viernes, 25 de septiembre de 2015

AUTOINMUNIDADES. (Notita sin mayores pretensiones).

«Generalmente, los sujetos declarados "víricos" por los grupos de poder no son percibidos por dichos "clanes" dominantes como sujetos domesticados, "buenamente folclorizables" a través de ciertas taxonomías y preconceptos ideológicos. Constituyen más bien unas variantes imprevistas o nuevos síntomas excéntricos de lo que Ralph Linton denominaba "modelos de mala conducta". Exceden, quizá, las nuevas definiciones del DSM-5. Por tal motivo son rechazados en nombre de la estabilidad u homeostasis del sistema.» (Fragmento) Armando Almánzar-Botello.“LA PERSONA VÍRICA. (Indignada nota de protesta)". 2015.
                                 
                                 
            Roland Barthes (1915-1980).

Por Armando Almánzar-Botello.


1) "Impasse relacionalAtolladero", denomina el médico psicosomatista y psicoanalista Sami-Ali al estado de conflicto crónico intrapsíquico en el que generalmente se encuentran sumergidas las personas que se ven afectadas por trastornos autoinmunitarios, enfermedades que se caracterizan, somáticamente, porque los glóbulos blancos de los individuos que las padecen linfocitos T y B, en su condición de células productoras de anticuerpos y constitutivas del sistema inmunológico que defiende al organismo de las infecciones bacterianas y virales, no reconocen los propios tejidos u órganos del cuerpo al que pertenecen, lo que determina el ataque llamado auto-inmune de estos glóbulos blancos contra lo que es percibido por ellos como bioquímicamente ajeno, amenazante y extraño: el propio cuerpo de dichos sujetos.

Un Trastorno Autoinmune como el "lupus eritematoso sistémico", por ejemplo, desde una cierta perspectiva psicosomática puede estar correlacionado, en el caso de algunos sujetos y fuera por completo del dominio de su consciencia, con un conflicto psíquico irresoluble que los conduce a descargar en sus cuerpos lo que no pueden resolver en su psiquismo por un déficit de simbolización, dando ello lugar a una suerte de "autoinjuria somática inconsciente", de auto-agresión inmunológica o visceral, hasta los trágicos confines de las lesiones orgánicas severas y la muerte misma.

2) Jacques Derrida, el gran filósofo francés, ha utilizado la metáfora epistemológica de "Trastorno Militar Autoinmune" para analizar cierta versión de los atentados del 11 de Septiembre del 2001 contra las Torres Gemelas del World Trade Center, en New York, interpretación que deja abierta la posibilidad de un origen doméstico de aquellas monstruosas acciones terroristas…

3) Por otra parte, algo parecido a lo anteriormente señalado como trastorno autoinmunitario puede suceder con algunos softwares informáticos, los cuales perciben como virus electrónicos sus propios archivos en el Hard Disc y los bloquean: una suerte de Autoinmunidad Cibernética...

4) Sucede también algo similar con la figura "infecciosa" del "intelectual", quien por lo "cifrado" de sus discursos, por utilizar en su práctica teórica un tipo de "lenguaje separado" (Barthes), diferente al que utiliza el "vulgo", puede ser conducido, en las sociedades del espectáculo pseudo-democrático y homogeneizante, a ocupar el rol de "chivo expiatorio" (pharmakos: Platón, Derrida), a desencadenar y padecer el ataque "defensivo" del sujeto masificado y "patológicamente normal" sujeto del resentimiento y de las diversas minusvalías psico-sociales, con el subsiguiente "rechazo autoinmune" o expulsión de dicho intelectual crítico fuera del "cuerpo sano y armónico" de las sociedades masificadas, las cuales se cierran así sobre su propio recinto de banalidad, purificadas de agentes extraños.

Tema éste muy apropiado para una reflexión patafísica sutil, amplia y matizada: "Autoinmunidad biológica, psicosomática, intelectual, política, racial, cultural, estética, tecno-científica, informática, económica, religiosa, filosófica y metastásica en la tardomodernidad crematística". No tienen ahora relevancia la evidente arbitrariedad y el parcial solapamiento de algunas de las categorías referidas... Pretendemos, sencillamente, resaltarlas.

Vemos aquí encarnadas unas lacerantes y reveladoras metáforas del enmascarado pero brutal acoso a la subjetividad que sufren los sujetos del pensamiento crítico en el contexto del Sistema Capitalista de Mercado Neoliberal y Militar-Financiero, pragmática reconocible por sus variados y perversos "double-binds", entendidos estos últimos mecanismos "lógico-manipulatorios" como nudos y estrategias paradojales y complejas que desorientan, pierden y anulan a las personas en un engañoso Laberinto ideológico sin aparente salida.



