martes, 27 de octubre de 2015

CEREBRO-SUJETO, CIENCIA, MISTICISMO Y ANTROPOLOGÍA DE LAS IDEAS.

Carta abierta al escritor y amigo Esteban Torres Marte.

«...Lo real en el ser hablante no se puede atrapar, ni siquiera aproximar, por la vía del cálculo. Existe, no obstante, un modo de aproximarse a lo real que no es por la reiteración computacional algorítmica. Es una aproximación que se caracteriza por fallar siempre su objetivo y que, a diferencia del cálculo, no gira en torno al objeto idéntico a sí mismo como un número real sino alrededor de algo decididamente más inaprensible. La repetición precisamente no es una ley natural y conduce invariablemente al punto de sustracción del goce originario que siempre busca y siempre yerra, girando en torno al vacío sobre el cual se funda el deseo. Este vacío, que no es congruente con el número aplicado a modo de cálculo, es delimitado por la letra, como Lacan lo aclara en "Lituratierra": "El borde del agujero en el saber ¿no es eso lo que ella dibuja?¿...cómo podría negar que ese fuese, ese agujero, por lo que al colmarlo apela a invocar allí el goce?"...» MARCO FOCCHI.


                                        

Por Armando Almánzar-Botello


Recordado escritor y amigo Esteban Torres Marte, comparto las ideas que expresas de un modo tan oportuno y lúcido en tu breve pero sustanciosa nota que transcribiré un poco más abajo. 

Antes debo decirte que yo, en nombre del "uomo universale" del Renacimento al que sin lugar a dudas "pretendemos emular", acepto plenamente que no se deben establecer separaciones tajantes, radicales, absolutas, entre los diversos campos, disciplinas y territorios del espíritu y/o de la llamada realidad. Vale. No obstante, por más teórica que sea la física contemporánea, creo no debemos confundir su territorio conceptual con el de la mera especulación metafísica. ¿O estamos de vuelta al viejo Libro de la Naturaleza maquillado por la Relatividad, la  Termodinámica Prigoginiana y la Cuántica? 

Copio ahora tu nota:

«Recordado escritor y artista: he considerado que ciertos niveles de lo simbólico (entre los que se encuentran ciertos poetas y pensadores) coinciden con las abstracciones matemáticas en un orden arquetípico (¿Jung y otros modernos?). En los tiempos que corren (las líneas  de la Cuántica), determinados niveles rítmicos son incluyentes con ciertas ecuaciones matemáticas. Me atrevo a afirmar que ciertas epopeyas, mitologías y metáforas complejas son eminentemente matemáticas puras (puro ritmo de suma, resta y multiplicación). Incluso las matemáticas modernas usan algunas terminologías pertenecientes al esquema de las imágenes, como la PARADOJA (cuyo designio implica un pesimismo o imposible en las matemáticas). En palabras de los matemáticos: cuando una cantidad se densifica en un infinito, hace imposible cualquier operación concluyente. La paradoja es el terror más elevado en las operaciones del orden lógico-matemático. De ahí la necesidad de crear y desarrollar una línea de abstracción pura e imaginativa: La Física Teórica. Verdadera escuela de lo "poético" y simbólicoEsteban Torres Marte.

Cerrada tu cita, amigo Esteban, con la finalidad de ahorrar tiempo transcribiré más adelante algunas notas de mi autoría relacionadas con el tema que insinué  ayer en tu muro, breves notas escritas con anterioridad, algunas publicadas online.

Lo reitero: conozco algo de tu seria orientación cognoscitiva, de tu preocupación por las investigaciones punta en las prácticas tecno-científicas contemporáneas, de tu antropología "mística" de las ideas; tengo constancia de tu interés profundo y agudo por las manifestaciones ocultas y paranormales (que pueden hoy en día, no obstante, ser la mera pantalla de muchos fenómenos biopolíticos inéditos), acepto parcialmente lo que dices en tu nota, pero entiendo que —y con mayor razón en un territorio de tanta complejidad—, debemos ser muy cautelosos para no caer en posiciones meramente "amalgamantes", "confusionistas", "eclecticistas" o "especulativo-oscurantistas", confundiéndolas con una Teoría de la Complejidad...  

Con todo el respeto que su pensamiento merece, cuando oigo mencionar el nombre de Carl Gustav Jung en el ámbito de la llamada "conversación epistemológica", te confieso que me asusto... Sin mencionar ahora sus indudables logros clínicos y epistemológicos en el campo de la psicología, leo a Jung —y utilizo aquí el decir de Borges a favor del alemán—, como pura mitología, como dispositivo textual que posibilita un profundo y estimulante juego estético-cognitivo, como ejercicio poético e imaginativo con gran valor heurístico. 

Si bien acepto con José Ortega y Gasset que la ciencia —tanto como la poesía—, es manifestación del espíritu y de la imaginación; si bien comprendo con Heidegger que el Ge-stell tecnocientífico, ligado a la ciencia como "estructura o entramado de emplazamiento", es el "primer resplandor o centelleo" del Ereignis (co-apropiación, trans-apropiación y co-pertenencia), disto mucho de meterlo todo en un mismo saco sin operar previamente los debidos deslindes conceptuales.

Por más que exista una relación o resonancia entre los "perceptos y afectos" del arte, los "conceptos" de la filosofía y las "funciones lógicas" y "matemas" de la ciencia, no se pueden reducir o confundir indiscriminadamente dichas categorías, aduciendo la supuesta sustentación de un pensamiento "unificante" o "integrador" basado en una oscura "hermenéutica visionaria", en "pruebas" tecno-herméticas y/o de cuño "pentecostalista", nociones todas que simplemente vienen a negar el extenso proceso histórico de diferenciación y estratificación del pensamiento que se ha operado en el Homo sapiens sapiens en los últimos 200, 000 años, aproximadamente... 

Cuando dices, distinguido amigo Esteban Torres Marte: «Me atrevo a afirmar que ciertas epopeyas, mitologías y metáforas complejas son eminentemente matemáticas puras (puro ritmo de suma, resta y multiplicación)», acepto tu juicio, pero a condición de que la mera constatación de un hecho en términos de "lógica operativa y constituyente" no niegue la diferencia entre ese hecho y su formulación en términos de "lógica constituida". 

Así como hacer o generar un chiste no es lo mismo que analizarlo y explicarlo, no se pueden traducir y/o reducir totalmente las epopeyas, mitologías y metáforas a mera formulación matemática, sin que pierdan aquello que las constituye en su especificidad semiótico-discursiva. No pertenecen al mismo registro significante la "mitología viva" y la fórmula lógico-algebraica del mito tal como la plantea Claude Lévi-Strauss en su análisis antropológico estructural. Resaltando así la diferencia entre lógica operativa y lógica constituida, también se observa que los sujetos pueden hablar "correctamente" un idioma, en función del dominio de ciertos patrones fonéticos, lexicales, morfosintácticos, etcétera, sin necesariamente conocer por ello, de un modo conceptual y reflexivo, la gramática particular de esa lengua en cuestión...

La existencia indubitable de vínculos, relaciones y correlaciones entre diferentes registros de la realidad y del conocimiento, no nos autoriza a pretender "ahogar confusamente, en una generalidad indiferenciada" (Jacques Derrida) todos los procesos cognoscitivos, emotivos y comportamentales, por el hecho de "sumergirlos" en un nuevo juego analógico que no da en efecto testimonio de una visión místico-apofática, de una iluminación budista Zen o de un pensamiento heideggeriano del Ser, sino del simple desfallecimiento de la "cogitación crítica" y del Logos en aquellos ámbitos epistemológicos en los que éstos deben seguir operando para evitar el riesgo oscurantista o el paradójico peligro de lo desmesuradamente "ilustrado"... Tanta luz, ciega... (El exceso racionalista de las luces destruye también el pensamiento y los "meandros freudo-lacanianos del inconsciente"). 

