Por Armando Almánzar-Botello
A Jacques Lacan, por su topologería, in memoriam
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¡Rotura en ríspido palíndromo!
¡Asmático y quiasmático espejo!
De áspero cangrejo esquizofrénico
intensivo y parte-letras,
que cruje obscenamente
–compulsivo–
su giro cauteloso de pulsión enardecida,
¿quién ahora intenta
la maniobra involutiva:
topológica escritura?
¡Palíndromo ríspido en rotura!
¡Espejo quiasmático y asmático!
Topológica escritura
la maniobra involutiva:
¿quién ahora intenta
su giro cauteloso de pulsión enardecida
–compulsivo–
que cruje obscenamente,
intensivo y parte-letras,
de áspero cangrejo esquizofrénico?
sinthome sinthome sinthome
¡Rotura en ríspido palíndromo!
¡Asmático y quiasmático espejo!
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27 de febrero de 1982 (Versión retocada)
Copyright © Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.
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«CANON CANGREJO» DE JOHANN SEBASTIAN BACH:
https://youtu.be/nlbwxxNrvxw
«Una hermosa y didáctica explicación del “Canon Cangrejo” de Johann Sebastian Bach, la realiza Douglas R. Hofstadter en su libro de 882 páginas titulado, “Gödel, Escher, Bach, un Eterno y Grácil Bucle”, Tusquets Editores, Barcelona, 1987, pp. 226-228, 740-747, 806-823.» Fredesvinda Báez Santana
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CUERPO sin ÓRGANOS (CsO)
«El Cuerpo sin Órganos (CsO) es la potencia del Cuerpo Intensivo que encuentra en el huevo, concebido desde el punto de vista de la embriología post-fenomenológica deleuziana, el campo de gradientes, vectores, tensiones, umbrales, en el que se operan devenires-cuerpos. La relación problemática entre organismo, lenguaje, objeto metonímico y cuerpo intensivo y/o libidinal, encuentra también, en el psicoanálisis de Jacques Lacan, una ejemplificación topológica en las figuras de la Banda de Moebius, el Cross-cap y la Botella de Klein, con su continuidad, complicación o torsión entre el adentro y el afuera.
»El Cuerpo Intensivo no es más que el Cuerpo sin Órganos entendido como campo descentrado de manifestación de una única onda o sensación que recorre la multiplicidad de registros o dominios sensoriales y se expresa en ellos de una forma plural. La fenomenología habla, diferenciadamente, de un “desorden de los sentidos” basado en una mezcla de dominios sensoriales distintos, pero totalizados al final del proceso en una unidad sinestésica de las sensaciones.
»La concepción del cuerpo sin órganos, niega esta presunta unidad de base fenomenológica del cuerpo vivido, tal como lo concibe un Merleau-Ponty, y afirma una única sensación problemática, atópica, que se resiste a la metafísica de la presencia y se manifiesta, como hemos dicho, en los diferentes registros sensoriales.
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»El referido modismo “caer desde sus propios pies”, expresa o significa entonces precipitarse desde el fundamento propio del cuerpo físico-anatómico —los pies— hacia o hasta el cuerpo intensivo o cuerpo/pensamiento, cuerpo pasional o cuerpo de la sensación como aisthesis o sensación estética.
»“Caer desde sus propios pies”, es un viaje intensivo hacia los abismos de la carne... “desde” los “propios” pies. Viaje ontológico deleuziano, kantiano, en pura intensidad.
»Me caí desde mis “propios” pies —hacia el abismo de lo (im)propio: el Cuerpo sin Órganos (CsO) en el que se descubre una superficie incorporal intensiva que testimonia dos cosas, por lo menos: la subida de la profundidad, o la caída de la altura sobre la superficie de... ¡la piel!
»En verdad, “no hay nada más profundo que la piel” como decía el poeta Paul Valéry...» Armando Almánzar-Botello
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JACQUES DERRIDA: EL TOCAR, JEAN-LUC NANCY, 2011
«No hay concepto puro ni, desde luego, intuición pura, intuición inmediata de lo háptico.» Jacques Derrida
HAPTOTROPISMO Y METAFÍSICA DE LA PRESENCIA
Brevísimo fragmento de mi exégesis de la deconstrucción que hace Jacques Derrida del motivo artaudiano y deleuziano de “Cuerpo sin Órganos” (CsO). Interpretación seguida de varias citas clave del texto de Derrida titulado El tocar, Jean-Luc Nancy.