Nota original publicada en Facebook en el 2012.


© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.


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miércoles, 16 de septiembre de 2015

“LA PERSONA VÍRICA”. (Indignada nota de protesta).

«Tenemos la obligación de ser felices y disfrutar» Patricia Ramírez.

«¿Tenemos la OBLIGACIÓN de ser felices y disfrutar?» Armando Almánzar-Botello.

«Si no buscas el placer, si no estás dispuesto a gozar lo, te sientes culpable. Y no estoy hablando de una hipótesis abstracta. Me encuentro todo el tiempo con psicoanalistas que me dicen que esa es la razón por la cual la gente acude a la consulta. Se sienten culpables de no gozar lo suficiente. La gran paradoja es que el deber de nuestros días no impone la obediencia y el sacrificio, sino más bien el goce y la buena vida. Y quizá se trate de un mandato mucho más cruel. Probablemente el discurso psicoanalítico es el único que hoy propone la máxima: "gozar no es obligatorio, te está permitido no gozar''. La paradoja de la sociedad permisiva es que nos regula como nunca antesSlavoj Žižek.

Indumentaria de asepsia utilizada por los médicos europeos, 
en el período de la peste bubónica o peste negra 
que asoló a Europa en el siglo XIV.


Por Armando Almánzar-Botello.

A la memoria del psicólogo y epidemiólogo E. Antonio de Moya, MA, MPH


A pesar de la aclaración que se hace en el artículo “Personas víricas que consumen energíacuando dicho escrito explícitamente nos dice: “Parar los pies a los víricos victimistas no es abandonarles sino invitarles a tomar las riendas”, entiendo que la denominación "Persona Vírica" es una “etiquetación ideológico-segregativa”, excluyente (Foucault, Goffman, Basaglia, Cooper, Laing, Szasz), y con peligrosas pretensiones de rigor "nosológico"-psiquiátrico, ético e higiénico-existencial.

Este pseudo-diagnóstico invalidante, cándido y útil en apariencia: "persona vírica", "persona tóxica"..., se promueve en una sociedad postmoderna medrosamente gregario-individualista, en la que los poderes plutocráticos pretenden, con perfiles perversos y en el seno de un interaccionismo físico y virtual generalizado, desentenderse del Otro en su real problematicidad, y sólo aceptar en éste, de un modo egoísta y reductor, aquello que viene a robustecer la "pétrea fortaleza narcisista" y el hedonismo de quienes pretenden privar a dichas personas, etiquetadas como “víricas”, de la condición polivalente, impredecible y abierta más allá de la mera existencia desnuda, que permite concebirlas como sujetos singulares, gozosos, contradictorios o sufrientes, como vida políticamente cualificada (Aristóteles, Agamben).

Generalmente, los sujetos declarados "víricos" por los grupos de poder no son percibidos por dichos "clanes" dominantes como sujetos domesticados, "buenamente folclorizables" a través de ciertas taxonomías y preconceptos ideológicos. Constituyen más bien unas variantes imprevistas o nuevos síntomas excéntricos de lo que Ralph Linton denominaba "modelos de mala conducta". Exceden, quizá, las nuevas definiciones del DSM-5. Por tal motivo son rechazados en nombre de la estabilidad u homeostasis del sistema.

Entiendo que dicha etiqueta, “encanalladamente” inmunológica: “sujeto vírico”, es parte de una labor de counseling, de una cínica consejería "terapéutica", estigmatizante y segregativa, que debe ser entendida como una de las múltiples versiones micropolíticas de la guerra preventiva contra las poblaciones, guerra que un cierto biopoder intenta realizar, y de hecho realiza, en nombre de la armonía y el concierto áulico de los dominios. Siguiendo este principio regulador, una determinada "microfísica del poder" intenta, mediante una suerte de "medicalización segregativa de la existencia", eliminar todos los elementos perturbadores de la supuesta salud del “organismo” social, apelando a ideologías "liberales" de negación de la desgracia, la diferencia y las evidencias de cualquier inequidad.

Una cosa es el derecho que legítimamente nos asiste para elegir nuestras amistades, y otra, muy distinta, la constituye una práctica que se caracteriza por elaborar una cierta ideología de la victimización y el rechazo a los sujetos ajenos a nuestro sistema de valores, en función de criterios supuestamente psicoterapéuticos que, en última instancia, se revelan como simples torniquetes ideológicos reguladores del canje social en el seno de las Empresas y del Mercado Neoliberales

En esta metáfora biologicista, "persona vírica", percibo profundas resonancias fascistas y segregativas.