En este contexto, no se deben olvidar la "imaginación trascendental" kantiana productora de los esquemas del entendimiento, mas no simplemente homogeneizadora, y la posibilidad compleja de articular (como ya lo han hecho y lo están haciendo en un trabajo en curso muchos pensadores de relevancia, tanto en los ámbitos de la ciencia como del arte y la filosofía) una nueva racionalidad simultáneamente diferenciadora y unificante, es decir: un nuevo y "complejo" pensamiento conjuntivo-disyuntivo que se pliegue y repliegue (Deleuze), que se despliegue hacia el Afuera Genético (Foucault, Deleuze), hacia el espacio potencial de lo Abierto.

Reconozco que, si bien en el contexto de las humanidades se utiliza aquella categoría denominada por Umberto Eco "metáfora epistemológica", con la característica de utilizar imágenes importadas o procedentes del campo científico entendido rigurosamente, hoy la ciencia misma, por su parte, y de un modo concreto la física teórica más actual, utiliza, de una forma simétrica-inversa, con cada vez mayor frecuencia y contra su tradicional vocación "literalizante" (F. Rossi-Landi), lo que me atrevo ahora a denominar "epistemas metafóricos".

Eso que mencionas como la vigencia de la PARADOJA en el ámbito del conocimiento, se relaciona con la "textura" y complejidad de los nuevos objetos investigados por la ciencia, principalmente en los dominios de la física cuántica y la cosmología. A partir de ahí se podría entender el auge que desde hace años manifiestan las llamadas lógicas aporéticas, paraconsistentes, inconsistentes, modales, aléticas, tal como se puede observar en ciertos Coloquios de North-Holland, de los cuales nos habla, por ejemplo, el psicoanalista Jacques-Alain Miller, especialista en lógica simbólica.

No obstante, lo repito: al margen de la búsqueda esotérica de una suerte de racionalidad "arcóntica" que vendría a vincular o a pretender homologar todos los niveles de lo "cósmico", lo "cuántico" y lo "caósmico", pienso, modestamente, que lo que debería "desvelar" a "los diversos pensamientos" (sin olvidar las llamadas "ensoñaciones de la materia"), debe ser la exploración filosófica de los límites de la tradición "carno-falogo-fonocéntrica occidental" (Jacques Derrida), y trabajar en el descubrimiento y/o construcción, de un modo coherente, reglado, cauteloso, de nuevas resonancias y/o "contaminaciones" filosófico-estético-epistémicas en la dimensión operativa de lo que el filósofo Gilles Deleuze denomina "CEREBRO-SUJETO" trifuncional. 

Ello no implica el simple juego analógico tradicional entre órdenes o registros del ser, sino la exploración y puesta en tensión filosófica, estética, científica, poética y mística, de los límites propios de una cierta racionalidad vigente en el pensamiento de Occidente desde hace más de 2000 años. Para ello habría que generar nuevos "personajes conceptuales" (G. Deleuze) y profundizar en lo que Theodor Adorno denominaba "lo no-idéntico" del concepto, tratando de ir más allá del mero "Libro de la Naturaleza".

Decía Jacques Lacan en su Seminario 2El Yo en la Teoría de Freud y en la Técnica Psicoanalítica”: 

Todo lo que es intuición se haya mucho más cerca de lo imaginario que de lo simbólico. Una inquietud auténticamente actual del pensamiento matemático es eliminar lo más radicalmente posible los elementos intuitivos. El elemento intuitivo es considerado como una impureza en el desarrollo de la simbólica matemática. Esto no equivale a decir que los matemáticos crean zanjada la cuestión. Algunos consideran la intuición [como] ineliminable. No obstante, persiste la aspiración a reducirlo todo en una axiomática.” Jacques Lacan, obra citada, Ediciones Paidós, Buenos Aires, 1983, pp. 465-466.

En un cierto momento de su pensar analítico-filosófico, Jacques Lacan define lo Real de un modo hegeliano ("todo lo real es racional"), como aquello que "no se ve" directamente pero puede ser demostrado, calculado. 

Posteriormente, Lacan abandona esta concepción racionalista de lo Real y viene a definirlo como un agujero, un vacío destotalizante que impide de un modo categórico la saturación y el cierre de una axiomática, es decir, como aquello que no puede ser apresado por ningún discurso en tanto ese Real implica el punto de desfallecimiento de todo discurso: un Real imposible, contingente, inabordable, sin ley, no identificado con la "realidad" ni con la noción de "naturaleza" (objeto, esta última, de la ciencia física, incluidos los fenómenos cuánticos y la relatividad, y entendida dicha naturaleza como "semblante" o modalidad del discurso), ni susceptible tampoco, ese real, de ser apresado, de forma totalizante y unificada, por un intento unívoco de formulación lógica, matemática o lingüística... 

Aclaración: Este "límite" inmanente de lo Real-imposible con respecto a lo Simbólico-Discursivo, como bien lo señalan Jorge Alemán Lavigne y Ernesto Laclau, no es equivalente aquí al "noúmeno" kantiano entendido como la "cosa en sí" incognoscibe, fuera de las categorías del entendimiento, ni tampoco es igual a lo "inefable", con respecto a lo cual "sólo debemos guardar silencio", tal como aparece en el "Tractatus Logico-Philosophicus" de Wittgenstein. Más bien este Real podría guardar una cierta oblicua relación con el balbuceo místico-poético del ser...

Desde luego, por más que tal definición última de lo Real lacaniano parezca aproximarse al paradigma que instala nuevamente al sujeto como observador —en la visión lacaniana de la ciencia clásica ésta es una “ideología de la supresión del sujeto”, gesto que alcanza su formulación más contundente en el pensamiento de Descartes—, es preciso resaltar que para la visión lacaniana, lo Real de la Ciencia (ya sea la ciencia clásica, logoteórica, cartesiano-newtoniana, o la ciencia relativista-cuántica más moderna) no es lo Real para el Psicoanálisis. 

Al apartarse del ámbito de la ciencia clásica, galileano-newtoniana, y pensar el territorio de la física relativista, y aún más, de la física cuántica, Lacan parece aproximar de nuevo su categoría de lo Real al ámbito de la ciencia. Pero no, para el último Lacan lo Real es lo imposible sin Ley.

Tampoco lo Real de la ciencia (clásica o relativista-cuántica) es equivalente a lo que Martin Heidegger denomina el Ser. A esto me refería en mi comentario depositado en tu muro.

Además, no creo que la ciencia, en su actual modalidad de tecnociencia, con todo el entramado artificial de prestaciones funcionales y controles que ella constituye en el llamado Ge-stell —comprendido éste por Martin Heidegger como estructura técnica de dominio y emplazamiento—, tenga siempre, por necesidad, la última palabra. 

Cuando los resultados instrumentales de la ciencia “cosificante”, “objetivante”, son erigidos en verdades irrebatibles, aduciéndose la tesis o argumento perverso de que garantizan una mayor eficacia o poder sobre el mundo, generalmente acontece lo peor... 

Son constatables los efectos catastróficos del "discurso paranoico de la ciencia", como denomina Jacques Lacan a cierto campo de saber constituido, en el que se opera la ideología, militar en ocasiones, de la supresión del sujeto… 

No obstante, y esto se ha dicho hasta las náuseas y la banalidad, pero lo repito: el Ge-stell técnico-científico, a pesar del peligro que encierra, es el primer resplandor del Ereignis (Heidegger), a entender como "Acontecimiento" o trans-apropiación liberadora que permite el paso de la relación metafísica de apropiación simple, "sujeto-objeto" —causa de un cierto "exilio" y de una estéril nostalgia ontológica—, a lo que está más allá del Gegenüber, comprendida esta última categoría como "ser-enfrente" de nosotros. 