Por Armando Almánzar-Botello
Jacques Derrida, sutilmente, insinúa la impensada y secreta pertenencia del llamado “Cuerpo sin Órganos” (CsO) de Antonin Artaud, Gilles Deleuze y Felix Guattari a la gran tradición platónico/metafísica de la presencia: tradición inmediatista, intuicionista, continuista, óptica pero también táctil, es decir, ocular, trópica y apropiadora: “hapto-trópica”. Derrida viene a mostrar en su libro “El tocar, Jean-Luc Nancy”, la deuda que contrae con la tradición logocéntrica dicho “cuerpo sin órganos”.
Concebido por Deleuze y Guattari como una pretendida ruptura radical con la metafísica negativista y falocéntrica implícita en la concepción lacaniana del deseo, este cuerpo sin órganos opera, para sus teorizadores, como indeterminación y polimorfia que sustituye al cuerpo de la homeostasis constituido en el espacio “estriado”, cualificado y jerárquico convencional.
No obstante, a pesar de su metamorfismo en líneas y planos de fuga, de su generatividad que actúa en el “espacio liso” de la producción deseante y liberadora, como supuesto ejercicio de un deseo situado más allá de la falta y de toda castración, para la vigilante lectura deconstructiva de Jacques Derrida este cuerpo sin órganos artaudiano-deleuziano se mantiene prisionero de una concepción idealista de la carnalidad, en su develada tendencia a la apropiación de lo próximo, apropiación ontológico-metafísica de una presunta plenitud de la presencia inmediata de lo dado, por fin alcanzada o reconquistada.
Copyright © Armando Almánzar-Botello: Fragmento de “Introducción a la lectura de Jacques Lacan”, Santo Domingo, República Dominicana, 2015
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ADENDAS DERRIDIANAS
DERRIDA, JACQUES: El tocar, Jean-Luc Nancy, Buenos Aires, Amorrortu, 2011, páginas 178, 179, 185 y 186, 188 y 190
«El contacto no produce entonces fusión ni identificación, y tampoco contigüidad inmediata. Debemos disociar una vez más el tacto de lo que el sentido común y el sentido filosófico le acuerdan siempre como la evidencia misma, como el primer axioma de una fenomenología del tacto, a saber: la inmediatez.
»El uso que hace Nancy de la expresión “partes extra partes” parece a veces obsesivo, pero en verdad es necesario y determinante. Además de un invencible principio de divisibilidad diseminal, me parece significar un deseo incesante de marcar esa ruptura con la inmediatez o con la continuidad del contacto, ese intervalo del espaciamiento, esa exterioridad, y ello, en el mismo momento en que se insiste tanto sobre la contigüidad, el tocar, el contacto, etc.