Este mecanismo de rechazo del otro (en el objetivo del genitivo: rechazo a la persona del otro) en tanto que alteridad u "otro radical", no especularizable, problemático, no asimilable por nuestros propios sistemas de valores, es algo característico de una sociedad capitalista hipócrita, en lo esencial profundamente racista y poco solidaria, en la cual impera lo que Jacques Lacan denominó: "floculación difusa del odio", con su creación permanente de exclusiones y víctimas propiciatorias.

Como decía lúcidamente el gran pensador norteamericano Kenneth Burke: “El principio sacrificial de la creación de víctimas es intrínseco a la congregación humana” […] De ahí que lo importante no sea “el modo por medio del cual los motivos sacrificiales revelados en las instituciones de la magia y la religión podrían ser abolidos, sino cuáles son las nuevas formas que adoptan”.

Victimizar a la víctima (victimización de segundo grado que apela cínicamente a los prestigios de una supuesta psicología preventiva) y gozar de ese mecanismo perverso-espectacular, pretendidamente ético-terapéutico, podría apuntalar de hecho, en última instancia, las bases perversas de una sociedad capitalista casi en su conjunto enajenada, regida por el principio de performatividad impuesto en su modalidad más genocida por el gran capital neoliberal, tecno-científico y cibernético-militar-financiero.

"La persona vírica" es el primer paso en la definición estratégica de "comunidades víricas", "creencias religiosas víricas", "prácticas instrumentales víricas", "culturas víricas", etcétera. Todo ello, evidentemente, favorece la estabilidad y el fortalecimiento de los poderes más duros, tortuosos y manipuladores.

Esta lucha antigua, pero también moderna y postmoderna contra lo extraño y lo desconocido, identificados con “lo vírico”, lo “anormal” y lo “patológico” —que proceden, supuestamente, de una oscura exterioridad amenazante—, me hace reflexionar sobre los antiguos rituales griegos de expulsión del “fármacos” (pharmakos) en su calidad de “víctima sacrificial monstruosa o deforme” seleccionada y expulsada como tal por la comunidad para ésta librarse, mágicamente, de sus propios males intestinos (plagas, guerras, catástrofes climatológicas, hambrunas, etc.). Este fenómeno ha sido bastante estudiado por la antropología, la etnopsiquiatría y la filosofía.

Pero, sobre todo, este intento de eliminar lo heterogéneo, lo extraño y la realidad misma de la muerte, me hace pensar en “El Decamerón” de Boccaccio, obra en la que se ofrece la noticia de ciertos grupos o estamentos sociales privilegiados que, creyendo huir así de la gran peste negra que asolaba a Europa en el Siglo XIV, se encerraban en sus mansiones y palacios, en sus fortalezas grupales (una suerte de plazas sitiadas por el miedo y el cinismo) para disfrutar de música, historias, buena mesa y bailes, mientras creían mantener a raya la muerte procedente del “exterior”.

La etiquetación de “persona vírica” promueve la victimización de todo aquel sujeto (víctima de primer grado o no) que se muestre refractario a la imposición de las escalas axiológicas de ciertos grupos de poder y decisión.

Ese “diagnóstico banal” (en el sentido en que Hannah Arendt habló de la “banalidad del mal”: pero... ¿existe realmente la banalidad del mal?), podría reforzar una generalizada actitud "aséptica", de cínico rechazo a toda manifestación de sufrimiento, infelicidad, conflictividad, reclamos de justicia, contradicción y problematicidad, que pueda provenir de ciertos "sujetos conflictivos y/o en proceso", de personas con posibilidad de constituirse en "síntomas" que den testimonio de las líneas de falla y de fuga en el contrato social y su vocación totalizante. Vislumbramos implícito aquí el terrible conformismo egotista de la subjetividad instrumentalizada, la misma que tiende a silenciar la verdad como exceso, como erosión, impugnación y destotalización de los saberes-poderes constituidos y sus respectivos estilos de vida hipostasiados.

Resulta siempre curiosa esta velada forma de intolerancia frente a las diferencias, frente a los supuestos “monstruos” víricos que amenazan la homeostasis del sistema, y más cuando dicha intransigencia “pseudo-higiénica” se presenta en el contexto de una paradójica ideología de la “felicidad y solidaridad universales, globalizadas”, que olvida, como bien dice Michel Serres en su obra "Atlas", la “criminal inversión del principio sacrificial que se vive en el mundo actual, donde la mayoría de los habitantes del planeta es sacrificada para el mantenimiento del estatus de una minoría de privilegiados.”

La etiquetación segregativa, constituida por el sintagma “persona vírica”, lleva implícita una vocación de anulación del sujeto en su alteridad irreductible, cierta velada voluntad de destrucción de la persona "integral", múltiple y contradictoria, para excluirla de ciertos espacios de un modo selectivo y/o someterla brutalmente a los engranajes instrumentalizadores de la Empresa y el Mercado con su descarnada lógica pragmática.