Próximo en esto a tu visión "holística" del conocimiento, apreciado amigo Esteban Torres Marte, decía José Ortega y Gasset:

"... Es preciso tener el valor de acercar la ciencia a la poesía mucho más de lo que hasta aquí se ha osado. Yo diría, si después de todo lo enunciado se me quiere comprender bien, que la ciencia está mucho más cerca de la poesía que de la realidad, que su función en el organismo de nuestra vida se parece mucho a la del arte." José Ortega y Gasset. "Ideas y Creencias".

Entiendo como válido esto que afirma Ortega contra cierta metafísica positivista que confiere un valor absoluto al ideal cientificista, cartesiano, de suprimir, forcluir (forclusion: repudio y rechazo), expulsar o excluir del ámbito de la cogitación al sujeto deseante que introduce la dimensión del equívoco (Lacan, Gerber), a ese sujeto de la fantasía y de la imaginación al que se refiere Ortega y Gasset en su texto. 

El discurso cartesiano, ése que marca del modo más radical la inauguración o advenimiento de la ciencia moderna, comporta, en el campo de su constitución y ejercicio, una obliteración de lo que luego Kant concebirá como la "imaginación trascendental", entendida como espacio de mediación y generación de los esquemas que comunican la intuición y el concepto, la locura y la razón, lo empírico y lo trascendental... 

Sin embargo, lo dicho por el gran pensador español en el citado pasaje de su obra "Ideas y creencias" es una conceptualización de "filósofo", no de "científico": la ciencia en sentido estricto, por su propia naturaleza reductora y constrictiva, "no piensa" (M. Heidegger), "no tiene memoria" (J. Lacan), "en tanto que ella olvida, en el seno de su correspondiente campo de ejercicio, las peripecias de las que ha nacido" (Lacan), su naturaleza de constructo artificial generado por un cierto uso de la imaginación (Jonathan Scott Lee). 

Por lo arriba señalado, el propio discurso científico no puede, desde su área operativa particular y cumpliendo con su vocación estructural de clausura y sometimiento de lo real al cálculo y a la racionalidad cognitivo-instrumental, reconocer y dar legitimidad a estos juicios de Ortega, los cuales maniobran en el registro de los conceptos filosóficos y no de los matemas y funciones lógicas característicos de la ciencia.

No obstante, (como señalo en mi nota "Noción, Mitema, Función Lógica y Concepto"), el estatuto de la materia oscura, de la antimateria, de la energía oscura, etcétera, no es "metafísico" en el sentido en que lo son las nociones de los Vedas, del Libro Tibetano de los Muertos o del pensamiento gnóstico. "La ciencia es una ideología de la supresión del sujeto", como dice Lacan, pero no manifiesta su componente "metafísica" del mismo modo en que lo hacen las creencias o los sistemas místico-religiosos. 

Decía yo hace unos pocos años: 

«Prodigioso el Rig Veda, grandioso el pensamiento filosófico-metafísico de la India en sus múltiples vertientes hinduistas y budistas, pero lo que existe como intuición y noción ideológico-poética en el Rig Veda, relativo a la fuerza de atracción entre los cuerpos y los seres en general, no es equiparable, epistemológicamente hablando, a la Ley científica de la Gravitación Universal de Newton, por ejemplo. 

Esta Ley de Newton es una función lógica en la que se establece una relación entre "conceptos" (no entre "nociones" de sentido común, por más elaboradas que éstas puedan encontrase en el plano metafísico) susceptible de una formulación matemática: F (fuerza) = K (M.m/d2). Fórmula que desarrollo aquí de este modo por las limitantes de este medio virtual, y que, algebraicamente equivale a: F (fuerza de atracción entre cuerpos) = K (Constante Gravitacional = 9.81 m/s²) multiplicada por M (Masa mayor) por m (masa menor), dividido por d2 (distancia al cuadrado). 

Hay que notar que esta Ley descubierta por Newton tiene como precedentes necesarios el conocimiento científico de la gravedad y la formulación por Kepler de sus leyes astronómicas basadas, a su vez, en las investigaciones de Tycho Brahe. No hay que perder de vista, además, que existe un retoque relativista de la ecuación de Newton como efecto del cambio de paradigma científico representado en la Física por la Teoría de la Relatividad de Einstein. 

Lo señalado con anterioridad les confiere estatutos muy distintos a la Ley de Newton, por un lado —entendida como la formulación lógico-matemática de una relación entre conceptos, correspondencia definida por la aplicación del método científico a un problema de "objetos" específicos en su condición de abstracciones construidas por la práctica de la ciencia misma (masa, fuerza, aceleración, distancia euclidiana, gravedad), pero sustentados dichos conceptos en una base experimental y en una teoría con capacidad predictivo-explicativa de dicho ámbito particular de la realidad—, y por el otro, a la noción intuitiva, poético-metafísica e ideológica (ideología en sentido epistemológico: constructos pre-conceptuales y nocionales-intuitivos), de una fuerza que da cohesión al Universo, tal como la concibe prodigiosamente el Rig Veda al margen del contexto lógico funcional de las ciencias fisico-matemáticas modernas. 

Me parece que confundir ambos registros discursivos: "unidad noético-conceptual" y "mitema poético", no es hacer mala Física sino más bien intentar elaborar mala Filosofía y peor Antropología...  

A modo de breve digresión filosófica que puede esclarecer la diferencia epistemológica y operativa entre noción intuitiva y concepto, podríamos decir que si bien para Martin Heidegger el "pensamiento originario más abisal" (abgrundlicher Gedanke) subtiende y precede al deslinde entre mito, religión, filosofía y cogitación o vida teorético-conceptual, existen otras posibilidades de articular filosóficamente la complicatio que Gilles Deleuze y Felix Guattari denominan en su obra "¿Qué es la filosofía?": la "heterogénesis del pensamiento". 

Como ya he señalado, para Deleuze y Guattari el cerebro-sujeto piensa de tres modos: a) como ejeto: la ciencia, que utiliza funciones lógicas y matemas para pensar; b) como super-jeto: la filosofía, que utiliza conceptos como trama de personajes conceptuales, y c) el injeto: el arte, que utiliza perceptos y afectos (no percepciones y afecciones en bruto, sino la contra-efectuación formal de estos accidentes hasta convertirlos en "acontecimientos-sentidos en el suspenso vital de una obra". Deleuze, Gilles y Guattari, Félix. ¿Qué es la filosofía? Barcelona. Editorial Anagrama, 1993, Págs. 202-220. 

Se insiste, desde la particular perspectiva filosófica de Gilles Deleuze y Félix Guattari, en la radical diferencia existente entre los tres modos particulares de pensamiento, aunque puedan ellos "resonar y contaminarse entre sí" manteniendo una suerte de conexión disyuntiva. 

Cerrando con el tema central que da origen a esta breve nota sostenemos que, si a intuiciones de fuerzas cohesionantes vamos, el concepto de “mana” precede, en la acepción que confiere a esta idea el antropólogo francés Claude Lévi-Strauss (símbolo-cero y fluido impasible, impersonal y cohesionante del Universo, presente en el pensamiento del Homo Sapiens desde el Paleolítico), a la referida noción intuitiva de cohesión universal del Rig Veda.» Armando Almánzar-Botello. "Noción, Función y Concepto. Tres vías de aproximación a lo Real". 2009. (Fragmento). 