»Como si Nancy quisiera marcar la interrupción de lo continuo y objetar la ley de la intuición en el corazón mismo del contacto.» Jacques Derrida: “El tocar, Jean-Luc Nancy”, Buenos Aires, Amorrortu, 2011, página 178
«Pues, ¿acaso no es el intuicionismo aquello en torno a lo cual, sin combatir, estamos debatiendo? No tal o cual intuicionismo como doctrina o tesis filosófica, no un intuicionismo que en un campo problemático determinado se opondría a alguna posición adversa, al formalismo, al conceptualismo, etcétera. No, nuestro intento persigue más bien identificar un intuicionismo constitutivo de la filosofía, del gesto que consiste en filosofar —e incluso del proceso de idealización que consiste en retener el tacto en la mirada para asegurar a esta lo pleno de presencia inmediata requerido por cualquier ontología o por cualquier metafísica. Lo pleno de presencia inmediata significa, sobre todo, la actualidad de lo que se da efectivamente, enérgicamente, en acto. Bien sabemos que, como el nombre podría indicarlo, la intuición privilegia la vista. Pero siempre para alcanzar con ella un punto donde la consumación, la plenitud o el llenado de la presencia visual toca en el contacto, es decir, un punto que podríamos apodar, en otro sentido, punto ciego, donde el ojo toca y se deja tocar —por un rayo de luz, a menos que sea, más rara vez, y más peligrosamente, por otro ojo, por el ojo del otro. Al menos desde Platón, sin duda, y pese a su endeudamiento con la mirada, el intuicionismo es también una metafísica y una trópica del tacto, una metafísica como hapto-trópica. Ella se consuma y por lo tanto llega a su plenitud, a su pleroma, es decir, a su límite, apostando por el giro elemental de la consumación táctil, por el sesgo de un lenguaje que, de manera cuasi natural, se orienta hacia el tacto cuando, precisamente como lenguaje, pierde la intuición y ya no da a ver.» Jacques Derrida: “El tocar, Jean-Luc Nancy”, Buenos Aires, Amorrortu, 2011, página 179
«Porque ese valor de proximidad, porque ese vector de la presencia cercana determina en última instancia el concepto y el vocablo ‘háptico’, porque lo háptico abarca virtualmente todos los sentidos donde sea que se apropien de una proximidad, Deleuze y Guattari prefieren la palabra ‘háptico’ a la palabra ‘táctil’:
»“La palabra ‘háptico’ es mejor que ‘táctil’, por cuanto no opone dos órganos de los sentidos, sino que deja suponer que el ojo mismo puede tener esa función que no es óptica […] Lo Liso nos parece a la vez el objeto de una visión próxima por excelencia y el elemento de un espacio háptico (que puede ser visual, auditivo tanto como táctil).” Deleuze-Guattari
»Interpretado así lo háptico, eso que lo suelda a lo cercano, que lo identifica con la aproximación a lo cercano, no solo con la “visión próxima” sino con la aproximación en todos los sentidos y para todos los sentidos, más allá del tacto, eso que lo vincula a la apropiación de lo cercano, es una postulación continuista, un continuismo del deseo que pone todo este discurso en concordancia con el motivo general de lo que Deleuze y Guattari, siguiendo a Artaud, reivindican bajo el nombre de “cuerpo sin órganos”. Por consiguiente, es en el “espacio liso” y no “estriado” donde ese continuismo háptico encuentra, busca, mejor dicho, su elemento de apropiación.» Jacques Derrida, ibid., pp. 185, 186
«Nancy, por su lado, parte [il part]. Él parte, marca su partida [départ] («Corpus, autre départ» [«Corpus, otra partida»], dice un título de Corpus). Él reparte [partage] y separa [départage], abandona [se départit] sin duda también esa problemática fundamental, así como ese intuicionismo de lo continuo o de lo inmediato, ese intuicionismo más radical, más invencible, más irreprimible que el que se opone simplemente a su contrario (conceptualismo, formalismo, etc.). Hace pensar así en otro reparto [partage] de los sentidos, en ese lugar del límite, de los límites plurales en los que dicha tradición se abastece. Al marcar y remarcar los límites, Nancy espaciaría más bien la continuidad de ese contacto entre el tacto y los otros sentidos, e incluso la continuidad inmediata en el corazón, por decirlo así, del tocar mismo, de ese tocar que, él va a recordarlo, es “local, modal, fractal”». Jacques Derrida, op. cit. p. 188
«Con motivo de la ecotecnia de los cuerpos, de un mundo de los cuerpos que “no tiene sentido trascendente ni inmanente”, Corpus proseguirá esta dislocación del tocar. Sin abandonar nunca la insistencia en el tacto [tact] que tanto le importa, al que no renuncia nunca, Nancy lo asocia siempre, en contra de la tradición continuista de lo inmediato, al valor de apartamiento, de desplazamiento, espaciamiento, partición о reparto: “Por el contrario, hay el tacto [tact], la pose et la dépose, el ritmo del ir y venir de los cuerpos en el mundo. El tacto [tact] desligado, separado de sí mismo.”» Jacques Derrida, ob. cit. p. 190
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31 de diciembre de 2015
Copyright © Armando Almánzar-Botello. Santo Domingo, República Dominicana. Reservados todos los derechos de autor.
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