Todo lo dicho anteriormente me conduce a reflexionar, además, sobre las sociedades de vigilancia, segregación y castigo, analizadas con gran lucidez por Michel Foucault, configuraciones societales que como han establecido varios pensadores, tienen su inicio relativo en los siglos XVIII y XIX hasta alcanzar su plenitud en el siglo XX (Foucault, Deleuze, Illich). En estas sociedades, las personas con determinados rasgos vienen a ser definidas históricamente bajo el carácter o la especie de "anormales" por ciertas estructuras especializadas del saber como dominio, para de inmediato ser expulsadas del seno de la "sana" convivencia, recluidas en instituciones especiales o arrojadas a espacios marginales. 

Hoy, a la altura del siglo XXI, nos resulta posible observar la persistencia de los mecanismos de estigmatización-exclusión propios de dichas Sociedades Disciplinarias, los cuales vienen a cohabitar obscenamente con los medios de regulación sinóptica y banóptica (Bauman) específicos o característicos de las actuales Sociedades de Control Post-panóptico.

El gran antropólogo Claude Lévi-Strauss, por otra parte, había ofrecido testimonio científico, en el "El hechicero y su Magia", artículo publicado en 1949 y luego incluido como capítulo IX de su obra "Antropología Estructural", de las tremendas y destructivas fuerzas que se pueden activar o desencadenar en el universo de las creencias y las prácticas sociales:

«Después de los trabajos de Cannon se comprende más claramente cuáles son los mecanismos psicofisiológicos sobre los que se basan los casos de muerte por conjuración o sortilegio, atestiguados en numerosas regiones: un individuo, consciente de ser objeto de un maleficio, está íntimamente persuadido, por las más solemnes tradiciones de su grupo, de que se encuentra condenado; parientes y amigos comparten esta actitud. A partir de ese momento, la comunidad se retrae: se aleja del maldito, se conduce ante él como si se tratase no sólo ya de un muerto sino también de una fuente de peligro para todo el entorno; en cada ocasión y en todas sus conductas, el cuerpo social sugiere la muerte a la desdichada víctima, que no pretende ya escapar a lo que considera su destino ineluctable. Bien pronto, por otra parte, se celebran en su honor los ritos sagrados que le conducirán al reino de las sombras. Brutalmente separado primero de todos sus lazos familiares y sociales, y excluido de todas las funciones y actividades por medio de las cuales tomaba conciencia de sí mismo, el individuo vuelve a encontrar esas mismas fuerzas imperiosas nuevamente conjuradas, pero sólo para borrarlo del mundo de los seres vivos. El hechizado [el sujeto vírico, en nuestro caso] cede a la acción combinada del intenso terror que experimenta, del retraimiento súbito y total de los múltiples sistemas de referencia proporcionados por la convivencia del grupo, y, finalmente, de la inversión decisiva de estos sistemas que, de individuo vivo, sujeto de derechos y obligaciones, lo proclaman muerto, objeto de temores, ritos y prohibiciones. La integridad física no resiste a la disolución de la personalidad social.» Claude Lévi-Strauss. "Antropología Estructural", Eudeba, Buenos Aires, 1973, página 151.

Esclarecedora y contundente reflexión del gran antropólogo francés autor de "Tristes Trópicos", que podría hacernos tomar conciencia, en nuestra condición de supuestos intelectuales críticos, de las implicaciones éticas y biopolíticas que comportan ciertos actos confabulatorios y algunas perversas conjuras en el contexto de una competitiva y egoísta sociedad postmoderna, a la cual decimos combatir cuando ello podría otorgar una cierta "redondez retórica" más que conceptual a nuestras decorativas posturas filosóficas, pero cuyos principales vicios y defectos practicamos con descaro, inveteradamente, muchas veces en nombre de una curiosa y apócrifa interpretación de las Sagradas Escrituras...

Me sorprende que algunas personas, a las que por su formación supongo llamadas a meditar más profundamente sobre temas de esta naturaleza, se limiten a compartir los ideologemas en curso sin someterlos a una debida crítica hermenéutica.

¡Ay, estudiosos renegados de Martin Heidegger y Emmanuel Lévinas!

¿Serán los pobres, para la ideología capitalista del “¡goza a toda costa!”, los sujetos víricos por excelencia?...

De hecho, el sujeto es etiquetado casi siempre como "vírico" o "tóxico" por exhibir un cierto déficit de capital económico-político, psico-social y/o simbólico.

Tenemos la obligación de ser felices y disfrutar” (¡sic!), dice el texto en cuestión “Personas víricas que consumen energía”.*

Es evidente ahí el mandato superyoico, prescripción que funda un falso “Imperativo Categórico” de naturaleza secretamente sádica.