Lo que digo en esta nota con respecto a la fuerza gravitatoria, se podría aplicar, mutatis mutandis, a las categorías de "materia oscura", "energía oscura", "anti-materia", etcétera, que si bien son abstracciones relativamente poco conocidas en sus dimensiones macro y microfísica (menos conocidas con respecto a otros ámbitos de la física), no funcionan insertas en los sistemas nocionales de algún corpus ideológico-místico-religioso, sino en el contexto del discurso científico occidental: astrofísica y cosmología, física cuántica o física de partículas, etc. La física teórica no es mera física especulativa y nocional. (Noviembre de 2013) © Armando Almánzar-Botello.

Si bien la Física Cuántica y la misma Teoría de la Relatividad reintroducen de forma reglada la categoría de “observador” o “sujeto” en el ámbito de la cientificidad más moderna —después de su relativo "exilio" en el campo de la cientificidad clásica— ello no equivale, como ya lo señalaron los mismos Albert Einstein y Werner Heisenberg, a confundir, respectivamente, la “Relatividad” y la “Incertidumbre” con lo que significan estas categorías en los ámbitos nocionales del sentido común y el buen sentido identitarios (Deleuze, Adorno), aunque conserven, sin lugar a dudas, cierta relación con ellos. 

El Universo de la cosmología, la astrofísica, la microfísica o física de partículas, aunque guarde relación con la magia y con el mito, no es “total y simplemente” magia, mito y mera Cosa de captación y convalidación intuitivas. 

A lo dicho anteriormente obedece que por más que pueda ser entendida la física moderna de partículas como una disciplina teórico-creativa, sus demostraciones "teórico-matemáticas" de la existencia de ciertos corpúsculos, como aquellas referidas a la "realidad" de los hadrones, los quarks, los taquiones (partícula esta última de física teórica que viaja a una velocidad superior a la de la luz, a la del fotón), deban pasar por la “prueba de fuego” de los aceleradores y colisionadores de partículas, y ahora especialmente por esa megamáquina experimental que es el Gran Colisionador de Hadrones (LHC).

Todo lo señalado en el párrafo precedente guarda sus niveles propios de coherencia, aun sin plantearnos la cuestión de si las partículas estudiadas existen “objetivamente” como tales o las “crea” el observador “recortándolas” en un continuum "energético-informacional" fluido que vendría a recordarnos el “ápeiron” de los antiguos pensadores griegos. 

Con independencia del gran problema general que se plantea en el territorio de la gnoseología, referente a si la “incertidumbre”, la "indeterminación", la “paradoja”, la “aporía”, la “consistencia" o "inconsistencia” del conocimiento, el “objeto” mismo de estudio, son configuraciones de tipo “ontológico-estructural” o meramente “epistemológico-instrumental”, provisorio e histórico, podríamos decir que la diferencia entre la categoría de “hadrón”, por ejemplo, y todas las nociones intuitivas sobre partículas sutiles propias de las tradiciones del pensamiento “místico-científico” occidental, oriental, africano, etcétera, estriba en una particular “objetividad” que se desprende de una concreta relación histórica entre sujeto del conocimiento, los lugares que ocupan en este contexto la conceptualización y la intuición convalidantes, la singularidad y especificidad del objeto, la articulación de la teoría, el rigor de la metodología y el entramado de dispositivos instrumentales en los que se realiza el proceso de producción de conocimientos. 

Reitero, finalmente, mi posición: creo en la posibilidad de una articulación compleja del pensamiento en todos sus registros y manifestaciones, en una generación de acontecimientos desde el "Afuera genético" del pensamiento (Foucault, Deleuze, Bichat), en un proceso de "contaminación" (Deleuze, Derrida) entre "injeto" (arte), "ejeto" (ciencia), "superjeto" (filosofía), pero sin que ello nos conduzca a un nuevo corpus totalizante, comparable al viejo "Libro de la Naturaleza".



Publicación originalmente realizada en Facebook por Armando Almánzar-Botello.
25 de octubre de 2015 (Texto Editado).


ADENDAS:

“NO SUSCEPTIBLE DE NINGUNA INTERPRETACIÓN INTUITIVA...” 

(NO OBSTANTE, JAMÁS NEGAREMOS LA RELEVANCIA ESTRATÉGICA DE LA “INTUICIÓN” COMO “APRENDIZAJE POR INSIGHT REPENTINO”, COMO INSTANCIA FUNDADORA DE FILOSOFÍA, ARTE Y CIENCIA). 

«...Para Gilles Deleuze, la relación entre lo posible y lo real no es equivalente al vínculo entre lo virtual-potencial y lo actual...» Armando Almánzar-Botello
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«...Heisenberg dice que la mecánica cuántica “introduce la probabilidad como una nueva especie de realidad física objetiva.” 

El proceso individual, en mecánica cuántica, es pensado, en efecto, por medio del concepto de “amplitud de probabilidad”; el objeto, en el sentido estricto de la física clásica, desaparece; ya no es un algo localizado en el espacio y el tiempo cuya evolución —cuya trayectoria— sería posible seguir, así como sería posible predecir, en virtud de una ley formalizada de esta evolución, el comportamiento futuro. 

El concepto fundamental que permite describir un sistema es el de VECTOR DE ESTADO, NO SUSCEPTIBLE DE NINGUNA INTERPRETACIÓN INTUITIVA; las leyes se vuelven intrínsecamente estadísticas, y la posibilidad misma de “meter la mano” en un objeto individuado en el sentido tradicional, se desvanece... 

Heisenberg utiliza de la manera más natural los recursos de la lengua filosófica alemana: la “Realität” no es la “Wirklichkeit”; lo cual se traduce, en los textos escritos en inglés, por la distinción entre “reality” y “actuality”. En Kant, la Realität era una categoría de la CUALIDAD, diferente del “Dasein”, categoría de la MODALIDAD, y de las nociones de “Existenz” y de “Wirklichkeit” asociadas a esta última. Heisenberg concibe esta oposición como una diferencia entre la TOTALIDAD de la determinación posible de una “res” y el MODO DE EXISTENCIA o de realidad efectiva del fenómeno... 

Dice Heisenberg: “Lo real efectivo [lo actual] cumple el mismo papel decisivo en la teoría cuántica que en la física clásica”. Solo que este tipo de realidad no podría ser extrapolado a los objetos cuánticos mismos... 

Insiste Heisenberg: “Si intentamos penetrar, detrás de esta realidad efectiva, en el detalle de los acontecimientos atómicos, los contornos de ese mundo ‘objetivamente real’ se disuelven: no en la bruma de una nueva idea de realidad todavía insuficientemente clarificada, sino en la transparente claridad de una matemática cuyas leyes gobiernan lo posible y no lo real efectivo.” 

Así se dibuja una partición entre al menos dos géneros de realidad distintos, la de lo posible y la de lo efectiva o actualmente real.» CATHERINE CHEVALLEY. “La física cuántica y los griegos”.
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«...• Podemos decirlo utilizando la referencia a las modalidades, que Lacan tematizó en la parte mediana de su enseñanza, pero a las cuales recurrió de entrada cuando oponía, desde su Informe de Roma, en 1953, necesidad y contingencia.

• La necesidad no es concebible más que en el marco del orden simbólico, algo como una necesidad, es decir un no cesa, de lo que estamos asegurados porque está condicionada, ¿por qué cosa?, por un programa, por un axioma, por una fórmula, por una escritura, sin efecto de verdad variable: es así como Lacan podía traducir la necesidad, es un no cesa de escribirse. 

De allí la definición de lo real, visto a partir del orden simbólico, como el reverso de la necesidad, es decir un imposible de escribir, un no cesa de no escribirse, del que dio su punto culminante con la noción de la relación sexual como imposible de escribir. Y esto, lo real como imposible, es lo real visto desde el punto de vista del orden simbólico: está en blanco, es lo que no tiene ninguna fórmula escrita como garante, es lo que no se inscribe más que en negativo. 

