por la noción de la omnipotencia del orden simbólico ¡y bien! simplemente arrojó lo real fuera de la experiencia analítica. Pudo decir que, en la experiencia analítica, es cuestión de imaginario, que lo simbólico que está allí debe adueñarse de ella, pero que lo real queda en la puerta. Lo dice aún, si mi recuerdo es correcto, con todas las letras, al menos con todas las palabras, en su Seminario 4 sobre La relación de objeto.
• Sin embargo, si nos abstraemos del orden simbólico –por hipótesis–, entonces se descubre la dimensión de la contingencia. Lo real no es más lo imposible, “lo real es lo contingente”, es decir, precisamente, lo que cesa de ser imposible, lo que cesa de no escribirse, y no sabemos cuándo, eso no se calcula.
En definitiva, si hacemos surgir la fórmula –que no está en Lacan, me apresuro a decirlo, es de mi cosecha, lo pruebo–, si hacemos surgir la fórmula que lo real es contingente más bien que imposible, entonces, en efecto podemos percibir la relación de lo real y del inconciente, del modo de sorpresa con el cual el inconciente se manifiesta.
No sabemos cuando va a interferir el lapsus. No sabemos cuando el sueño va a traerles un efecto de emoción que traducen en términos de verdad. No sabemos cuando van a hacer el acto donde tropiecen y del que darán cuenta en su relato diciendo “Es por esto”, implicando allí una intención.
• Es claro nos vemos conducidos a regresar de los fastos de la necesidad narrativa a la humilde contingencia. Estamos obligados a la escucha, que es nuestra posición en el análisis cuando somos analistas...» JACQUES-ALAIN MILLER
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«...Lo real en el ser hablante no se puede atrapar, ni siquiera aproximar, por la vía del cálculo. Existe, no obstante, un modo de aproximarse a lo real que no es por la reiteración computacional algorítmica. Es una aproximación que se caracteriza por fallar siempre su objetivo y que, a diferencia del cálculo, no gira en torno al objeto idéntico a sí mismo como un número real sino alrededor de algo decididamente más inaprensible. La repetición precisamente no es una ley natural y conduce invariablemente al punto de sustracción del goce originario que siempre busca y siempre yerra, girando en torno al vacío sobre el cual se funda el deseo. Este vacío, que no es congruente con el número aplicado a modo de cálculo, es delimitado por la letra, como Lacan lo aclara en “Lituratierra”: “El borde del agujero en el saber ¿no es eso lo que ella dibuja?¿...cómo podría negar que ese fuese, ese agujero, por lo que al colmarlo apela a invocar allí el goce?”...» MARCO FOCCHI.
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