Ahora bien, y cierro aquí estas desgarradas reflexiones: ¿Seré acaso yo un paradigma colosal de “sujeto vírico en proceso”, abierto a flujos, multitudes, travesías, y sólo ahora, en este instante a-cósmico, me apercibo de mi propia irrevocable (des)ventura?...



Marzo de 2013


© Armando Almánzar-Botello.

* Texto referenciado: Patricia Ramírez. "Personas víricas que consumen energía". EL PAÍS SEMANAL, 3 de marzo, 2013). http://elpais.com/elpais/2013/03/01/eps/1362166637_204041.html

© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.


ADENDA.


VIOLENCIAS... CONFLICTOS... JUSTICIA...

1

La sociedad democrática moderna quiere borrar de su horizonte la realidad de la desgracia, de la muerte y de la violencia, buscando integrar, en un sistema único, las diferencias y las resistencias. En nombre de la globalización y del éxito económico, intentó abolir la idea de conflicto social. Del mismo modo, tiende a criminalizar las revoluciones y a desheroizar la guerra a fin de sustituir la ética por la política, la sanción judicial por el juicio histórico. Así, pasó de la edad del enfrentamiento a la edad de la evitación, y del culto de la gloria a la revalorización de los cobardes.” Elizabeth Roudinesco, psicoanalista e historiadora francesa.

2

Ciertamente, la violencia y el conflicto son instancias constituyentes de la condición humana: No hay sociedad ni contrato social sin violencia originaria. Pero, una cosa es el carácter transhistórico del conflicto y otra su pretensión absolutista de ahistoricidad. Esto último desemboca en la categoría política de 'lo peor' (Lacan, Derrida). Una cosa es conflicto histórico y/o transhistórico, y otra muy distinta la 'brutalidad' ahistórica (Derrida) de 'lo peor' ligada al 'struggle for life' concebido de modo 'etológico', puramente biológico, animal. Esta última ideología, como dice Néstor A. Braunstein, se constituye en una 'auténtica aplanadora del deseo' revolucionario. Una cosa es la violencia ejercida para mantener el Orden establecido, y otra, muy distinta, la violencia efectuada para operar transformaciones históricas que de seguro no restablecerán la armonía idílica en la sociedad, pero permitirán cambios necesarios en las estructuras del Contrato Social, transformaciones operadas en la línea de fuga y de perfectibilidad ilimitada de la Justicia. ¡No al ‘Anything Goes’ político-existencial: puro nihilismo pasivo!Armando Almánzar-Botello.

3

Las diversas modalidades de violencia son inevitablemente históricas, y, además, en su especificidad, constituyentes "inerradicables" del Contrato Social. El problema no consiste en tratar de eliminarlas absolutamente: de hecho, es imposible. Un sujeto sin conflictos consigo mismo o con otros sujetos no sería un sujeto humano.

La cuestión es generar una modalidad de nexo social orientado por una suerte de "economía de la violencia", de reducción o acotación de ésta a su mínima expresión: a la violencia necesaria para las transformaciones, en ocasiones radicales, del contrato social... Armando Almánzar-Botello.

4

“[…] En el pensamiento del mismo Rousseau, en su idea del estado natural mítico, previo a la fundación del Contrato Social, encontramos una complejidad problemática sobre la que podemos reflexionar.

El gran pensador francés considera aquella situación originaria como caracterizada por la paz y la armonía, pero de hecho también puede ser concebida como una situación de violencia y conflicto.

El Contrato Social es una contra-violencia ejercida sobre una violencia originaria que es la del don originario como exposición incondicional al otro: tanto al mal que de él puede proceder como al mal que podamos infligirle. Donar la Diké, donar la Justicia, implica probar nuestro gesto sobre el telón de fondo de la A-dikia, de la posibilidad misma del mal, del error y de la injusticia. ¡No existe aquí garantía trascendental!. (Derrida).

Esta ambigüedad, entre otras aristas del problema, ha conducido a ciertos pensadores a cuestionar el concepto mismo de Derecho y, en particular, el de Derechos Humanos.

Esta vertiente de la reflexión filosófico-jurídica a que me refiero, intenta mostrar cómo, efectivamente, esa categoría (derechos humanos), está consubstancialmente ligada a una tradición metafísica occidental que limita eventualmente, en su concreto histórico, el ejercicio plural, múltiple y metacultural de la justicia y las prácticas ético-jurídicas.

El concepto de 'derechos humanos' está preso dentro de una cierta tradición occidental de la persona, de lo humano, de la ley, que es posible deconstruir. El derecho internacional debe estar abierto a esta reflexión crítica.Armando Almánzar-Botello.