En tanto que Lacan fue atrapado, capturado, transportado por la noción del orden simbólico, por la noción de la omnipotencia del orden simbólico ¡y bien! simplemente arrojó lo real fuera de la experiencia analítica. Pudo decir que, en la experiencia analítica, es cuestión de imaginario, que lo simbólico que está allí debe adueñarse de ella, pero que lo real queda en la puerta. Lo dice aún, si mi recuerdo es correcto, con todas las letras, al menos con todas las palabras, en su Seminario 4 sobre La relación de objeto.

• Sin embargo, si nos abstraemos del orden simbólico –por hipótesis–, entonces se descubre la dimensión de la contingencia. Lo real no es más lo imposible, “lo real es lo contingente”, es decir, precisamente, lo que cesa de ser imposible, lo que cesa de no escribirse, y no sabemos cuándo, eso no se calcula. 

En definitiva, si hacemos surgir la fórmula –que no está en Lacan, me apresuro a decirlo, es de mi cosecha, lo pruebo–, si hacemos surgir la fórmula que lo real es contingente más bien que imposible, entonces, en efecto podemos percibir la relación de lo real y del inconciente, del modo de sorpresa con el cual el inconciente se manifiesta. 

No sabemos cuando va a interferir el lapsus. No sabemos cuando el sueño va a traerles un efecto de emoción que traducen en términos de verdad. No sabemos cuando van a hacer el acto donde tropiecen y del que darán cuenta en su relato diciendo “Es por esto”, implicando allí una intención.

• Es claro nos vemos conducidos a regresar de los fastos de la necesidad narrativa a la humilde contingencia. Estamos obligados a la escucha, que es nuestra posición en el análisis cuando somos analistas...» JACQUES-ALAIN MILLER
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«...Lo real en el ser hablante no se puede atrapar, ni siquiera aproximar, por la vía del cálculo. Existe, no obstante, un modo de aproximarse a lo real que no es por la reiteración computacional algorítmica. Es una aproximación que se caracteriza por fallar siempre su objetivo y que, a diferencia del cálculo, no gira en torno al objeto idéntico a sí mismo como un número real sino alrededor de algo decididamente más inaprensible. La repetición precisamente no es una ley natural y conduce invariablemente al punto de sustracción del goce originario que siempre busca y siempre yerra, girando en torno al vacío sobre el cual se funda el deseo. Este vacío, que no es congruente con el número aplicado a modo de cálculo, es delimitado por la letra, como Lacan lo aclara en “Lituratierra”: “El borde del agujero en el saber ¿no es eso lo que ella dibuja?¿...cómo podría negar que ese fuese, ese agujero, por lo que al colmarlo apela a invocar allí el goce?”...» MARCO FOCCHI.


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miércoles, 14 de octubre de 2015

¿RESENTIMIENTO HERMENÉUTICO? Nota breve a propósito de cierta recepción de la obra creativa de Louis-Ferdinand Céline.

«...El sistema no es aquí, simplemente, el de las intenciones del autor [...] Ese sistema no es, en primer lugar, el de un querer-decir. Se establecen comunicaciones reguladas, gracias al juego de la lengua, entre diversas funciones de la palabra y, en ella, entre diversos sedimentos o diversas regiones de la cultura. Esas comunicaciones, esos pasillos de significado, [el autor] puede en ocasiones declararlos, iluminarlos jugando en ellos "voluntariamente", palabra que ponemos entre comillas porque no designa, siguiendo en el interior de esas oposiciones, más que un modo de "sumisión" a las necesidades de una "lengua" dada [...] La diferencia entre consciente e inconsciente, voluntario e involuntario [es un] instrumento muy tosco cuando se trata de cuestionar la relación con la lengua. Lo mismo ocurriría con la oposición del habla —o de la escritura— respecto a la lengua, si debiese, como a menudo ocurre, remitir a esas categorías.» Jacques Derrida, "La Farmacia de Platón", en "La diseminación", Editorial Fundamentos, Madrid, 1975, páginas 140-143.

«...Eco ha destacado que la versión del "todo vale" ("anything goes" ) de la crítica postmoderna no es lo que está implícito en la noción de obra abierta. Se puede decir que toda obra literaria propone un lector modelo correspondiente a las posibilidades reales y justificables que establece el texto. Para Eco, proponer que es posible un número infinito de lecturas para cualquier texto es un gesto totalmente vacío. Ello no significa, sin embargo, que un autor empírico deba poder juzgar la validez de la interpretación basándose en sus intenciones. Se trata de indicar pruebas que puedan producir una interpretación pertinente y coherente, aunque sea a pesar del autor empírico.» John Lechte, 1994: "50 pensadores contemporáneos esenciales", Ediciones Cátedra, Madrid, 1996, página 167.

Louis-Ferdinand Céline

Por Armando Almánzar-Botello


Alguien dijo que Vida y Obra son "duplicaciones paralelas de una escena fantasmática hurtada"...inconsciente, traumática...

La llamada "vida", entendida como plétora y campo ilimitado de posibilidades inmanentes-trascendentes (“la vida la muerte”, escribía Jacques Derrida, uniendo sin coma ambos puntos extremos en un espacio atópico de indeterminación e incertidumbre) se encuentra, evidentemente, por encima de la mera "obra" como “simple” producto de un acto creativo de escritura, y participa de una dimensión ética distinta. 

Si la obra, en su complejidad semiótica, contradictoria y polivalente, atraviesa los prejuicios, ideologías, convenciones y narcisismos de época (la autocomplacencia del Zeitgeist), es decir, si se constituye en obra con un ritmo específico (Henri Meschonnic) más allá del ruido relativamente inarticulado de los contextos, no cae como tal bajo el hacha del juicio moral normativo: abre más bien un espacio de exploración y constitución de (sin)sentidos inéditos, desconocidos. 

En este orden de ideas podemos afirmar que el Louis-Ferdinand Céline de “Viaje al fin de la noche” no es el mismo autor de los Panfletos Antisemitas como "Bagatelles pour un massacre". Por lo menos, la estrategia escritural y ética no es la misma en ambos casos. 

En aquella gran novela del escritor francés, al igual que en su “Muerte a crédito”, existe lo que Julia Kristeva concibe como una exploración escritural sublimatoria de la abyección de la emergencia histórica de una cierta manifestación de la pulsión de muerte, la catástrofe y el sinsentido, pero no se instaura en esas obras, de ningún modo, una ideología racista, ultranacionalista, autoritaria, asesina, militarista o complaciente con los poderes fácticos, sino, muy por el contrario, una especie de carnavalización bajtiniana del apocalipsis de las significaciones ideológicas convencionales e hipostasiadas.

Los Panfletos celinianos revelan el "error" ético-político de Céline, su inexcusable anti-semitismo fascista si se quiere; sin embargo, esta dimensión de su obra nunca invalida su otra escritura creativa: aquella práctica significante generadora de obras transformativas con valores semióticos perdurables. 

Para los japoneses tradicionales, por ejemplo, el ideal del hombre de letras íntegro implica, necesariamente y a través de toda la vida del escritor, la conjunción de los componentes ético y estético, una suerte de interpenetración de lo moral y lo artístico; mas lamentablemente no siempre ocurre así en la experiencia concreta que nos brinda la realidad de los diversos autores... 

Junto al "recriminable", latente o explícito odio en bruto que puedan expresar algunos supremos hacedores literarios a través de ciertos actos de su vida y de su escritura extraliteraria, como es el caso de un Sade o un Céline —actos considerados, con mayor o menor grado de hipocresía, como “injustos y perversos” cuando son medidos desde un cierto punto de vista de apreciación axiológica—, existen también, en posición simétrica-inversa, otros escritores cuyo odio ideológico se expresa, oscuramente, a través del resentimiento valorativo contra la excelencia literaria lograda por esos “supremos hacedores” que no participan de los mismos principios ético-políticos defendidos por sus rencorosos críticos, o que han sido eventualmente censurados y estigmatizados como “inmorales” o “monstruosos” por ciertas instancias de los poderes constituidos. 