5

Cuando se intenta eliminar el conflicto del seno de lo social o considerar iguales y susceptibles de homogeneización todas las modalidades de violencia, estamos pasando de la necesidad de la violencia, de cierta economía de la violencia (Blanchot, Derrida), a la posibilidad de lo peor: la inmortalidad autodeclarada del Sistema Capitalista de Mercado en sus vertientes más absolutistas: complemento perfecto del Terrorismo de Estado.Armando Almánzar-Botello.

6

El anhelo de expulsar totalmente la violencia del territorio de los ordenamientos y procesos humanos; el deseo totalitario de fundar el reino absoluto de la paz libre de todo conflicto; el proyecto de establecer la armonía universal carente de contradicciones, constituye el principio de la peor violencia: la guerra preventiva contra el sujeto, por definición contradictorio y conflictivo, la lucha sinuosa y perversa contra la complejidad indomeñable de lo (in)humano, contra el planeta y las poblaciones en su diversidad irreductible y problemática. Esta violencia preventiva opera, explícita o implícitamente, para garantizar la permanencia de un Orden injusto, el imperio de lo totalmente transparente y previsible. El banal e hipócrita integrismo pacifista termina siendo muchas veces el complemento perfecto de la Guerra Genocida que desata el Biopoder contra la inconmensurabilidad de lo múltiple.” Armando Almánzar-Botello.


© Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana.


Otro blog en el que figura este mismo texto:

Blog Cazador de Agua: “LA PERSONA VÍRICA”. (Indignada nota de protesta).http://cazadordeagua.blogspot.com/2013/03/la-persona-virica-indignada-nota-de.html

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lunes, 14 de septiembre de 2015

LO REAL COMO EXCESO ES EL VACÍO.

Notas sobre el amor, el goce y lo imposible.


«¡Oh, amor!, el atardecer siempre te mira nimbado de lejanía... ¡y sin embargo...!» 
A. Almánzar-Botello.

                                              Paul Delvaux. Las Grandes Sirenas, 1947

Por Armando Almánzar-Botello

A la gran psicoanalista lacaniana Colette Soler, 
inspiradora inmediata de estos tímidos apuntes.


Hay dos disyunciones entre el amor y el goce. Una es estructural, inevitable: amar no es gozar del Otro, eso es imposible. Más bien sería soportar la prueba de fuego del eventual goce maligno del compañero erótico... Sólo en los primeros tiempos de la pasión creemos recubrir esa diferencia, borrar el corte, obturar la hiancia (béance) insalvable que existe, inevitablemente, entre lo sexual y lo amoroso... pero una esquizia persiste.

La otra disyunción entre amor y goce es un redoblamiento sintomático, neurótico-perverso, de la imposibilidad de sostener juntos, indefinidamente, la pasión sexual y el amor. Entonces, se reparten el amor y el sexo entre dos o más partenaires: La Doña o La Señora, por un lado (el afecto), y La(s) Querida(s), por el otro (el goce).

La primera disyunción que mencionamos constituye una "degradación" estructural de la vida psíquica: el erotismo turbulento, apasionado, no puede ser eterno en la vida conyugal, la rutina cansa y/o el exceso agota... Y, además, "no hay relación sexual"... Aunque gocemos del cuerpo del Otro, no garantizamos con ello el amor.... El amor como sínthoma es tan sólo una suplencia...

La otra disyunción, como ya señalamos, es neurótico-perversa y corresponde a lo que Freud llamó "la degradación de la vida sexual en el hombre moderno": si ama no desea y si desea no ama. Necesita dos partenaires para encarnar la disyunción, sin realizar el esfuerzo de vivir la dicotomía en una sola mujer (por ejemplo) constituida en semblante del objeto metonímico "a".

La solución real al impasse es... recordar a papá... ¡o inventárselo!... El padre trata de reunir ambas vertientes amor y goce en una sola compañera, fracase o no en el intento. "Papá" se esfuerza por tomar a "una mujer" como sinthome. En ese sentido, Lacan lo considera una figura modélica, con valor estructurante, que nos permite escapar a la esquizofrenización implícita en el síntoma autista: ¡mamar en soledad espectacular el nada (le rien) de la letra!...


Recibí hoy, por intermediación de un apreciado amigo, estos graciosos (cínicos) consejos:


CINCO REGLAS PARA (UN HOMBRE) SER FELIZ.

1. Es importante tener una mujer que trabaje, y que además comparta con Uno las tareas del hogar.

2. Es importante tener una mujer que te haga reír.

3. Es importante tener una mujer en la que confíes y que no te mienta. (El partenaire que no miente: ¡Jo! ¡Ni la computadora!).

4. Es importante tener una mujer que sea buena en la cama y que disfrute como tú del sexo; que le guste estar contigo.

5. Es muy, muy, muy, muy importante que esas cuatro mujeres no se conozcan.

Anónimo.