Piénsese, a modo de ejemplo, en la tradición maldita de los “hijos espirituales del Marqués de Sade”; en la negativa de la Academia Sueca a conceder el Premio Nobel a Jorge Luis Borges bajo el implícito argumento pseudoliberal e hipócrita que aludía a la evidente simpatía del gran escritor argentino por el régimen dictatorial de Pinochet, por el imperialismo británico y el franquismo, etcétera.

¿No acontece algo similar a lo anteriormente señalado en lo que entendemos como “apreciaciones de mala fe” realizadas por un gran teórico de la literatura como lo es sin dudas el extraordinario ensayista George Steiner? Este autor de origen judío, en su importante obra “Extraterritorial. Ensayos sobre literatura y la revolución lingüística” (Ediciones Siruela, 2002, páginas 49-59), llevado por su legítima posición antirracista, “prosemita” y antifascista, defiende la supuesta superioridad artística del Lucien Rebatet de “Les deux étendards” con respecto al Céline de “Mort à crédit”, además de catalogar como "patológicas" la visión y las técnicas de Céline como escritor.

Para mí, sin regateos, el Louis-Ferdinand Céline autor de "Muerte a crédito", "Viaje al fin de la noche", "De un castillo a otro", "Rigodon", etc., junto a Kafka, Proust, Joyce, Mann, Beckett, Virginia Woolf, Hesse y otros pocos más, se manifiesta como uno de los más grandes escritores de Occidente desde los tiempos de Dante, Cervantes y William Shakespeare.

Reiteramos que la ética del sujeto de la escritura no coincide de forma absoluta con la moral del individuo político en su accionar mundano. Los panfletos antisemitas de Louis-Ferdinand Céline no restan valor a su obra literaria de ficción (con sus fuertes tintes autobiográficos) ¡aunque no dejen por ello de ser abominables!

El acto est/ético logrado por escritores de la especie de Céline, entendido dicho acto como "don del poema", don del relato y escritura creativa, va más allá de una "simple" o burda "excripción" criminal o panfletaria efectuada en el plano de lo biográfico-especular; del "plagio no transformativo" como simple apropiación de materiales "ajenos" pero sin metabolizarlos en cuerpo textual "propio"; de la usurpación de pedestales; del acto de escribir como simple compensación de minusvalías psico-sociales; de la circularidad interesada del libro-mercancía como mera excrecencia del mercado, y del moralismo maniqueo de aquellos que Niestzsche denominó los falsos sacerdotes... 

Frente al gran creador-artista que es Céline, una cierta complicatio ética nos sitúa (o debería situarnos) más allá del mero resentimiento patológico y del espíritu de venganza propios de los talantes que se niegan a reconocer el estatuto de contra-efectuación artística de síntomas (Deleuze) y suplencia sinthomática est/éticamente lograda (Lacan), que representan obras como "Muerte a crédito", "Viaje al fin de la noche", "Rigodon", etcétera.

Lo ideal sería, para el sujeto en situación de discurso y en acto de escritura, poner en su biografía ético-práctica —a su cuenta y riesgo— “un poco” de lo que haya perfilado como aventura del sentido en su obra creativa (no sólo a la inversa); descubrir en los sentidos múltiples de su “propio” texto nuevas posibilidades de vida y socialidad; dejar un "espacio receptivo" en el discurso para el punto de ignición que constituye lo Real de la Pulsión de Muerte literalizada y litoralizada, para el Afuera genético y la Extimidad (Bichat, Foucault, Deleuze, Lacan), para el sinfondo y el ruido blanco del sinsentido multiforme. 

En fin, hablamos aquí de practicar "economía de la violencia" y/o evitar "psicosis desencadenada", por vía de una "escritura del desastre" como lluvia sinthomática de letras, para decirlo de un modo sintético moviéndonos en el espíritu y utilizando los términos de Lévinas, Blanchot, Derrida y Lacan.




Agosto de 2003 (Texto retocado).



© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.


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martes, 13 de octubre de 2015

LA VERDAD: OREJA DE LA TRAGEDIA

«Nur Narr! nur Dichter!... // Das — der Wahrheit Freier?... » Friedrich Nietzsche [«¡Solo loco! ¡Solo poeta!... // ¿Es eso el pretendiente de la verdad?...»] Friedrich Nietzsche


Por ARMANDO ALMÁNZAR-BOTELLO

     A las hijas del desierto, las muchachas-gatas: Dudú, Suleika...

     A Antonin Artaud, a John Ashbery
                                                          
                                 (1)
                                                                
En tanto entinta tanto ella tontamente por azar a tientas...
no te tienta su tantálico vacío de belleza en la hypomneme,
del goce vulnerado en el prepucio: 

             (nota      párergon      odor di femmina)        

no te tocan borrosos del aire los grafemas de un mentido  

travestido pe(n)sar con su trapecio

                           —circense (d)olor bufo en falso femenino—

ni el crujir pendular y familiar del desconcierto. 

Previsible traza ciega túneles de tontos, 

criaturas convertidas por tiniebla que delira vaginal en sus tunantes,

personajes gatunos conceptuales, 
                                     
                                                         (lo torvamente neutro) 

saliva y baba góticas danzando.

Postalitas repetidas que simulan la tragedia del sentir en el textema:

¡plenitudes petulantes de los dioses y las diosas del no ser!

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Febrero de 2010

                               (2) 

A los monos de Zaratustra

A Paul Celan; a Jacques Derrida, in memoriam

...en tanto entinta tanto este, tontamente con azar, a tientas:
no te tienta su tantálico albedrío de ambición en la prosodia, 

       (nota fálica      párergon      tyché      odor di uomo)        

burdos no te tocan borrosos, borrascosos de Academia los noemas 

de un mentido travestido pe(n)sar con su occipucio

—monástico (d)olor bufo en masculino falso: 
el pedófilo político filósofo—

ni el crujir pendular, fiduciario y familiar 
narrador del desconcierto. 

                                                  Punto.

Previsible traza ciego túneles de tontos, de tantos:

criaturas convertidas por tiniebla que delira pineal y peneal 
en sus tunantes.

¡Oh, personajes gatunos conceptuales!
                                     
                                                           (lo torvamente impúdico) 

saliva y baba clásicas cantando: flatus vocis...

Remesas repetidas y letras cambiarias que simulan dulcemente, que pervierten
la tragedia del pensar con su vivir en el poetema:

¡plenitudes petulantes, rimbombantes, 
de los hombres y los dioses 
que donan la escritura sin azogue del no ser!

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Versión de octubre de 2015

Blog Otros Textos Mutantes 
Martes, 13 de octubre de 2015

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"El jardín de las delicias", 1500-1505

sábado, 10 de octubre de 2015

Papilla estelar 2

A LA MEMORIA DE LA GRAN ARTISTA REMEDIOS VARO (1908-1963).

«Puro y discreto poema gnóstico, dicción auténticamente mística en su cotidianidad celeste... Feminismo cósmico, maquínico-deseante, que sin exabruptos retóricos ni presumidas redundancias, nos conduce a la ecosófica "mujer molecular" deleuziana. Genuina poesía ekfrástica que rinde homenaje sencillo a los ritos del misterio, al evocar hermosamente la pintura poliédrica de Remedios Varo». Armando Almánzar-Botello.

  Remedios Varo. “Papilla estelar”, 1958.

Por Fredesvinda Báez Santana
Armando Almánzar-Botello 

A la memoria de la gran artista Remedios Varo (1908-1963)
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...aquí, yo, flotante y solitaria, 
molecular en mi taller de siderurgia deslumbrante, 

              moliendo en secreto el Universo
con mi asidua y diminuta máquina de ausencias 
lentamente y muy lejana

le voy dando de comer en cucharadas amor y polvo cósmico a la Luna,
esa pálida o espejo mujer-pájaro sin canto, sola junto a mí enjaulada...

                                          
una silla, 
                   un encierro,              
una mesa, 
                   un rústico mantel...

cotidiana chimenea del enigma restallante...   
                                                     
                                                      mágico rumor de un cuerpo ardiente 
insospechado:
                           maquínicos germinan los latidos astrofísicos.

cauteloso magnetismo: con el viento del origen lo inédito retorna... 



© Fredes Báez Santana. Santo Domingo, República Dominicana.

Enlace relacionado, en este mismo blog Otros Textos Mutantes:
http://almanzarbatalla.blogspot.com/2015/09/filosofica-escritura-impertinente-texto.html

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domingo, 4 de octubre de 2015

RECORDANDO AL GRAN HUMBERTO FRÍAS. (Crónica)

DUELO, ENTENDIDO PSICOANALÍTICAMENTE COMO DINÁMICA EMOCIONAL DE REPOSICIONAMIENTO SUBJETIVO FRENTE A LA PÉRDIDA DE UN OBJETO DE CARGA O CATEXIS.

«Qué es un duelo imposible? ¿Qué nos cuenta este duelo imposible sobre una esencia de la memoria? Y en lo concerniente al otro en nosotros, aun en esta “distante premonición del otro”, ¿dónde está la traición más injusta? ¿Es la más angustiante, o aun la más fatídica infidelidad, la de un duelo posible que interiorizaría en nosotros la imagen, ídolo o ideal del otro que está muerto y vive sólo en nosotros? ¿O caso es la de ese duelo imposible, el cual, dejando al otro su alteridad, respetando así su infinito distanciamiento, rehúsa tomar o es incapaz de tomar al otro dentro de uno mismo, como en la tumba o la bóveda de un narcisismo?». Jacques Derrida, “Mnemosyne”, en “Memorias para Paul de Man”, Editorial Gedisa, Barcelona, 1998, p. 21.

Zona Colonial. Santo Domingo, República Dominicanna

Por Armando Almánzar-Botello


Mi querido y recordado amigo Humberto Frías, a quien personalmente me aproximé por vez primera en una reunión del "Cine Club Dominicano" allá por los años de 1970-71, era realmente un estudioso de múltiples disciplinas. Como a otros críticos vigentes en la época, lo veía intervenir en animados cine fórums que se realizaban en las salas de exhibición más importantes de aquellos tiempos, como eran, aquí en Santo Domingo, los cines Leonor, Olimpia, Rialto, Independencia, Élite, Santomé, etcétera. Allí, la palabra justa de Humberto, brillando con luz propia cargada de pertinencia, elegancia y erudición, siempre me había impresionado, y por ello deseaba con fervor tenerlo como amigo.

En el Cine Club Dominicano, cuando sus socios nos reuníamos los domingos por la mañana en el Cine Interior de Radio Televisión Dominicana para visualizar y comentar películas de calidad, tuve la gran satisfacción de conocer también, directamente y siendo casi un niño, a figuras que, aunque un poco mayores que quien escribe, constituían ya una parte importante y significativa de la juventud intelectual de aquellos años. 

Asístían a dichas reuniones, y las organizaban, jóvenes notables como Arturo Rodríguez Fernández, Carlos Francisco Elías, Tony de Moya, Danilo Ubrí, Tony Jansen (lamentablemente ido muy a destiempo), Pericles Mejía, Fernando Hued Namías, el propio Humberto Frías, y otras figuras no tan jóvenes, como el siempre recordado y admirado Padre Alberto Villaverde, sacerdote jesuita erudito y lúcido, administrador de una de las librerías más actualizadas de la época, la Librería Paz, y mi tocayo Armando Almánzar Rodríguez, figura intelectual que, además de su labor como crítico de cine (actividad que continúa ejerciendo con gran acierto hasta la fecha presente) ha descollado como narrador de cuentos y novelas hasta obtener el "Premio Nacional de Literatura" 2012. 

Siempre agradezco al escritor y crítico de cine Armando Almánzar Rodríguez su gran gentileza y generosidad, al permitir en los años setenta que yo, un desconocido joven imberbe y casi su homónimo (arista esta última que habría podido crear confusión dado que su padre y mi abuelo también respondían al mismo nombre y apellido), leyera, en su reconocido programa transmitido por la Emisora de Radio HIN, "Cine en Santo Domingo", extensas críticas y análisis sobre cine desde una perspectiva pretendidamente semiológica, metodología de abordaje del discurso cinematográfico y del hecho fílmico que no era muy conocida todavía en nuestro país. 

Que yo recuerde, sólo figuras precursoras en esos años, como el escritor doctor Diógenes Céspedes y el mismo Humberto Frías, tocaban esos aspectos de semiología en sus análisis cinematográficos. No se habían doctorado aún en semiótica intelectuales de la talla de Odalís G. Pérez y Fidel Munnigh. Este último realizó, por medios impresos, valiosa crítica de cine en los años ochenta, como en el mismo período la hizo Fernando Hued Namías, quien es poco recordado como crítico de cine, mas produjo excelentes trabajos de análisis.

Sé que no he mencionado a otras importantísimas figuras de la crítica cinematográfica dominicana de la época, tales como el Padre José Luis Sáez (figura mayor de la crítica de cine en el país dominicano); Álvaro Arvelo hijo; Agustín Martín Cano (mi profesor en el Colegio San Juan Bosco, cuando todavía Martín Cano era sacerdote salesiano); Efraim Castillo (intelectual, escritor, publicista y publicitario que publicaba sus críticas en aquella tan esperada revista rectangular-horizontal “Butaca 92”, creada por él, con la asistencia técnica y editorial de Arturo Rodríguez Fernández, Freddy Ortiz, Almánzar Rodríguez y el propio Humberto); León David; Hermano Alfredo Morales (mi profesor en el Colegio Dominicano de la Salle, donde estudié desde 1967 hasta 1970 y participé en las actividades del Cine Club Estudiantil, aunque no formé parte de su membrecía “carnetizada”)... etcétera. No obstante, ahora sólo resalto a las personas que recuerdo haber visto en el Cine Club Dominicano.

Pero volviendo a Humberto, debo decir que nuestro admirado amigo leía y estudiaba, con gran voracidad y provecho, literatura, filosofía, psicoanálisis, lingüística y semiología, antropología, sociología, historia... sin mencionar los más diversos textos sobre cine, área en la que se caracterizó por ser uno de los más profundos críticos con los que contaba la República Dominicana en los años setenta y principio de los ochenta.

También recuerdo que Humberto, mulato de tez clara y ojos rasgados, de no muy elevada estatura física y bigotito triangular poco tupido, les decía graciosamente a ciertos amigos que tenía origen japonés (rendía culto al cine de Akira Kurosawa y a todas las mejores películas del cine nipón), además de resaltar él mismo su analogía, en cuanto a estructura ósea, con una de sus figuras más admiradas en el mundo del cine: el inmenso Charles Chaplin. El querido amigo Humberto, cuando empezaba nuestra amistad a principio de los años setenta, sólo vestía con pantalones negros y chacabanas blancas o de colores muy claros. Tanto era su original comedimiento al vestir —unido esto al uso regular de un paraguas negro, hubiera lluvia o no— que yo mismo llegué a decirle que sólo le faltaba el bombín. Durante cierto tiempo, un primo mío y yo lo identificábamos como "el intelectual del bombín". Luego, bajo la influencia de sus relaciones con las damas, modernizó significativamente su muy sobrio "aliño indumentario". 