Reflexión humorística, psicoanalítica y filosófica sobre las reglas "anónimas" para ser feliz.


Evidentemente, nos encontramos aquí en presencia del llamado narcisismo cínico (Colette Soler). La mujer "se tiene". Objeto de apropiación.

Degradación neurótico-perversa de la vida amorosa. Síntoma padecido. No sinthome borromeo; ese que hace lazo con un partenaire humano.

Cuando en su turno, cada una de las cuatro amantes le diga al hombre polígamo: ¡Escucha mi amor, háblame de tu padre!, ¿vive aún?... ¿cómo está de salud? el polígamo debe responderle: ¿A cuál de mis cuatro padres te refieres, cariño?...

¿Se puede vivir, tratando de integrar la corriente del afecto y la sexualidad en un(a) mismo(a) compañero(a), sin Padre o sin suplencia de la figura paterna, sin alguna père-version (juego lacaniano de palabras entre perversión y versión del Nombre-del-Padre) o invención sinthomática de la función paterna?

¿Se puede vivir sin límite tético, simbólico, contractual: sin contrato social ni "mensaje gramatical sintáctico" instancias connotadas por el mismo Hegel, como "funciones paternas"?

La ritmicidad semiótica (des)encadenada, connotada como "maternal" por Platón y Julia Kristeva, ¿puede existir sin la Ley de lo Simbólico connotada como "paternal" por la filósofa y psicoanalista búlgara, por Hegel, Wittgenstein, Kojève y Lacan?

¿Podemos vivir en la bulimia del goce permanente, sin renunciar a los múltiples objetos de apropiación compulsiva que ofrece el Mercado postmoderno?

¡No se puede superar el impasse entre amor y goce! ¡No hay relación-reaporte sexual! ¡Jamás los habrá! Sólo estaremos "completos cuando estemos muertos"...¡Jo! Por lo menos, "papá-versión” hizo el intento, "en vida", de integrar ambas vertientes amor y goce, en una sola persona: ¿en mamá?... Si no logró lo que se propuso, peor para nosotros... Inventemos, pues, nuestra "propia" suplencia... Si ya no es demasiado tarde... ¡Jo!

El amor es el sínthoma que "no cesa de escribirse", posibilitado por "papá-versión”, al no existir la relación sexual como reaporte complementarista... pues esa relación con el Otro "no cesa de no escribirse". ¿Trágico o cómico?... Esa es la diseminación estructural de lo (in)humano, aunque seamos cyborgs y vivamos la dimensión coreográfica de la sexualidad más allá del binarismo.... ¡Oh Heidegger, ingenuo! ¡Qué grande sigue siendo Nietzsche!

Otro amigo dominicano, del grupo intelectual de los cinco gatos lacanianos, me pregunta:

¿Qué es para ti lo imposible? ¿Aquéllo que no cesa de darse o aquéllo que no cesa de no darse? ¿Lo imposible se da o no se da?

Le digo al amigo:

La respuesta depende del contexto teórico que utilicemos como referencia.

En el campo conceptual de Jacques Lacan, lo imposible es "lo que no cesa de no escribirse". Es decir, lo imposible es lo Real, en tanto que escapa, resiste y excede a la simbolización, al matema y a la función lógica como escrituras.

Por ello, Lacan afirma que “la naturaleza” no es lo real-imposible como resto, pues ella es lo calculable por la ciencia. Lo real como exceso es el vacío que impide el cierre de la simbolización. En ese sentido, lo real-imposible difiere de la realidad, que sí se escribe y participa de lo simbólico y lo imaginario. Lacan considera que la relación-complementación sexual no existe, es imposible. Esa imposibilidad promueve el amor como sínthoma. Eso no quiere decir que no haya copulación. La hay. Pero disyunta. ¡Jo!...

Para Jacques Derrida, siguiendo a Marcel Mauss, a Lacan y a Heidegger, el Don es lo que "no-cesa de darse", pero sin retorno, sin la circularidad del comercio, sin aspirar al pago de la deuda.

El don no cesa de darse, pero no debe saber que se da. Por ello Derrida lo piensa también como lo imposible: un don que es puro olvido de sí, ceniza, restancia diseminal... Un don que no endeuda porque no conserva la memoria de su exceso.

En este sentido, se tiende asintóticamente a la justicia como don, pero ella es de hecho lo inalcanzable por excelencia: pura línea de fuga con la que debemos medir nuestros pequeños "dones" prisioneros en la estructura circular "odiseica", dice Derrida, del comercio, el cálculo de conveniencia, la "filantropía" con usura, la competencia descarnada y la simple juridicidad formal.