Humberto amaba profundamente el buen Jazz, el teatro y las artes plásticas en general. Poseía una memoria prodigiosa y una inteligencia preclara... Mas tenía una pequeña peculiaridad sintomática insoslayable (de la que muchos, quizá, participamos un poco): todos los libros los conocía, todos los había leído, sin excepción... 

Un día irrecuperable y mágico, a principio de los años setenta, Humberto y yo nos dirigíamos hacia la Zona Colonial (a la sazón yo vivía en la Calle Las Mercedes casi esquina Polvorín), ambos procedentes de CINEC, el Comité Pro-Instituto Nacional de Estudios Cinematográficos —concebido y fundado por el querido artista, escritor, abogado y amigo Jimmy Sierra—, una asociación cinematográfica y cultural que operó durante un cierto tiempo en la Avenida George Washington, en los salones del antiguo Movimiento Cultural Universitario MCU, y de la que fui socio co-fundador junto a su director Jimmy Sierra, y los profesores Omar Narpier, Danilo Ubrí, el propio Humberto, y un puñado de jóvenes inquietos de los setenta interesados en el cine, dentro de los cuales recuerdo a Jimmy Gómez Pineda, Enrique Chao (teatrista recientemente fallecido), Rafael Portorreal, Ricardo Beca, Jorge Diep Suazo (el hoy renombrado diseñador), Ramón Figueroa, etcétera. Hasta una persona con quien estudié durante todo el bachillerato en el Colegio Mahatma Gandhi, el hoy politólogo y especialista en asuntos de seguridad militar Daniel Enrique Pou Suazo, fue convencido por mí para trabajar como actor en CINEC, y se ofreció para ser filmado por Omar Narpier, en el Parque Mirador Sur, adoptando al desplazarse por el hermoso paisaje poses de león arrogante al borde mismo del rugido y el ataque... Pero esa es otra historia. 

Después de Humberto y yo conversar en el trayecto sobre variadísimos temas relacionados con el cine, la semiología y las imágenes: "cine de poesía contra cine de prosa" (Pier Paolo Pasolini, Eric Rohmer), "ensayos sobre la significación en el cine" y "lenguaje y cine" (Christian Metz), "análisis de las imágenes; retórica e imagen publicitaria; el dibujo humorístico" (Umberto Eco, Jacques Durand, Georges Péninou, Violette Morin), "historia del cine mundial" (Georges Sadoul, Pierre Leprohon), "el sistema de los objetos" (Jean Baudrillard)... nos detuvimos en la calle El Conde esquina Palo Hincado, frente a la Cafetería Paco's. 

Explorábamos el ambiente con nuestras miradas inquisitivas, cuando algo cruzó como una ráfaga por mi mente, y acto seguido le pregunté a Humberto, de forma súbita y con la mayor 'ingenuidad' del mundo, si había leído a un escritor norteamericano, muy poco conocido pero considerado por cierta crítica como un excelente estilista, creador de caracteres ligados al Período de La Ley Seca Norteamericana, y que respondía al nombre de Henry Bashintong French, autor de la importante novela Ten Years After, entre otras obras. 

Humberto, ni corto ni perezoso, me dijo del modo más natural y con su típico acento perspicaz y cargado de ironía: 

—¡Claaaaro que lo conozco muy bien, amigo Armando! Excelente novela Ten Years After… 

De inmediato yo, posicionado desde hacía cierto tiempo como sujeto cuasi-analizante, bajo los efectos de una transferencia psicoanálitica en la que le confería incondicionalmente a Humberto, hombre de más edad, el carácter de sujet supposé savoir (sujeto que se supone sabe), y que venía sintiéndome impresionado por su vocación ilustrada y omnívora, descubrí una brecha o fisura en el edificio de la Biblioteca de Alejandría, y contra-ataqué: 

—¡Humberto, pero ese autor me lo acabo de inventar ahora mismo, tú no puedes haberlo leído! 

Nuestro querido y tolerante amigo comprendió que se encontraba en dificultades ante la insolencia de ese muchachito necio que fui a mis diecisiete años (y que en ocasiones retorna en mí de modo imprevisto) y me respondió: 

—¡JaJaJa! Armando, sé que no existe ese autor, pero te dije que sí le conocía para estudiar tu "incipiente capacidad de mitologizar". ¡Te invito a que tomemos una copa de vino!

Nos dirigimos entonces al Restaurante La Carreta, administrado por Rafael Añez Bergés, si mal no recuerdo, y disfrutamos de varias copas de vino en el ambiente de bohemia intelectual y artística que caracterizaba al conocido establecimiento. 

De regreso, cuando veníamos caminando nuevamente por la Calle El Conde, de improviso le dije a Humberto:

—¡Oye, Humberto!, ¿sabías que Bashintong French y su novela Ten Years After existen realmente?

Humberto guardó silencio por un instante, miró un momento hacia lo alto de los edificios como quien evalúa en el tablero celeste una decisiva jugada de ajedrez metafísico, y me dijo pausadamente: 

—Armando, ya veo que el alcohol no le sienta bien a tu sistema nervioso. Debes respirar hondo y serenarte  —y dio inicio de inmediato a un discurso altamente especializado sobre el metabolismo del alcohol y sus secuelas negativas para la salud de los seres humanos.... 

De estos hechos puede dar constancia Fernando Hued Namías, gran amigo de quien les habla y de Humberto. In vino veritas... 

Humberto Frías era un mago-poeta de la estirpe de Raymond Roussel, Max Jacob y Roland Barthes. 

Salvando las diferencias de edad y carácter, aunque permeados ambos por un sentido muy fino del humor que recordaba en ocasiones al nonsense británico, Humberto exhibía, sin muchas veces proponérselo, el resplandor de erudición que caracterizaba en sus mejores momentos a quien fuera una figura tutelar para muchos jóvenes intelectuales en la República Dominicana de aquellos años: el genial intelectual, maestro ajedrecista, estudioso de James Joyce y profesor universitario dominicano, Don Alberto Malagón Díaz. 

A pesar de sus estudios interrumpidos en la Carrera de Derecho que cursaba en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU), Humberto poseía mayor visión y profundidad jurídica que muchos abogados titulados.

Encarnaba el gran amigo una especie antillana de espadachín surrealista o patafísico, esa que utiliza como florete una erudición tropical simultáneamente lúdica, penetrante, luminosa, fragmentada y trágica. 

Oculto en su aparente arrogancia irónica, latía en el corazón de Humberto un núcleo de gran honestidad espiritual, intensamente sensible a todo lo humano. Lástima que la vida no le concediera más tiempo para escribir ficción o ensayos: era soberanamente lúcido y talentoso, con gran sentido de la "cosa estética y literaria"... Lamenté y todavía lamento su muerte prematura. 

Siempre adoré a Humberto; fue un héroe cultural de mi adolescencia y todavía lo recuerdo con gran cariño y admiración. Supo corresponder, del mismo modo que Fernando Vargas Jiménez (intensamente vivo y coleando en la ciudad de Nueva York, ¡gracias a Dios!) a mis manifestaciones de humor y de amistad.

Humberto —al igual que Fernando Vargas—, encarna en mi memoria las curiosas virtudes de un experimentado samurai espiritual cuya lealtad al Emperador ha sido sustituida por la fidelidad incondicional al Saber y a la Irreverencia. Sin embargo, ese tipo infrecuente de guerrero puede ser capaz, en su paradójico desapego beligerante, de tomar en serio el brío incipiente y prometedor de los más jóvenes en su auténtica vocación de trascendencia.



Martes, 13 de septiembre de 2011 (Texto retocado).


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Cine Santomé, Calle El Conde, Santo Domingo.