Lo simbólico, dado el hecho de que hace vínculo y/o lazo social, es circular por necesidad: debe escribirse; se escribe. El amor, se escribe, pero tiende a lo imposible…"amor constante más allá de la muerte", dijo el poeta Quevedo. Pasó de moda... ¿Pasó de moda, practicantes de la ética del célibe, cínicos competitivos, insulsos autistas de lalangue?... ¡No todos somos James Joyce!...

El amor, que nace del encuentro contingente y su “cesa de no escribirse”, aspira a lo necesario por su intrínseca vocación de permanencia: “no cesa de escribirse", en eso que Lacan denomina la carta de a(l)mor. Su dimensión trágica consiste en que se produce sobre un fondo que "no cesa de no escribirse": lo real de la muerte, como lo que viene a destruir todos los juegos del yo (moi) imaginario y su retórica falsa de simulada y frívola "esquizia".

Es necesario promover aquí un impersonal: “no Se cesa y no Se acaba de morir” (Blanchot), hasta que el yo (moi) muere de hecho, sí, pero cediendo su lugar a las singularidades nómadas, pre-individuales e impersonales, que son “la vida la muerte” (Derrida), y que atraviesan al individuo entendido como integridad molar temerosa de su propia disolución, de su oportunista y encanallado prestigio yoico. (Lacan, Deleuze).

Lo contingente: "cesa de no-escribirse". Por eso, Lacan considera que el amor se inicia como "el encuentro fortuito de dos huellas en el exilio"...

Lo posible es lo que "cesa de escribirse": suspensión de la compulsión de repetición padecida, reescritura-curación del síntoma en su significación de síntoma-sufrido, para dar paso al sinthome sostenido como nudo borromeo y acto de creación.

El sínthoma, entonces, en su particular modalidad de invención, suple a la forclusión del Nombre-del-Padre, en un proceso que no-cesa-de escribirse...

El inteligente amigo (se trata de un diálogo que sostenemos jóvenes novatos interesados en el psicoanálisis “filosófico"; ¡perdón por mi nueva juventud intelectual!), me argumenta:

En esta breve conceptualización tuya de lo imposible, echo en falta un autor fundamental que apenas citas y que se ocupó también del tema de lo imposible: Georges Bataille.

Le respondo:

Sí, querido amigo, los conceptos de "exceso" y de "imposible" en Lacan, tienen, indudablemente, sin analizar el núcleo aristotélico de esta última categoría, una fuente insoslayable de inspiración en Bataille Lacan hasta se casó con la viuda de Bataille... ¡Jo!, pero lo que te expreso sobre lo imposible es un deslinde que espero sepas aprovechar... para una más justa evaluación de cierta escritura ideológica que pretende hacerse dominante aquí en los predios locales... Político-culturalmente hablando: ¿qué es hoy "lo imposible" en República Dominicana?

Jacques Lacan, indudablemente, aprendió y confirmó muchas cosas importantes en su relación dialógica con los textos de Georges Bataille, pero, “al articular los nexos entre la clínica, el deseo, el amor, el inconsciente, el goce y la pulsión”, logró unos niveles de formalización que nuestro admirado y gran pensador-artista, autor de “Historia del ojo”, “Lo imposible”, “Mi madre”, “Madame Edwarda”, “El ojo pineal”, “El ano solar”, “La parte maldita”...etcétera, no se propuso alcanzar en su lúcida, extraordinaria práctica de la escritura…


8 de diciembre de 2010


© Armando Almánzar Botello. Santo Domingo. República Dominicana.


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domingo, 6 de septiembre de 2015

FILOSÓFICA ESCRITURA IMPERTINENTE

(Texto Invitado)

«Los animales imposibles, surgidos de una loca imaginación, se han vuelto la secreta naturaleza del hombre; y cuando, el último día, el hombre pecador aparece en su horrible desnudez, se da uno cuenta de que tiene la forma monstruosa de un animal deliranteMichel Foucault. "Historia de la locura en la época clásica", Fondo de Cultura Económica, Madrid, 1985, p. 38.


Por Fredes Báez Santana

A José Lezama Lima; a Alejandra Pizarnik, In memoriam.


Y al final de la jornada discursiva, reflexiva, 

hemorroidal sangrando letras por un ojo y su necia persistencia pestilente, serás tú: 
                                 irrisoria paradoja con pijama rumbo al sueño, desolada, destinada combatiente al desatino y al olvido, 

una gárgola horrible y desgastada por el agua ferruginosa de las bacinillas, 

por la memoria doliente de las lágrimas cantarinas de tus momificadas bisabuelas.

Desgarrada en los vitrales de la luna, 
rabiosa llora tu noche su alfabeto.



© Fredes Báez Santana. Santo Domingo, República Dominicana.


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